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♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
Página 1 de 1.
♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Exams, sweet exams.
A study away! No rest!
"Ese fue una vez, un cuento sin final. En su interior, residían cientos de personajes anodinos, cuya mención era escasa o única en algunos casos. Su función era básica. Aconsejaban, dialogaban o rozaban al protagonista, sin que los orbes se los ávidos lectores se posaran durante dos instantes en ellos. Sus esencias estaban poco definidas, las lágrimas que podrían rodar por sus mejillas eran vagas, esbozadas a mano alzada sin esmero. ¿Cuál era el destino de esos seres secundarios? ¿Cómo habían llegado hasta el escenario de su primera y última actuación? ¿Acaso alguien se frenaría realmente a analizar la psicología de una criatura que apenas era mencionada en una página? Quizás, los más curiosos alcanzarían la conclusión de que la existencia de los que no poseían el placer de acompañar al principal estaba destinada a ser una eterna despedida. Un instante para conocerlo, un momento para desearle lo mejor. Un adiós definitivo. ¿Mencionaría acaso el autor en el epílogo a todos aquellos que participaron en la historia? Jamás. No obstante, siempre será una opción del corazón del lector imaginar que sucedió con sus vidas. Al final, es su decisión si continuar soñando con ellos o abandonarlos en el estante junto al resto de volúmenes. Sin embargo, nunca se debe olvidar, que cada vez que un libro cae en la marginación, un fragmento de tu corazón es sellado en su interior."
Las líneas escritas de forma suave sobre el rugoso y arrugado folio rezaban aquellas palabras. Con torcida caligrafía, algún pensador del pasado, había trazado sus pensamientos de forma fugaz en el papiro, quizás, sin ser conocedor de que algún día serían leídas sus oraciones por jóvenes obligados por sus maestros. ¿Se habría esmerado más en la presentación de la teoría si lo supiera? ¿Habría vestido de gala la encuadernación del volumen? Aquellas cavilaciones podrían rondar la mente de cualquier muchacho con un deje de intriga por la historia. Por desgracia, aquel libro había caído sobre las regordetas manos, de una infante que apenas podía mantener su atención sobre sus deberes.—¡No entiendo nada!—Se lamentaba en voz alta, con un puchero en los labios y gruesos lagrimones de cocodrilo resbalando por sus mejillas perladas. Cerró las solapas del tomo con brusquedad, lanzándolo en un arrebato de desesperación contra el suelo. Tiró de sus coletas simétricas, buscando espabilarse.—¡No puede ser! ¡Y los exámenes están a la vuelta de la esquina!
Ocultó el rostro entre ambas manos, mientras sollozaba de forma incontrolada y sin descanso. Realmente, los humanos no tenían permitido asistir a la academia... Mas jamás se había prohibido, que alguna de las personas que ya existían se ofreciese a darles clases. La pequeña Mikan era una de las pocas menores de edad humanas que habitaban en la isla, y por lo tanto, la obligaban a tomar lecciones de historia, literatura, ciencia y matemáticas con un hombre de mediana edad que llevaba un par de años residiendo en el campus. Era horrible. La pelicastaña siempre había sido un desastre con los estudios, la borriquita de la clase... No alcanzaba ni el nivel correspondiente para su edad. Era una lástima, estaba deseando recibir la recompensa que le habían prometido si conseguía aprobar. Poco a poco, las lágrimas se secaron de sus orbes. No servía de nada darse por vencida.—¡Me esforzaré más!—De un salto se puso en pie y se dirigió hacia el libro olvidado, tomándolo con cierto desprecio entre sus brazos.—¡Pienso estudiar hasta que no pueda más! ¡Y voy a dejar a todos los que se burlan de mi boquiabiertos, ha!
Las líneas escritas de forma suave sobre el rugoso y arrugado folio rezaban aquellas palabras. Con torcida caligrafía, algún pensador del pasado, había trazado sus pensamientos de forma fugaz en el papiro, quizás, sin ser conocedor de que algún día serían leídas sus oraciones por jóvenes obligados por sus maestros. ¿Se habría esmerado más en la presentación de la teoría si lo supiera? ¿Habría vestido de gala la encuadernación del volumen? Aquellas cavilaciones podrían rondar la mente de cualquier muchacho con un deje de intriga por la historia. Por desgracia, aquel libro había caído sobre las regordetas manos, de una infante que apenas podía mantener su atención sobre sus deberes.—¡No entiendo nada!—Se lamentaba en voz alta, con un puchero en los labios y gruesos lagrimones de cocodrilo resbalando por sus mejillas perladas. Cerró las solapas del tomo con brusquedad, lanzándolo en un arrebato de desesperación contra el suelo. Tiró de sus coletas simétricas, buscando espabilarse.—¡No puede ser! ¡Y los exámenes están a la vuelta de la esquina!
Ocultó el rostro entre ambas manos, mientras sollozaba de forma incontrolada y sin descanso. Realmente, los humanos no tenían permitido asistir a la academia... Mas jamás se había prohibido, que alguna de las personas que ya existían se ofreciese a darles clases. La pequeña Mikan era una de las pocas menores de edad humanas que habitaban en la isla, y por lo tanto, la obligaban a tomar lecciones de historia, literatura, ciencia y matemáticas con un hombre de mediana edad que llevaba un par de años residiendo en el campus. Era horrible. La pelicastaña siempre había sido un desastre con los estudios, la borriquita de la clase... No alcanzaba ni el nivel correspondiente para su edad. Era una lástima, estaba deseando recibir la recompensa que le habían prometido si conseguía aprobar. Poco a poco, las lágrimas se secaron de sus orbes. No servía de nada darse por vencida.—¡Me esforzaré más!—De un salto se puso en pie y se dirigió hacia el libro olvidado, tomándolo con cierto desprecio entre sus brazos.—¡Pienso estudiar hasta que no pueda más! ¡Y voy a dejar a todos los que se burlan de mi boquiabiertos, ha!
