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Y tras un duro día...
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
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Y tras un duro día...
Cuando la joven profesora llegó a la clase, se chocó contra alguie. Se preguntaba quién sería, estuvo unos segundos en el suelo y se tocó suavemente la espalda. Miró la hora en el reloj y no pudo evitar sorprenderse de lo tarde que era para ella. Recogió rápidamente sus cosas, llegaba tarde a su otro trabajo en el bar como cantante esa noche. Estaba algo agobiada, como siempre, temía que la despidieran o algo así por retrasarse. Amontonó las carpetas rápidamente y las agarró con un solo brazo. Le pesaban un poco pero ni si quiera se paró demasiado a pensar en eso
-¡Lo siento,debo irme!- Dijo la pelirrosa.
Se fue corriendo, solía ir así casi siempre, pero esta vez corría más de lo normal, fue a su cuarto y dejo todos las carpetas. Se arregló rápidamente y fue corriendo al bar. Nada más llegar tuvo que aguantar una bronca por el retraso. Suspiró y subió al escenario. Se sentó donde la dijeron, frente a un piano y comenzó a cantar mientras tocaba el piano. Su voz sonaba muy dulce y afinada, necesitaba empezar a darse a conocer como cantante aunque siempre estuviera muy avergonzada.
Tras unas tres horas, hicieron un descanso y aprovechó para tomarse un cóctel sin alcohol. Bebió tranquila durante unos minutos apoyada en la barra algo mas relajada. Sin duda suele tener unos días muy agobiantes, pero no los cambiaría por nada. Echaba de menos a una persona... A su pequeño amante que tuvo antes de llegar. Suspiró largamente y pensó que podría estar haciendo ahora
-¡Lo siento,debo irme!- Dijo la pelirrosa.
Se fue corriendo, solía ir así casi siempre, pero esta vez corría más de lo normal, fue a su cuarto y dejo todos las carpetas. Se arregló rápidamente y fue corriendo al bar. Nada más llegar tuvo que aguantar una bronca por el retraso. Suspiró y subió al escenario. Se sentó donde la dijeron, frente a un piano y comenzó a cantar mientras tocaba el piano. Su voz sonaba muy dulce y afinada, necesitaba empezar a darse a conocer como cantante aunque siempre estuviera muy avergonzada.
Tras unas tres horas, hicieron un descanso y aprovechó para tomarse un cóctel sin alcohol. Bebió tranquila durante unos minutos apoyada en la barra algo mas relajada. Sin duda suele tener unos días muy agobiantes, pero no los cambiaría por nada. Echaba de menos a una persona... A su pequeño amante que tuvo antes de llegar. Suspiró largamente y pensó que podría estar haciendo ahora
Última edición por Himeka Tsumura el Sáb Jul 27, 2013 3:42 pm, editado 1 vez
Himeka Tsumura- Pareja : *Mira mal a Allen y mira mal al lector* COTILLA ò///ó
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Re: Y tras un duro día...
Al llegar a mi cuarto, hizo que me diera cuenta del gran silencio incómodo que había de repente en la academia. Cada paso que daba, resonaba en toda la habitación, y solo escuchaba mis lamentos y los suspiros de Kario al respirar. Para evitar aburrirme, empecé pinchando un poco a Kario para intentar despertarlo sin que se diera cuenta, hasta que se despertó y yo, rápidamente, alcancé una revista y la puse en frente de mi rostro para fingir que estaba a lo mío y que de repente me daba cuenta de que Kario despertaba.
-Oh, despertaste. ¿Te apetece hacer algo? -le pregunté, de forma muy poco disimulada, dejando la revista a un lado, pero Kario ladeó la cabeza a un lado y volvió a quedarse dormido.
-Maldición... Supongo que saldré, pero primero iré a ducharme. -pensé con frustración antes de levantarme de la cama y comenzar a desnudarme lentamente a medida que me dirigía a la ducha del cuarto de baño, donde abrí el agua fría y comencé a ducharme.
Al terminar, cogí algo de ropa formal, para ir a un bar de etiqueta que habían abierto hace poco, cogiendo una camiseta roja oscura, dejando tres botones de arriba sueltos para dejar ver parte del pecho, una chaqueta y unos pantalones negros y unos zapatos grises.
-Bueno, entonces vamos. -pensé al verme al espejo y sonreí de forma triunfante, sin ninguna razón en especial, antes de dirigirme a la puerta y cerrarla tras de mi.
Al llegar al bar que había mencionado, vi que el sitio era bastante lujoso, contando con una gran barra con varios camareros, multitud de mesas, estando la mayoría ocupadas, y un pequeño escenario con un piano y, para sorpresa mía, a una cantante, la cual resultó ser la profesora Himeka. Me quedé parado, escuchando su hermosa voz, hasta que su actuación terminó, viendo como se dirigía hasta la barra, donde era atendido por uno de los camareros. Me acerqué a la barra, un poco lejos de ella, y pedí algo de beber para refrescarme un poco, ya que, a pesar de ser de noche, aún sentía algo de calor.
