{ THE LIGHT-BLUE GIRL } [Camille's files]

"Anda, mira. Qué chica para más mona." es lo que normalmente alguien cuando ve a Camille, guiándose siempre se su exterior, la fachada, lo que esconde aquello dentro.  

Se trata de una jovencita reservada y discreta. Prefiere guardarse sus asuntos para sí misma si no es absolutamente necesario implicar a alguien más, ya que prefiere ocuparse de sus cosas sin ayuda o participación de terceros. No es alguien a quien le guste estar hablando todo el tiempo, sobre todo cuando es de trivialidades, por lo cual es probable que llegue a caer algo mal o pesada; es una chica de pocas palabras, así que en ocasiones puede dar la impresión de ser un poco cortante a pesar de que esta no haya sido del todo su intención. Sin embargo, cuando conoce a alguien con intereses comunes y capaz de brindar una conversación amena y entretenida, ella participará un poquito más, interesándose y sumergiéndose en el tema. Es una personita que gusta más de la apacible calma de la soledad antes que de verse rodeada de gente, en una multitud barullosa, así que, siempre que puede, evita estas circunstancias.

La mayor parte del tiempo se ve y comporta como alguien distante y un tanto fría, podría decirse; pero ella, en verdad, no es "tan así", tan sólo le es algo difícil el socializar con otras personas. Se muestra imperturbable y serena en casi todo momento, siendo difícil que llegue a afectarle de gran manera alguna situación si es que no significa mucho para ella. No suele demostrar o dejar ver sus emociones, aún menos cuando es con alguien a quien casi ni conoce. En caso de que llegara a tomar confianza -confianza en verdad.- con alguien, Camille mostrará su otra faceta, la que se esconde muy bien: la de una chica en verdad dulce y cariñosa. Sumamente sincera, no duda en decir lo que piensa, por lo que puede llegar a ser capaz de decir algunas verdades no muy agradables, esto, siempre y cuando no llega a ser capaz de cuidar sus palabras.

Es un ser orgulloso; incapaz de pedir y menos de recibir ayuda ajena si no lo encuentra real y absolutamente necesario. Tampoco le hace mucha gracia que la vean en un estado de vulnerabilidad y se compadezcan de ella o cause pena en los demás. Le enferma ser subestimada o tratada de menos. Detesta el optimismo: lo ve como una especie de venda estúpida que se ponen las personas para no ver la triste realidad que se alza sobre ellos. Como consecuente, también aborrece la esperanza.

No se trata de alguien que tome decisiones a lo loco o de forma descuidada. Siempre trata de calcular y planear cada uno de sus movimientos. Prudente, nunca se lanza hacia una situación sin haber pensado antes en las posibles consecuencias. Es inteligente y analítica, ve los pequeños detalles de las situaciones, esas cositas que las demás personas tachan de irrelevantes. Es una chica bastante madura y seria. No le gustan para nada las tonterías o juegos de niños sin importancia alguna, aunque puede terminar haciendo algunas cosas bobas si una fuerte influencia opera sobre ella.

Es desconfiada, aunque, más bien, precavida. Para ella, es preciso no brindarle toda la confianza a una persona, ya que uno nunca sabe si llegará a apuñalarte por la espalda. Cuando está enojada o algo le irrita, Camille continúa comportandose de la misma forma que siempre, con la diferencia de que la expresión en su rostro cambia, frunciendo en ceño, lo cual le da una apariencia algo curiosa, y su voz adquiere un poco más de volumen, sin alzar mucho la misma pues detesta los gritos. Pero no es rencorosa; basta con que esta pida disculpas para que la fiesta siga en paz. Aunque no lo parezca, Camille tiene una pizca de curiosa.

Resulta un poco raro llegar a verla sonreír si es que no se tiene la "habilidad" de hacerlo, y es aún más raro que esta chica ría. Quien pueda conseguir arrancarle una sonrisa de los labios al primer intento se merecería una medalla, sin exageración. Es bastante torpe en lo que a enamorarse, situaciones románticas y de esa estirpe se refiere. Cuando se ve frente a estos episodios, toda impasibilidad y tranquilidad, características de ella, se esfuman en el acto, dejando como resultado a una muy vulnerable Camille, sin escudo alguno. Pero esta chica intentará de todas las formas posibles el evitar todo esto, por lo que resulta bastante improbable  presenciar comportamientos como los ya mencionados.

A pesar de lo que pueda aparentar, la peli celeste es alguien amable, dispuesta a ayudar a alguien si este lo necesita. Es verdad que cuesta un poco llegar a conseguir su amistad, pero, cuando se tiene esta al fin, termina valiendo la pena.

