Explicación privada

La clase de música con la nueva profesora resultó bastante cargada por la cantidad de datos que nos contó y hizo copiar durante la clase. Al final, nos contó luego sobre si una clase extra luego, para los que estuviéramos interesados. Al principio, decliné la oferta sin responderle, pero al darme cuenta de que no tenía nada que hacer, finalmente acepté su propuesta, volviendo antes a mi cuarto para dejar algunas cosas.
-Ya estoy en casa. -murmuré en voz baja mientras entraba en mi cuarto y dejaba algunos libros sobre mi escritorio, viendo sobre mi cama a Kario, que se despertó de golpe al oírme y se acercó a mí para que le acariciara la cabeza y la barriga.
-Tú siempre tan cariñoso. -le contesto al ver su insistencia mientras le acariciaba con más energía, dejándole luego agotado en el suelo durante unos segundos para que se recuperara.
-Bueno, ya va siendo de que me vaya. Vuelvo dentro de un rato. -me despido de Kario mientras me levanto y me dirijo a la puerta para salir de mi cuarto.

Al principio, no recordaba donde era la clase, así que estuve dando vueltas por toda la academia hasta que decidí preguntar a algunos de mi clase, quienes me dijeron donde era la clase. Al llegar, vi que la profesora estaba aún corrigiendo algunos exámenes, así que esperé fuera durante un rato hasta que vi que ya había terminado, así que toqué a la puerta y cuando la escuché, pasé a dentro con mi sonrisa habitual.
-Hola, sensei. ¿Le importa que pase? -la saludé mientras pasaba y cerraba la puerta tras de mí, parándome junto a su escritorio, viendo que no había nadie más en la sala.
-No me irá a decir que soy el único que ha venido, ¿no? -le pregunto tras soltar una pequeña risotada y, al ver que era verdad, terminé encogiéndome de hombros y me senté en una de las sillas de delante, acomodándome un poco.
-¿Qué contará esta vez? Porque creo que en su primera clase ya nos contó medio temario.

Cuando la profesora me dijo que iba a empezar a dar los apuntes, saqué una libreta bastante gruesa en la que ya había copiado anteriormente los apuntes de la otra clase. Por suerte, la profesora no iba muy apresurada, así que me dio tiempo a coger todos los apuntes sin mucha dificultad, solamente con un ligero dolor de muñeca en la mano con la que escribí al terminar. Cuando terminamos y me ofreció el esquema, yo lo cogí agradecido.
-Es muy amable, sensei. -le agradezco mientras miraba el esquema y, seguidamente, lo guardaba.
-Ahora que lo pienso, todavía no me ha dicho su nombre. -le comento al darme cuenta cuando me colocaba de nuevo cómodamente en la silla, colocando las manos detrás de la cabeza e inclinando mi cuerpo hacia atrás, mirando a la profesora, pero viendo en realidad su nombre junto a su fecha de muerte.
-Hmm.. Himeka Tsumura, ¿verdad? -le pregunto tras leer su nombre y sonreír de forma misteriosa.
-¿Qué le parece si le invito a un café o algo? En compensación por su gran esfuerzo. -le ofrezco a Himeka mientras cogía mis cosas y me levantaba para colocarme frente a ella, mirándola fijamente a los ojos.
-Ahora mismo tengo que volver a mi cuarto a mirar a mi mascota, pero luego, si le apetece, quedamos en el café que hay fuera. ¿Dentro de... veinte minutos? -le cuento al mirar el reloj y antes de que ella dijera nada me despedí de ella y salí de la sala a toda prisa, corriendo hacia mi cuarto.
-He vuelto. -digo al entrar en mi cuarto, tranquilamente, y dejar mis libros sobre mi mesa para dirigirme a mi armario mientras comenzaba a desnudarme y mirar mi ropa.
-Hmm... Esto valdrá. -pienso tras mirar varias cosas y termino vistiéndome una camiseta negra con una calavera dorada y unos pantalones cortos azulados con algunos dibujos de manchas.

Me dirijo al mueble donde guardaba comida para Kario y eché bastante en el plato donde comía Kario, dejándolo desbordante de comida.
-Que disfrutes. -le digo a Kario antes de salir de la habitación y dirigirme al café, donde pido una bebida para refrescarme mientras esperaba por la profesora en una mesa, sentado.