Mikan Sakura- Humano
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Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Un día más de trabajo de Jake, un día más con un dolor de cabeza tan grande como una casa... Trabajar para el centro educativo era un verdadero horror, obligado a trabajar sin descanso cobrando apenas lo suficiente para alimentarse... por lo menos el alojamiento era gratis, que si no... Ese día le habían solicitado temprano por un estúpido cumpleaños de un inútil profesor. Había perdido la cuenta de todas las veces que cantó "feliz cumpleaños, bastardo cabrón" y si lo cantaba una vez más, vomitaría. La buena noticia es que tendría el resto de la tarde para sus propios asuntos y era muy poco probable que le llamaran para cantar por la noche.
Jake caminaba por las areas verdes de la academia bajo la atenta mirada de alumnos idiotas. Los seres "normales" allí se burlaban de él como si fuera un bicho raro, comprendiendo en cierta forma lo que sentían algunos del lugar del que provenía. Los alumnos mandaban a sus mascotas para reírse de Jake, muchos conocían al peligris por ser uno de los humanos más problematicos y conocían también el miedo a las mascotas. Serpientes de diferentes aspectos distintos se arrastraron en su dirección causando pavor en el pobre muchacho. El orgullo le ayudó a ahogar un grito de terror, en su lugar retrocedió unos pasos. Escuchaba las risas de aquellos sujetos, la casa Haradrim era de las peores, orgullosos y sus palabras estaban envenenadas como los colmillos de sus mascotas. Por un momento ignoró a los animales para ver a sus dueños. Uno de ellos tenía unos colmillos filosos y brillantes, otro unas largas orejas de gato y la única chica tenía aspecto humano... no estaba seguro de lo que era en realidad.
- ¿Os hace gracia? No me extraña viniendo de un chupasangre, un gato homosexual... y una... no se lo que eres pero tienes pinta de zorra mala - Malhablado hasta morir, Jake no temía enfrentarse a los malditos seres de la academia, al contrario, rezaba para que le expulsaran de allí o lo mataran para acabar con su sufrimiento.
Los tres miembros de Haradrim se pararon de reír,sustituyendo sus sonrisas por rostros llenos de furia contenida. Se levantaron del suelo y Jake supo en el momento que estaba muy jodido. Por mucho que lo odiara sus probabilidades de salir allí con vida eran muy pocas, escasas, acabaría en el hospital. El instinto animal le hizo darse la vuelta y correr como nunca, mirando hacia atrás de vez en cuando para medir la distancia con sus perseguidores. Los tres eran seres más rápidos y fuerte, pero Jake había huido de masas de fans buscando arrancarle un pelo.
Zigzagueo por los caminos marcados para los alumnos, buscando un hueco donde esconderse de todos ellos. "Derecha, izquierda, derecha, adelante ... ¡Un arbusto!" Un saltó largo y Jake cayó entre los arbustos justo a tiempo que no le vieran. Guardó silencio absoluto esperando que los individuos se alejaran y tuvo la suficiente suerte de que le perdieran la pista.
Una vez estuvo seguro de haber perdido a los tres seres pudo por fin salir de su escondrijo improvisado. Se sacudió la ropa manchada por la repentina caída al suelo; maldecía mentalmente al trío, la camiseta le había costado una millonada. Estuvo alrededor de cinco minutos caminando y sacudiendo la ropa, justo se topó con una niña pequeña. A ojo, Jake calculó que no superaría los doce años de edad y no parecía un bicho malo... pero desde unos cinco metros de distancia no todo estaba claro. Curioso y con la necesidad de ayudar a la pequeña en caso de que tuviera problemas, se acercó lentamente para no asustarla.
- Oye... disculpa pequeña... ¿De casualidad necesitas ayuda? ¿Has perdido a tus padres? - No creía que una niña tan pequeña estuviera sola en una academia, centrada en un libro... ¿Sería una alumna? Para averiguarlo tendría que esperar la respuesta de la pequeña.
Jake caminaba por las areas verdes de la academia bajo la atenta mirada de alumnos idiotas. Los seres "normales" allí se burlaban de él como si fuera un bicho raro, comprendiendo en cierta forma lo que sentían algunos del lugar del que provenía. Los alumnos mandaban a sus mascotas para reírse de Jake, muchos conocían al peligris por ser uno de los humanos más problematicos y conocían también el miedo a las mascotas. Serpientes de diferentes aspectos distintos se arrastraron en su dirección causando pavor en el pobre muchacho. El orgullo le ayudó a ahogar un grito de terror, en su lugar retrocedió unos pasos. Escuchaba las risas de aquellos sujetos, la casa Haradrim era de las peores, orgullosos y sus palabras estaban envenenadas como los colmillos de sus mascotas. Por un momento ignoró a los animales para ver a sus dueños. Uno de ellos tenía unos colmillos filosos y brillantes, otro unas largas orejas de gato y la única chica tenía aspecto humano... no estaba seguro de lo que era en realidad.
- ¿Os hace gracia? No me extraña viniendo de un chupasangre, un gato homosexual... y una... no se lo que eres pero tienes pinta de zorra mala - Malhablado hasta morir, Jake no temía enfrentarse a los malditos seres de la academia, al contrario, rezaba para que le expulsaran de allí o lo mataran para acabar con su sufrimiento.
Los tres miembros de Haradrim se pararon de reír,sustituyendo sus sonrisas por rostros llenos de furia contenida. Se levantaron del suelo y Jake supo en el momento que estaba muy jodido. Por mucho que lo odiara sus probabilidades de salir allí con vida eran muy pocas, escasas, acabaría en el hospital. El instinto animal le hizo darse la vuelta y correr como nunca, mirando hacia atrás de vez en cuando para medir la distancia con sus perseguidores. Los tres eran seres más rápidos y fuerte, pero Jake había huido de masas de fans buscando arrancarle un pelo.
