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Un huevo exótico. [Misión {Solitario}]
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Un huevo exótico. [Misión {Solitario}]
Ese tal Kael… Perdón, el señor Kael, quería unos extraños huevos y, según sabía, podían estar en cualquier sitio. No sabía dónde estaban pero si los buscaba seguro que los encontraría. ¡Seguro! Desconocía también de qué eran. Cualquier especie podía encontrarse dentro de esos huevos y aquel hombre parecía necesitarlos como decoración más que como rareza, pero ya había aceptado la misión así que no tenía otra opción mejor que llevarla a cabo y, sobre todo, no rechistar por lo que pudiera ocurrir al hacerlo. Suspiré.
Llevaba puesta mi vestimenta habitual con la especialidad de que en la capucha había un par de orejas de conejo, obviamente de tela. Huevos, conejos... ¿La Pascua? No, no era por esa chorrada. Simplemente me apetecía llevar esa en lugar de alguna de mis muchas otras, las cuales se parecían mucho entre ellas aunque no todas.
Con mi seria y fría expresión habitual en su máximo resplandor le eché una ojeada al lago. La verdad es que, no sé los de los demás, pero mi ojo izquierdo sólo veía agua, árboles, arbustos, madrigueras y poca cosa más. El derecho no veía ni eso, pues estaba ciego, y tenía las mismas pistas que el otro, lo cual no me resultaba demasiado alentador. Suspiré nuevamente.
"Tres huevos.", me repetía mentalmente una y otra vez. "Tres huevos. Tres. Ni uno ni dos: tres.". Tres. Esa era la cantidad que debía llevarle a Ka... el señor Kael. Suspiré por tercera vez. Tres suspiros, tres huevos. ¡Lo conseguiría! Me animaba mentalmente a mí mismo, incesablemente.
Takara estaba dentro de mi bolsillo, esperando a... ¿a qué? Preferí no imaginarme lo que pretendía hacerle a los huevos.
Al fin me acerqué más al lugar indicado y, rápidamente, descubrí un agujero en un árbol cualquiera algo tapado por plantas enredaderas. Qué truco más tonto... Me dirigí a él, convencido de que había uno de esos dichosos pero extraños huevos, y me saqué a Lilith del bolsillo para cortar un poco las verdes molestias, logrando encontrar... Nada. Me llevé una decepción al ver ese pequeño hueco vacío y sabía que me había emocionado antes de tiempo. Desdichado yo... Preferí revisarlo una vez más, visualizando una pequeña araña completamente inofensiva. No me desagradaba pero tampoco es que me fuese especialmente útil. Siquiera si pudiera comunicarme con ella, ya que dudaba que se dedicara a buscar, también, curiosos huevos por los alrededores.
Había "fallado" una vez, pero eso no se repetiría. No me refiero a que encontraría uno de los tres objetivos al siguiente intento, no seguramente, pero no volvería a frustrarme de ese modo, como antes al haber descubierto un agujero vacío en un árbol aleatorio, sabiendo ya que no sería tarea fácil. Si fuera tan simple, el tío ese llamado... [u]el señor[/i] Kael hubiera ido a buscarlos, él mismo, sin complicarse enviando a otro, encima, teniendo que dar una recompensa a cambio. Pues vaya... Aunque la verdad es que, pensándolo bien, era algo realmente previsible. No podía quejarme de algo así.
Llevaba puesta mi vestimenta habitual con la especialidad de que en la capucha había un par de orejas de conejo, obviamente de tela. Huevos, conejos... ¿La Pascua? No, no era por esa chorrada. Simplemente me apetecía llevar esa en lugar de alguna de mis muchas otras, las cuales se parecían mucho entre ellas aunque no todas.
Con mi seria y fría expresión habitual en su máximo resplandor le eché una ojeada al lago. La verdad es que, no sé los de los demás, pero mi ojo izquierdo sólo veía agua, árboles, arbustos, madrigueras y poca cosa más. El derecho no veía ni eso, pues estaba ciego, y tenía las mismas pistas que el otro, lo cual no me resultaba demasiado alentador. Suspiré nuevamente.
