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Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
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Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Era un simple estudiante universitaria, pero incluso a su temprana edad ya disfrutaba de cierto conocimiento médico. Trabajaba a tiempo parcial como veterinaria, trabajo que amaba por su estrecha relación con los animales (preferible a las relaciones humanas).El acuario de la academia era bien conocido por abarcar una cantidad de vida marina variada y maravillosa. Entre los habitantes del acuario destacaba Yakumo, una orca hembra de siete años de edad y su pareja, un macho de diez años al que bautizaron Miki. La particularidad de Yakumo, era que la orca estaba encinta. La noticia del embarazo de Yakumo se convirtió velozmente en una atracción especial, la oportunidad de ver a una hembra embarazada y quizás el nacimiento de la cría. Los informes recibidos por parte del acuario informaban de que Yakumo ya contaba con casi diecisiete meses de gestación. No le extrañaba que estuvieran preocupada por ella, muchas personas desconocían que las orcas podían alcanzar los dieciocho meses.
Esa misma mañana Liza recibió la llamada del acuario reclamando la ayuda de Liza. Yakumo se comportaba extraña desde unos días y sangrada repentinamente, llamando la atención de los cuidadores. La sangre bien podría significar un principio de aborto, muy mala noticia teniendo en cuenta el nivel de gestación. Imaginarse un casi formado bebé de orca cubierto de sangre, muriendo incluso antes de nacer... un espectáculo más que terrible... quien vio la película "Orca asesina", sabrá a la perfección que no es precisamente lindo. La situación se tensaba con Yakumo, atacaba incluso a su compañero Miki, motivo por el que fue recluida. El animal ahora descansaba en un estanque a parte donde tenia libertad de movimiento, necesario para no estresarse o le incomodara. Allí le informaron de que otra veterinaria acudiría para ayudarla, y no tuvo problema, gustaba la idea de tener una segunda opinión.
Liza permaneció minutos observando la parte inferior del estanque de cristal, analizando el comportamiento del animal detenidamente. Sus movimientos eran más rápido de lo debido, un riesgo para el bebé. El siguiente paso era acercarse al animal, en un estado así, embarazada, dolorida y sola, podía ser extremadamente peligroso pero la castaña contaba con su habilidad para hacer amistad con los animales. Sky se quedó lejos del agua, había visto en muchos libros a orcas cazando gaviotas y ese día, se veía con cara de gaviota. Se tomó unos minutos para ponerse el traje de baño de neopreno, necesario más tarde para meterse en el agua. Conociendo casos de ataques de orcas cautivas y la suposición de muchas de ellas, Liza optó por formar un moño con el pelo. Chapoteo con la mano en el agua, intentando llamar la atención de la orca, intentaría llamar su atención mientras su compañera llegaba.
Esa misma mañana Liza recibió la llamada del acuario reclamando la ayuda de Liza. Yakumo se comportaba extraña desde unos días y sangrada repentinamente, llamando la atención de los cuidadores. La sangre bien podría significar un principio de aborto, muy mala noticia teniendo en cuenta el nivel de gestación. Imaginarse un casi formado bebé de orca cubierto de sangre, muriendo incluso antes de nacer... un espectáculo más que terrible... quien vio la película "Orca asesina", sabrá a la perfección que no es precisamente lindo. La situación se tensaba con Yakumo, atacaba incluso a su compañero Miki, motivo por el que fue recluida. El animal ahora descansaba en un estanque a parte donde tenia libertad de movimiento, necesario para no estresarse o le incomodara. Allí le informaron de que otra veterinaria acudiría para ayudarla, y no tuvo problema, gustaba la idea de tener una segunda opinión.
