[ ›› Kaede Shimisu ID ]

Aspecto Físico

Kaede luce como una adolescente de estatura promedio; ni muy baja ni muy alta, midiendo un metro con sesenta y siete centímetros aproximadamente. Es de tez pálida pero no demasiado, tiene un apenas notorio color en ella. Su cabello es corto y disparejo hasta los hombros mas o menos; de una tonalidad rosa aunque en ocasiones parece mas rojizo o mas oscuro. Lo tiene desmechado y el flequillo de igual forma. Normalmente está lacio, pero es muy extraño que se ocupe en cepillarlo o cuidarlo ya que poco y nada pareciera importarle. Sus ojos son grandes y -a diferencia del resto de su rostro- expresivos, del mismo color de su cabello, e incluso cambian de tono cuando éste lo hace. Normalmente lleva una expresión seria y relajada, pero eso no significa que no sonría, y a ésto lo hace mucho mas cuando lleva una guitarra en sus manos. Es de complexión delgada, es atlética, aunque no tenga grandes atributos. Como todo ángel caído, tiene dos imponentes alas negras que puede sacar cuando guste e incluso volar con ellas, aunque no las presume mucho que digamos pues aún le avergüenza que tengan ese color.
Normalmente viste con su uniforme con el característico tono azul de Nymphart siendo el tono de su falda, y el cuello y puños de su camisa, aunque estos últimos siempre los lleva arremangados así que no se ven. También lleva una cinta rosa, y botas marrón oscuras casi negras. Lleva el sello de su casa en el tobillo izquierdo, algo que le desagrada, razón por la cual casi siempre lleva botas que lo cubran.

Aspecto Psicológico

Kaede siempre ha sido alguien bastante independiente, alguien que busca seguir su propio camino y, de ser posible, sin ayuda de nadie, aunque sí ayudando a otros, como deber de todo ángel. Siempre la criaron como a una joven respetuosa, seria, inteligente, digna de habitar en el cielo y servir a éste. Pero... Obviamente, no es que lo hiciera porque le encantase ni nada por el estilo, sino por obligación, y admite que también miedo a las consecuencias que enfrentara en caso de no hacerlo. En el cielo no hay lugar para los errores. Puede que se perdonen los fracasos pues, ¿quien no falla alguna vez? pero, traiciones, engaños, desobediencia; aunque sea en un simple mal entendido, esas cosas son imperdonables.
Desde que sus hermosas y elegantes alas blancas se tornaron oscuras como la noche, es mas solitaria de lo normal, además de precavida. Descarta emociones como el miedo o la tristeza, ya que no tienen utilidad alguna y, en caso de sentirlas, las ocultará lo mas profundo que pueda. Un tanto fría y calculadora a primera vista, pero si no encuentra muchas cosas negativas en ti o nada que represente un peligro o molestia para ella, no tendrá problema alguno en demostrarte una sonrisa y aceptarte.
Muy tranquila, pacífica, de esas chicas a las que extraña vez podrías ver furiosa o violenta. Si siente enojo o ira, puede perfectamente canalizarla a través de su guitarra y ya. Si ataca a alguien es sólo por defensa propia o de quien no pueda hacerlo, pero jamas lo haría porque sí.
No es asocial ni nada parecido, pero sí amante del silencio y de la música, por lo que prefiere pasar un tiempo con su guitarra, a hacerlo con numerosas personas. Tiene un mayor apego sin embargo a su vieja guitarra acústica, ese valor sentimental que no superaría ni a todo el oro del planeta, es una amiga o hasta una hija para ella, e incluso es a quien consulta sobre todo, aunque obviamente sabiendo que es un objeto inanimado y que no le dará respuesta alguna.
No le gusta que sean estrictos con ella; es ordenada, puntual, obediente y todo lo que quieras, pero es así por decisión suya y no porque algún sujeto se lo ordene. Puede hablar tanto cordialmente como vulgarmente, tal vez dependa de su estado de ánimo o a quién se dirija, pero no le molesta en lo absoluto que los demás tengan o no actitudes como las de ella. Cada persona es diferente, ¿no?
Es curiosa y testaruda. Alguna vez ha pensado que le gustaría ser periodista en un no muy lejano futuro, pero son sólo metas pendientes. Si algo llama su atención querrá investigarlo hasta saberlo todo.
¿Celosa? Sí, demasiado a veces. ¿Envidiosa? Depende. ¿Rencorosa? No, eso no, no le ve utilidad alguna tampoco. No detesta a los ángeles ni a 'los de arriba' por teñir sus alas por algo tan simple. Le parece muy injusto, sí, pero ya conocía las reglas y no puede negar que las ha roto. Todas las razas son iguales desde su punto de vista; tanto humanos como espectros, tanto vampiros como hombres lobo, tanto ángeles como demonios. Sólo que tienen puntos de vista y objetivos diferentes o hasta contrarios pero, si sólo pudiera hacer algo, no dudaría en hacerlo, pero bien sabe que todo intento sería en vano. Hay razas que simplemente se odian.

