Inicio del curso [Liza Black]

Los nervios se apoderaban de mí, me hacían caminar insegura con la cabeza gacha mientras escuchaba murmuros y risas a mi alrededor, provenientes de las charlas que iban teniendo algunos alumnos que parecían conocerse.

Sherry se asomó por mi manga del brazo y subió hasta mi cuello donde me lo acariciaba con su cabeza, produciéndome unas pequeñas cosquillas que me hicieron sonreír antes de acariciarle con un dedo la cabeza.

-Gracias, Sherry. Ya me siento un poco mejor. -le contesto con una sonrisa antes de que esta volviera a ocultarse dentro de mi ropa y yo continuara caminando entre la gente, deteniendo un poco lejos de la entrada, recordando el momento en el que había llegado a Jikan, quedándome paralizada por la sorpresa en la entrada al ver la enorme academia a la que iba asistir a partir de ese día.

-Me parece como si hubiese pasado hace un momento. -pienso un poco avergonzada antes de continuar caminando, observando todo lo que abarcaba la entrada, intentando ignorar a las personas que me rodeaban y que, al hablar, me parecía sentir como si sus voces estuvieran creciendo más y más a medida que hablaban, lo que me llevó a taparme los oídos un rato antes de destaparlos.

Al caminar de nuevo, y cruzar por una esquina, no pude evitar chocar contra una chica, provocando que ambas cayéramos al suelo.

-¡L-Lo siento mucho! -me disculpo ante la chica, completamente asustada, intentando ayudarla a levantarse después de que me levantara.

La razón de la presencia de Liza en la academia Jikan no era precisamente a voluntad, al contrario, Liza fue obligada por su madre. Amaba a su madre, igual que adoraba a su hermano mellizo pero la castaña nunca tuvo la intención de ingresar. Sin más remedio, estaba preparada para iniciar su primer día en la academia, acompañada de su mascota, Sky. El animal se pasaba el día posado en el hombro de Liza a modo de loro, recibiendo alguna que otra burla o los suspiros de alumnas que lo consideraban adorable. Cada dos segundos se ajustaba los botones del uniforme o se aseguraba de que la falda no dejara ver nada. Detestaba las faldas, más que nada en el mundo y desgraciadamente el uniforme femenino, era obligatoria. Buscaba la manera de librarse de usar el uniforme, conseguir el permiso de los profesores... o pasar de las normas y usar lo que quisiera. La personalidad de Liza chocaba mucho con su "raza", las mikos eran jóvenes vírgenes y obedientes, incapaces de hacer el mal... pero como una corriente de aire levantara la falda más de lo permitido...

Un suspiro de resignación escapó de sus finos labios, fríos por el aire de la mañana, incluso en primavera las mañanas podían resultar frías. La gente se arremolinaba alrededor de la entrada principal, preparados para un día de clase. Observaba a distintos estudiantes de todas las casas, acompañados de sus mascotas, formar grupos o parejas, charlando animadamente. Nada más empezar su primer día, ya se sentía completamente sola, sin la compañía de su hermano todo era complicado. Conocía la rutina de su hermano, pues solía ser la misma que la suya, y calculaba más o menos que estaría en clase. Se imaginaba a su hermano sentado en el pupitre cercano a la ventana. Ella se sentaba justo delante de el, por lo que pasaban mucho tiempo hablando, lanzándose notas o observando el exterior de la escuela. Iba tan ensimismada que no reparó en la presencia de otra chica que caminaba contra ella. El choque dolió bastante, más le preocupo que aquella muchacha, de aspecto inocente se disculpara e intentara ayudarla a levantar. Liza se levantó de golpe, negando con las manos para que la chica se tranquilizara.

- ¡Tranquila! No tienes porque disculparte... yo también iba distraída.- Al recuperar la compostura, Liza le sonrió.- ¿Primer día de clases? - Sky, que anterior mente había volado por la caída, regresaba al hombro de su ama, mirando seriamente a aquella chica.

-S-Si.. Acabo de llegar hace poco.. -tartamudeo, avergonzada, con una sonrisa antes de reír un poco, intentando tranquilizarme. Al posar mi mirada en su hombro, me fijé en una pequeña ave que tenía un aspecto muy mono, pero al darme cuenta de que ella me estaba mirando con seriedad, aparté la mirada, arrepentida.

-L-Lo siento mucho haber chocado contigo... Soy Sasara y... este es mi primer año en Jikan. -me presenté, nerviosa, intentando mantener mi sonrisa, a pesar del esfuerzo que me suponía sonreír en ese momento tan vergonzoso. Entonces, Sherry se asomó por el cuello de mi chaqueta y siseo un poco al ver a la pequeña ave que acompañaba a la chica, pero yo le dí un pequeño toque en la cabeza para que parase.

-P-Perdón.. Esta es Sherry. -la presento mientras esta se asomaba por completo, enrollándose por mi brazo.

-Perdona por mis modales pero... ¿esa es tu mascota? -le pregunto, tras estar con la mirada de aquella ave mirándome todo el rato, señalándola.