Liza permaneció minutos observando la parte inferior del estanque de cristal, analizando el comportamiento del animal detenidamente. Sus movimientos eran más rápido de lo debido, un riesgo para el bebé. El siguiente paso era acercarse al animal, en un estado así, embarazada, dolorida y sola, podía ser extremadamente peligroso pero la castaña contaba con su habilidad para hacer amistad con los animales. Sky se quedó lejos del agua, había visto en muchos libros a orcas cazando gaviotas y ese día, se veía con cara de gaviota. Se tomó unos minutos para ponerse el traje de baño de neopreno, necesario más tarde para meterse en el agua. Conociendo casos de ataques de orcas cautivas y la suposición de muchas de ellas, Liza optó por formar un moño con el pelo. Chapoteo con la mano en el agua, intentando llamar la atención de la orca, intentaría llamar su atención mientras su compañera llegaba.
Liza Black- Miko
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Soñaba que era una hormiga obrera. Algo absurdo, tal vez, pero a mí me apasionaba.
Había muchas cosas que me gustaban y otras que no tanto. Un ejemplo de adoración total eran los animales. De hecho, si pudiera, viviría rodeado de perros, gatos, conejos, pájaros, gallinas, caballos e incluso ratas. Por esa razón y en parte por el oficio de mi madre había acabado siendo veterinario. Además solía ir a lugares donde había animales, fuera cual fuese la especie de cada uno de ellos, para comprobar su estado. Podía llegar a ser espectacularmente tímido, pero debido a mi extraña personalidad, por la cual incluso me trataba en masculino aun siendo mujer como se puede comprobar, era capaz de armar un gran alboroto si encontraba algo fuera de lo normal. Si alguien mantenía a un animal encerrado, peor aún si era por gusto, al menos debía tenerlo bien. Por todo esto, seguramente me conocían en la gran mayoría de lugares así. Tampoco es que hubiera cientos de veterinarios con mi edad así que eso también me unía a lo mismo: los animales en general.
Una llamada con una petición me despertó a media mañana, pues no solía madrugar e incluso había días en los que dormía hasta la tarde y ni desayunaba o lo hacía justo antes de comer, todo junto. Me dijeron algo de una orca y algo que no logré entender al estar aún adormecido por lo que tras bostezar pregunté de lo que se trataba, queriendo más bien que me lo repitiesen todo. Con las dos palabras más importantes lo capté todo: Yakumo y embarazada. Añadieron que íbamos a ser dos personas, a lo cual no le di demasiada importancia; no me molestaba tener que trabajar en grupo siempre y cuando mi compañero o compañera hiciera un mínimo esfuerzo. Informé de que iría cuanto antes aunque como poco antes estaba durmiendo me entretuve desayunando y vistiéndome como siempre, que básicamente consistía en un pantalón verde oscuro con el lado izquierdo doblado y una sudadera violeta y roja con un diseño de iPod, con la particularidad de que la que me puse tenía la forma de una par de orejas de gato en la capucha, en el lugar que lo estarían si yo realmente tuviera orejas felinas, lo cual parecía al estar así.
Takara, mi pequeño zorro, se metió en el bolsillo de la sudadera. Solía hacerlo porque sí, por lo que se lo permití sin soltar queja alguna y lo acaricié mientras me dirigía al lugar aprovechando que asomaba la cabecita, observando curioso el alrededor por todo el camino y, por lo que supuse, conociendo nuevos olores.
Al llegar allí observé el acuario, percatándome de que parte del agua se teñía en un preocupante tono carmín justo por donde pasaba la orca. Eso no me agradaba demasiado ya que no era una buena señal.
Dejé de darle vueltas al asunto y me cambié, substituyendo mi ropa por un traje de neopreno que era demasiado ajustado para mi gusto pero también la mejor y prácticamente única opción. Cuando me quité la ropa, mi mascota dormía plácidamente en la sudadera como si llevara horas allí, por lo que tuve que sacarlo y pedirle con una simple mirada que no hiciera nada peligroso.
Me sentía extraño con el cabello suelto, y además siendo verde podía llegar a ser atrayente para el animal marino, por lo que opté por usar un gorro de baño.
