{VOTACIONES} ¡Relatos!

Me senté en el autobús, ajustando ligeramente la bufanda que llevaba al cuello. El otoño teñía las hojas de los árboles de un color rojizo, convirtiendo aquella ciudad, por arte de magia, en un esplendoroso paisaje. Aunque el verano acababa de tocar a su fin, el frío se había hecho notar bastante rápido. Como si hubiese estado dormido, o agazapado, esperando su oportunidad de abalanzarse al escenario. No era excesivo, pero si el suficiente como para ruborizar mis mejillas y nariz. Además, fuera del autobús había empezado a llover con bastante fuerza. Dirigí mi vista a través de los empañados y empapados cristales. Los carteles luminosos brillaban con más fuerza que de costumbre. Era un mundo extraño, incluso parecía no ser mi mundo, ni mi vida. ¿Por qué había subido al autobús? ¿Acaso aún albergaba la esperanza de encontrarte allí? Aún recordaba cómo, tiempo atrás, habías subido tras de mí y, sin previo aviso, te sentaste en el asiento de al lado. El único libre, vaya. Estabas sonrojado, y dirigías tu mirada hacia el lado opuesto del autobús, tratando de no mantener contacto visual. La primera impresión que producías era la de ser bastante vergonzoso. “Que mono” pensé en aquel entonces, al tiempo que clavaba la mirada en mis zapatos. Sin quererlo, nuestros meñiques se rozaron ligeramente y, al tiempo que una nueva emoción, que jamás había experimentado, crecía en mi pecho, agarraste mi mano con determinación. Sin entenderlo muy bien, dejé caer mi mirada hacía nuestras manos entrelazadas y la alcé lentamente, clavándola en tus profundos ojos castaños.

    - ¿Sabes? Aunque parezca mentira, aún hay gente que cree que los arcoíris son las lágrimas de los dragones cuando lloran.

Aun cuando lo recuerdo, una sonrisa aflora en mi rostro. Puede que nuestro fugaz amor muriera en aquel otoño. Puede que hayamos viajado a mundos diferentes, donde jamás nos volveremos a sentar juntos en el autobús y donde los carteles luminosos brillan con más intensidad. Nunca jamás podré volver al mundo en el que nos reunimos, y nunca estaremos destinados a encontrarnos en este nuevo mundo.  Pero, mientras tenga a alguien a quien amar con toda mi alma, habrá una salvación. Aunque jamás pueda estar contigo.