-Oh, despertaste. ¿Te apetece hacer algo? -le pregunté, de forma muy poco disimulada, dejando la revista a un lado, pero Kario ladeó la cabeza a un lado y volvió a quedarse dormido.
-Maldición... Supongo que saldré, pero primero iré a ducharme. -pensé con frustración antes de levantarme de la cama y comenzar a desnudarme lentamente a medida que me dirigía a la ducha del cuarto de baño, donde abrí el agua fría y comencé a ducharme.
Al terminar, cogí algo de ropa formal, para ir a un bar de etiqueta que habían abierto hace poco, cogiendo una camiseta roja oscura, dejando tres botones de arriba sueltos para dejar ver parte del pecho, una chaqueta y unos pantalones negros y unos zapatos grises.
-Bueno, entonces vamos. -pensé al verme al espejo y sonreí de forma triunfante, sin ninguna razón en especial, antes de dirigirme a la puerta y cerrarla tras de mi.
Al llegar al bar que había mencionado, vi que el sitio era bastante lujoso, contando con una gran barra con varios camareros, multitud de mesas, estando la mayoría ocupadas, y un pequeño escenario con un piano y, para sorpresa mía, a una cantante, la cual resultó ser la profesora Himeka. Me quedé parado, escuchando su hermosa voz, hasta que su actuación terminó, viendo como se dirigía hasta la barra, donde era atendido por uno de los camareros. Me acerqué a la barra, un poco lejos de ella, y pedí algo de beber para refrescarme un poco, ya que, a pesar de ser de noche, aún sentía algo de calor.
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Re: Y tras un duro día...
Zeke tenía trabajo. Y uno que le apasionaba, es decir, demasiado para estar muerto. Era su primer día de trabajo, no estaba nervioso, ni estresado, ni ilusionado, eso eran emociones de los vivos. El se sentía profesional.
Zeke siempre había adorado la imagen del camarero o bartender, como se decía en su tierra. Siempre le había gustado la tranquilidad de los bares en la noche, el ambiente tranquilo pero con clase que había en esos lugares. Los dulces hilos musicales que ya sólo se podían escuchar ahí debido al comercialismo de la música barata de éstos días. Sabía perfectamente cual era su puesto. Escuchar los problemas de aquellos que se sentaban a la barra a ahogar sus problemas en alcohol, y de lograr que otros pasasen una buena noche a base de copas. Nunca supo por qué, pero Zeke adoraba ese trabajo. Y este era el día de su estreno. Había aprendido las básicas, saber mezclar licores, lanzar bebidas a lo largo de la barra para que llegasen a la posición exacta a la que él deseaba. Pero también sabía las reglas no escritas: mantén la calma y el estilo, no ignores a ningún cliente. Ten paciencia para las historias de cada uno, no te vuelvas el protagonista de la fiesta, pero anímala siempre.
Ahora solo le quedaba un último detalle: decidir que tipo de camarero quería ser. ¿Sería de los que preguntan en las mesas o de los que hacen de la barra su santuario personal?¿Sería un ágil malabarista que juega con las bebidas y las hace volar entre sus manos con perfecta maestría, o sería un loco y atrevido de los que sirven licores pegándoles fuego para hacer arder el alcohol de la bebida en un instante?¿Esperaría a que le confesasen los clientes sus problemas, o les invitaría con una encantadora sonrisa a contárselos? Eso, por desgracia, no era una decisión. Eso se lleva escrito en el alma. Y Zeke ya sabía perfectamente cómo iba a desempeñar su trabajo.
La noche había empezado, y el muerto se sentía vivo por primera vez. Estaba en su lugar, en su territorio, todo era simplemente perfecto. Había escogido una camisa blanca con el cuello abierto y pantalones marrón oscuro, y había llegado unos veinte minutos antes de lo que debería. Sabia decisión, así tendría tiempo de familiarizarse con su entorno y recolocar algunas botellas a su gusto.
La hora justa, el día marcado, el lugar exacto: el trabajo acababa de empezar. Zeke pudo observar cómo el lugar iba llenándose de gente, y cómo sus compañeros iban sirviendo las mesas mientras él se quedaba ras la barra todo el tiempo. No había nadie mas en su zona, y lo adoraba. El pelo le molestó un par de veces a la hora de hacer sus mezclas, por lo cual pidió una goma del pelo a una compañera de trabajo y se recogió la melena en una coleta que le llegaba hasta la cadera. Había empezado a escuchar una voz increíblemente dulce de la cantante que estaba al piano esa noche.
Entre copa y copa le dio tiempo a mirar, no era ni mas ni menos que su exuberante profesora, vestida de una manera que casi le da al pobre Zeke un infarto a pesar de que el ni siquiera sabía si tenía un corazón para eso o no. Dios, era de ver para creer. La voz perfecta, el cuerpo perfecto y todo metido en el vestido perfecto. La primera noche de trabajo no podría haber sido mejor.