Una vez listo, me acerqué al agua, encontrándome con quien supuse que me tocaría trabajar. Solía mostrarme más bien cerrado con los desconocidos aunque según la situación y mi estado de ánimo podía variar este hecho, por lo que me coloqué a su derecha, pues sino poco la vería al ser ciega del ojo derecho, y la observé en silencio, notando cómo intentaba hacer que Yakumo al menos tuviera en cuenta nuestra presencia.
Había muchas cosas que me gustaban y otras que no tanto. Un ejemplo de adoración total eran los animales. De hecho, si pudiera, viviría rodeado de perros, gatos, conejos, pájaros, gallinas, caballos e incluso ratas. Por esa razón y en parte por el oficio de mi madre había acabado siendo veterinario. Además solía ir a lugares donde había animales, fuera cual fuese la especie de cada uno de ellos, para comprobar su estado. Podía llegar a ser espectacularmente tímido, pero debido a mi extraña personalidad, por la cual incluso me trataba en masculino aun siendo mujer como se puede comprobar, era capaz de armar un gran alboroto si encontraba algo fuera de lo normal. Si alguien mantenía a un animal encerrado, peor aún si era por gusto, al menos debía tenerlo bien. Por todo esto, seguramente me conocían en la gran mayoría de lugares así. Tampoco es que hubiera cientos de veterinarios con mi edad así que eso también me unía a lo mismo: los animales en general.
Una llamada con una petición me despertó a media mañana, pues no solía madrugar e incluso había días en los que dormía hasta la tarde y ni desayunaba o lo hacía justo antes de comer, todo junto. Me dijeron algo de una orca y algo que no logré entender al estar aún adormecido por lo que tras bostezar pregunté de lo que se trataba, queriendo más bien que me lo repitiesen todo. Con las dos palabras más importantes lo capté todo: Yakumo y embarazada. Añadieron que íbamos a ser dos personas, a lo cual no le di demasiada importancia; no me molestaba tener que trabajar en grupo siempre y cuando mi compañero o compañera hiciera un mínimo esfuerzo. Informé de que iría cuanto antes aunque como poco antes estaba durmiendo me entretuve desayunando y vistiéndome como siempre, que básicamente consistía en un pantalón verde oscuro con el lado izquierdo doblado y una sudadera violeta y roja con un diseño de iPod, con la particularidad de que la que me puse tenía la forma de una par de orejas de gato en la capucha, en el lugar que lo estarían si yo realmente tuviera orejas felinas, lo cual parecía al estar así.
Takara, mi pequeño zorro, se metió en el bolsillo de la sudadera. Solía hacerlo porque sí, por lo que se lo permití sin soltar queja alguna y lo acaricié mientras me dirigía al lugar aprovechando que asomaba la cabecita, observando curioso el alrededor por todo el camino y, por lo que supuse, conociendo nuevos olores.
Al llegar allí observé el acuario, percatándome de que parte del agua se teñía en un preocupante tono carmín justo por donde pasaba la orca. Eso no me agradaba demasiado ya que no era una buena señal.
Dejé de darle vueltas al asunto y me cambié, substituyendo mi ropa por un traje de neopreno que era demasiado ajustado para mi gusto pero también la mejor y prácticamente única opción. Cuando me quité la ropa, mi mascota dormía plácidamente en la sudadera como si llevara horas allí, por lo que tuve que sacarlo y pedirle con una simple mirada que no hiciera nada peligroso.
Me sentía extraño con el cabello suelto, y además siendo verde podía llegar a ser atrayente para el animal marino, por lo que opté por usar un gorro de baño.
Una vez listo, me acerqué al agua, encontrándome con quien supuse que me tocaría trabajar. Solía mostrarme más bien cerrado con los desconocidos aunque según la situación y mi estado de ánimo podía variar este hecho, por lo que me coloqué a su derecha, pues sino poco la vería al ser ciega del ojo derecho, y la observé en silencio, notando cómo intentaba hacer que Yakumo al menos tuviera en cuenta nuestra presencia.