Historia

Mas pequeña que un gato. Mas o menos así era cuando nació. Una hermosa y sana bebé, oh y, no cualquier bebé, ella era -literalmente- un ángel. Sí, tal y como estás leyendo. Una de esas bellas e inocentes criaturas, portadoras de la bondad y de un par de inigualables alas blancas, como las de una paloma pero gigantes. Sus escasos y finos cabellos rosados, sus ojos un poco rojizos-rosados, con cierto toque de marrón y un vivo y diminuto destello en ellos.
¿Que se puede decir? El cielo es un lugar 'perfecto' para vivir. Una utopía, por así decirlo. La pequeña fue criada con todas las enseñanzas y costumbres de allí, como así era ser obediente, respetuosa ante todo, estar siempre dispuesta a ayudar, y seguir las inquebrantables reglas de allí. Sus padres estaban orgullosos de ella, no podían decir lo contrario. Era una niña ejemplar, aunque tal vez demasiado curiosa a veces.
Desde muy temprana edad aprendió sobre los humanos, e incluso se le asignaron 'misiones' en las que ellos se veían involucrados. Parecía ser lo suficientemente inteligente y capacitada para éstas etapas, pero la inocente niña, cometió un 'error' que hizo que lo perdiera todo.
Contaba con no mas de once años de edad cuando, en su cuarto o quinto encargo en el mundo humano, se topó con una niña que, para su sorpresa, tenía un gran parecido con ella, aunque fuera sólo físico, ya que Kaede era madura y educada, y la chica quien respondía al nombre de Yui era enérgica e infantil. Intentando seguir sus obligaciones, se apartó de ella para cumplir con lo ordenado, pero no le salió como esperaba. Tenía cabello largo, dos coletas por delante, flequillo, y era incluso mas rosado que el suyo, y los ojos de ambas parecían ser casi idénticos. Era extraño, pero en cierto modo le agradaba. Su detestable curiosidad hizo que volviera a verla, una y otra vez, y así fue por varios días. A pesar de saber que se trataba de un demonio, no quería simplemente olvidarse de esa alocada niña, no quería ni podía hacerlo, se llevaban cada vez mas bien. No se parecía a lo que los demás ángeles describían como un demonio, ¿sería un híbrido tal vez? O también, se generó en su cabeza la idea de que sus superiores exageraban o mentían, pero simplemente el cuestionarlos era algo muy malo, al parecer.
En el mundo humano, extrañamente aparecieron sus padres en busca de ella. Ambos lucían fatal, en sus rostros podían apreciarse expresiones que la niña nunca les había visto poner; era decepción, enojo, deshonra, una mezcla de palabras que jamas habrían creído que utilizarían en su propia hija. Se fue con ellos con una inocente sonrisa, desentendida de lo que estaba pasando.
La próxima vez que regresó con Yui, aquella vitalidad y alegría que ella había logrado pegarle, parecía haberse esfumado en unas cuantas horas nada mas. Sus ojos parecían incapaces de elevarse del suelo, y su boca de pronunciar palabras. No sabía qué decir, así como había pasado 'arriba'. No tenía defensa alguna, no podía negar lo que le decían, pero ciertamente le había parecido estúpida la causa y exagerada la consecuencia. Cuando al fin pudo verla a los ojos, sólo se limitó a extender sus alas, las cuales ahora estaban completamente negras. Ni sus padres habían tenido piedad por ella por tal vergüenza.
¿Y ahora qué? ¿Que sería de ella? Era un ángel caído, estaba sola, rechazada por todo lo que había conocido. Ese pensamiento en una mente tan joven era tan horrible como para ya no querer estar viva. Sin embargo, la menor le ofreció ser un miembro de su familia, adoptando el apellido de ésta incluso. No podía negar que sus nuevos 'padres' le despertaban cierto temor, pero al fin y al cabo habían sido mas amables que los suyos, así que no podía decir que no.
Debido al parecido entre las dos, no era difícil que les creyeran que eran hermanas verdaderas, y la mayor nunca andaba enseñando las alas, por lo que todos creían que era un demonio también. Vivió allí y con ellos, hasta ser enviada a Jikan, donde -para su mala gana- ella fue enviada a Nymphart, mientras que su hermana a Dracheart, pero ese detalle ya no le molesta en lo absoluto, además de que le han asignado una hermosa mascota, un zorro, para ayudarle en lo que sea.

Poderes y debilidades

Extras

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