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✿ |Derrière le rideau| ✿
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
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✿ |Derrière le rideau| ✿
Oscuridad. Aquel era el estado de la estancia donde estaba situada la muchacha en aquellos momentos. Las sábanas se pegaban a su piel a causa del sudor, causando que su figura quedara perfectamente dibujada bajo las mantas de su lecho. Su ceño estaba fruncido, mientras su cuerpo se agitaba inquieto. Las pesadillas la acechaban como pocas veces lo hacían. La dama de azul frunció el ceño, antes de incorporarse sobresaltada en el colchón. Sus manos apretaron con fuerza aquella fina tela que la cubría. Su respiración era alborotada, al igual que sus pulsaciones. Suspiró, diciéndose a si misma que no era más que un sueño. Un horrible producto de su pasado indigno. Cerró los párpados, buscando la serenidad. Siendo sincera, le habría encantado deshacerse de aquellos recuerdos, haberlos olvidado al comenzar su maravillosa vida. Poco a poco, todo su metabolismo se fue ralentizando, evidenciando que su usual relajación ante los problemas hacía mella en su estilo de vida. Calma. No hacía falta alterarse por algo tan mundano como una ensoñación nefasta.
Abandonó su cama con serenidad, causando que su largo camisón descendiera hasta rozar el suelo. Con movimientos elegantes, se aproximó a la ventana del cuarto, levantando las cortinas que previamente había cerrado buscando que las luces de su Casa no la molestaran en su descanso. Una vez las sombras fueron difuminadas, procedió al ritual matutino de vestirse. Pulcramente fue puesto su uniforme, terminando por embutirse la negra y larga capa donde con orgullo mostraba el símbolo de su grupo. Acicaló sus cabellos, rematando la faena con una tiara semejante a la de una princesa, la cual alardeaba también el sello de su "clan." Sin siquiera dirigir una mirada atrás, abandonó su habitación, dirigiéndose al teatro. No asistiría a clases aquella jornada... Su humor estaba teñido de un sentimiento monótono. Prefería observar el escenario donde pronto representaría la actuación que prepararan en el club. Caminó sin apuro por la Academia una vez llegó allí. Los estudiantes seguramente se hallarían en la primera hora de clases... No había problema por desplazarse con lentitud.
Sus manos empujaron el gran portón del salón de actos, haciendo que la misma emitiera un suave chirrido. Ante ella se extendió el patio de butacas, ordenado, expectante. Mas ella no se detuvo allí, avanzó hasta el mismísimo escenario que presidía la enorme estancia, manteniendo sus labios en una mueca de arrogancia como de costumbre. Ascendió las escaleras hasta situarse en el medio del proscenio. Quizás otra persona hubiera sonreído ante la maravillosa sensación de hallarse allí de pie, mas la muchachita que estaba realizando aquello era peculiar. Posó ambas manos sobre sus caderas, mientras exclamaba con palpable molestia.—Que inútiles. ¿Cómo esperan que alguien con mi semejante talento actúe en algo tan pequeño?
Abandonó su cama con serenidad, causando que su largo camisón descendiera hasta rozar el suelo. Con movimientos elegantes, se aproximó a la ventana del cuarto, levantando las cortinas que previamente había cerrado buscando que las luces de su Casa no la molestaran en su descanso. Una vez las sombras fueron difuminadas, procedió al ritual matutino de vestirse. Pulcramente fue puesto su uniforme, terminando por embutirse la negra y larga capa donde con orgullo mostraba el símbolo de su grupo. Acicaló sus cabellos, rematando la faena con una tiara semejante a la de una princesa, la cual alardeaba también el sello de su "clan." Sin siquiera dirigir una mirada atrás, abandonó su habitación, dirigiéndose al teatro. No asistiría a clases aquella jornada... Su humor estaba teñido de un sentimiento monótono. Prefería observar el escenario donde pronto representaría la actuación que prepararan en el club. Caminó sin apuro por la Academia una vez llegó allí. Los estudiantes seguramente se hallarían en la primera hora de clases... No había problema por desplazarse con lentitud.