Aquella chica demostraba ser muy tímida, rasgo común en muchas chicas por causas distintas, todas ligadas a problemas emocionales o de autoestima. Ella misma, en su más tierna infancia, era una niña muy tímida pero con el paso de los años y después de "descubrir" la verdad sobre aquel hombre al que llamó una vez padre, la timidez se transformó en ira descontrolada y un profundo asco por los adultos que conservaban la mentalidad de un adolescente...

Skyfallen llegaba a ser un animal altamente protector, más de lo que Liza quisiera, disfrutaba mucho del amor que le daba pero... ¿Acaso su primer novio era un pájaro? Siempre celoso y cuidadoso de quien se acercara a ella... asustando a la gente sin motivo. Notando la hostil mirada que dedicaba Sky a Sasara, Liza llevo su mano hasta el pecho del animal acariciando el mismo.

- No hace falta que te disculpes, en serio, en parte es culpa mía ¿vale? - No se identificaba por ser una chica problemática.-Soy Elizabeth Black, puedes llamarme Liza, es más corto y soy universitaria.

La conversación iba bien, habían pasado varios minutos sin que Sky se lanzara al ataque o graznara como un ave salvaje. Liza se tensó cuando aquella serpiente joven, Sherry, se enrolló a lo largo del brazo de Sasara. En cuestión de segundos, Sky se elevo ligeramente en el aire, comenzando a aletear con fuerza al tiempo que chillaba con una voz aguda. La ave temía a las serpientes tanto como a la muerte misma, las veía y casi le daba un infarto. La castaña dio un salto para atrapar a la ave entre sus brazos, dándole una sensación de protección.

- Este es Skyfallen... desgraciadamente tiene fobia a las serpientes...-- Se disculpó tanto con Sasara como con Sherry... Sky le estaba montando un espectáculo lamentable.    

off rol:

Durante unos segundos, pensé que no pasaría nada malo, hasta que el pájaro de Liza se alteró ante la presencia de Sherry y me asusté,  pensando que me atacaría pero, por suerte, Liza lo sujetó antes de que se lanzara sobre nosotras.

-N-No pasa nada... -le contesto antes de susurrarle a Sherry que se ocultara, lo cual hizo de inmediato a meterse dentro de mi ropa, ocultándose así.

-Siento que Sherry te asustara... -me disculpé ante Skyfallen, con cara de arrepentimiento, esperando que me perdonara.

Pensando que aún siendo mi primer día en Jikan, ya había empezado con el pie izquierdo, a pesar de no comenzar del todo mal al hablar con aquella chica, Liza. Al intentar pensar en alguna manera de recompensarla, se me ocurrió algo que podría funcionar para recompensarla.

-Espera un momento. -le pedí a Liza antes de salir corriendo hacia una de las entradas del instituto, encontrando una de las maquinas expendedoras de las que saco dos bebidas, guardando una antes de salir corriendo donde esperaba Liza para dársela.

-Se que no es mucho, pero aceptala, por favor. -le ofrecí la bebida, aún sabiendo que no era mucho.

Sasara y Sherry parecían asustadas con el comportamiento de Skyfallen, quizás pensaran que el fénix las atacaría y totalmente al contrario, el sólo quería huir de allí. La serpiente de su nueva conocida se ocultó entre los ropajes de esta. Liza se sintió profundamente avergonzada con el comportamiento de Skyfallen, obligando a la pobre serpiente a ocultarse...

El ave más calmada se posó una vez más en el hombro de su ama, girando la cabeza varias veces para asegurarse de que la serpiente se había marchado. Por fin tranquilo al ver que solo estaban ellos tres, prestó atención a la muchacha extraña. Liza miró enfadada al fénix, éste entendiendo exactamente la razón de su estado bajó la cabeza avergonzado.

- Disculpalo tu... Sherry ha tenido que ocultarse por culpa de Skyfallen y su miedo... - La castaña suspiró decepcionada.- Es irónico pensar que un ave tenga miedo de una serpiente...

Nada más disculparse Liza en nombre de Skyfallen, Sasara le pidió que esperara allí sin darle tiempo a la castaña de responder, únicamente de levantar la mano en señal de confusión. No le haría el feo de irse sin avisar después de la vergüenza de Skyfallen así que se quedó allí esperando. No tardó mucho en regresar, calmando a Liza que ya pensaba lo peor. Le entregó una lata de bebida, sorprendiendo a la castaña sin entender exactamente a lo que venía.

- Gracias por la bebida.- Agradeció con una sonrisa.-No deberías haberlo hecho, como te dije... es culpa de Skyfallen... - Aún así, abrió la lata tomando un sorbo del refresco.-Bueno... ¿Qué hay de tu vida?

Aunque las palabras de Liza fueran honestas, no podía evitar sentir que parte de la culpa del comportamiento de Skyfallen fuera mía, ya que fue Sherry quien provocó su repentino susto, convirtiéndose automáticamente en mi culpa al ser mi mascota y al ser yo su responsable.