Unas horas después, esa diosa de la perfección bajó de su olimpo y le dirigió sus hermosa voz a ese pobre espectro de la nada, haciéndole una petición que él no pudo rechazar por ninguna parte. Se esforzó como nunca en preparar el mejor cóctel de la noche, aunque esa mujer de figura escultural no pareció reconocer al alumno al que había regañado ésta mañana. Eso le supuso al espectro una ventaja, puesto que así sacó un poco más de seguridad para hacer por primera vez el auténtico trabajo de un camarero en su barra: escuchar problemas. Y era la situación perfecta, pues ella parecía sentir melancolía por alguna razón. Este, era el momento de la verdad. Zeke puso toda la dulzura que pudo en sus palabras.
-Hey, preciosidad, ¿qué te ocurre?- Ladeó la cabeza y su rostro reflejó lo que todo buen camarero debía expresar en ese momento. -Nada de caras tristes aquí, vamos, anímate un poco y cuéntame qué te sucede.
Zeke siempre había adorado la imagen del camarero o bartender, como se decía en su tierra. Siempre le había gustado la tranquilidad de los bares en la noche, el ambiente tranquilo pero con clase que había en esos lugares. Los dulces hilos musicales que ya sólo se podían escuchar ahí debido al comercialismo de la música barata de éstos días. Sabía perfectamente cual era su puesto. Escuchar los problemas de aquellos que se sentaban a la barra a ahogar sus problemas en alcohol, y de lograr que otros pasasen una buena noche a base de copas. Nunca supo por qué, pero Zeke adoraba ese trabajo. Y este era el día de su estreno. Había aprendido las básicas, saber mezclar licores, lanzar bebidas a lo largo de la barra para que llegasen a la posición exacta a la que él deseaba. Pero también sabía las reglas no escritas: mantén la calma y el estilo, no ignores a ningún cliente. Ten paciencia para las historias de cada uno, no te vuelvas el protagonista de la fiesta, pero anímala siempre.
Ahora solo le quedaba un último detalle: decidir que tipo de camarero quería ser. ¿Sería de los que preguntan en las mesas o de los que hacen de la barra su santuario personal?¿Sería un ágil malabarista que juega con las bebidas y las hace volar entre sus manos con perfecta maestría, o sería un loco y atrevido de los que sirven licores pegándoles fuego para hacer arder el alcohol de la bebida en un instante?¿Esperaría a que le confesasen los clientes sus problemas, o les invitaría con una encantadora sonrisa a contárselos? Eso, por desgracia, no era una decisión. Eso se lleva escrito en el alma. Y Zeke ya sabía perfectamente cómo iba a desempeñar su trabajo.
La noche había empezado, y el muerto se sentía vivo por primera vez. Estaba en su lugar, en su territorio, todo era simplemente perfecto. Había escogido una camisa blanca con el cuello abierto y pantalones marrón oscuro, y había llegado unos veinte minutos antes de lo que debería. Sabia decisión, así tendría tiempo de familiarizarse con su entorno y recolocar algunas botellas a su gusto.
La hora justa, el día marcado, el lugar exacto: el trabajo acababa de empezar. Zeke pudo observar cómo el lugar iba llenándose de gente, y cómo sus compañeros iban sirviendo las mesas mientras él se quedaba ras la barra todo el tiempo. No había nadie mas en su zona, y lo adoraba. El pelo le molestó un par de veces a la hora de hacer sus mezclas, por lo cual pidió una goma del pelo a una compañera de trabajo y se recogió la melena en una coleta que le llegaba hasta la cadera. Había empezado a escuchar una voz increíblemente dulce de la cantante que estaba al piano esa noche.
Entre copa y copa le dio tiempo a mirar, no era ni mas ni menos que su exuberante profesora, vestida de una manera que casi le da al pobre Zeke un infarto a pesar de que el ni siquiera sabía si tenía un corazón para eso o no. Dios, era de ver para creer. La voz perfecta, el cuerpo perfecto y todo metido en el vestido perfecto. La primera noche de trabajo no podría haber sido mejor.
Unas horas después, esa diosa de la perfección bajó de su olimpo y le dirigió sus hermosa voz a ese pobre espectro de la nada, haciéndole una petición que él no pudo rechazar por ninguna parte. Se esforzó como nunca en preparar el mejor cóctel de la noche, aunque esa mujer de figura escultural no pareció reconocer al alumno al que había regañado ésta mañana. Eso le supuso al espectro una ventaja, puesto que así sacó un poco más de seguridad para hacer por primera vez el auténtico trabajo de un camarero en su barra: escuchar problemas. Y era la situación perfecta, pues ella parecía sentir melancolía por alguna razón. Este, era el momento de la verdad. Zeke puso toda la dulzura que pudo en sus palabras.