Y la pequeña extraterrestre, sola y abandonada en un lugar caótico en el que no sabía qué diablos pintaba, estiró sus manitos hacia el cielo nocturno, observando con tristeza cómo su estirpe, dentro de grandes naves, se alejaba, abandonándola a su suerte.

Ahí es cuando la verdadera historia de la peli azul inicia. Pero no nos precipitemos y contemos la historia completa, de cabo a rabo y sin saltarnos ni un misero detalle, ¿bueno?... bien.

El génesis de Camille se dio en un planeta ajeno al Sistema Solar, en cual orbita nuestra Tierra. El planeta que la vio nacer fue Zarthis, uno bastante parecido al planeta azul. Gozaba de oxígeno, H2O, capa de ozono... en fin. Se podría decir que era la segunda Tierra. Y sí que era bastante parecido, incluso sus habitantes eran igualitos a los terrícolas, siendo esto debido a que muchísimo tiempo atrás, cuando los zarthianos visitaron la Tierra por vez primera y pudieron observar a los humanos, se quedaron prendados de lo bellos que estos eran. Así que, gracias a su habilidad de copiar un aspecto, tomaron la forma de los bípedos, cambiando desde ese entonces toda su genética. Bueno, pero no nos desviemos del tema.

Fue llamada con un nombre bastante extraño como para que podamos siquiera pronunciarlo, así que seguiremos llamándola Camille, al fin y al cabo, ese termina siendo su nombre. La niña obtuvo los rasgos de sus padres: cabellera de un azul muy claro y ojos casi del mismo color, haciéndola una de las niñas zarthianas más bonitas de su sector. Fueron realmente bellos y agradables los años que pasó con su familia, llena de todo el cariño que un pequeño pudiera desear. Era ella una niña alegre, enérgica y muy inquieta. No se le podía ver quieta por más de cinco segundos. Gracias a ella, su hogar estaba siempre lleno de vida.
Pero nada es para siempre.

Los zarthianos debían visitar una vez más aquel planeta del Sistema Solar. Su planeta padecía y necesitaban ayuda de los terrícolas, cosa que resulta casi absurda ya que estos eran menos desarrollados tecnológicamente que los de Zarthis. Los padres de Camille eran miembros del comité asignado a visitar el planeta azul y, negándose a dejar a su hija, de entonces cuatro años terrestres, la llevaron con ellos. Una vez aquí, aterrizaron sus naves de lo más tranquilos, a la vista de cientos de humanos. Gran error.

Inocentemente, creían que al ser ellos iguales a los habitantes de ese planeta, no les temerían, pero es tan rara la forma de pensar de los seres humanos, que cada uno sacaba sus propias conclusiones. Acostumbrados a atacar aquello que es raro y misterioso, los terrestres se lanzaron sobre los alienígenas, diferenciándoles de ellos por su vestimenta inusual. Los nobles, pacíficos e ingenuos zarthianos se vieron obligados a huir, pues se negaban a atacar a una raza como la de ellos. Así pues, no les quedaba de otra que regresar a su planeta y perecer con él. Abordaron las naves y partieron... olvidando a una pequeña tripulante en la Tierra. Camille, entre todo el alboroto, se había quedado rezagada; sólo fue testigo del despegue de los zarthianos.

Y la pequeña extraterrestre, sola y abandonada en un lugar caótico en el que no sabía qué diablos pintaba, estiró sus manitos hacia el cielo nocturno, observando con tristeza cómo su estirpe, dentro de grandes naves, se alejaba, abandonándola a su suerte. Se quedó recostada en el suelo, viendo con mirada perdida el manto estelar, deseperanzada. A su corta edad, sabía que no podían volver a por ella.
Cayó dormida en ese mismo lugar, con los ojos hinchados de tanto haber llorado por primera vez en toda su existencia. Y mientras su inconsciencia viajaba en los brazos de Morfeo, su cuerpo hacía lo mismo en los de un hombre de treinta y tantos y cuarenta y pocos. Se trataba de un científico independiente que, al toparse por pura coincidencia con una dormida Camille, la tomó por una pequeña vagabunda y decidió hacerse con ella para probar sus experimentos. Al fin y al cabo, era una niña de la calle, o eso pensaba él en ese entonces, nadie la extrañaría.