Zigzagueo por los caminos marcados para los alumnos, buscando un hueco donde esconderse de todos ellos. "Derecha, izquierda, derecha, adelante ... ¡Un arbusto!" Un saltó largo y Jake cayó entre los arbustos justo a tiempo que no le vieran. Guardó silencio absoluto esperando que los individuos se alejaran y tuvo la suficiente suerte de que le perdieran la pista.
Una vez estuvo seguro de haber perdido a los tres seres pudo por fin salir de su escondrijo improvisado. Se sacudió la ropa manchada por la repentina caída al suelo; maldecía mentalmente al trío, la camiseta le había costado una millonada. Estuvo alrededor de cinco minutos caminando y sacudiendo la ropa, justo se topó con una niña pequeña. A ojo, Jake calculó que no superaría los doce años de edad y no parecía un bicho malo... pero desde unos cinco metros de distancia no todo estaba claro. Curioso y con la necesidad de ayudar a la pequeña en caso de que tuviera problemas, se acercó lentamente para no asustarla.
- Oye... disculpa pequeña... ¿De casualidad necesitas ayuda? ¿Has perdido a tus padres? - No creía que una niña tan pequeña estuviera sola en una academia, centrada en un libro... ¿Sería una alumna? Para averiguarlo tendría que esperar la respuesta de la pequeña.
Jake Gurlukovich- Pareja : Dudo tener ~
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Fecha de inscripción : 27/07/2013
Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Exams, sweet exams.
A study away! No rest!
Los signos recopilados en aquel tomo formaban el enredo que conseguía mantener la mente de la infante desconcertada. Se sentía incapaz de solucionar el problema de comprensión que inundaba sus pensamientos. Sus orbes recorrían ávidos las líneas escritas a pluma en el volumen, sin que su cerebro lograra memorizar las primeras palabras de las mismas. Su capacidad de aprehensión apenas conseguía identificar el significado del conjunto del texto. Un quedo suspiro se escapó de sus labios. ¿Qué probabilidades había de que aprobara el examen de literatura avanzando a ese ritmo? La balanza de su mente se inclinó sin duda alguna hacia la decepción. ¿A quién quería engañar? Se estaba alimentando de vagas ilusiones. No existía ni una posibilidad de que sus esperanzas alcanzaran el éxito. Era una verdadera decepción... Realmente le apetecía demostrarles a los demás que podía alcanzar la media como todos ellos. Un puchero estaba posado en sus facciones. Nadie podría llegar a entender la rabia que le causaba darse de bruces contra la realidad. Todavía era joven, poseía el derecho a alimentarse de sueños.
Semejante galimatías jamás sería procesado por la lentitud de la infante. Quizás debió dedicarse a divertirse y abandonar las lecciones. Un suspenso más tan solo hundiría su fracaso escolar en un oscuro pozo, mas al menos, habría aprovechado el tiempo. Poco a poco, a pesar de que su vista se seguía posando en la unidad correspondiente a los comentarios de texto, dejó de atender al contenido del mismo. Sus pensamientos se elevaron a la altura del cielo, rememorando tiempos mejores en los cuales podía dedicarse a correr sin preocupaciones por los campos de la aldea donde se crió. Al menos, escapando de su antigua academia había imaginado que podría dejar de estudiar... El destino amaba reírse de la jovencita. Como le apetecería un buen baño en la piscina... ¡O en la playa! ¡Y un helado! ¡Y divertirse con Bear recogiendo bellotas o aquellas hermosas flores silvestres!
Luego podría entregarle un racimo a aquella simpática muchacha que se había acercado a socorrerla en su anterior aventura. ¡Seguramente la recompensaría con algún obsequio mágico! Sus labios fueron dibujando una sonrisa pícara, sin ser consciente de que la anécdota de la lechera estaba naciendo de la nada en sus cavilaciones. ¿Es qué ya se había desprendido del aura negativa de ser una fracasada? ¡Sin duda solo Mikan era capaz de olvidarse de sus problemas con tanta facilidad! Cerró las solapas del tomo de forma brusca, meditando sobre cual sería la mejor opción para disfrutar de las áreas coloreadas de verde durante aquella jornada. ¡Nada podría detenerla!
O eso creía, puesto que fue entonces cuando la repentina voz de un adulto perforó el silencio y se coló en su mente. Sus enormes orbes pardos se abrieron de par en par, mientras se posaban en el dueño de los vocablos articulados. Un leve rubor tiñó sus mejillas mientras susurraba para si misma.—Pero si es un mayor... Y es muy pero que muy mayor...—Pestañeó sorprendida, recordando la cuestión anteriormente realizada. Apretó los puños mientras los agitaba en el aire con nerviosismo y se apuraba a contestar.—¡S-Soy Mikan Sakura! No tengo padres, así que no tienes que preocuparte por mi.—Rió de forma histérica, sintiendo como su tez se coloreaba profundamente. Giró sobre su propio eje un par de veces inquieta, mientras se palmeaba suavemente el rostro para espabilarse. Finalmente, se detuvo frente al desconocido, cruzando los brazos hacia atrás e inclinándose ligeramente hacia delante.—¡Solo estaba tratando de estudiar un poco!—Sonrió de oreja a oreja, tratando de inspirar simpatía. A fin de cuentas, sentía curiosidad hacia aquella persona...—¿Eres otro de los marginados como yo?
Semejante galimatías jamás sería procesado por la lentitud de la infante. Quizás debió dedicarse a divertirse y abandonar las lecciones. Un suspenso más tan solo hundiría su fracaso escolar en un oscuro pozo, mas al menos, habría aprovechado el tiempo. Poco a poco, a pesar de que su vista se seguía posando en la unidad correspondiente a los comentarios de texto, dejó de atender al contenido del mismo. Sus pensamientos se elevaron a la altura del cielo, rememorando tiempos mejores en los cuales podía dedicarse a correr sin preocupaciones por los campos de la aldea donde se crió. Al menos, escapando de su antigua academia había imaginado que podría dejar de estudiar... El destino amaba reírse de la jovencita. Como le apetecería un buen baño en la piscina... ¡O en la playa! ¡Y un helado! ¡Y divertirse con Bear recogiendo bellotas o aquellas hermosas flores silvestres!