-Hey, preciosidad, ¿qué te ocurre?- Ladeó la cabeza y su rostro reflejó lo que todo buen camarero debía expresar en ese momento. -Nada de caras tristes aquí, vamos, anímate un poco y cuéntame qué te sucede.
Zeke Almaz- Espectro
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Re: Y tras un duro día...
Ya era bastante tarde cuando Katsura quiso darse cuenta. Estuvo instalando sus cosas, pues hacía poco que había llegado a la Jikan Highschool. Había sido todo tan repentino, que aún siendo alguien que se acostumbrara pronto a las cosas nuevas, no dejaba de ser difíil acomodarse a un lugar al que no has visto nunca. Además, el lugar era bastante extenso, lo cual no hacía más fáciles las cosas. Su memoria trataba de almacenar todos esos grandes edificios que había. realmente, eran impresionantes. Una obra de ingeniería que a su vez, parecía un arte en sí mismo. Todo estaba bien equipado al parecer, cosa que ella agradecía.
Bostezó un poco por el aburrimiento. Tenía algo de pereza y actualmente, se la podía encontrar en el cerco de una ventana, asomada. Con los con un codo apoyado y la misma mano en su mentón, pensativa. Miraba pasar a la gente desde allí, tenía curiosidad por saber si existirían más razas en este extraño sitio que tarde o temprano, se volvería su hogar, aquel que nunca tuvo. Es lo malo de haber estado vagando cuan fantasma poseído por el mundo humano, que no te parabas a pensar en esas cosas. Y en este lugar, se respiraba una atmósfera de misterio, y ella, era capaz de percibir cientos de almas distintas que nunca había visto.
"¿Qué clase de seres puedo encontarrme en un lugar tan recóndito como este? Me gustaría conocerlos a todos y cada uno de ellos. ¿Qué aspecto tendrán? Realmente, tengo curisidad por ver si hay alguno extraño o si se puede ocultar en forma humana o algo similar."
Se dió la vuelta y soltó otro suspiro. Ahora, estaba de espaldas a la misma y se apoyaba en el cerco de la ventana mientaras se dejaba caer un poco, intentando recostarse levemente. ¿En qué podría perder el tiempo que la quedaba de día? Bien es cierto que la quedaban infinidad de cosas por hacer, probar y demás. Pero, estaba teniendo una idea mejor. ¿Acaso hoy no era el primer día de trabajo de su hermano? Pues más claro, se le acababa de encender la bombillita, iba a molestarlo un rato. Quería ver cómo se desenvolvía en su trabajo, sin estar en las clases.
De este modo, optó por ir a ponerse algo más elegante que el mismo uniforme de Nymphart que ahora llevaba. En este caso, se pudo su diadema adornada con dos rosas turquesas a los laterales. Un corset negro con los hilos plateados. Bajo el mismo, una falda larga de color carbón. El negro, al fin y al cabo, era un color elegante. No obstante, su parche siempre estuvo presente en su indumentaria. No saldría sin él jamás. En sus pies, se puso unas sandalias plateadas de lazo con un poco de tacón. Realizó el nudo correspondiente a la altura de la rodilla. Se miró al espejo y salió hacia el trabajo de su hermano.
No tardó mucho en llegar a la puerta del bar. A primera vista, parecía algo lujoso. ¿Quién se lo iba a decir? Era algo inesperado para ella. Estar un sitio así, hizo que se quedara algo curiosa por lo que pudiera encontrar dentro del local. Sin embargo, abrió la puerta y se adentró en la sala. Aquello era bastante bonito, la decoración estaba bastante bien. Se quedó unos segundos sin moverse, viendo a la gente que había allí. Justo acababa de escuchar desde fuera una agradable voz femenina, totalmente acompasada a la música. Fue hermoso, la verdad. No muchos tienen ese talento, el de una voz tan armoniosa.
Despertó al poco de su trance, y buscó con la mirada al chico de pelo blanco al que venía a visitar. Estaba segura, de que no se esperaría su visita. Al fin y al cabo, no dio un aviso de que iba a venir a verlo en su primer día. Por eso mismo, quería sorprenderlo. Se movió caminando hasta la barra y una vez allí, tomó asiento un poco alejado de una mujer pelirosa que estaba hablando con Zeke. Esperaría, no quería interrumpir. Sin embargo, sonrió para sus adentros. Se le daba bastante bien, al parecer.
PD: Si no os importa, me uno al rol ^^
Bostezó un poco por el aburrimiento. Tenía algo de pereza y actualmente, se la podía encontrar en el cerco de una ventana, asomada. Con los con un codo apoyado y la misma mano en su mentón, pensativa. Miraba pasar a la gente desde allí, tenía curiosidad por saber si existirían más razas en este extraño sitio que tarde o temprano, se volvería su hogar, aquel que nunca tuvo. Es lo malo de haber estado vagando cuan fantasma poseído por el mundo humano, que no te parabas a pensar en esas cosas. Y en este lugar, se respiraba una atmósfera de misterio, y ella, era capaz de percibir cientos de almas distintas que nunca había visto.