Kido Hayashi- Magos
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Notaba inquietud de Yakumo, el dolor que sentía a causa del principio de abarto y la lucha para no perder a su pequeño bebé. Las emociones de la orca eran un verdadero lío, no se concentraba en un mismo punto, buscaba cualquier peligro para su cría y la atacaría sin dudarlo. La castaña casi se lanza al agua, cuando el sonido de unos pasos llamaron su atención. En completo silencio, la que seguramente sería su compañera de trabajo se había acercado hasta ella. Recupero su postura anterior para presentarse ante aquella chica un tanto silenciosa y extraña.
- Debes ser mi compañera de trabajo.- Dedujo con seguridad.- Soy Elizabeth Black, llámame Liza ¿vale? ¿Tu nombre?
Una vez echas las presentaciones tocaba el momento de atender a la paciente, la gran orca hembra embarazada y peligrosa. Liza estaba preocupada por el rasgo de sangre que dejaba Yakumo allí por donde pasaba. Para examinar al animal primero tendrían que conseguir acercarse a ella y en el estado en el que se encontraba no iba a resultar sencillo. Haciendo acopio de valor (y acudiendo un poco al miedo de que le ocurriera algo malo al animal) se introdujo en el agua. Estaba al alcance del animal, si la consideraba una amenaza la atacaría sin piedad hasta eliminarla. Habían muchas formas de morir a "aletas" de una orca, entre ellas morir por contusiones, ahogamiento o peor, despedazamiento... ciertas especies de orcas se alimentaban de tiburones ¿Debían dudar de su capacidad para despedazar a un ser humano? No cazaban humanos pero eran peligrosas. Yakumo notó la presencia de la miko en el agua, nadando con relativa velocidad se acercó hasta ella. La castaña respiró hondo y boceó para aproximarse cautelosamente al animal. Estuvo segura, de no ser por su habilidad para entablar amistad con animales, la orca preñada la hubiera dejado para el arrastre, flotando boca abajo en la piscina. Yakumo se relajó un poco, permitiendo a la castaña acariciarle el morro. Lentamente, la incitó ha subir a la superficie, dejando el cuerpo ligeramente encallado para que las veterinarias hicieran su trabajo.
Más tranquila Liza se tomo unos minutos para recuperar el aliento y dar gracias de estar viva. Dedicaba pequeñas miradas a su compañera.
- La he tranquilizado, debemos actuar rápido... no se cuanto tiempo tenemos para evitar que aborte o se enfurezca, la confianza es un hilo que se rompe muy fácilmente.- Un paso en falso y la situación empeoraría para todos.- ¿Por dónde sugieres que comencemos?
- Debes ser mi compañera de trabajo.- Dedujo con seguridad.- Soy Elizabeth Black, llámame Liza ¿vale? ¿Tu nombre?
Una vez echas las presentaciones tocaba el momento de atender a la paciente, la gran orca hembra embarazada y peligrosa. Liza estaba preocupada por el rasgo de sangre que dejaba Yakumo allí por donde pasaba. Para examinar al animal primero tendrían que conseguir acercarse a ella y en el estado en el que se encontraba no iba a resultar sencillo. Haciendo acopio de valor (y acudiendo un poco al miedo de que le ocurriera algo malo al animal) se introdujo en el agua. Estaba al alcance del animal, si la consideraba una amenaza la atacaría sin piedad hasta eliminarla. Habían muchas formas de morir a "aletas" de una orca, entre ellas morir por contusiones, ahogamiento o peor, despedazamiento... ciertas especies de orcas se alimentaban de tiburones ¿Debían dudar de su capacidad para despedazar a un ser humano? No cazaban humanos pero eran peligrosas. Yakumo notó la presencia de la miko en el agua, nadando con relativa velocidad se acercó hasta ella. La castaña respiró hondo y boceó para aproximarse cautelosamente al animal. Estuvo segura, de no ser por su habilidad para entablar amistad con animales, la orca preñada la hubiera dejado para el arrastre, flotando boca abajo en la piscina. Yakumo se relajó un poco, permitiendo a la castaña acariciarle el morro. Lentamente, la incitó ha subir a la superficie, dejando el cuerpo ligeramente encallado para que las veterinarias hicieran su trabajo.
