Too much freedom; {Nagisa}

¿Cuánto había nadado? 3 horas y unos cuantos minutos más, tal vez, no los había contado precisamente, simplemente había llegado cuando el sol permanecía oculto y todos aún dormían, las ventajas de ser capitán del equipo de natación eran aquellas; Las llaves. Las cuidaba como un preciado tesoro, gracias a ellas podía entrar y salir de aquél apacible lugar cuando quisiera, sin que nadie la viera, y nadar durante horas y horas sin interrupciones. No usaba aquél tonto bañador escolar que tanto le desagradaba, azul y corriente, no se ceñía al cuerpo y no era elástico ¿Se suponía que se deslizara en el agua con aquél objeto? No, no podía. Su bañador entonces era uno de dos piezas perfecto para la morena, de color rojo y perfectamente ceñido al cuerpo, como si fuese una segunda piel. Se preguntaba cuanto tiempo había estado allí mientras veía el sol salir por el techo de un edificio detrás mientras se tapaba los ojos con la mano derecha y suspiraba -Clases- Murmuró mientras se daba media vuelta sin levantarse, quedando de barriga y frente a su bolso. Se fijó en que nadie viniera y sacó una cajetilla de cigarros del bolso, uno se esfumó entre sus dedos y decidió que lo mejor era levantarse para asistir a clases.

Llevó el hacha colgada a su espalda todo el día y el bañador bajo el uniforme, contando las horas desperdiciadas nuevamente, clases ¿Tenía amigos? Ninguno realmente, la mayoría de las personas le parecían poco interesantes, solo afirmaba la cabeza en una mano y apoyaba el brazo con el codo en la mesa, atendiendo la clase. Luego el trabajo, para lo que necesitaba el hacha, pero tampoco nada interesante pasaba, y cuando le dieron las once de la noche y la luna volvía a brillar plenamente una luz callejera alumbró las llaves que relumbraban en su cuello, una sonrisa de deseo relució en su rostro, y partió nuevamente a las piscinas, ajustando su hacha y su bolso en sus hombros. Demoró 30 minutos en llegar al lugar, pero al hacerlo alzó ambas cejas ¿Había escuchado un ruido? -Puede que sea algo divertido- Murmuró mientras dejaba caer su bolso y avanzaba lentamente hasta la piscina y se paraba de manera imponente frente al que había allanado lo que consideraba como su morada y club nocturno secreto -¿Qué crees que haces?- Gruñó mientras se echaba el hacha al hombro e intentaba divisarlo en la oscuridad.