"¿Qué clase de seres puedo encontarrme en un lugar tan recóndito como este? Me gustaría conocerlos a todos y cada uno de ellos. ¿Qué aspecto tendrán? Realmente, tengo curisidad por ver si hay alguno extraño o si se puede ocultar en forma humana o algo similar."
Se dió la vuelta y soltó otro suspiro. Ahora, estaba de espaldas a la misma y se apoyaba en el cerco de la ventana mientaras se dejaba caer un poco, intentando recostarse levemente. ¿En qué podría perder el tiempo que la quedaba de día? Bien es cierto que la quedaban infinidad de cosas por hacer, probar y demás. Pero, estaba teniendo una idea mejor. ¿Acaso hoy no era el primer día de trabajo de su hermano? Pues más claro, se le acababa de encender la bombillita, iba a molestarlo un rato. Quería ver cómo se desenvolvía en su trabajo, sin estar en las clases.
De este modo, optó por ir a ponerse algo más elegante que el mismo uniforme de Nymphart que ahora llevaba. En este caso, se pudo su diadema adornada con dos rosas turquesas a los laterales. Un corset negro con los hilos plateados. Bajo el mismo, una falda larga de color carbón. El negro, al fin y al cabo, era un color elegante. No obstante, su parche siempre estuvo presente en su indumentaria. No saldría sin él jamás. En sus pies, se puso unas sandalias plateadas de lazo con un poco de tacón. Realizó el nudo correspondiente a la altura de la rodilla. Se miró al espejo y salió hacia el trabajo de su hermano.
No tardó mucho en llegar a la puerta del bar. A primera vista, parecía algo lujoso. ¿Quién se lo iba a decir? Era algo inesperado para ella. Estar un sitio así, hizo que se quedara algo curiosa por lo que pudiera encontrar dentro del local. Sin embargo, abrió la puerta y se adentró en la sala. Aquello era bastante bonito, la decoración estaba bastante bien. Se quedó unos segundos sin moverse, viendo a la gente que había allí. Justo acababa de escuchar desde fuera una agradable voz femenina, totalmente acompasada a la música. Fue hermoso, la verdad. No muchos tienen ese talento, el de una voz tan armoniosa.
Despertó al poco de su trance, y buscó con la mirada al chico de pelo blanco al que venía a visitar. Estaba segura, de que no se esperaría su visita. Al fin y al cabo, no dio un aviso de que iba a venir a verlo en su primer día. Por eso mismo, quería sorprenderlo. Se movió caminando hasta la barra y una vez allí, tomó asiento un poco alejado de una mujer pelirosa que estaba hablando con Zeke. Esperaría, no quería interrumpir. Sin embargo, sonrió para sus adentros. Se le daba bastante bien, al parecer.
PD: Si no os importa, me uno al rol ^^
Katsura Almaz- Espectro
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Re: Y tras un duro día...
Estaba sumergida la profesora en sus pensamientos mientras esperaba su copa, cuando escuchó una voz familiar que la hablaba. Levantó suavemente la vista, y vio a Zeke. La preguntaba que la ocurría, ella se limitó a sonreír con dulzura y a negar con la cabeza. Agarró la copa y dio un pequeño sorbo. Era la primera vez que probaba un cóctel, le pareció muy rico, estaba puesto en una bonita copa y el líquido lucía también, un bonito color. Vio en aquel lugar a Law y otra chica desconocida para ella. Tenía el cabello plateado, liso, un ojo morado y el otro tapado por un parche. Por como lo miraba, parecían ser familia o al menos se conocían.
-Estoy bien, creo que alguien vino a verte- Le dijo sonriendo a Zeke.
Caminó hacia el final de la barra alejándome de todo el bullicio y cerca del escenario. Tomó asiento en un taburete de color rojizo que había libre. Apoyó ambos codos en la barra y continuó bebiendo su copa tranquila. Estuvo pensando en qué canciones cantaría. Había creado algunas, pero no demasiadas. Dio otro sorbo y cuando dio fin a su copa finalizó el descanso. Subió y continuó tocando algunas horas más. El cansancio iba empezando a afectarla y la comenzaba a costar mantener la atencion en lo que hacía.
Temía soltar un bostezo en vez de cantar o equivocarse o algo. Cuando terminó, se bajo y fue en busca del jefe para que la pagara por la actuación. Su jornada había terminado, pero todavía a los camareros les quedaban algunas horas por delante para poder cerrar y echar a la gente del local. Se estiró mientras buscaba y soltó un largo bostezo. Se notaba que hoy apenas había tomado café. Entró en donde estaba el jefe y le pidió lo que la debía. Cuando se lo dio, guardó el dinero y fue a tomarse el último cóctel antes de volver a dormir.
-Estoy bien, creo que alguien vino a verte- Le dijo sonriendo a Zeke.