La niña peli azul despertó en una camilla terriblemente incómoda, rodeada de todo tipo de instrumentos extraños. A un lado, de espaldas y sentado se encontraba un hombre de bata blanca. Camille se asustó y luego de proferir un chillido agudo, bajó de la camilla y se refugió en una esquina de la habitación. Aquel hombre se acercó a ella, mostrando siempre una sonrisa terriblemente amable. Le aseguró que absolutamente todo estaba bien, pero la niña no parecía entender. Supuso entonces que no entendía su idioma, sin siquiera sospechar que ella era ajena a la Tierra. Luego de una difícil temporada, en la que la niña seguía igual de esquiva, esta terminó dejando a el científico acercarse y relacionarse con ella. El hombre llegó a adoptarla, tratándola como su hija y enseñándole lo que él sabía... con ciertos límites. Descubrió que la niña tenía una gran inteligencia, incluso mayor para su edad.

Pero toda la cordialidad que él le ofrecía tenía un costo: nunca la dejaba salir fuera de la decrépita casa y usaba a la niña como conejillo de indias para probar todos y cada uno de sus experimentos y creaciones, luego de notar la gran resistencia que la chica tenía. "Cierra los ojos, Camille. No va a doler." siempre le decía mientras le aplicaba anestesia. Y era verdad, no le dolía. En su inconsciencia, huía del dolor y se perdía en otro universo, tal vez el suyo muy lejos de la Tierra. Luego abría los ojos y encontraba otra parte de su cuerpo vendada. Acabó adquiriendo una gran invulnerabilidad frente a varias enfermedades, como si aquellos experimentos hubieran actuado como vacunas. Pese a todo, Camille era relativamente feliz.
Pero nada es para siempre.

El hombre que experimentaba con ella cayó en cuenta de que ella era "algo más" en cuanto Camille, con ya diez años, en uno de los experimentaciones más exigentes que había hecho sobre ella, alternó sin siquiera darse cuenta de ello y gracias a la alta potencia los rayos y químicos que le aplicaban,  su forma humana y normal con la natural de los zarthianos, esa que ellos tenían antes de copiar a los humanos, su aspecto alienígena. Pasmado por el descubrimiento, tomó a Camille -de nuevo en su forma humana.- y la llevó a una gran institución en la que cientos de conocidos científicos se reunían. Convocando a una improvisada reunión, congregó a todos los estudiosos ahí presentes.
Colocó a Camille al frente de todos, completos extraños para ella, y le gritó, como nunca había hecho antes "¡Muéstrate de una vez, deja de esconderte, extraterrestre cobarde!" con ímpetu. La peliazul no hizo más que encogerse en su mismo sitio, comenzando a temblar de lo asustada por la situación en la que se encontraba. "¡Muéstrate, he dicho!" rugió de nuevo. La pequeña alien dio un brinco sobresaltado y comenzó a sollozar. El ciéntífico, fuera de sí, se lanzó sobre ella con furia asesina, siendo detenido justo a tiempo por otro par de investigadores. Camille sólo veía cómo ese hombre que la había llenado de mimos durante todo ese tiempo, dejaba caer la careta. Fue cuando dejó de llorar. Se incorporó y huyó de aquel edificio.

Ahora estaba sola, y una niña sola, en la calle, corre un gran peligro. ¿Qué no intentaron hacerle por su estúpida ingenuidad? Afortunadamente, pudo escapar de las amenazas, haciendo uso de una habilidad que acababa de conocer. Se dio cuenta entonces de que no podía confiar en nadie, por lo menos no totalmente.
Vagó por las calles por un buen tiempo, sobreviviendo como podía, hasta que, por andar distraída, se dio contra una mujer muy bien vestida, lo cual contrastaba con los arapos que tenía Camille. La señora, al verla, se enamoró de los rasgos de la chica, aún poco visibles por la mugre que cubría su rostro. Le preguntó cómo se llamaba, de dónde era, cuántos años tenía. La peliazul tan sólo permanecía callada, observando a la mujer, entre curiosa y desconfiada. Había algo en ella que le decía que no debía temer, ya no. Después de un buen rato viéndose ambas a los ojos, la más pequeña separó sus labios y susurró, con una voz cristalina: "Camille."

Hasta ahora la misma Camille no tiene ni idea de cómo fue que terminó accediendo a ir con aquella señora, la cosa es que fue adoptada de nuevo, esta vez por una pareja. Se trataba de un par de acaudalados empresarios, los Dancourt, que al no poder tener un vástago, optaron por adoptar.
Y así transcurrió el resto de su historia. Ya no hacían experimentos extraños en ella, podía salir cuanto quisiera, conocer gente -aunque no fuera su fuerte.-, no más anestesia e inconsciencia, ahora sólo tenía cicatrices provocadas por sus caídas y torpezas, tuvo cariño y aprendió a discernir entre en quiénes podía confiar y en quien no, todo ello gracias a sus padres adoptivos.