"Tres huevos.", me repetía mentalmente una y otra vez. "Tres huevos. Tres. Ni uno ni dos: tres.". Tres. Esa era la cantidad que debía llevarle a Ka... el señor Kael. Suspiré por tercera vez. Tres suspiros, tres huevos. ¡Lo conseguiría! Me animaba mentalmente a mí mismo, incesablemente.
Takara estaba dentro de mi bolsillo, esperando a... ¿a qué? Preferí no imaginarme lo que pretendía hacerle a los huevos.
Al fin me acerqué más al lugar indicado y, rápidamente, descubrí un agujero en un árbol cualquiera algo tapado por plantas enredaderas. Qué truco más tonto... Me dirigí a él, convencido de que había uno de esos dichosos pero extraños huevos, y me saqué a Lilith del bolsillo para cortar un poco las verdes molestias, logrando encontrar... Nada. Me llevé una decepción al ver ese pequeño hueco vacío y sabía que me había emocionado antes de tiempo. Desdichado yo... Preferí revisarlo una vez más, visualizando una pequeña araña completamente inofensiva. No me desagradaba pero tampoco es que me fuese especialmente útil. Siquiera si pudiera comunicarme con ella, ya que dudaba que se dedicara a buscar, también, curiosos huevos por los alrededores.
Había "fallado" una vez, pero eso no se repetiría. No me refiero a que encontraría uno de los tres objetivos al siguiente intento, no seguramente, pero no volvería a frustrarme de ese modo, como antes al haber descubierto un agujero vacío en un árbol aleatorio, sabiendo ya que no sería tarea fácil. Si fuera tan simple, el tío ese llamado... [u]el señor[/i] Kael hubiera ido a buscarlos, él mismo, sin complicarse enviando a otro, encima, teniendo que dar una recompensa a cambio. Pues vaya... Aunque la verdad es que, pensándolo bien, era algo realmente previsible. No podía quejarme de algo así.
Kido Hayashi- Magos
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Re: Un huevo exótico. [Misión {Solitario}]
Debía seguir insistiendo, pero, ¿dónde podría buscar entonces? Había muchos lugares y yo me sentía indeciso en ese momento. Guardé a Lilith de nuevo, despertando sin querer al pobre Takara al rozarlo con la mano izquierda. Éste asomó la cabeza y bostezó de un modo muy tierno. Le acaricié la cabeza. Era tan adorable... ¡Pero esa no era la cuestión! El zorro movió un poco la cola, buscando más mimos y juegos, pero no veía ese un momento adecuado para entretenerme con él. Insistió e insistió y se me ocurrió una idea algo peligrosa pero muy útil, por lo que saqué al animalejo de ahí y lo dejé en el suelo, poco a poco para no asustarlo ya que parecía estar adormecido. Yo trabajando y él descansando dentro de mi gran bolsillo. Ese ser... era demasiado vago, a veces, y luego excesivamente juguetón. No tenía remedio. Jamás dejaría esa actitud de lado, al parecer.
- ¡Vamos, Takara, busca huevos raros! - Le pedí. El cánido bajó una oreja para rascársela con la pata trasera correspondiente, concretamente la derecha. - Has oído antes lo que debemos conseguir, ¿no? Deben ser tres. - Le expliqué para dejárselo claro, por si acaso.