Caminó hacia el final de la barra alejándome de todo el bullicio y cerca del escenario. Tomó asiento en un taburete de color rojizo que había libre. Apoyó ambos codos en la barra y continuó bebiendo su copa tranquila. Estuvo pensando en qué canciones cantaría. Había creado algunas, pero no demasiadas. Dio otro sorbo y cuando dio fin a su copa finalizó el descanso. Subió y continuó tocando algunas horas más. El cansancio iba empezando a afectarla y la comenzaba a costar mantener la atencion en lo que hacía.
Temía soltar un bostezo en vez de cantar o equivocarse o algo. Cuando terminó, se bajo y fue en busca del jefe para que la pagara por la actuación. Su jornada había terminado, pero todavía a los camareros les quedaban algunas horas por delante para poder cerrar y echar a la gente del local. Se estiró mientras buscaba y soltó un largo bostezo. Se notaba que hoy apenas había tomado café. Entró en donde estaba el jefe y le pidió lo que la debía. Cuando se lo dio, guardó el dinero y fue a tomarse el último cóctel antes de volver a dormir.
Himeka Tsumura- Pareja : *Mira mal a Allen y mira mal al lector* COTILLA ò///ó
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Re: Y tras un duro día...
A pesar de estar bastante animado el lugar, me mantuve apartado ya que, de las pocas personas que conocía, todas estaban ocupadas con sus cosas y no tenía la intención de molestar a nadie. Durante toda la noche, estuve sentado en una de las sillas más lejanas del escenario, escuchando con atención cada vez que cantaba la profesora sobre el esecenario, haciendo que el paso de la noche se hiciera más fácil de llevar.
Cuando terminé mi copa, ne acerqué a la barra para pedir otra copa cuando las actuaciones habían terminado y el bar estaba por cerrar dentro de un rato. Mientras esperaba por mi copa, miré de reojo a uno de los camareros, el cual me resultó bastante familiar pero pronto llegó mi copa y dejé de prestarle atención al coger mi copa y volver a donde estaba antes.
Un rato más tarde, vi a lo lejos a la profesora salir de una habitación y preparándose para irse, por lo que no me molesté en saludarla antes de volver a terminarme la segunda copa y salir del bar, pensando que podría hacer ahora: irme a mi cuarto, ir a otro bar...
Cuando terminé mi copa, ne acerqué a la barra para pedir otra copa cuando las actuaciones habían terminado y el bar estaba por cerrar dentro de un rato. Mientras esperaba por mi copa, miré de reojo a uno de los camareros, el cual me resultó bastante familiar pero pronto llegó mi copa y dejé de prestarle atención al coger mi copa y volver a donde estaba antes.
Un rato más tarde, vi a lo lejos a la profesora salir de una habitación y preparándose para irse, por lo que no me molesté en saludarla antes de volver a terminarme la segunda copa y salir del bar, pensando que podría hacer ahora: irme a mi cuarto, ir a otro bar...
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Re: Y tras un duro día...
Zeke estaba teniendo una noche maravillosa, disfrutaba tras la barra, sirviendo bebidas a velocidades vertiginosas, lanzándolas a los que las pedían, flambeando licores con sus propios dedos, y alguna que otra vez, bromeando con los clientes y compañeros de trabajo: en definitiva, no podría ir mejor… ¿O sí?
Tras haber recibido una vaga respuesta de su profesora, decidió no insistir en el tema, asique levantó la cabeza y volvió al traba-
OH
DIOS
MIO.
¿ERA ESA SU HERMANA?
La había detectado por el rabillo del ojo, pero casi no había podido reconocerla si no fuera por su parche, estaba radiante, era el centro de todas las miradas allá donde pasara, la doncella espectro se había convertido en el alma de la fiesta. (Jarl! Tengo que replantearme dejar de hacer chistes de espectros,
cada día son peores.)
El afán protector de Zeke le hacía sentirse molesto ante la vulnerabilidad de su hermana debido a la dudosa reputación de muchos clientes de este establecimiento. Durante el tiempo que ella estuvo merodeando por todo el bar, él no se atrevió a quitarle los ojos de encima ni un segundo, por lo que pudiera pasar. Esto le costó al pobre camarero un par de chorros fuera de las copas donde debían haber caído. Se incorporó de nuevo a su tarea y limpió el líquido de la tabla con la velocidad del prestidigitador que engaña a la muchedumbre con sus trucos imposibles. Acosado por la enorme cantidad de peticiones, se apresuró a cumplirlas todas lo más rápido posible antes de que esa doncella, blanca como la luna, que parecía vestida por la misma noche llegase a su lado. Ahora que Zeke se había fijado mejor, su hermana no solo era hermosa, sino que además poseía la majestuosidad de la realeza, como si la Señora de los Muertos en persona le hubiera enseñado modales en persona (bueno, “en persona”).
