Un extraño día de lluvia {Priv. Crow}

Empapado y caldo hasta los huesos. Ni siquiera los consejos de Sishka, su inseparable amiga, habían conseguido que acabase completamente mojado por la lluvia. Sky caminaba malhumorado, cansado, lleno de polvo y sin sus zapatillas. Gruñó, por lo bajo. Bonita recepción... le habían robado todas sus pertenencias... y después de todo, no había logrado encontrar más de dos o tres. Aquel, sin duda alguna, sería otro día desastroso para Sky. De hecho había empezado mal en los primeros momentos en los que había llegado allí. Al parecer, un grupo de personas allí cumplían religiosamente la costumbre de darles la "bienvenida" a algunos estudiantes nuevos; y el papel de la víctima en aquel ritual, esta vez le había tocado a Sky. El joven había estado el día anterior y la mitad de este, buscando todas sus pertenencias que le habían sido robadas y escondidas con tanto esmero por toda la institución. Obviamente que la broma no fue de su agrado, pero la tímida y cobarde personalidad del castaño le impedía bajo cualquier aspecto, defenderse de los abusivos o incluso terminar de buscar sus preciados objetos.

Descalzo y en medias, entró a la biblioteca sigilosamente, curioso y más que intrigado sobre el único lugar que le había resultado interesante desde que había llegado. Se quitó la capucha de su chaqueta, mostrando su cabellera castaña que permanecía incluso levemente mojada por el agua de lluvia. Bajó la cremallera y a provechó el volumen de su abrigo para tomar a Sishka en brazos y esconderla bajo la prenda. Por muy especial que fuese, Sishka seguía siendo un zorro, y los animales no estaban ni mucho menos permitidos en las bibliotecas, daba igual de dónde fuesen. Una vez estuvieron a salvo entre estanterías, lejos de la visión de la encargada, Sky liberó a Sishka, que resopló en un intento de recuperar el aire.
- Casi me ahogas...– murmuró en su mente el animal, mirando a su dueño con reproche.

- Lo siento– susurró éste tratando de contener la risa. Sishka siguió quejándose, pero el muchacho ya no le hacía caso. Recorriendo las estanterías del lugar, buscó algún libro que le fuera eficaz en su aprendizaje. Aproximadamente le tomó una hora y media decidirse que libro escoger; y una vez lo tuvo en sus manos, se lo llevó a una mesa apartada en un rincón de la biblioteca, donde comenzó a leerlo con presteza.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal del joven, que se removió en su estremecimiento. Miró interrogante a Sishka con disimulo y, para su sorpresa, vio que el zorro tenía la mirada clavada fijamente tras él. ¡Maldición! ¿Acaso eran los abusones de nuevo? ¿Le habían encontrado de nuevo? ¡Pero si ya le habían escondido casi todo lo que tenía!. Dejando de lado sus sospechas paranoicas, cabía la posibilidad de que lo fuera, como que no. Esperaba entonces, a que su amiga abandonase ese afán por mirar detrás suyo, y que sólo hubiese sido un despiste del momento. Y, desde luego, fue lo que sucedió. Pero en la medida que él creía. Ni siquiera Sishka tuvo tiempo de avisarle, pues cuando quiso darse cuenta, una voz cálida sonó muy cerca de él. Sobresaltado, dio un respingo y se giró rápidamente, haciendo su patosidad acto de presencia al caérsele el libro de las manos. Trató de agarrarlo, pero se le escapó entre los dedos.

<< Mierda >>

- Aahm... – balbuceó con nerviosismo mientras se tiraba al suelo a recogerlo. Pasados unos segundos, levantó la vista y clavó sus orbes azulados por primera vez en el visitante, mirándolo con detenimiento. Era alto, de cabello negro, y poseedor de unos extraños y rasgados ojos de color lima, que por un momento, parecieron hipnotizantes. - No...– respondió casi sin darse cuenta. Cuando lo hizo, agitó la cabeza y miró confuso al recién llegado- Quiero decir... Lo estaba leyendo...- se mordió la lengua. Estaba metiendo la pata hasta el fondo. Ese tipo parecía ser alguien con experiencia allí, ¡debía ser amable!.
- Pero puedes tomarlo... creo... Es decir... ¡arg!– se pasó una mano por la cara tomando el libro, completamente rojo- Sólo tómalo... –murmuró desviando la mirada, cohibido. No obstante, cuando aprovechó a mirarlo nuevamente de arriba a abajo de soslayo, notó que el par de zapatillas que colgaba de su hombro, le sonaban familiar. Un momento... ¡Eran las suyas!. De pronto, una sensación de cólera se apoderó de Sky, haciéndole arder por dentro. ¿Acaso ese tipo estaba con los que le robaron sus demás pertenencias? ¡¿Y ahora venía a pedirle su libro como si nada?!. Si bien el jovencito tenía una paciencia muy grande, (Demasiada grande, de hecho), tenía un cierto límite. Y ese límite acababa de ser cruzado en ese preciso instante.
- ¿Así que quieres el libro huh?... – No sabía bien como iba a terminar aquello, pero estaba tan enojado y aterrorizado a la vez, que ni siquiera sabía demasiado bien lo que hacía. Lo último de lo que tenía verdaderamente ganas era de soportar los golpes que recibiría de aquél chico después de lo que haría. Pero debía hacerlo. Por su propio orgullo debía hacerlo. Tomó aire varias veces, respirando todo lo hondo posible y se acercó a él con valor, donde volvió a respirar hondo cinco veces más por si la primera no había sido suficiente. - ¡P-pues aquí lo tienes!– bramó al fin, y de un solo movimiento le lanzó el libro por la cabeza al chico. - ¡Disfrútalo al igual que las zapatillas que me robaron, tú y tus amigos! - gimoteó ya con los ojos vidriosos y los mofletes enrojecidos como un niño pequeño. Los labios y manos le temblaban; prácticamente era la primera vez que Sky agredía a alguien, y acto seguido se concentró en mirar al suelo para no caer desmayado del pánico escénico que lo inundaba, si bien era cierto que el lugar estaba casi vacío.