-Yo estoy bien. -le contesto cuando me pregunta por mi estado.
-¿Mi mascota? Sí, él también está bien. Ahora estará comiendo lo que le dejé o durmiendo. -le contesto seguidamente después de que pidiera el café.
-Este sitio es bastante tranquilo, ¿no? Aún sigo sin creer que esta isla sea imposible de encontrar con la cantidad de cosas que tiene y el tamaño que debe de tener la isla. -le comento tras pensarlo un rato y vuelvo a tomar otro sorbo.

Después de conversar un largo rato con la profesora, noto algo peludo pasar por mis piernas y, al bajar la vista, veo pasar tres colas blancas con las puntas negras, viendo como luego un animalito blanco subía por las piernas de la profesora, quedando sobre su regazo mientras la miraba fijamente. Al subir la cabeza, vi que la profesora tenía en frente a Kario, dejándome sorprendido.
-Mira tú a quién tenemos aquí. Sensei, te presento a Kario, mi mascota. Y ahora, a Kario voy a presentarle a mi mano, si no le importa. -les presento cordialmente antes de coger con fuerza a Kario por las colas y arrastrarlo hacia mí para darle un pequeño capón y sentarlo a mi lado.
-Discúlpele. A veces es bastante pegajoso. -me disculpo ante la profesora, sin quitarle la vista de encima a Kario.
-Hace un momento alguien le pidió si podía hacerle una foto. ¿Acaso es famosa? -le pregunté, al final, con bastante curiosidad.

[size=16]Sonrió la pelirrosa mientras hablaba con Law. Notó que algo suave pasó por sus piernas y subía hasta su regazo. Lo acarició un poco antes de que Law lo agarrara y lo zapeara. Era un animal muy adorable y no pudo evitar soltar una suave risa. Su mascota, parecía llamarse Kario. La preguntó su alumno que si era famosa, por unos segundos hizo que se sonrojara. No se consideraba famosa, aunque en realidad su primer disco, tuvo un gran éxito entre la gente. Himeka era una mujer muy modesta, y aunque tuviera millones de fans, seguiría sin considerarse "famosa"

-No lo creo, solo he sacado un disco que parece gustar bastante... Y dime Law ¿Qué te trajo a venir a Jikan?- Preguntó.

El rubor que tenía en sus pálidas y frías mejillas, se fue lentamente. Dió otro sorbo a su café y acarició a Kario suavemente estirando su brazo. Un encargado se acercó y la pidió que cantara una canción. Ella se sonrojó bastante porque nunca actuó ante gente ni en un local ni nada. Debido a su insistencia, no la quedó otra que ir. Se levantó, subio al pequeño escenario y empezó a cantar la canción de Atashi no Inu. El corazón parecía que se le iba a salir. Cuando acabó, dio las gracias y se fue a sentar muy sonrojada. Todos la aplaudieron, cosa que en cierto modo la calmó porque significaba que les gustó.

Miró a Law y se rascó la nuca.

-Lo siento- Dije sonriendo un poco.

-Oh, entiendo. -le contesto al escuchar su respuesta y, cuando veo que uno de los camareros le pide cantar a Himeka, yo la animo también hasta que termina subiendo para cantar.
-Es realmente buena. -pienso impresionado cuando termina de cantar y vuelve a la mesa.
-No importa. Realmente fue increíble. -le contesto contento antes de beber un poco.
-Sobre tu pregunta... diría que, viniendo aquí, podría encontrarme de nuevo con alguien importante. -mi mirada se mantuvo en el café, manteniéndola perdida, como si estuviera sumergido en mis pensamientos, recordando cosas del pasado.
-Aunque, hasta ahora, no encontré a esa persona. -le contesto con una sonrisa antes de tomar otro sorbo. Al mismo tiempo, Kario se acercó a mí y comenzó a acurrucarse a mi lado, a lo que contesto acariciándole la cabeza sin decirle nada.
-Bueno, creo que ahora es su turno de decirme para que ha venido aquí, Himeka-sensei. -le contesto a la profesora mientras sonrío de forma burlona y le guiño un ojo.
-Me interesa saber la razón por la que usted vino a esta escuela. Aunque, si no quiere responder, no lo haga. -prosigo tras la pregunta, clavando los codos en la mesa a la vez que la miro fijamente, sin dejar de sonreír.

Por otro rato me mantuve entretenido con mis pensamientos, pero la conversación con la profesora comenzaba a volverse más y más personal a medida que hablábamos.
-Lo que me gustaría hacer... Si le soy sincero, no tengo idea. Aunque no tengo mucho prisa en pensarlo aún, y mi profesión ya me mantiene bastante ocupado. -el responderle era algo que me había sido difícil de pensar, ya que ni yo mismo me lo había planteado nunca.
-Por ahora estoy satisfecho con mi vida actual. -continuo hablando antes de terminar el café y levantarme.
-¿Le apetece dar un paseo? -le pregunto tras ponerme a su lado y estirar mi mano hacia ella, esperando a que la cogiera.