El animalillo dio una vuelta sobre sí mismo y tropezó con su cola. Era gracioso, sí, lo admito, pero debería tener más cuidado porque tanta torpeza no podía ser buena. Le hice una seña con la mano izquierda, pues era zurda, y el pequeño comenzó a olfatear el suelo para terminar mordisqueándose la cola. Era tan tontito y a la vez tan hermoso... Carraspeé con suavidad y al fin se puso en marcha, igual que lo hice yo. Le eché una última ojeada mientras éste investigaba una pequeña madriguera aprovechando su pequeño y escurridizo cuerpo. Si encontraba algo seguramente me lo haría saber rápido, como fuera, pero siempre existía el peligro de que lo rompiera de un modo travieso pero inconsciente de la gravedad de su estúpido acto. Esperaba, casi hasta lo deseaba, que eso no ocurriera. Ni eso ni algo similar o peor si es que eso existía. ¿Qué era peor que perder ejemplares de ese nivel y, encima, perder con ello la recompensa por llevar tres, si no encontraba más que dos por mi parte y uno destrozado por la culpa de Takara y mi dejadez? Confiaba en él, mas la duda era obvia. Estaba un tanto, más bien bastante, nervioso por lo que pudiera suceder finalmente.
Seguí, pues, por mi lado. Miré hacia los lados, preguntándome dónde podría haber alguno, cuando me pareció ver algo brillante entre unos arbustos. Parpadeé, perplejo. ¿Acaso esos huevos tenían algún brillo particular y eso era lo que los hacía tan apreciados y únicos? Me acerqué con cautela, me abrí paso entre las plantas evitando romperlas innecesariamente y de repente sentí como mi pierna derecha era atrapada por algo y poco después por algo más que parecía querer llevarme, hundiéndome poco a poco. Una rama pareció atacar mi brazo izquierdo y no podía ver más allá de aquello por la gran cantidad de hojas. El brazo me escocía y la pierna me dolía ya que tenía algo clavado alrededor de ella y otra cosa haciéndome bajar. Lo segundo paró de parecer tratar de apoderarse de mí, pero, ¿qué era lo que evitaba de una forma tan inusual que siguiera avanzando?
- ¡Vamos, Takara, busca huevos raros! - Le pedí. El cánido bajó una oreja para rascársela con la pata trasera correspondiente, concretamente la derecha. - Has oído antes lo que debemos conseguir, ¿no? Deben ser tres. - Le expliqué para dejárselo claro, por si acaso.
El animalillo dio una vuelta sobre sí mismo y tropezó con su cola. Era gracioso, sí, lo admito, pero debería tener más cuidado porque tanta torpeza no podía ser buena. Le hice una seña con la mano izquierda, pues era zurda, y el pequeño comenzó a olfatear el suelo para terminar mordisqueándose la cola. Era tan tontito y a la vez tan hermoso... Carraspeé con suavidad y al fin se puso en marcha, igual que lo hice yo. Le eché una última ojeada mientras éste investigaba una pequeña madriguera aprovechando su pequeño y escurridizo cuerpo. Si encontraba algo seguramente me lo haría saber rápido, como fuera, pero siempre existía el peligro de que lo rompiera de un modo travieso pero inconsciente de la gravedad de su estúpido acto. Esperaba, casi hasta lo deseaba, que eso no ocurriera. Ni eso ni algo similar o peor si es que eso existía. ¿Qué era peor que perder ejemplares de ese nivel y, encima, perder con ello la recompensa por llevar tres, si no encontraba más que dos por mi parte y uno destrozado por la culpa de Takara y mi dejadez? Confiaba en él, mas la duda era obvia. Estaba un tanto, más bien bastante, nervioso por lo que pudiera suceder finalmente.
Seguí, pues, por mi lado. Miré hacia los lados, preguntándome dónde podría haber alguno, cuando me pareció ver algo brillante entre unos arbustos. Parpadeé, perplejo. ¿Acaso esos huevos tenían algún brillo particular y eso era lo que los hacía tan apreciados y únicos? Me acerqué con cautela, me abrí paso entre las plantas evitando romperlas innecesariamente y de repente sentí como mi pierna derecha era atrapada por algo y poco después por algo más que parecía querer llevarme, hundiéndome poco a poco. Una rama pareció atacar mi brazo izquierdo y no podía ver más allá de aquello por la gran cantidad de hojas. El brazo me escocía y la pierna me dolía ya que tenía algo clavado alrededor de ella y otra cosa haciéndome bajar. Lo segundo paró de parecer tratar de apoderarse de mí, pero, ¿qué era lo que evitaba de una forma tan inusual que siguiera avanzando?