Más tranquila Liza se tomo unos minutos para recuperar el aliento y dar gracias de estar viva. Dedicaba pequeñas miradas a su compañera.
- La he tranquilizado, debemos actuar rápido... no se cuanto tiempo tenemos para evitar que aborte o se enfurezca, la confianza es un hilo que se rompe muy fácilmente.- Un paso en falso y la situación empeoraría para todos.- ¿Por dónde sugieres que comencemos?
- Off rol:
- Disculpa por tardar, poca inspiración ;w;
Liza Black- Miko
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Asentí a lo primero que me dijo, suponiendo que ella era veterinaria también o algo similar. No creía que dejaran estar ahí a cualquiera, además estando vestida de ese modo que por mi parte no me convencía, de modo que no podía ser una persona que se hubiera colado allí y mucho menos diciendo algo así.
- Kido Hayashi. - Respondí en voz baja. Por mi cambiante personalidad había veces que llegaba a tartamudear las cosas de un modo prácticamente inaudible, aunque en ocasiones llegaba a chillar como una fiera. Cabe añadir que el segundo caso era muy poco común. No tenía algún sobrenombre normal como ella, por lo que no dije nada más.
Vi cómo se metía en el agua sin darme tiempo siquiera a advertirle siquiera de la peligrosidad de estar tan cerca de un animal como eso, sin duda temible y peor aún en el estado en el que se encontraba. No tenía por qué atacarle pero eso no hacía que su decisión fuera más segura. La orca parecía haber enloquecido por el embarazo.
Se me ocurrió entonces que tal vez Liza tuviera algún poder. ¿Y si dañaba a Yakumo? Parecía una buena persona, por lo que decidí descartar esta posibilidad.
Dudé entre meterme en el agua y ayudarla o esperar para entender exactamente sus intenciones. A decir verdad, la chica parecía muy segura de sí misma por lo que lo más probable es que supiera con seguridad lo que hacer en cada momento. Me mantuve observando los movimientos de ambas desde fuera del agua hasta que vi que todo iba bien.
Lentamente me metí también en el agua y en cuanto comenzaron a subir me acerqué a ellas, en un primer momento nadando al más puro estilo perruno. Era todo lo raro que lo vea cada uno, sí, pero sería la envidia entre los perros... si al menos hubiera alguno cerca. La verdad es que no sé ni porqué lo hice, pero poco después comencé a nadar normal, sin hacer movimientos rápidos para no asustar a la orca, hasta llegar a donde estaban la otra veterinaria y nuestra preocupante paciente.
La miré mientras hablaba con mi habitual expresión seria que denotaba muchos sentimientos y a la vez ninguno y asentí un par de veces.