Una vez ella llegó hasta él tras una hilera de lentos y solemnes pasos, los cadavéricos hermanos susurraron unas cuantas palabras, y quien quiera que supiera qué habían dicho, sabía que no tramaban algo bueno. Durante esa pequeña charla, habían lanzado un par de miradas furtivas hacia la deprimida profesora de baile y hacia el joven que había tenido… llamémoslo “contacto” con Zeke (así evitaremos recordar cosas de las que ambos jóvenes no se sienten muy orgullosos).
Tras esa pequeña y taimada charla, el novato camarero llamó a un compañero para que ocupase su lugar en la barra mientras él iba a ocuparse de “cosas de espectros”. Sí, esa fue la excusa que usó. No me preguntéis cómo logró salirse con la suya. Continuemos: tras esa pequeña escapada, se transportó a todas las puertas del local (menos la de incendios, esa era sagrada) y las cerró discretamente mientras su amada hermana preparaba la segunda parte del plan.
Esta iba a ser una noche fantásmica, sin duda.
Tras haber recibido una vaga respuesta de su profesora, decidió no insistir en el tema, asique levantó la cabeza y volvió al traba-
OH
DIOS
MIO.
¿ERA ESA SU HERMANA?
La había detectado por el rabillo del ojo, pero casi no había podido reconocerla si no fuera por su parche, estaba radiante, era el centro de todas las miradas allá donde pasara, la doncella espectro se había convertido en el alma de la fiesta. (Jarl! Tengo que replantearme dejar de hacer chistes de espectros,
cada día son peores.)
El afán protector de Zeke le hacía sentirse molesto ante la vulnerabilidad de su hermana debido a la dudosa reputación de muchos clientes de este establecimiento. Durante el tiempo que ella estuvo merodeando por todo el bar, él no se atrevió a quitarle los ojos de encima ni un segundo, por lo que pudiera pasar. Esto le costó al pobre camarero un par de chorros fuera de las copas donde debían haber caído. Se incorporó de nuevo a su tarea y limpió el líquido de la tabla con la velocidad del prestidigitador que engaña a la muchedumbre con sus trucos imposibles. Acosado por la enorme cantidad de peticiones, se apresuró a cumplirlas todas lo más rápido posible antes de que esa doncella, blanca como la luna, que parecía vestida por la misma noche llegase a su lado. Ahora que Zeke se había fijado mejor, su hermana no solo era hermosa, sino que además poseía la majestuosidad de la realeza, como si la Señora de los Muertos en persona le hubiera enseñado modales en persona (bueno, “en persona”).
Una vez ella llegó hasta él tras una hilera de lentos y solemnes pasos, los cadavéricos hermanos susurraron unas cuantas palabras, y quien quiera que supiera qué habían dicho, sabía que no tramaban algo bueno. Durante esa pequeña charla, habían lanzado un par de miradas furtivas hacia la deprimida profesora de baile y hacia el joven que había tenido… llamémoslo “contacto” con Zeke (así evitaremos recordar cosas de las que ambos jóvenes no se sienten muy orgullosos).
Tras esa pequeña y taimada charla, el novato camarero llamó a un compañero para que ocupase su lugar en la barra mientras él iba a ocuparse de “cosas de espectros”. Sí, esa fue la excusa que usó. No me preguntéis cómo logró salirse con la suya. Continuemos: tras esa pequeña escapada, se transportó a todas las puertas del local (menos la de incendios, esa era sagrada) y las cerró discretamente mientras su amada hermana preparaba la segunda parte del plan.
Esta iba a ser una noche fantásmica, sin duda.
Zeke Almaz- Espectro
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Re: Y tras un duro día...
El ambiente de bar, realmente estaba algo sobrecargado. No obstante, la noche acaba de empezar y no estaba por desperdiciarla. Demasiadas había dejado pasar como si no dependiera de ella aprovecharlas. Esta vez, no era momento de dejar pasar una oportunidad tan buena para divertirse un rato y afrontar el aburrimiento que producía la soledad. Aunque el lugar estuviese algo animado, algunos no estaban teniendo una buena estadía. Y esto, a la joven peliplateada no le gustó nada de nada. Si algo aprendió en todo el tiempo en solitario, es que la soledad no es buena compañera. Todo lo contrario, hacía que las personas grandes de alma se convirtieran en pequeñas de espíritu, rebajándolas a tan solo la oscuridad que había en sus corazones.
De esta forma, se dipuso a trazar un pequeño plan junto con su hermano. Tuvo que pedirle un pequeño favor, porque aquellos dos en los que se había fijado estaban a punto de abandonar el local. No podía permitirlo, y decidió tomar las ahbilidades de su hermano como tapadera. Como ella dijo, la noche era joven. ¿Qué podía pasar por entretenerse un rato? Quizá se metiera en asuntos que no debía, pero ¿Qué mas da? No perdía nada por hace lo siguiente. Así, dio comienzo a una velada de lo más pintoresca.