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Re: Un huevo exótico. [Misión {Solitario}]
Aparté con seguridad el brazo de la rama que me lo había golpeado y quité como pude algunas plantitas y demás, con las dos manos, para poder saber qué ocurría ahí, descubriéndolo finalmente: una zarza me había aprisionado, moviendo al tirar de ella una rama a mi izquierda, la cual me dio un azote en el brazo, y había barro que me hundía pero hasta cierto límite; estaba cerca del agua del lago. En parte, eso había sido un error producido por un absurdo despiste mío. Si lo hubiera tenido en cuenta, tal vez hubiera ido con más cuidado y nada de eso hubiera pasado, para mi suerte, pero no fue así y convirtió ese momento en, muy probablemente, el peor de mi día. Me maldije a mí mismo mentalmente y no tardé demasiado en darme cuenta de la inutilidad de aquel acto pensado. Todo seguía doliéndome. Todo. Y mucho. Tosí. ¿Estaba resfriado? Estornudé. Aun así, seguía dudándolo. Dudaba completamente de mi propio estado.
Volví a ver aquel brillo pero era peor de lo que creía. Mucho peor. No, no era un huevo. No lo era. No. ¡Era un simple fragmento de cristal! ¡¿Por qué, maldita sea?! ¡Mala suerte por todos lados! Bufé molesto, encerrado a mi manera y aún con las manos vacías. De nuevo me ayudé de Lilith para deshacerme de todas las molestias. No me gustaba demasiado, pero no tenía otra opción. Gracias a ello pude seguir, recoger el cristal porque era peligroso dejarlo ahí y, en consecuencia, encontrar algo más: ¡un huevo lila y azul! ¡Impresionantemente perfecto! No pude evitar sonreír en soledad e incluso se me escapó una suave risa por la alegría de haber hallado por fin uno de los... Aún quedaban dos, y lo sabía. Sólo había logrado una tercera parte de todo aquello y ya estaba sucio y levemente herido. Tampoco es que me importara demasiado mi físico ni mi estado, si no es que era algo considerablemente grave, así que eso no era lo que más me molestaba. En fin... Debía seguir y terminar con eso de una vez. Me faltaba el sesenta y seis por ciento de la misión y sería recompensado y de nuevo libre, desocupado y listo para holgazanear durante varias horas.
Salí de ese arbusto con un aspecto completamente distinto al que tenía al entrar en él y seguí con la búsqueda, dirigiéndome a una enorme piedra que se encontraba justo al lado del agua cuando oí algo. Parecía el aullido de algún animal. ¿Tal vez...?
Efectivamente. Takara estaba haciendo ruiditos por tal de llamar mi atención. Seguramente había encontrado algo. ¡Bien! ¿Sería otro huevo? ¿Estaría ya en el esperado camino final de aquella laberíntica misión? Podía ver una luz al final del imaginario túnel que había creado en mi mente. Pronto... Pronto podría descansar y seguir viendo el para mí gracioso anime Lucky star. Me encantaba e iba por el capítulo veinte por lo que me quedaba poco para terminarlo y poder comenzar... Es decir... Quería terminar la misión para seguir con mis cosas, en general. Para nada concreto, de verdad. No tenía planes exactos aunque podía hacerlos en cualquier momento. Ya improvisaría algo en cuanto volviera a mi hogar...
