El Pecado y la Pureza se encuentran

por **Jubileus** Miér Ago 21, 2013 12:48 pm

En los primeros días luego de haber llegado a aquel lugar tan extraño donde se reunía toda clase de gente y seres, Jubileus se había centrado en el "reconocimiento" del lugar, por así decirlo. Observaba los alrededores tratando de comprobar si había un cierto cuidado notable hacia lo que era el propio lugar en si y no sólo a las gentes que allí convivían. Una de las primeras cosas en las que se pudo fijar tras su llegada era que no había nadie que se ocupase de las plantas y árboles que tenían, si bien éstas se cuidaban por si solas en la naturaleza, en un lugar "urbano" como la isla en la que se encontraba la academia requerían algo más de atención pues no eran realmente libres. Entre otros motivos, por ello tomó el oficio de Jardinera y en ese momento estaba precisamente haciendo su trabajo como tal, asegurando que las plantas, flores y árboles ahí presentes tuviesen cuanto pudiesen necesitar. Le prestaba más atención a ese trabajo que al otro como profesora, se suponía que era docente en ese centro pero sólo le interesaba enseñar a quien realmente lo pudiera apreciar y era obvio que la mayoría -si no todos- los que iban era por obligación de tener que presentarse. Luego de haber estado trabajando en los alrededores del campus, decidió subir a la azotea del centro para observar mejor todo y ver que tal se veía desde arriba, aunque cuando subió se sorprendió de ver que habían algunas plantas también allí arriba, no tenía ni idea de que hubiesen plantas en lo más alto del centro pero también era, en parte, lógico que no lo supiese. Apenas habían un par de matojos en un par de macetas grandes, más parecía un cubo de tierra grande en el que había crecido con dificultad una planta que luchaba por sobrevivir, resultaba algo triste ver algo así.

Pasaba suavemente la mano por encima de una de las macetas semimuertas, rozando apenas la tierra y de ésta comenzaban a salir pequeños brotes de plantas y flores, asomando apenas un centímetro de la tierra dándola algo más de vida al tiesto. También tomaba con cuidado la planta que había anteriormente pero sin moverla del sitio, tocándola con cuidado y haciendo que ésta recuperase el color y la vida, sus hojas se recomponían poco a poco. Por último echaba algo de agua a la maceta y se alejaba un poco para ver cómo había quedado, ni punto en comparación a la tumba que era antes ahora parecía mucho mejor, quedaban algunas más cerca pero no demasiadas. ¿Por qué poner macetas con plantas para adornar si no las cuidan ni mantienen? De no ser por su aparición aquella planta habría muerto inevitablemente en poco tiempo, pero no fue así, por suerte no fue así. Imaginaba que nadie subía ahí, o si lo hacían, nadie se tomaba la molestia de mirar las pobres plantas al borde de la muerte que estaban allí, en cualquier caso, seguiría haciendo lo mismo con el resto sin esperar para nada ningún tipo de compañía pero claro... ¿Cómo saber que nadie pensaría en subir en ese preciso instante? Era algo imposible, en cualquier momento podría aparecer alguien o bien.... nadie en absoluto.

por **Erza Scarlet** Miér Ago 21, 2013 6:30 pm

Era un día muy iluminado por el sol, el calor se hacía notar de forma bastante desagradable. Los sitios estaban inundados de gente. Las clases ya habían terminado, y todo el mundo había aprovechado para despejarse. La pelirroja no había ido a las clases diarias. Debía ir a trabajar, y para cuando había terminado su jornada laboral, las clases finalizaron. Caminó de vuelta bostezando y aflojando la corbata negra que solía llevar como uniforme. Pensó que sería bueno ir a la azotea un rato.

Lentamente, subió las escaleras de forma lenta. Sus tacones resonaban por los pasillos, loas zapatos negros de la pelirroja, chocaban contra el suelo del lugar. Los pasillos no parecían acabar, cada uno, terminaba en una bifurcación que te llevaba a otro lugar distinto. Pasó bastante rato hasta que llegó. Dio un largo suspiro de alivio y abrió la puerta lentamente.

Había una joven rubia junto a unas plantas. Erza se limitó a observarla detenidamente. Había oído hablar de que otra profesora había llegado... ¿Sería ella? Comenzó a barajar esa posibilidad, pero finalmente, decidió ignorar el tema ese. La daba bastante igual quién sería esa mujer. Tomó asiento en un rincón con sombra, la cual era dada por un gran árbol que había al lado.

Agarró suavemente su lazo tras meter su mano en la mochila, y se lo recogió en una coleta alta. Estaba acalorada y cansada. Y seguramente, ese sitio era idóneo para descansar antes de ir a ponerse a estudiar. Sacó una lata de una bebida, y tras destaparla de la anilla, comenzó a beber sedienta.

por **Jubileus** Jue Ago 29, 2013 10:46 am

Luego de haber terminado con la primera maceta pasó a la segunda, apenas habían dos y parecían pesar bastante, no sabía cómo habrían hecho para ponerlas allí arriba pero eso era lo de menos, las cuidaría igualmente y quizá incluso colocase una tercera maceta para que formase un triángulo en toda la azotea con las otras dos, eso haría que el lugar pareciese tener más vida. Mientras se estaba ocupando de la segunda de la misma forma que lo hizo previamente con la primera, alguien entró al lugar en el que se encontraba, por el ruido y la presencia debía de tratarse de una chica pero la rubia continuó de espaldas haciendo su trabajo, haciendo que las plantas brotaran de la nada lentamente en aquella tierra olvidada. También repitió el proceso de "curar" la planta solitaria y moribunda que había en la maceta y luego regó la tierra para que pudiesen tener agua, si al final colocaba la tercera maceta primero tendría que conseguir una y subirla, pero claro, la pregunta era ¿De dónde la sacaría y cómo la subiría? No iba a resolverlo estando ahí quieta mirando a ninguna parte, tendría que ir a hablar con alguien que supiese al respecto o que estuviera al cargo, como el director o algún secretario, lo que fuese. Pero antes de marcharse de ahí, lo mínimo era saludar a aquella que había subido hasta allí arriba, aunque fuese por simple cortesía o por conversar un poco con alguien, pero de cualquier modo lo haría.

-Buenos días, ¿Todo bien?- Mantenía una cierta distancia de la chica, no quería asustarla, intimidarla o en general molestarla de cualquier modo invadiendo su espacio vital. -Hoy hace mucho calor ¿Verdad?- Típico, comenzar una conversación hablando sobre el tiempo, pero ¿De qué clase de cosas hablaría dios? No se iba a pasar todo el día hablando de divinidades y rollos bíblicos, sobretodo porque no eran realmente cosa suya.

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