Luego podría entregarle un racimo a aquella simpática muchacha que se había acercado a socorrerla en su anterior aventura. ¡Seguramente la recompensaría con algún obsequio mágico! Sus labios fueron dibujando una sonrisa pícara, sin ser consciente de que la anécdota de la lechera estaba naciendo de la nada en sus cavilaciones. ¿Es qué ya se había desprendido del aura negativa de ser una fracasada? ¡Sin duda solo Mikan era capaz de olvidarse de sus problemas con tanta facilidad! Cerró las solapas del tomo de forma brusca, meditando sobre cual sería la mejor opción para disfrutar de las áreas coloreadas de verde durante aquella jornada. ¡Nada podría detenerla!
O eso creía, puesto que fue entonces cuando la repentina voz de un adulto perforó el silencio y se coló en su mente. Sus enormes orbes pardos se abrieron de par en par, mientras se posaban en el dueño de los vocablos articulados. Un leve rubor tiñó sus mejillas mientras susurraba para si misma.—Pero si es un mayor... Y es muy pero que muy mayor...—Pestañeó sorprendida, recordando la cuestión anteriormente realizada. Apretó los puños mientras los agitaba en el aire con nerviosismo y se apuraba a contestar.—¡S-Soy Mikan Sakura! No tengo padres, así que no tienes que preocuparte por mi.—Rió de forma histérica, sintiendo como su tez se coloreaba profundamente. Giró sobre su propio eje un par de veces inquieta, mientras se palmeaba suavemente el rostro para espabilarse. Finalmente, se detuvo frente al desconocido, cruzando los brazos hacia atrás e inclinándose ligeramente hacia delante.—¡Solo estaba tratando de estudiar un poco!—Sonrió de oreja a oreja, tratando de inspirar simpatía. A fin de cuentas, sentía curiosidad hacia aquella persona...—¿Eres otro de los marginados como yo?
Mikan Sakura- Humano
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Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Aquella pequeña niña respondió una de las frases más dolientes que una persona normal normal podía escuchar. La infante se presentó como Mikan Sakura y Jake supo en el momento que esa niña había llegado desde Japón. No era la nacionalidad de la niña lo importante (el mismo tenía parte de sangre Rusa en las venas), era noticia de que no tenía padres. Lo más sorprendente de todo era la extraña "tranquilidad" con la que ella respondió ante la pregunta. Jake recordaba de pequeño el llorar todos los días por perder a su padre, sufrir por su desaparición, culpando a su pobre madre de todo... hasta que finalmente descubrió la verdad de la desaparición. El rostro de Jake adoptó una mueca de tristeza, normalmente todo su alrededor le importaba menos que una mierda pero una niña pequeña, indefensa y solitaria, ablandaba levemente el corazón de Jake. Sakura le recordaba vagamente a su hermana pequeña, quizás el encuentro con la niña significaba eso. El destino gastaba bromas pesadas, un día estas en lo más alto y de pronto cantas el cumpleaños feliz a unos don nadie con poderes... ¿La niña también era cosa del destino? Emanaba una inocencia que le recordaba constantemente a Mary ¿Un castigo? El había abandonado a la familia, las dos mujeres que habían dado todo por el sufrían a causa de sus errores... sin embargo, el néctar del diablo y el orgullo de Jake eran un muro casi impenetrable para alcanzar la verdad: Él y solo él, era responsable de los males. Por muy cruel o egoísta que resultara ser constantemente, una criatura como Sakura no merecía ser trata mal... no por el momento, nunca se le dieron bien los niños.
Hola Sakura, yo soy Jacob pero hazme un favor y dime Jake, el Jacob me hace sentir muy mayor. - Instintivamente le dedicó una sonrisa tranquilizadora a la pequeña y luego le acarició la cabeza con suavidad.-¿No tienes padres? Eso no es precisamente motivo para reír...
Jake desconocía la forma de tratar el tema de los padres sin entristecer a la niña, sinceramente, las únicas niñas más o menos de la edad de Sakura con las que había tratado, eran sus fans y con un autógrafo se conformaban. Sakura intentaba estudiar, sorprendiendo a Jake, por como le preguntó ella también era humana y a los humanos no se les permitía estudiar... esperaba que por ser una niña los tontos altos mandos de Jikan dejaran estudiar a una niña inocente.
- No me gusta denominarnos "marginados"... somos humanos, ellos no son tan diferentes de nosotros... lo único que ellos tienen poderes mágicos. - Jake sintió nauseas pensando en las barbaridades que le habrían dicho a Sakura por ser humana, burlarse de una pequeña... - - ¿Necesitas ayuda? Quizás te pueda ayudar... no soy un superdotado pero con deberes de tu nivel creo que podré ayudarte... - El peliblanco se sentó en la hierba frente a la pequeña Sakura, aún manteniendo una leve sonrisa.- ¿Por dónde comenzamos? Te digo, que las mates son lo peor, debería prohibirlas. - Bromeó para cortar la tensión del momento.
Hola Sakura, yo soy Jacob pero hazme un favor y dime Jake, el Jacob me hace sentir muy mayor. - Instintivamente le dedicó una sonrisa tranquilizadora a la pequeña y luego le acarició la cabeza con suavidad.-¿No tienes padres? Eso no es precisamente motivo para reír...
Jake desconocía la forma de tratar el tema de los padres sin entristecer a la niña, sinceramente, las únicas niñas más o menos de la edad de Sakura con las que había tratado, eran sus fans y con un autógrafo se conformaban. Sakura intentaba estudiar, sorprendiendo a Jake, por como le preguntó ella también era humana y a los humanos no se les permitía estudiar... esperaba que por ser una niña los tontos altos mandos de Jikan dejaran estudiar a una niña inocente.