Llevaba todo el día de aquí para allá, haciendo tareas insulsas. Aquel día había contratado a Nagisa uno de los profesores del instituto y, vestido con su habitual traje de mayordomo, un esmoquin negro e inmaculado que le brindaba la agencia, trabajaba de ayudante. Ayudaba con las clases, haciendo de modelo artístico, o de cuerpo del laboratorio. Limpiando aulas, ordenando escritorios... Lo típico que haría un conserje. No era un trabajo difícil, pero había ocupado todo su día en esas pequeñas minucias. No le molestaba, a fin de cuentas era su trabajo, y lo desempeñaba a la perfección con una sonrisa plantada en su casa. Lo que mas ilusión le hacía era que, después de haber tomado "prestada sin permiso ni intención de devolverá", había decidido que aquella noche se daría un buen baño. Que volvería al mundo que pertenecía. "El día pasa mas lento cuando esperas algo con ansias, ¿eh?" decía su voz interior. Y tenía toda la razón. Nagisa no podía parar de imaginarse en aquella piscina, nadando.
Ansioso, desempeño sus funciones con elegancia y simplicidad, ahorrando todas las energías posibles para utilizarlas en la piscina. Y, sin razón aparente, no podía borrar aquella amplia sonrisa. Los del club de arte lo elogiaron por tal expresión, y en el laboratorio aprovecharon para estudiar sobre los dientes. Nagisa continuaba sonriendo, ajeno a todo lo que le decían. Simplemente deseaba acabar rápido el trabajo y poder escaparse.
Hizo una reverencia al profesor. Había acabado de pasar el día (¡al fin!) y la noche había caído sobre el centro. Se encaminó rápidamente hacia la taquilla donde había guardado su ropa y se cambió, depositando el traje con cuidado y sin arrugas. Al día siguiente tenía que volver, así que no podía dejarlo todo hecho un fiasco. Aún le quedaba tiempo como mayordomo para aquel profesor. Agarro su pequeña bolsa, donde llevaba todo lo que necesitaba para moverse por Jikan, y corrió hacia el club de natación. Sin comprobar siquiera si había alguien, abrió la puerta con la llave. Tiro su ropa al suelo. "Oh, hoy no llevaba el bañador... Y no puede mojarse mi ropa interior" pensó apenado al tiempo que doblaba sus boxers amarillos de pingüinos y los colocaba debajo del montón de ropa. Eran muy especiales para Nagisa, no podían estropearlos.
Se lanzó a la piscina a lo loco y como Dios lo trajo al mundo: desnudo. Al principio chapoteaba y jugaba consigo mismo, eufórico y contento por poder volver a su mundo. No solo le confería la libertad que necesitaba, sino que siempre había sido lo que él había deseado. Luego hizo unos cuantos largos antes de volver a ponerse a chapotear y lanzar agua. Las luces estaban apagadas, pero no las necesitaba. Nagisa era uno con el agua. Estaba tan contento y concentrado con lo que hacía, que no oyó como la puerta se abría y unos pasos se acercaban al borde de la piscina. Y no se hubiese dado cuenta si aquella chica no le hubiese hablado. Alzó la vista, sobresaltado, al oír la voz de la muchacha, y vio su silueta entrecortada con la escasa luz de luna que entraba de las ventanas. Llevaba un hacha enorme. Nagisa se encogió de miedo y se sumergió hasta el cuello, avergonzado de que una chica lo encontrase bañándose desnudo.

- L-l-lo siento. No pre-pretendía m-m-molestar. Me dejaron las llaves y me-me apetecía darme un chapuzon... E-e-eso es todo. Déjeme u-un-un momento y saldré ahora mismo - La sangre se agolpaba en sus mejillas, tiñéndolas de un rojo extremo y profiriendo un leve calor.

La chica profirió un leve bufido y se apretó el puente de la nariz con el pulgar y el índice, pensó que no iba a ser necesaria el hacha y la dejó caer al piso aún sujetándola con su mano derecha. El resplandor del metal la iluminó por unos momentos al igual que al chico, por lo que pudo notar su rubio cabello y cara sonrojada, un gruñido entre dientes resonó en el lugar -No estudias aquí ¿Cierto? Si fuera otro te pudiste haber metido en grandes problemas mocoso- Aunque si hubiese encontrado a Mion de malas seguramente habría tenido más problemas que con cualquier otra persona en Jikan, pues no hubiese dudado el ocupar su hacha para deshacerse de los molestos intrusos. Pero no era más que un muchacho, seguramente ¿Humano? Podía, pero no estaba segura de aquello, así que prefirió irse con cuidado y hacer que se marchara rápido del lugar, así al menos aún podría nadar una que dos horas, de todas formas aquellas noches casi ni estaba durmiendo.

Se sentó cruzada de piernas y dejó que su arma se recargara en su espalda, aún lo miraba fijamente y estaba alerta a cualquier brusco movimiento, cualquier cosa que él pretendiera hacer ella lo detendría, un simple corte con su amiguita sería suficiente. Se quitó la chaqueta quedando solo en bañador y pantalones holgados, de estilo militar pero sin el patrón de manchas verdes, el de ella era solo negro. No hacía tanto calor realmente como para arrancarse toda la ropa, pero a Mimi nunca le gustó ir muy abrigada, y frío no hacía ni un poco. Su tatuaje que decía L.B.D.D resaltaba en su abdomen, con el hacha pegada a ella parecía una pandillera. Permaneció estática y meditó por unos momentos ¿Le dijo que se fuera para que él pudiese salir? Ni de coña, Mion no era tan descuidada, aunque decidió que no representaba una real amenaza no sabía que podía hacer, robar algo o ése estilo de cosas -Anda, sal rápido, yo me quedo aquí- Mirada afilada y amenazante, la morena irradiaba autoridad, era estricta e inflexible, al muchacho le costaría deshacerse de ella.