Volví a ver aquel brillo pero era peor de lo que creía. Mucho peor. No, no era un huevo. No lo era. No. ¡Era un simple fragmento de cristal! ¡¿Por qué, maldita sea?! ¡Mala suerte por todos lados! Bufé molesto, encerrado a mi manera y aún con las manos vacías. De nuevo me ayudé de Lilith para deshacerme de todas las molestias. No me gustaba demasiado, pero no tenía otra opción. Gracias a ello pude seguir, recoger el cristal porque era peligroso dejarlo ahí y, en consecuencia, encontrar algo más: ¡un huevo lila y azul! ¡Impresionantemente perfecto! No pude evitar sonreír en soledad e incluso se me escapó una suave risa por la alegría de haber hallado por fin uno de los... Aún quedaban dos, y lo sabía. Sólo había logrado una tercera parte de todo aquello y ya estaba sucio y levemente herido. Tampoco es que me importara demasiado mi físico ni mi estado, si no es que era algo considerablemente grave, así que eso no era lo que más me molestaba. En fin... Debía seguir y terminar con eso de una vez. Me faltaba el sesenta y seis por ciento de la misión y sería recompensado y de nuevo libre, desocupado y listo para holgazanear durante varias horas.
Salí de ese arbusto con un aspecto completamente distinto al que tenía al entrar en él y seguí con la búsqueda, dirigiéndome a una enorme piedra que se encontraba justo al lado del agua cuando oí algo. Parecía el aullido de algún animal. ¿Tal vez...?
Efectivamente. Takara estaba haciendo ruiditos por tal de llamar mi atención. Seguramente había encontrado algo. ¡Bien! ¿Sería otro huevo? ¿Estaría ya en el esperado camino final de aquella laberíntica misión? Podía ver una luz al final del imaginario túnel que había creado en mi mente. Pronto... Pronto podría descansar y seguir viendo el para mí gracioso anime Lucky star. Me encantaba e iba por el capítulo veinte por lo que me quedaba poco para terminarlo y poder comenzar... Es decir... Quería terminar la misión para seguir con mis cosas, en general. Para nada concreto, de verdad. No tenía planes exactos aunque podía hacerlos en cualquier momento. Ya improvisaría algo en cuanto volviera a mi hogar...
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Re: Un huevo exótico. [Misión {Solitario}]
Busqué al animal con la mirada y solté una especie de maullido para que repitiera el sonido. Lo hizo y gracias a ello lo encontré, al lado de otra madriguera, empujando un huevo verde con el morrito. ¡Verde! Entre tantas plantas, jamás hubiera encontrado algo así, de ese tamaño y color. Si tuviera el olfato de un zorro sí, claro, pero no era el caso. Si estaba en otro lugar, sobre la marrón tierra, podría haberlo visto pero también haberlo confundido con cualquier planta pese a su forma o haberlo pisado sin querer, perdiéndolo inmediatamente. Tomé el segundo huevo y, feliz por el gran progreso, lo guardé junto al otro con cuidado de no dañarlos, pues eso destrozaría lo que contuvieran y, encima, todo mi trabajo y el de Takara, lo cual no convenía como se puede suponer.
Volví a la gran roca de antes, con el pequeño y anaranjado animalito detrás, para comprobarla teniendo cuidado con el barro del suelo. ¡No iba a caer en eso otra vez! ¿O sí? De repente pisé algo pegajoso. Barro, concretamente. Uh... Solté un pequeño quejido, resignado respecto a ese tema. Preferí dejarlo estar y decepcionarme una vez más al descubrir la ausencia de huevos también por ese lugar. Gruñí por lo bajo y el bebé zorro se me unió. Gruñí más y él se me unió. Lo hice más fuerte, con los mismos resultados, y comencé a creer que él se estaba enfadando de verdad aunque quién saber por qué razón si a él no le importaba tanto la misión. El responsable de aquello era yo, sólo yo, Kido Hayashi. Carraspeé suavemente para terminar con ese mal ambiente y continué con lo otro, yendo entonces a mirar un árbol. ¿Dónde podía encontrarse el tercer huevo? Vi a Takara intentando trepar en el árbol, sin éxito, y alcé la mirada. ¿Acaso...?
