Construcción extraña

Era un día gris a mis ojos, aburrido como el que más, solo, y, tal vez y solo tal vez, más muerto que yo. Fuí al restaurante, no tenía motivos para hacerlo, al igual que ningún motivo me impedía hacerlo. Me seguí aburriendo, pero al menos allí había cosas que pudieran entretenerme. Solía espiar las conversaciones de la gente, observar las extrañas anatomías de algunos. Y cada vez que me veían, desaparecía para aparecer en otro lugar de la misma sala y continuar mis inútiles actividades. Pero mi humor cambió al ver la majestuosidad de Erza sola en una mesa, con una cara de aburrida que no llego a comprender cómo no se le caía al suelo. Mis muertos y espectrales ojos divisaron la torre de basura que había hecho, y no pude mas que lamentarme por la pobre se Erza, a la que el aburrimiento le estaba golpeando tan fuerte como a mí, puede que más. Supuse que mi presencia no la agradaría, pero al menos la liberaría del aburrimiento un poco, y mientras pudiera dar imagen de ser social y demás, me aseguraba que los demás estudiantes no vendrían a intentar buscar pelea conmigo. Aun no estaba preparado. A unas cuantas mesas de distancia, lancé una bola de papel a uno de los vasos boca arriba de la construcción, y encesté sin hacer daño alguno a la estructura. Luego aparecí a una prudencial distancia de ella, para que no se asustase y destrozase su torre, ni para que me pudiese golpear de cerca.

-¡Dichosos los ojos, pelirroja!-Sabía que la fastidiaba que la llamase así, pero realmente ya no me importaba. Había vuelto a ser el Zeke de siempre.- Se te ve aburrida, ¿Puedo hacer algo por ti?

Cada vez estaba mas aburrida y la torre de basura aumentaba notablemente. Me recogí el pelo y cuando me di cuenta, estaba Zeke a una distancia prudencial. Me llamó pelirroja y comprendí por qué estaba tan lejos. Ya no le di importancia a eso, así que hice una mueca de resignación. Antes de que pudiera contestar, apareció mi pequeña cachorrita de zorro. Corrió y saltó al medio de la mesa. Sacaba la lengua de forma hiperactiva, se notaba que quería jugar. Tiró sin querer la torre.

Tuve que hacer unos malabares para que no se cayera. Suspiré largamente al ver que todo estaba bien. Tenshi movía de un lado a otro mirándonos a Zeke y a mí. Coloqué todo en la mesa lentamente y miré a Zeke.

-Si, lo estaba. Y tranquilo, toma asiento... Tenshi estate quieta ya- Dije sonriendo de lado al principio y después a mi mascota algo agotada.

No entendía de donde sacaba tanta energía. Se acercó a Zeke y saltó a su hombro. La pequeña cría que me acabaron de entregar, dio un gran lametón a su mejilla. La cogí y la acurruqué entre mis brazos suavemente y la acaricié para que se calmara. Así continué hasta que finalmente cayó rendida al sueño.

-Siento las molestias, aún es pequeñita y quiere jugar todo el dia... ¿Qué te trae por aquí?- [color=red]

Hacía mucho que no tenía contacto tan directo con un vivo. Fué, por extraño que parezca, frenético, exaltante, impactante, pero por encima de todo, fue... asqueroso.
Pero qué se le iba a hacer, el zorrito se me había subido al hombro y parecía infinitamente feliz, algo que no siempre se puede ver en un vivo, especialmente en uno de inteligencia tan limitada. Me pilló desprevenido, me desequilibré y mi poca maestría a la hora de usar las piernas me hizo desequilibrarme y caer al suelo. No grité, el miedo era cosa de vivos. Miré a la criaturilla feliz como ella sola encima mía y no estuve seguro de qué hacer con ella. Lo cogí entre mis brazos y se lo entregué a  Erza. Yo me transporté  hacia alguna silla libre de los alrededores y volví instantáneamente al lado de Erza. Me senté con tranquilidad, ignorando las babas de zorro que había por toda mi cara y mi cuello y me relajé.

-Asi que... tu aceptaste la mascota de la casa, ¿no es así?- Siempre me había  intrigado mucho el pensamiento de los vivos a la hora de tomar otros seres vivos sin raciocinio y usarlos como entretenimiento o armas. - Y... ¿por qué lo cogiste?¿qué esperabas de él?-

Era una mujer fuerte, se valía por si misma, y si quería fieles babosos, con tanta belleza seguramente los tendría a patadas con tan solo pedirlo. Entonces... ¿por qué un zorro? ansiaba la respuesta.

Erza demostraba bastante aprecio por esa criatura suya, aprecio...  saqué la conclusión de que era por eso por lo que yo no acepté a ningún acompañante peludo,  porque el aprecio era cosa tan solo de los vivos. Yo no sentía tal cosa, no la había sentido hasta ahora, y dudaba de que la fuera a sentir en cualquier momento futuro. Ella no parecía sentirse bien, nada bien. Y no estaba seguro de si deseaba un acompañante en el mas allá tan pronto (si, lo sé, ha sido un chiste algo cruel). Es mas, nadie mejor que yo sabe lo terrible que puede ser la muerte. La había estado sufriendo por 17 años, desde mi principio, hasta este instante. Asi que, tuve que dar un paso adelante y lanzar el salto de fe una vez mas, arriesgando que esta "relación" cayese un paso mas en el odio que en la unión.

-Eh, pelirroja, ¿te encuentras bien?- Intenté mostrar preocupación.  Mas que nada porque esto podía resultar un asunto serio. Le di la dirección de la enfermería y le insistí que fuese allí.