Vamos a joder un poco el laboratorio! [priv.Souren]

Yeagh...
Algunos tarros de cristal caían al suelo, derramaban gotitas de líquidos químicos que lograban unirse unos con otros. El ruidito del goteo del mueble al suelo era contínuo. Y entre todos aquellos aparatos, máquinas y botecitos, estaba yo.
Haber estado tanto tiempo sin medicación y vigilancia, se me hacía dificultoso a veces controlar ciertos impulsos. No sabría cómo explicarlo bien, era como si algo en el pecho hiciera que tu corazón fuera muy rápido, algo se amontona en tu garganta e intenta salir. Y sólo recuerdo esa extraña bebida ofrecida por Rakio, aquel científico chiflado que me mantuvo tanto tiempo, ofrecía para que se quitaran aquellas desagradables sensaciones que descomponían tu cuerpo totalmente.

Pensé, que quizás encontrara un buen sustituto de ese elemento en el laboratorio de ciencias. Cada vez más nerviosa, revoloteaba todo de forma más escandalosa. Llegué incluso a tirar violentamente sin querer, una de las sillas del laboratorio. Olisqueaba en el aire si pudiera encontrar algo de similar olor, y nada...¡nada!
La agonía cada vez me descentraba más, llegó un momento incluso, en el que la vista se nublaba. Y todo a mi alrededor se volvía confuso. *Snif, snif* “ ¿¡Pero dónde debe de estar esa cosa!? ¡Tan raro no debe ser! ¡debe estar aquí! ¡Tenía ese presentimiento! (¿o será testarudez?)
-¡Arg, lo necesit...!- El picaporte de la puerta sonó, giraba lentamente mientras llegaba a esconderme en una de las estanterías de las paredes que más cerca del techo se encontraban. Entró un profesor...ojeaba el paisaje desordenado y sucio que había dejado del aula. Sostengo que incluso llegó a preguntar un... “¿Hay alguien?” que se quedó sin respuesta. Paseaba lentamente por el aula, mientras escondía tímidamente la cabecita intentando que no se me viera, pero tampoco pudiera perderle de vista.
Tras eso, salió del aula sin cerrar la puerta. Del susto incluso había olvidado aquella tonta necesidad de tomar sustancias cada vez que mi cuerpo lo recuerde. (Algo así como una yonki canina) Bajaba apurada y con cuidado de los estantes. En una de esas cosas, el tobillo, tembloroso, desvió su ruta hacia un lado haciéndome caer al suelo junto con algunos tarritos y envases de cristal, escondido tras todas las mesas y estanterías que se rompieron nada más caer al suelo.

Fue una herida superficial...¡NADA MÁS! Uno de los cristales tirados por el suelo, había cortado ligeramente mi pierna. Debía ser rápida, que el profesor, al volver, no se encontrara conmigo de repente en aquella habitación. ¡Pero oye, escuece! -Shhhhg... maldita sea...- Lamía la herida tratándo de sanarla antes. -Cómo duele...-
¿Mala suerte? Tal vez! pero lo peor no fue eso, fue la intervención de terceras personas...

Ya habían pasado algunos días desde que se había reunido con la mascota que iba a tener que cuidar. Una pequeña dragona de colores rojo y blanco era lo que había conseguido. Tenía la peculiaridad de que se la pasaba flotando y no era capaz de moverse en el suelo además de que era totalmente diferente a la apariencia que esperaba de un dragón. Más aun, venía con una gran sorpresa y es que luego de haber estado un poco mirando al castaño, se transformo en este lo cual le saco un gran susto. Era una criatura bastante interesante y de inmediato sintió una conexión especial con esta, como si la hubiese tenido desde la infancia o algo de alguna forma y por alguna extraña razón parecía ser se entendían.

Ese día se encontraba el mostrando a su mascota la escuela, a lo cual el iba explicando aun y cuando la dragona que flotaba a su lado podría no estarle entendiendo, en lugar de eso parecía ser que lo único que le interesaba era jugar y explorar todo lo nuevo que se le presentaba al frente. Iban por los pasillos cuando de pronto se dejó escuchar un fuerte sonido que resonó por el vacío edificio como si algo de cristal hubiese caído al suelo y se hubiera roto. El primer pensamiento del castaño fue creer que su mascota había roto algo así que volteó a donde estaba esta, pero no encontró nada que lo demostrará. Luego volteó a ver dentro de uno de los laboratorios y comprendió lo que había ocurrido. - Ah, que mal... parece que tendrá un castigo - pensó en voz alta para si mismo y al voltear su vista al frente lo confirmó.

El profesor que venía a revisar lo que había sucedido era de aquellos que son bastante estrictos e imponen los peores castigos de la escuela, o eso era lo que decían de el, pero también decían que tenía una gran debilidad. - Rim, conviértete en la profesora y corre hacía afuera, luego entra por la ventana y te daré un premio si lo haces rápido - le susurró a su dragona y esta solo le miro confusa dando a entender que no comprendía lo que le pedían. - La señora rubia de pechos grandes - ante estas palabras, la cría pareció tener una mejor reacción y se transformo al instante como le habían dicho, corriendo luego por el pasillo y tirando al profesor en el proceso, donde este último cambio su expresión totalmente a una lujuriosa y se echó a correr detrás de la "profesora" pidiendo que lo tirara otra vez. - Es un masoquista - suspiró el joven castaño mientras se llevaba su mano a la frente negando mientras la bajaba.

Luego de haberse encargado del profesor entró a la habitación encontrando que la gravedad del problema era mas grave de lo que había pensado, ya que varios cristales rotos estaban esparcidos por el suelo como si se hubiesen dedicado precisamente a ello. Entrando un poco mas, se encontró con la chica causante de todo esto quien se estaba... ¿lamiendo la pierna? - Es algo extraño entrar aquí y ver a alguien hacer eso - luego se acercó un poco a ella y se colocó a la misma altura de ella notando que su pierna tenía una herida, al ver eso sospecho enseguida que se trataba de una licantropa. - ¿Que haces aquí exactamente? - preguntó curioso mientras la observaba - ¿viniste a divertirte un poco y te lastimaste? - eso fue lo primero que se vino a su mente, ya que no encontraba otra razón por la cual hubiera destrozado todo el laboratorio de esa forma.