- Oh vamos, no dejaré que nadie de vaya del lugar con una expresión así. Y eso va por vosotros dos. -Señaló al joven de oscuros cabellos y a la dama de ojos azules. - No es buena idea, y eso no me sienta bien. Llamadme egoísta, puede que lo sea. Pero de todas formas, no os dejaré salir hasta que hagamos una cosita... - Terminó mientras guiñaba un ojo.
Con sus aires de dama, les hizo una señal a los músicos y estos, comenzaron a tocar una pieza algo animada. Esto era claramente una proposición de baile. Quizá no fuese sútil, pero lo que ella realmente quería era animar a esos corazones que parecían sumidos en la trizteza. Por sus caras, claramente no tenían un día muy provechoso. Debía quitar ese sentimiento, este no era un lugar para sentimientos así.
- Os reto a una competición de baile. El que gane, podrá irse. Y el que pierda, tendrá que invitar a una ronda. ¿Qué os parece? Esto es fácil, aquel que mejor se mueva en la pista, es el que ganará. Esto nos puede ayudar a todos, y... Es la única forma de que salgaís de aquí esta noche - Habló con total seguridad, no los dejaría marchar de esa forma.
Miró a su hermano y le sonrió de medio lado. Si bien es verdad que esta vez estaba como obligándolo a quedarse. Y a pesar de no saber quienes eran, pues apenas conocía a gente en la Academia, quiso empezar de esta forma una conversación con ellos. Los señaló con las manos y les hizo un gesto para que se acercaran a ella. Del mismo modo, le hizo un gesto a Zeke con la cabeza para que hiciera lo mismo. Quería explicarse un poco mejor, esta había sido repentino y es posible que hasta les molestase su forma de ser. Aunque Katsura, no iba a cambiar de idea.
Y al parecer, a la gente del bar le pareció de los mas curioso esta propuesta. Tanto es así, que algunos saltaron a la pista. ¿Tan fiesteros eran aquí? De cualquier forma, era mejor así. A lo mejor, podían salir ganando con esta historia y todo. Esta noche, puede que fuera recordada por todos ellos. Al menos, esas eran las intenciones de esta criatura espectral.
"Vamos, no me seaís aguafiestas"
De esta forma, se dipuso a trazar un pequeño plan junto con su hermano. Tuvo que pedirle un pequeño favor, porque aquellos dos en los que se había fijado estaban a punto de abandonar el local. No podía permitirlo, y decidió tomar las ahbilidades de su hermano como tapadera. Como ella dijo, la noche era joven. ¿Qué podía pasar por entretenerse un rato? Quizá se metiera en asuntos que no debía, pero ¿Qué mas da? No perdía nada por hace lo siguiente. Así, dio comienzo a una velada de lo más pintoresca.
- Oh vamos, no dejaré que nadie de vaya del lugar con una expresión así. Y eso va por vosotros dos. -Señaló al joven de oscuros cabellos y a la dama de ojos azules. - No es buena idea, y eso no me sienta bien. Llamadme egoísta, puede que lo sea. Pero de todas formas, no os dejaré salir hasta que hagamos una cosita... - Terminó mientras guiñaba un ojo.
Con sus aires de dama, les hizo una señal a los músicos y estos, comenzaron a tocar una pieza algo animada. Esto era claramente una proposición de baile. Quizá no fuese sútil, pero lo que ella realmente quería era animar a esos corazones que parecían sumidos en la trizteza. Por sus caras, claramente no tenían un día muy provechoso. Debía quitar ese sentimiento, este no era un lugar para sentimientos así.
- Os reto a una competición de baile. El que gane, podrá irse. Y el que pierda, tendrá que invitar a una ronda. ¿Qué os parece? Esto es fácil, aquel que mejor se mueva en la pista, es el que ganará. Esto nos puede ayudar a todos, y... Es la única forma de que salgaís de aquí esta noche - Habló con total seguridad, no los dejaría marchar de esa forma.
Miró a su hermano y le sonrió de medio lado. Si bien es verdad que esta vez estaba como obligándolo a quedarse. Y a pesar de no saber quienes eran, pues apenas conocía a gente en la Academia, quiso empezar de esta forma una conversación con ellos. Los señaló con las manos y les hizo un gesto para que se acercaran a ella. Del mismo modo, le hizo un gesto a Zeke con la cabeza para que hiciera lo mismo. Quería explicarse un poco mejor, esta había sido repentino y es posible que hasta les molestase su forma de ser. Aunque Katsura, no iba a cambiar de idea.
Y al parecer, a la gente del bar le pareció de los mas curioso esta propuesta. Tanto es así, que algunos saltaron a la pista. ¿Tan fiesteros eran aquí? De cualquier forma, era mejor así. A lo mejor, podían salir ganando con esta historia y todo. Esta noche, puede que fuera recordada por todos ellos. Al menos, esas eran las intenciones de esta criatura espectral.
"Vamos, no me seaís aguafiestas"
Katsura Almaz- Espectro
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