Tenía ya diecisiete años cuando una carta de papel pesado se coló bajo su puerta. Decía que la invitaban a formar parte de un instituto llamado Jikan. Según decía, podía haber gente como ella allá, aunque Camille se sentía completamente igual a los humanos normales... pero ¿qué hay con lo que dijo aquel científico loco aquella vez? "Extraterreste". Era algo que no la dejaba tranquila. Según las películas, eran cosas altas, muy delgadas, con unos ojos enormes y cabeza igual, ella no se parecía para nada, pero... ¿qué tal si, efectivamente, era uno de ellos?

Convenció a su familia de inscribirse en este instituto. Se trasladó a esa isla exótica, siendo aceptada en la casa Adiashen. Recibió y aceptó la mascota que le ofrecieron: una especie de ave azul, un fénix; lo nombró Cephei. Ahora, lo que quería dentro de ese lugar era investigar qué es lo que en verdad era y descubrir más de sí.

PODERES Y HABILIDADES

• Como alienígena que es, le va de perlas todo lo que concierne lo tecnológico y relativos. ¿Se te descompuso el móvil? ¿Tu ordenador ha dejado de andar? No te preocupes, busca a Camille y ella te lo repara en un plis plas.

• Ha desarrollado una especie de inmunidad frente a distintas enfermedades e infecciones. Presume que es debido a los múltiples experimentos practicados en ella, los cuales sirvieron como inmunizadores.

• Por un lapso de 10 minutos consecutivos (2 posts) es capaz de hacer que una ligera corriente eléctrica recorra la superficie de su epidermis. También puede dar una especie de choques del mismo tipo con sólo tocar a alguien y dirigir la energía hacia dicha persona. Esto lo logra concentrando toda la energía en un sólo punto, en este caso, su mano. Acumular tal energía toma un lapso de tiempo de 15 minutos (una vez usado, debe esperar 3 posts para volver a emplearlo). La potencia de esta corriente es equivalente a la de las armas de electrochoque comunes.

DEBILIDADES

• El ruido en volúmenes altos -tanto como el ruido de un taladro dando contra el pavimento.- logra aturdirla terriblemente. En caso de verse expuesta a este por un periodo extenso, Camille termina perdiendo la consciencia.

• Es muy poco tolerante a los rayos solares. El mareo que le produce es directamente proporcional a la potencia de los rayos del Sol.  Por esta razón, lleva una sombrilla para protegerse.

• El azufre es su kriptonita. Basta con que sienta el olor de aquel vil elemento químico para que su garganta y fosas nasales se cierren casi por completo. Si hace contacto físico con dicha sustancia, los síntomas empeoran, brotándole numerosas erupciones en la piel.

GUSTOS

• Leer, sobre todo ciencia ficción. Ha comenzado a interesarse en la poesía.
• La tranquilidad.
• Los helados.
• El frío, y por consiguiente, el invierno.
• La lluvia.
• Los dulces.
• La música.
• Las bebidas frías.
• El azul y sus derivados.
• La ciencia.
• La sinceridad.
• Las personas valientes mas no impulsivas.
• Su cabello.
• El mar.
• El cielo nocturno, sin nubes y estrellado.
• La tecnología.
• Las aves.
• El silencio, no el incómodo.
• Nadar.
• Los juegos de mesa.
• Aprender nuevos idiomas.
• El olor de la madera.
•  La vainilla.



OTROS DATOS

• Es vegetariana, ya que su cuerpo no asimila para nada bien la carne y similares. Esto es un efecto secundario de los experimentos bajo los que la tenían.
• Siempre lleva una sombrilla a la mano en caso de que el Sol la sorprenda y tenga que cubrirse. Si es que no tiene la sombrilla, puede llevar un gorro de ala ancha.
• Pese a que ocasionaron que ella fuera abandonada en la Tierra, no les guarda rencor a los humanos.
• Por alguna extraña razón, sus manos, solamente sus manos, se mantienen frías en todo momento, sin importar las circunstancias.
• No sabe bailar, nunca aprendió a hacerlo, pero le gustaría.
• Hasta ahora, la única persona a la que ama es su madre adoptiva, sólo ella.
• Tiene una mente en cuatro idiomas: inglés, español, francés y alemán.