Nagisa observó como la muchacha relajaba los músculos, destensando la situación, y bajó el hacha lentamente hasta que toco el suelo. Tras esto, se sentó sin despegar la mirada del rubio muchacho, y se quito la chaqueta para quedar solamente en bañador. Un bañador rojo y ceñido, bastante llamativo para alguien que quisiese nadar a esas horas de la noche. "¿Es una alumna del centro? O más aún, ¿sera la líder del club de natación?" pensó Nagisa durante un segundo, sin moverse ni un ápice. La verdad, aquella chica parecía mas una pandillera que una persona responsable capaz de ocuparse de un club por si sola. Parecía una de esas personas que solo se preocupa por ella misma, independientemente de lo que tenga a cargo. Y mas con aquel tatuaje y su enorme hacha.
Aún así, Nagisa no tenía miedo de aquellos seres. Aunque fuese un humano y no tuviese la mas mínima posibilidad de defenderse, tampoco tenía porque. Las reglas de aquel lugar impedían hacerle daño a ningún humano, y resaltaba a la vista que él era uno de ellos. Hundió un poco mas la cabeza en el agua y soplo, haciendo que pequeñas burbujas se alzaran hasta la superficie de la piscina, haciendo un suave y dulce ruidito. Estaba un poco avergonzado de haberse encontrado con una mujer mientras nadaba desnudo en la piscina. Si hubiese sido un hombre no, ¿porque tenía que ser una chica? - N-no puedo salir... N-n-nno ahora mismo...
Pero sabía que aquella muchacha no atendería a razones. Sin más remedio que acatar ordenes, el muchacho de cabellos dorados nado lo mas rápido que pudo hacia el borde de la piscina y, apoyando sus manos en él, se dio impulso y salió. Sin darle tiempo a la muchacha para reaccionar, se tapo como pudo con las manos y corrió hacia su ropa, apilada junto a la pared.

La morena profirió una sonora carcajada cuando el rubio salió de la piscina ¿Se esperaba que estuviera desnudo? La verdad es que no, tampoco alcanzó a ver 'mucho' pues el chico habría cubierto su sexo con sus manos muy rápido incluso para sus ojos. El darse cuenta de este detalle destensó completamente a Mion, dejando la actitud defensiva y hostil de lado, para hacer gala de todo lo que su raza era ¿Podría esperarse algo más? Ella era una súcubo, no había mejor escenario que este dentro de su cabeza -Vaya, si me hubieras explicado tu situación no te habría presionado- Murmuró entre risotadas mientras se ponía de pie y dejaba el hacha en otro lado, terminaba de sacarse la ropa y quedó en tan solo el bañador deportivo, no era nada particularmente sexy, pero cuando se trataba de nadar no le importaba, solo buscaba lo más ajustado y elástico. Una vez terminó de reír se sintió ligeramente mal por el chico y lo avergonzado que debería de estar, así que intentó darle ánimos, con el poco tacto que poseía -No te preocupes rubito, he visto más de ésas en mi vida de las que tu te la has visto- Sonrió de manera amplia, era verdad, era su comida después de todo.

Pensó que no sería suficiente el decir aquello, así que, contra todos sus principios hizo una excepción, después de todo el muchacho no era una mala persona para sus ojos y tampoco representaba una amenaza. Se acercó hasta él con cautela y una amigable mirada, para posar su mano derecha en el hombro ajeno -Hey chico ¿Te gusta nadar verdad?- Preguntó mientras pasaba sus dedos por el nacimiento del cuello y luego le daba un medio abrazo, apretando ligeramente sus pechos contra su torso. Acercó su boca a su oído y exhaló antes de hablar -Si quieres, puedes quedarte, no pareces tan desagradable después de todo- Acto seguido se separó de él y quedó frente a frente, sonrisa plantada, y una mano invitadolo a nadar. Cuando su territorio no se veía amenazado Mimi era una muchacha amable y dulce, solo con quienes le hacían gracia -Oh, realmente no me molesta que nades desnudo, pero si quieres bañadores tenemos algunos del club en aquél almacén- Apuntó una casita blanca algo vieja y luego giró sobre sus talones, corrió y se lanzó al agua.