Sus manos empujaron el gran portón del salón de actos, haciendo que la misma emitiera un suave chirrido. Ante ella se extendió el patio de butacas, ordenado, expectante. Mas ella no se detuvo allí, avanzó hasta el mismísimo escenario que presidía la enorme estancia, manteniendo sus labios en una mueca de arrogancia como de costumbre. Ascendió las escaleras hasta situarse en el medio del proscenio. Quizás otra persona hubiera sonreído ante la maravillosa sensación de hallarse allí de pie, mas la muchachita que estaba realizando aquello era peculiar. Posó ambas manos sobre sus caderas, mientras exclamaba con palpable molestia.—Que inútiles. ¿Cómo esperan que alguien con mi semejante talento actúe en algo tan pequeño?
Nathalie Adiashen- Shinigami
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Re: ✿ |Derrière le rideau| ✿
Hace 2 días: - Muy bien señorita Lordcastle, ¿nos va a ayudar? - Esas fueron las palabras de la coordinadora de clubes de la escuela, aparentemente el año pasado se había graduado todos los miembros del club de teatro y este había quedado completamente vació, y según entendí la escuela no acepta que los clubes simplemente cierren. Por ello buscaron entre los nuevos alumnos alguien que pudiera reanimar el club, y entre todos me eligieron a mi. - Pero yo... ¿no se? - No podía decir mucho, ya que rápidamente me estaba poniendo nerviosa. las gota de sudor empezaban a correr detrás de mi larga cabellera, no quería involucrarme mucho ya que entre mas personas me conocieran mas difícil se vuelve ocultar ciertas cosas. pero aquella encantadora señorita no planeaba dejarme escapar ella ya había decidido que yo seria la nueva presidenta del club de teatro y así se aria. - Según tu informe has sido protagonista de 23 obras de Palor Romer y has actuado en todo el mundo con la famosa compañía de Romer, sin mencionar que es protagonizado 12 películas profesionales y ganado un oscar. - solo asentí con la cabeza, no podía creer todo lo que mi padre había creado, no digo inventado ya que gracias a su magia si investigaban las fuentes se darían cuenta que incluso mi nombre aparece en la lista de los oscares, a pesar de ser todo mentira. Si bien mi actuación era perfecta ya que desde pequeña me lo han enseñado, no era por la simple razón de actuar, cuando vas a cometer un robo hacerte pasar por alguien si que te descubran es vital. - Entonces ¿va a ayudarnos? - insistió nuevamente la coordinadora, ya no tenia escapatoria, solo me quedo aceptar. Hoy: Me desperté como todas las mañanas, con el cabello echo un desastre y mi mejilla cubierta de saliva, busque aun con los ojos cerrados, los lentes que se encontraban en la mesa de noche al lado de mi cama, cuando me los puse y abrí los ojos una habitación vacía me dio la bienvenida, no puede evitar sentir un sentimiento de melancolía. Cuando menos me di cuenta ya estaba llorando sobre la manga de mi piyama, no fue hasta que un fuerte golpe en mi ventana me devolvió el sentido, al otro lado del cristal mi pequeño dragón se encontraba volviendo después de su viaje nocturno. Le abrí la puerta, el dragón me acaricio y después se fue a dormir. De alguna forma su compañía aun que sea errante disminuía mi soledad, me levante y rápidamente comencé a alistarme, cuando todo estuvo listo me miro en el espejo, y una linda joven me devolvió la mirada. estaba lista. Hoy tenia que ir a ver el teatro para el club, ya que dentro de unos meses tendríamos que presentar nuestra obra, y para ello debía de saber con que contaba. Camine calladamente hasta el teatro de la escuela, los pasillos se encontraban casi vacíos y el sol iluminaba a través de las ventanas reflejándose en el mármol de la paredes, era una vista apacible, la cual me hacia sentir en completa calma. al poco tiempo llegue a mi destino, una enorme puerta de mármol me dio la bienvenida, yo la empuje lentamente para sumergirme en la oscuridad del lugar. cuando entre pude distinguir la silueta