- No me gusta denominarnos "marginados"... somos humanos, ellos no son tan diferentes de nosotros... lo único que ellos tienen poderes mágicos. - Jake sintió nauseas pensando en las barbaridades que le habrían dicho a Sakura por ser humana, burlarse de una pequeña... - - ¿Necesitas ayuda? Quizás te pueda ayudar... no soy un superdotado pero con deberes de tu nivel creo que podré ayudarte... - El peliblanco se sentó en la hierba frente a la pequeña Sakura, aún manteniendo una leve sonrisa.- ¿Por dónde comenzamos? Te digo, que las mates son lo peor, debería prohibirlas. - Bromeó para cortar la tensión del momento.
Jake Gurlukovich- Pareja : Dudo tener ~
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Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Exams, sweet exams.
A study away! No rest!
¿Delicadeza? Aquello era algo que no se le podía exigir de ninguna de las maneras a los infantes. Ellos observaban la vida desde un costado diferente. Ante sus orbes cada insignificante detalle constituía una novedad, algo deslumbrante que podría mantenerlos entretenidos durante horas sin que apartaran de su mirar aquella particularidad. Jornada tras jornada aprendían nuevos conceptos, diferentes formas de reaccionar ante las situaciones inesperadas que surgieran en su camino. Con los años, aquel sentimiento de primicia iba esfumándose, dejando un amargo sabor, mezcla de la decepción de hallarte de repente en la realidad, y la desilusión de comprender que has abandonado la ensoñación en la que habías habitado desde el día de tu nacimiento. Tarde o temprano, a todos les llegaba el momento de estrellarse de bruces contra la verdad. Mikan era joven como para renunciar a sus anhelos, mas a pesar de su sonrisa bobalicona y despistada, había experimentado en sus carnes la esencia del miedo, de la melancolía, de la pérdida, de la tristeza, de la duda, del abandono.
Cualquier otra persona habría optado por renunciar a la inocencia, por desprenderse de la ingenuidad y consumirse en la agonía de los recuerdos. Sin embargo, quizás por su valía o por su incapacidad para mantenerse angustiada demasiado tiempo, tras las desgracias siempre regresaba a un punto de optimismo supremo, donde sus problemas carecían de peso alguno y la esperanza se instalaba en su corazón hasta que el siguiente golpe llegara. No se rendía por muy fuerte que soplara el viento de la tormenta. ¿Admirable? Si hubiera que brindarle un adjetivo a su comportamiento, podría ser tacharla de simple e ignorante. Aquella mocosa siempre se las apañaba para emprender el recorrido más complicado hacia sus objetivos. Era persistente y constante, aquello nadie podría quitárselo, mas escaseaba en sentido común o capacidad de observación.
Su falta de entendederas e intuición contribuían a mantener aquella mente pura, inocente, libre de malas influencias. La luz persistía en mantenerse alerta en su corazón, causando que su sonrisa irradiara despreocupación. Para ella, siempre habría un motivo para mantener sus labios curvados.—Es que eres realmente mayor... y yo soy tan peque...—Se dejó acariciar la cabellera soltando una breve y alegre carcajada mientras exclamaba.—¡Más, más! ¡Hacía mucho tiempo que nadie me tocaba!—Alzó sus brazos hacia el desconocido, abriéndolos de par en par, para indicar lo mucho que llevaba sola. Recordó las primeras palabras brindadas, ladeando suavemente el rostro mientras posaba el dedo índice sobre el mentón transformando sus facciones en una interrogación.—¿Sakura? ¡No hace falta que me llames por mi apellido! Sencillamente dime Mikan.—Sonrió de oreja a oreja, asintiendo con ímpetu ante sus propios vocablos. Frunció el ceño débilmente, girando sobre sus talones para quedar de espaldas al albino. Cruzó los brazos tras la espalda, balanceándose sobre sus pies hacia delante y hacia atrás unos momentos antes de responder.—Bueno... yo nunca los llegué a conocer, así que no los echo de menos. ¡Siempre tuve el abuelo ahí para mi!
Las explicaciones del mayor fueron recibidas con una mueca de sorpresa en el rostro de la pequeña criatura. Se volvió de nuevo hacia el chico, abriendo los orbes con fuerza al tiempo que un ligero rubor cubría sus mejillas. Alzó los brazos mientras apretaba los puños con fuerza y se apresuraba a darle la razón al muchacho.—¡Y-Yo estuve en una escuela de magos! ¡Yo era una de ellos aunque ahora ya no!—Se rascó la coronilla mientras dibujaba en sus labios una sonrisa de circunstancias.—Yo no creo que los que tengan poderes sean mejores que los demás... Si sobresalen en algo, es en su profunda estupidez. Deberían irse a cambiar esa cabeza hueca que tienen. ¡¡Se aferran a sus poderes porque sin ellos no sirven para nada!!—Una carcajada un tanto apresurada se escapó de su garganta, al tiempo que bajaba la mirada hacia el suelo profundamente avergonzada. Había terminado por irse de la lengua... Alzó el rostro sobresaltada por su ofrecimiento. Se apresuró en una alocada carrera hacia el joven, y le saltó encima cual garrapata hacia su alimento. Lo abrazó como si no hubiera mañana, apartando el rostro con lágrimas de agradecimiento en los ojos. Sin duda, la teatralidad era parte de la infante.—¿R-Realmente me ayudarás? ¡Voy a demostrarles a todos que no soy una boba como creen!—Se separó del conocido y alzó el brazo hacia el cielo como si estuviera haciendo un juramento... Antes de decir en un hilo de voz.—El único problema, es que siempre suspendo todo...