Al principio caminábamos por los limites de la academia, pero luego decidí caminar con ella por el exterior para ir hacia un mirador que mostraba el mar, viendo como empezaba a oscurecer.
-Duran muy poco los días, pero lo prefiero: yo soy más nocturno. -sonreí emocionado mientras apoya a los codos sobre un poste de madera colocado para que nadie cayera por la cuesta de enfrente.
-Y dígame: ¿Qué le ha parecido este día de relax? -me volví hacia ella y sonreí, a la vez que el Sol ya estaba casi desapareciendo.

Sonrió ante la respuesta de Law. Era un buen muchacho, y la pelirrosa por dentro, le deseaba mucha suerte con la búsqueda de esa persona tan importante. Al parecer trabajaba, ese dato no lo sabía en absoluto. Ella aceptó ir a dar un paseo, el camarero les invitó debido a que la hizo cantar. Agarró su mano y se levantó lentamente. Después, la soltó con suavidad y caminó junto a el por las afueras de la academia. Lentamente se fueron alejando y la llevó a un mirador. La profesora de ojos azules, sonrió enérgicamente ante aquel espectáculo de la naturaleza.

Law la preguntó que le pareció su día de relax. Ella sonrió y dijo lo siguiente.

-Pues la verdad que fantástico. Nunca me había relajado tanto- Dijo con ánimo.

Observó la puesta de Sol y no pudo evitar recordar algo que dijo El principito... "Quién mira una apuesta de sol, es porque esta triste". Jamás olvidará ese libro, fue el primero que leyó con su padre hace muchísimos años.

-Es bueno saber eso. -le comento al ver que el día había sido de su agrado y me vuelvo hacia lo lejos, viendo como desaparecía poco a poco el Sol, trayendo la noche consigo mientras las luces de las farolas se iban encendiendo poco a poco hasta estar todas encendidas, mostrando un gran espectáculo de luces abajo nuestra, iluminando la academia, la playa y todo lo que había de por medio.
-Por la noche me gusta más: se ve más especial. -pienso en voz alta, acercándome a la valla y apoyar mis brazos encima, observando las vistas, al igual que observaba como la Luna comenzaba a alzarse en lo alto, brillando con todo su esplendor.

Pero entonces, de entre la espesura de los árboles, emergen dos cuerpos de dos estudiantes de la academia, los cuales se tambaleaban sin parar, con la cara completamente roja. Yo me volví en silencio, viendo como aquellos dos se quedaban parados, confusos, mientras observaban su alrededor, parando sus miradas en la profesora Himeka, con un rostro perverso.
-Mira tú que chica hay aquí... -balbuceó uno de ellos mientras, tambaleándose, se acercaba lentamente hacia Himeka, acompañado del otro, mientras estiraba sus brazos para intentar cogerla.
-Si me permiten... -les dije, apareciendo de repente junto a Himeka, para colocarla detrás de mí, y luego golpear a ambos con el puño, dejándolos en el suelo, manteniendo una sonrisa un poco siniestra. -...les diré a dónde deben dirigirse ahora. -ambos estudiantes se quedaron asustados al verme aparecer y, al fijar mi mirada en ambos, me fijé en la fecha de muerte de uno de ellos, en la que señalaba el día de hoy.
-¡V-Vámonos! -gritó asustado uno de ellos antes de levantarse rápidamente, pero todavía con algo de resaca, y salir corriendo junto al compañero que llamó mi atención, el cual, cuando corría junto al otro cuesta abajo, tropezó inesperadamente y, sin poder evitarlo, comenzó a rodar cuesta abajo sin poder parar, cayendo sin remedio por la curva de la cuesta, hacia el vacío.

Tuve tiempo de asomarme por arriba de la cuesta para ver justo cuando caía el estudiante, quedando sorprendido, con los ojos abiertos como platos, pero, lentamente, comencé a relajarme cuando los gritos del estudiante dejaron de escucharse.
-Nunca he tenido la suerte de presenciar como una persona consigue librarse de la muerte, ni al primer intento. -mi voz sonaba algo forzada mientras hablaba y, sin volverme hacia la profesora Himeka, comencé a caminar lentamente por la cuesta, dirigiéndome al lugar donde había caído el estudiante.