de una persona parada sobre el escenario, a la cual no pude evitar escuchar - Que inútiles. ¿Cómo esperan que alguien con mi semejante talento actúe en algo tan pequeño? - Sus palabras retumbaron en todo el lugar, yo por otra parte solo lance una pequeña sonrisa, y mire a la joven mientras caminaba hacia ella. - Ciertamente, es un lugar indigno para una obra de calidad. - Dije en un tono alegre, el ego tenia solo 3 caminos y el final de cada uno de ellos siempre era igual de alentador. Por ello no podía evitar sentir cierta fascinación por las personas con un carácter tan excéntrico como el de aquella niña. |
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Re: ✿ |Derrière le rideau| ✿
Fachada. El elemento esencial de su alma. El ingrediente secreto que pocos podrían llegar a descifrar como real en ella. ¿Cuántos seres habían conseguido observar su auténtica personalidad? Ni uno solo. Estaba basada en mentiras, en rasgos que ella misma había ido seleccionando a lo largo de su existencia, buscando reprimir una emoción que siempre había atesorado con recelo en su alma. El dolor. El sufrimiento era un pilar básico de su vida en el pasado, un sentimiento imborrable, que aún hoy estaba escondido en lo más profundo de su corazón. Cada jornada que pasaba la muchacha se sentía esperanzada al pensar sobre la idea de que los malos recuerdos poco a poco irían esfumándose de su memoria. Entonces era cuando regresaban las sombras del ayer en forma de pesadillas, que se colaban bajo las sábanas para introducirse en su sueño de forma letal. Cruel. El destino adoraba torturarla por las noches, cuando se creía a salvo en el reino de lo irreal. Tantas horas sin conciliar el sueño, le habían mostrado que en ocasiones hasta en las fantasías la dolorosa verdad te acosa. ¿Era acaso un castigo?
¿Una tortura por haber escapado en aquel entonces de los problemas en lugar de enfrentarlos? Desfachateces cometía la vida tratando de reprenderla por sus acciones. En el lugar indecoroso de su infancia, en su pasado indigno, nada que respirase quedaba. Los cadáveres inertes se descomponían a causa de las bestias carroñeras, cuando no eran devorados por otros humanos en plena desesperación. Todo allí estaba muerto... Incluso los corazones que persistían en palpitar, hasta los pulmones que se empeñaban en seguir exhalando, carecían de una existencia en si misma. ¿Cómo podría llegar a subsistir una mera semilla en su terreno infértil?
Buscó la luz, un Sol y unas lluvias adecuadas para poder florecer adecuadamente. Y lo había conseguido con notorio éxito. Su belleza era equiparable a las de las deidades que adornaban las ilustraciones de los libros de historia... Se preguntó si debería plantearse el proponerles al personal docente, o en su defecto a las editoriales, la posibilidad de editar un volumen con su rostro en la portada. A fin de cuentas, cuando ella falleciera, terminaría siendo reconocida como una diosa. Solo estaría pidiendo adelantar el proceso de adoración. Pero claro, las criaturas vulgares eran tan susceptibles cuando los superiores trataban de introducirles la realidad a la fuerza.
Tan necios e ignorantes que inspiraban un sentimiento patético en la muchacha de cabellos azules. Los soñadores y los plebeyos, realmente conseguían enojarla. La clase social baja le repateaba el estómago. Carecían completamente de porte o modales, algo esencial a la hora de ejercer el arte de la manipulación. Aprender a dialogar correctamente, a escoger las mejores palabras para insultar a un ser inútil, era un don con el que se te dotaba al nacer.
Encima de aquel escenario, no podía sentir nada más que indignación. ¿Esperaban que se desenvolviera en un lugar de tan escaso diámetro? ¿Por qué el proscenio poseía tan poco territorio? ¿Y los focos? ¿Acaso aquellos no eran de marca económica? ¿En dónde habían quedado el glamour y el prestigio? Como se notaba que los recortes salariales hasta se reflejaban en la academia.