Cualquier otra persona habría optado por renunciar a la inocencia, por desprenderse de la ingenuidad y consumirse en la agonía de los recuerdos. Sin embargo, quizás por su valía o por su incapacidad para mantenerse angustiada demasiado tiempo, tras las desgracias siempre regresaba a un punto de optimismo supremo, donde sus problemas carecían de peso alguno y la esperanza se instalaba en su corazón hasta que el siguiente golpe llegara. No se rendía por muy fuerte que soplara el viento de la tormenta. ¿Admirable? Si hubiera que brindarle un adjetivo a su comportamiento, podría ser tacharla de simple e ignorante. Aquella mocosa siempre se las apañaba para emprender el recorrido más complicado hacia sus objetivos. Era persistente y constante, aquello nadie podría quitárselo, mas escaseaba en sentido común o capacidad de observación.
Su falta de entendederas e intuición contribuían a mantener aquella mente pura, inocente, libre de malas influencias. La luz persistía en mantenerse alerta en su corazón, causando que su sonrisa irradiara despreocupación. Para ella, siempre habría un motivo para mantener sus labios curvados.—Es que eres realmente mayor... y yo soy tan peque...—Se dejó acariciar la cabellera soltando una breve y alegre carcajada mientras exclamaba.—¡Más, más! ¡Hacía mucho tiempo que nadie me tocaba!—Alzó sus brazos hacia el desconocido, abriéndolos de par en par, para indicar lo mucho que llevaba sola. Recordó las primeras palabras brindadas, ladeando suavemente el rostro mientras posaba el dedo índice sobre el mentón transformando sus facciones en una interrogación.—¿Sakura? ¡No hace falta que me llames por mi apellido! Sencillamente dime Mikan.—Sonrió de oreja a oreja, asintiendo con ímpetu ante sus propios vocablos. Frunció el ceño débilmente, girando sobre sus talones para quedar de espaldas al albino. Cruzó los brazos tras la espalda, balanceándose sobre sus pies hacia delante y hacia atrás unos momentos antes de responder.—Bueno... yo nunca los llegué a conocer, así que no los echo de menos. ¡Siempre tuve el abuelo ahí para mi!
Las explicaciones del mayor fueron recibidas con una mueca de sorpresa en el rostro de la pequeña criatura. Se volvió de nuevo hacia el chico, abriendo los orbes con fuerza al tiempo que un ligero rubor cubría sus mejillas. Alzó los brazos mientras apretaba los puños con fuerza y se apresuraba a darle la razón al muchacho.—¡Y-Yo estuve en una escuela de magos! ¡Yo era una de ellos aunque ahora ya no!—Se rascó la coronilla mientras dibujaba en sus labios una sonrisa de circunstancias.—Yo no creo que los que tengan poderes sean mejores que los demás... Si sobresalen en algo, es en su profunda estupidez. Deberían irse a cambiar esa cabeza hueca que tienen. ¡¡Se aferran a sus poderes porque sin ellos no sirven para nada!!—Una carcajada un tanto apresurada se escapó de su garganta, al tiempo que bajaba la mirada hacia el suelo profundamente avergonzada. Había terminado por irse de la lengua... Alzó el rostro sobresaltada por su ofrecimiento. Se apresuró en una alocada carrera hacia el joven, y le saltó encima cual garrapata hacia su alimento. Lo abrazó como si no hubiera mañana, apartando el rostro con lágrimas de agradecimiento en los ojos. Sin duda, la teatralidad era parte de la infante.—¿R-Realmente me ayudarás? ¡Voy a demostrarles a todos que no soy una boba como creen!—Se separó del conocido y alzó el brazo hacia el cielo como si estuviera haciendo un juramento... Antes de decir en un hilo de voz.—El único problema, es que siempre suspendo todo...
Mikan Sakura- Humano
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Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Cada una palabra de aquella niña era un fragmento de información que despejaba ciertas dudas del albino. La niña de apenas diez años llamaba especialmente la atención de Jake por su carácter despreocupado, capaz de hablar sobre sus padres por muy "delicada" que fuera la situación en esos momentos. La simple caricia recibida por parte de Jake fue suficiente para que sonriera, y para más sorpresa del mayor, pedía más, con sus frágiles brazos alzados en su dirección... ¿Acaso esos seres no tenían la decencia de dedicar un poco de cariño a la pequeña? ¿Qué clase de ser le negaría eso a una infante? En contadas ocasiones dedicaba insultos a los habitantes de Jikan, pues con el tiempo había comprendido que no eran tan distintos unos de otros... la discriminaciones estaban en todos lados, incluso en una península inexistente y llena de criaturas de mitología y cuentos para dormir. El corazón le dio un vuelco por esa sencilla acción, la necesidad de la niña de mantener un contacto físico cariño. Repitiendo una vez más su antiguo movimiento, acarició la cabeza de la niña, removiendo sus cabellos.
- Soy mayor que tu, eso es indudable pero no soy un anciano tampoco... solo tengo veintidós años, no me metas en el hoyo antes de tiempo.
Las caricias cesaron finalmente para dejar paso a más información francamente triste; no eran tan diferentes ellos dos... Mikan contaba con su abuela, Jake siempre contó con...con... ¿Con quién contó? La única familia que tuvo, la que se sacrifico por el para que viviera una vida normal y alcanzara su sueño. Su madre y más tarde su hermana. Hacia tiempo que no pensaba en ellas dos, en todo lo que hicieron para ayudarle y todo lo que les dio... Desechó los recuerdos sin animo de distinguir entre sus malas o buenas acciones. Sin querer sacar más el tema familiar (temiendo que la niña se entristeciera), escuchó cada palabra proveniente de ella, sonriendo ante la seguridad que emanaba y la carcajada finalizada en un semblante lleno de vergüenza.
- Grandes palabras provenientes de una niña tan pequeña, veo que te han educado bien.