-¿Mi... vida? -aquella pregunta me desconcertó, al igual que mi estado de viva-muerta. Desde que ''volví a la vida'', no había pasado un solo día desde el principio que le preguntara al nigromante mi estado, y él siempre respondía lo mismo: ''No estás viva, pero tampoco estás muerta. Por eso mismo, te sugiero que vivas de ahora en adelante y disfrutes de esta nueva oportunidad''...

Sus palabras aún me confundían hasta el día de hoy, por eso mismo no sabía como responderle a Liza, dejando un largo silencio entre ambas antes de decidir contestar:

--Y-Yo diría que bien... Acabo de llegar hace poco y... he visto mi cuarto... ¿Y tú? -la vergüenza me hacía temblar un poco al mismo tiempo que mis mejillas se iban poniendo completamente rojas, haciéndome sentir más nerviosa todavía, ya que no quería que Liza la odiara o, en el peor de los casos, quisiera matarla. El pensar en eso me obligó a apretar los ojos con fuerza, deseando al mismo tiempo no haber pensado en aquello, pero ese pensamiento resonaba en mi cabeza una y otra vez, sin dejar de decir lo mismo hasta que, segundos después, abro los ojos y tomo aire un poco apresurada, para intentar relajarme.

Liza casi tuvo miedo de continuar con la conversación, Sasara parecía a punto de romperse con simples palabras, asustando a la castaña. No quería hacerle daño de ningún tipo, incluso buscaba con cuidado las palabras adecuadas para no ser malentendida. Notaba a kilómetros el temblor que se apoderaba de su nueva conocida, y cuando apretó los ojos Liza pensó lo peor. ¿Le tendría miedo? Muchos decían que se trataba de una chica intimidante ¿pero tanto? Se sintió culpable, retrocedió unos pasos para dejarle espacio a Sasara, esperando que así se tranquilizara lo suficiente.

- Sasara... ¿Me tienes miedo? Porque... sinceramente, no pretendo hacerte daño, es más, si te molesto o doy miedo me alejare para que estés tranquila, en serio, no quiero darte la sensación de que soy peligrosa.- Hablaba con toda la sinceridad del mundo, esperando que la chica lo comprendiera y se tranquilizara mínimo un poco.

Sonrió escuchando a Sasara, ambas habían llegado recientemente, con la diferencia de que Liza aún no había visto su habitación. No es que le apeteciera especialmente, compartir una habitación podía resultar un rollo, sobre todo si te toca un compañero o compañera pervertidos.

- Ambas somos nuevas, con la diferencia que yo aún no he ido a mi habitación... temo llegar y encontrarme con un pervertido o una persona irritante... acabaría tirándome por la ventana, sin duda.

Mis nervios comenzaron a disminuir a medida que conversaba con Liza, ya que notaba que era una buena persona, pero no podía seguir sintiendo algo de temor por lo que podría pasar si llegara a saber la verdad.

Cuando empezó a retroceder, dejando un espacio amplio entre nosotras dos, mi corazón se amedrantó al no saber que estaba pasando, hasta que Liza me dijo que me notaba asustada y me di cuenta de que la había insultado por mostrarme tan asustada por estar con ella, así que rápidamente negué con la cabeza mientras pensaba en corregir esa equivocación.

-¡N-No es eso! Es que... estar rodeada de gente que no conozco, en un sitio que jamás pisé y desconozco... me ponen nerviosa. -a pesar de no ser la auténtica razón de mi miedo por el resto de personas, no podía decir que era mentira, ya que en efecto mis nervios tenían que ver más por las personas que me rodeaban y Jikan que Liza.

-Siento mucho el malentendido... -me disculpé con Liza, decepcionada conmigo misma por ofender a una de las pocas personas que se molestaron en hablarme y tratarme bien, aunque sea de forma temporal.

Pronto, ambas recuperamos la conversación que teníamos en un principio, llegando a los temores que tenía Liza sobre lo que se iba a encontrar en su cuarto, y no pude evitar imaginarme encontrarme un pervertido en mi cuarto, pero luego se me ocurrió que en mi mente, en esa situación, le decía lo que era en realidad y el pervertido salía huyendo, algo que me alegró un poco y me hizo reír, mentalmente.

-Eso sería muy malo, pero no creo que haya de eso en Jikan, o al menos eso creo. -le contesté, para intentar que dejara de preocuparse por eso.

-Ahora que me doy cuenta: ¿a qué casa perteneces, Liza? Quiero decir que, desde que he llegado, tan solo he conocido el nombre de Haradrim, que es la mía, pero que yo sepa en Haradrim no dan aves como mascotas. -le pregunté, al tener una gran curiosidad por saber el nombre de la casa a la que pertenecía y, entonces, a mi mente vino una palabra que me hizo mirar hacia la estrella de mi pajarita, en la cual podía sentir el ojo del nigromante.

-¿Quizá... debería usarlo? -pensé, sin darme cuenta, al sentir una gran curiosidad por lo que pensaba Liza en estos momentos pero, al darme cuenta de que estaba traicionando la pequeña relación que acabábamos de crear, rechacé por completo la idea y volví a prestar atención a Liza.