Una repentina voz llegó a los oídos de nuestra protagonista, consiguiendo que se sobresaltara ligeramente. ¿Por qué no la había escuchado llegar? Aquello era una falta de respeto hacia si misma. Tratando de disimular el susto, apenas alzó la mirada por encima del hombro para centrar sus orbes azules en los ajenos. Se trataba de una muchacha de cabellos anaranjados, que estaba sonriendo de forma sutil. A Nathalie le resultó estúpido su comentario... ¿estaba tratando de irradiar empatía? Sin duda alguna, no soportaba a aquellas criaturas. Curvando aún más su sonrisa arrogante, se limitó a replicar.
—¿Ara? ¿Una obra de calidad? Lo único que importa es la interpretación... Una buena obra no es nada sin buenos actores... En especial, los que irradiamos un brillo como el mío somos los que merecemos la pena. Los miembros de la élite, nacimos para ser conocidos.
¿Una tortura por haber escapado en aquel entonces de los problemas en lugar de enfrentarlos? Desfachateces cometía la vida tratando de reprenderla por sus acciones. En el lugar indecoroso de su infancia, en su pasado indigno, nada que respirase quedaba. Los cadáveres inertes se descomponían a causa de las bestias carroñeras, cuando no eran devorados por otros humanos en plena desesperación. Todo allí estaba muerto... Incluso los corazones que persistían en palpitar, hasta los pulmones que se empeñaban en seguir exhalando, carecían de una existencia en si misma. ¿Cómo podría llegar a subsistir una mera semilla en su terreno infértil?
Buscó la luz, un Sol y unas lluvias adecuadas para poder florecer adecuadamente. Y lo había conseguido con notorio éxito. Su belleza era equiparable a las de las deidades que adornaban las ilustraciones de los libros de historia... Se preguntó si debería plantearse el proponerles al personal docente, o en su defecto a las editoriales, la posibilidad de editar un volumen con su rostro en la portada. A fin de cuentas, cuando ella falleciera, terminaría siendo reconocida como una diosa. Solo estaría pidiendo adelantar el proceso de adoración. Pero claro, las criaturas vulgares eran tan susceptibles cuando los superiores trataban de introducirles la realidad a la fuerza.
Tan necios e ignorantes que inspiraban un sentimiento patético en la muchacha de cabellos azules. Los soñadores y los plebeyos, realmente conseguían enojarla. La clase social baja le repateaba el estómago. Carecían completamente de porte o modales, algo esencial a la hora de ejercer el arte de la manipulación. Aprender a dialogar correctamente, a escoger las mejores palabras para insultar a un ser inútil, era un don con el que se te dotaba al nacer.
Encima de aquel escenario, no podía sentir nada más que indignación. ¿Esperaban que se desenvolviera en un lugar de tan escaso diámetro? ¿Por qué el proscenio poseía tan poco territorio? ¿Y los focos? ¿Acaso aquellos no eran de marca económica? ¿En dónde habían quedado el glamour y el prestigio? Como se notaba que los recortes salariales hasta se reflejaban en la academia.
Una repentina voz llegó a los oídos de nuestra protagonista, consiguiendo que se sobresaltara ligeramente. ¿Por qué no la había escuchado llegar? Aquello era una falta de respeto hacia si misma. Tratando de disimular el susto, apenas alzó la mirada por encima del hombro para centrar sus orbes azules en los ajenos. Se trataba de una muchacha de cabellos anaranjados, que estaba sonriendo de forma sutil. A Nathalie le resultó estúpido su comentario... ¿estaba tratando de irradiar empatía? Sin duda alguna, no soportaba a aquellas criaturas. Curvando aún más su sonrisa arrogante, se limitó a replicar.
—¿Ara? ¿Una obra de calidad? Lo único que importa es la interpretación... Una buena obra no es nada sin buenos actores... En especial, los que irradiamos un brillo como el mío somos los que merecemos la pena. Los miembros de la élite, nacimos para ser conocidos.
Nathalie Adiashen- Shinigami
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