No se esperó en absoluto que la niña saltara sobre el, colgándose como si fuera un mono o garrapata, asustando al peligris. Con toda la delicadeza que pudo (escasa) se quito a la niña de encima, no acostumbrado a la cercanía de ese estilo. Irónicamente sufría de mucho de las vicios de un famoso, excepto los encuentros sexuales con fans... eso le asqueaba. Sacudió la ropa como si estuviera manchada o arrugada, casi paranoicamente. No queriendo haber parecido brusco con ella, le sonrió con nerviosismo, aún sin recuperarse del todo. Revisó con la mirada los libros de la niña, recordando que en realidad el tampoco había sido un gran estudiante.
¿Sabes? Yo tampoco fui un gran estudiante a tu edad... de por si, a causa de problemas familiares no pude estudiar mucho pero te puedo decir que la adversidad esta para superarla y tarde o temprano puedes ver más allá del obstáculo.- palabras en un intento de subir los ánimos a la pequeñaja, buscando darle un motivo por el que seguir estudiante y no sentirse tonta.-[b][color=grey]Cada que alguien te insulte significa que te envidian o odian por ser diferente, buscan maneras de atormentarte y no evoluciones como persona, es por eso que debes ignorar los insultos de los demás y dedicarles una sonrisa sincera pues no hay nada más que odio tu enemigo que el verte sonreír en los momentos más difíciles.
- Soy mayor que tu, eso es indudable pero no soy un anciano tampoco... solo tengo veintidós años, no me metas en el hoyo antes de tiempo.
Las caricias cesaron finalmente para dejar paso a más información francamente triste; no eran tan diferentes ellos dos... Mikan contaba con su abuela, Jake siempre contó con...con... ¿Con quién contó? La única familia que tuvo, la que se sacrifico por el para que viviera una vida normal y alcanzara su sueño. Su madre y más tarde su hermana. Hacia tiempo que no pensaba en ellas dos, en todo lo que hicieron para ayudarle y todo lo que les dio... Desechó los recuerdos sin animo de distinguir entre sus malas o buenas acciones. Sin querer sacar más el tema familiar (temiendo que la niña se entristeciera), escuchó cada palabra proveniente de ella, sonriendo ante la seguridad que emanaba y la carcajada finalizada en un semblante lleno de vergüenza.
- Grandes palabras provenientes de una niña tan pequeña, veo que te han educado bien.
No se esperó en absoluto que la niña saltara sobre el, colgándose como si fuera un mono o garrapata, asustando al peligris. Con toda la delicadeza que pudo (escasa) se quito a la niña de encima, no acostumbrado a la cercanía de ese estilo. Irónicamente sufría de mucho de las vicios de un famoso, excepto los encuentros sexuales con fans... eso le asqueaba. Sacudió la ropa como si estuviera manchada o arrugada, casi paranoicamente. No queriendo haber parecido brusco con ella, le sonrió con nerviosismo, aún sin recuperarse del todo. Revisó con la mirada los libros de la niña, recordando que en realidad el tampoco había sido un gran estudiante.
¿Sabes? Yo tampoco fui un gran estudiante a tu edad... de por si, a causa de problemas familiares no pude estudiar mucho pero te puedo decir que la adversidad esta para superarla y tarde o temprano puedes ver más allá del obstáculo.- palabras en un intento de subir los ánimos a la pequeñaja, buscando darle un motivo por el que seguir estudiante y no sentirse tonta.-[b][color=grey]Cada que alguien te insulte significa que te envidian o odian por ser diferente, buscan maneras de atormentarte y no evoluciones como persona, es por eso que debes ignorar los insultos de los demás y dedicarles una sonrisa sincera pues no hay nada más que odio tu enemigo que el verte sonreír en los momentos más difíciles.
Jake Gurlukovich- Pareja : Dudo tener ~
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Fecha de inscripción : 27/07/2013
Re: ♣Exámenes, dulces exámenes {Priv.Jake}
Exams, sweet exams.
A study away! No rest!
Un ser libre, carente de ataduras. Podría ser válido afirmar que aquella menuda infante se había transformado en el ejemplo de albedrío. A todas horas se la podría contemplar correteando sin cesar por las praderas de la institución, soltando poderosas carcajadas junto al muñeco que se había embarcado en su aventura impuesta por la presión. No obstante, hasta una niña carente de responsabilidades debía continuar sus estudios para no convertirse en el eslabón perdido de la sociedad. Y la formación escolar, era su talón de Aquiles con diferencia. Una lenta gota de sudor le resbalaba por la frente cada vez que sus orbes se posaban en los textos de los cuales apenas comprendía las primeras letras. Era lo que otras agradables criaturitas de su edad denominaría una "borriquita". Ah... la crueldad infantil no poseía límite ni estratosfera alguna. Sus palabras eran poseedoras de una fuerza dormida, que causaba dolor a medida que traspasaban tus oídos. Sí, un niño no conocía el término piedad ni frontera, por lo que continuaría haciéndote daño sin pensar en tus sentimientos. ¿Egoísmo? ¡Estaban en su derecho de mostrarse indiferentes al resto! A fin de cuentas, aquellos caprichos se les terminaría en cuanto traspasaran la línea entre crío y adolescente.
Mikan nunca había disfrutado fastidiando a otros... Más bien era de las molestadas. Era un rol complicado de sobrellevar, puesto que su reputación partía del subsuelo... Y la pobre muchachita, temía poder terminar descendiendo en la escala de popularidad por su corta edad e inteligencia. Por mucho que la pisotearan o rebajaran, ella jamás se daría por vencida. Sus párpados se abrieron atónitos ante las palabras del mayor, haciendo que la pequeña alzara la mano izquierda y con la derecha empezara a contar empleando los dedos.—Uno, dos, tres, cuatro...—Sus labios se entreabrieron con sorpresa, al tiempo que mostraba la palma estirada de su extremidad al albino.—¡El abuelo debe de tener como tropecientos entonces! La verdad, pensé que eras de su edad...—Se rascó la coronilla algo avergonzada, trazando círculos con el tobillo en el terreno húmedo de las praderías del instituto.