¡Eso era! Tuve que escalar un poco por el árbol pero llegué a la copa; no era muy alto. Desde allí podía verlo todo mucho mejor, mas eso no era mejor: ahí arriba había un huevo amarillo y rojo. Era, sencillamente, hermoso. Lo tomé y guardé con alegría para volver a bajar, reencontrándome con mi pequeña mascota, que se levantó para mantenerse erguido sobre sus patas traseras durante uno segundos, completamente consciente de la situación. ¿Que cómo sabía lo que pensaba de Takara? Se le notaba. Podía sentirlo. Nuestro lazo era enorme. Aunque, eso sí, no podía transmitirme cosas más rebuscadas. No podíamos comunicarnos mucho ya que yo podía hablarle a él pero no al revés. ¡Sería divertido oír su voz! Pero... claramente, no era posible. Era una gran lástima, la verdad. Nos llevábamos bien pero sólo yo podía decirlo. Él... podía lamerme e indicar su ánimo con la cola y soniditos extraños.
- ¡Vamos! ¡Lo hemos conseguido! - Exclamé la afirmación, extrañamente mostrando mi felicidad, y, dando saltitos, volví con Kael. Perdón de nuevo… El señor Kael. Si todos se referían así a él...
Finalmente le entregué los tres huevos, mostrándome de nuevo serio, frío y poco expresivo, con mucha cautela. Si les pasaba algo... ¡me vengaría del culpable, sin piedad hacia él o ella! Y si ése era yo... Creo que es mejor no prometerlo.
Volví a la gran roca de antes, con el pequeño y anaranjado animalito detrás, para comprobarla teniendo cuidado con el barro del suelo. ¡No iba a caer en eso otra vez! ¿O sí? De repente pisé algo pegajoso. Barro, concretamente. Uh... Solté un pequeño quejido, resignado respecto a ese tema. Preferí dejarlo estar y decepcionarme una vez más al descubrir la ausencia de huevos también por ese lugar. Gruñí por lo bajo y el bebé zorro se me unió. Gruñí más y él se me unió. Lo hice más fuerte, con los mismos resultados, y comencé a creer que él se estaba enfadando de verdad aunque quién saber por qué razón si a él no le importaba tanto la misión. El responsable de aquello era yo, sólo yo, Kido Hayashi. Carraspeé suavemente para terminar con ese mal ambiente y continué con lo otro, yendo entonces a mirar un árbol. ¿Dónde podía encontrarse el tercer huevo? Vi a Takara intentando trepar en el árbol, sin éxito, y alcé la mirada. ¿Acaso...?
¡Eso era! Tuve que escalar un poco por el árbol pero llegué a la copa; no era muy alto. Desde allí podía verlo todo mucho mejor, mas eso no era mejor: ahí arriba había un huevo amarillo y rojo. Era, sencillamente, hermoso. Lo tomé y guardé con alegría para volver a bajar, reencontrándome con mi pequeña mascota, que se levantó para mantenerse erguido sobre sus patas traseras durante uno segundos, completamente consciente de la situación. ¿Que cómo sabía lo que pensaba de Takara? Se le notaba. Podía sentirlo. Nuestro lazo era enorme. Aunque, eso sí, no podía transmitirme cosas más rebuscadas. No podíamos comunicarnos mucho ya que yo podía hablarle a él pero no al revés. ¡Sería divertido oír su voz! Pero... claramente, no era posible. Era una gran lástima, la verdad. Nos llevábamos bien pero sólo yo podía decirlo. Él... podía lamerme e indicar su ánimo con la cola y soniditos extraños.
- ¡Vamos! ¡Lo hemos conseguido! - Exclamé la afirmación, extrañamente mostrando mi felicidad, y, dando saltitos, volví con Kael. Perdón de nuevo… El señor Kael. Si todos se referían así a él...
Finalmente le entregué los tres huevos, mostrándome de nuevo serio, frío y poco expresivo, con mucha cautela. Si les pasaba algo... ¡me vengaría del culpable, sin piedad hacia él o ella! Y si ése era yo... Creo que es mejor no prometerlo.
Fin de la misión.
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