Aquella infante era un proyectil de sonrisas, un detonador de carcajadas y felicidad... Mantenerla alejada de seres que pudiera brindarla el cariño diario que precisaba era una tortura más nefasta que la muerte. Sonrió de oreja a oreja al sentir de nuevo la mano del peliblanco sobre su castaña cabellera. Apretó los puños con entusiasmo mientras los alzaba hacia el cielo con determinación.—El abuelo también me decía: "¡Mikan! No tienes que forzarte a ir al ritmo de los demás, cada uno es como es..." Oh sí, solía decirme lo burra que era cuando suspendía, he.—Una melodiosa risa tiñó sus últimas palabras, asintiendo feliz de poder recordar en voz alta aquellas fabulosas memorias que tan lejanas semejaban en aquel territorio desconocido. Usualmente, sus pensamientos eran el único medio de mantener la llama del pasado encendida en su alma, de no olvidar el porqué continuaba de pie ante las adversidades. Cruzó sus brazos tras la espalda, inclinándose ligeramente hacia delante con semblante pensativo.—Le escribo una carta cada semana al abuelo... Pero nunca me llega una contestación. El profesor me dice que se las envía, pero creo que es una mentira...—Se apresuró a sacudir el rostro hacia ambos lados, obligándose a sonreír nuevamente de par en par.—¡Pero que cosas digo! Yo confío en él.
Quedó ligeramente desconcertada por haber sido retirado de forma brusca, causando aquel trato que una diminuta mueca de decepción se vislumbrara en sus facciones. Posó los orbes en el suave manto verdoso, depositando en el aire un delicado suspiro de pesadumbre. No obstante, el hilo de la conversación se recuperó, haciendo que su atención recayera de nuevo en el mayor de cabellos perlados.—Ohh... Realmente eres un sabio.~—¿Exagerada? Ante ella un muchacho le estaba explicando cuestiones de la existencia, valores morales tal y como hacía su tutor con ella... ¡Era lo más semejante a un ejemplo a perseguir que se podía hallar por los alrededores! Estuvo tentada de escribir con su torpe pulso algunas de las oraciones del albino, mas rememoró la carencia de un utensilio con el cual realizar aquello.—Pase lo que pase, pienso aprobar esos controles como sea. ¿Por dónde quieres empezar?—Se aproximó hacia la posición del mayor, tomando asiento a su lado con cierta cautela, temerosa de un nuevo rechazo. Alzó el rostro hacia el cielo, sonriendo alegremente, alegando despreocupación por cada costado.—¡No pienso dejarlo sin luchar antes!
Mikan nunca había disfrutado fastidiando a otros... Más bien era de las molestadas. Era un rol complicado de sobrellevar, puesto que su reputación partía del subsuelo... Y la pobre muchachita, temía poder terminar descendiendo en la escala de popularidad por su corta edad e inteligencia. Por mucho que la pisotearan o rebajaran, ella jamás se daría por vencida. Sus párpados se abrieron atónitos ante las palabras del mayor, haciendo que la pequeña alzara la mano izquierda y con la derecha empezara a contar empleando los dedos.—Uno, dos, tres, cuatro...—Sus labios se entreabrieron con sorpresa, al tiempo que mostraba la palma estirada de su extremidad al albino.—¡El abuelo debe de tener como tropecientos entonces! La verdad, pensé que eras de su edad...—Se rascó la coronilla algo avergonzada, trazando círculos con el tobillo en el terreno húmedo de las praderías del instituto.
Aquella infante era un proyectil de sonrisas, un detonador de carcajadas y felicidad... Mantenerla alejada de seres que pudiera brindarla el cariño diario que precisaba era una tortura más nefasta que la muerte. Sonrió de oreja a oreja al sentir de nuevo la mano del peliblanco sobre su castaña cabellera. Apretó los puños con entusiasmo mientras los alzaba hacia el cielo con determinación.—El abuelo también me decía: "¡Mikan! No tienes que forzarte a ir al ritmo de los demás, cada uno es como es..." Oh sí, solía decirme lo burra que era cuando suspendía, he.—Una melodiosa risa tiñó sus últimas palabras, asintiendo feliz de poder recordar en voz alta aquellas fabulosas memorias que tan lejanas semejaban en aquel territorio desconocido. Usualmente, sus pensamientos eran el único medio de mantener la llama del pasado encendida en su alma, de no olvidar el porqué continuaba de pie ante las adversidades. Cruzó sus brazos tras la espalda, inclinándose ligeramente hacia delante con semblante pensativo.—Le escribo una carta cada semana al abuelo... Pero nunca me llega una contestación. El profesor me dice que se las envía, pero creo que es una mentira...—Se apresuró a sacudir el rostro hacia ambos lados, obligándose a sonreír nuevamente de par en par.—¡Pero que cosas digo! Yo confío en él.
Quedó ligeramente desconcertada por haber sido retirado de forma brusca, causando aquel trato que una diminuta mueca de decepción se vislumbrara en sus facciones. Posó los orbes en el suave manto verdoso, depositando en el aire un delicado suspiro de pesadumbre. No obstante, el hilo de la conversación se recuperó, haciendo que su atención recayera de nuevo en el mayor de cabellos perlados.—Ohh... Realmente eres un sabio.~—¿Exagerada? Ante ella un muchacho le estaba explicando cuestiones de la existencia, valores morales tal y como hacía su tutor con ella... ¡Era lo más semejante a un ejemplo a perseguir que se podía hallar por los alrededores! Estuvo tentada de escribir con su torpe pulso algunas de las oraciones del albino, mas rememoró la carencia de un utensilio con el cual realizar aquello.—Pase lo que pase, pienso aprobar esos controles como sea. ¿Por dónde quieres empezar?—Se aproximó hacia la posición del mayor, tomando asiento a su lado con cierta cautela, temerosa de un nuevo rechazo. Alzó el rostro hacia el cielo, sonriendo alegremente, alegando despreocupación por cada costado.—¡No pienso dejarlo sin luchar antes!
Mikan Sakura- Humano
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