- Calmarla. - Respondí. Eso era precisamente lo que habíamos hecho así que la respuesta fue un tanto obvia y el tiempo que pasó hasta mis siguientes palabras un tanto incómodo. Recordé la llamada que había recibido hacía ya bastante rato. Me habían dicho que llevaba el tiempo necesario, por lo que sabía unos diecisiete meses, y creía recordar haber sido informado de algo de un retraso. Recibir información útil poco después de despertarse, excluyendo por lo tanto saludos y demás, no resultó muy efectivo, de eso estaba seguro. – Por la forma de actuar de Yakumo y su gran pérdida de sangre se puede deducir que la cría está lista y la madre duda de... deshacerse de ella. - Estaba claro que con lo último me refería a un posible aborto. - Si se asusta puede llegar a perder a su pequeño... o pequeña. - Añadí. Eso estaba más que claro. - Ahora que está así de quieta, podríamos comprobar que todo esté en orden. Los trastornos son bastante normales, aunque parece tener demasiados. ¿Estará mal alimentada? - Eso no tenía demasiado que ver por lo que era absurdo nombrarlo, aunque realmente su actitud podía deberse a ese factor. - Las condiciones en las que está, en general, son bastante buenas. - Con esto incluía la temperatura del agua y el haberla dejado sola como también haber llamado a dos personas que supieran del tema para que lo revisaran todo, entre otras cosas.
- Kido Hayashi. - Respondí en voz baja. Por mi cambiante personalidad había veces que llegaba a tartamudear las cosas de un modo prácticamente inaudible, aunque en ocasiones llegaba a chillar como una fiera. Cabe añadir que el segundo caso era muy poco común. No tenía algún sobrenombre normal como ella, por lo que no dije nada más.
Vi cómo se metía en el agua sin darme tiempo siquiera a advertirle siquiera de la peligrosidad de estar tan cerca de un animal como eso, sin duda temible y peor aún en el estado en el que se encontraba. No tenía por qué atacarle pero eso no hacía que su decisión fuera más segura. La orca parecía haber enloquecido por el embarazo.
Se me ocurrió entonces que tal vez Liza tuviera algún poder. ¿Y si dañaba a Yakumo? Parecía una buena persona, por lo que decidí descartar esta posibilidad.
Dudé entre meterme en el agua y ayudarla o esperar para entender exactamente sus intenciones. A decir verdad, la chica parecía muy segura de sí misma por lo que lo más probable es que supiera con seguridad lo que hacer en cada momento. Me mantuve observando los movimientos de ambas desde fuera del agua hasta que vi que todo iba bien.
Lentamente me metí también en el agua y en cuanto comenzaron a subir me acerqué a ellas, en un primer momento nadando al más puro estilo perruno. Era todo lo raro que lo vea cada uno, sí, pero sería la envidia entre los perros... si al menos hubiera alguno cerca. La verdad es que no sé ni porqué lo hice, pero poco después comencé a nadar normal, sin hacer movimientos rápidos para no asustar a la orca, hasta llegar a donde estaban la otra veterinaria y nuestra preocupante paciente.
La miré mientras hablaba con mi habitual expresión seria que denotaba muchos sentimientos y a la vez ninguno y asentí un par de veces.
- Calmarla. - Respondí. Eso era precisamente lo que habíamos hecho así que la respuesta fue un tanto obvia y el tiempo que pasó hasta mis siguientes palabras un tanto incómodo. Recordé la llamada que había recibido hacía ya bastante rato. Me habían dicho que llevaba el tiempo necesario, por lo que sabía unos diecisiete meses, y creía recordar haber sido informado de algo de un retraso. Recibir información útil poco después de despertarse, excluyendo por lo tanto saludos y demás, no resultó muy efectivo, de eso estaba seguro. – Por la forma de actuar de Yakumo y su gran pérdida de sangre se puede deducir que la cría está lista y la madre duda de... deshacerse de ella. - Estaba claro que con lo último me refería a un posible aborto. - Si se asusta puede llegar a perder a su pequeño... o pequeña. - Añadí. Eso estaba más que claro. - Ahora que está así de quieta, podríamos comprobar que todo esté en orden. Los trastornos son bastante normales, aunque parece tener demasiados. ¿Estará mal alimentada? - Eso no tenía demasiado que ver por lo que era absurdo nombrarlo, aunque realmente su actitud podía deberse a ese factor. - Las condiciones en las que está, en general, son bastante buenas. - Con esto incluía la temperatura del agua y el haberla dejado sola como también haber llamado a dos personas que supieran del tema para que lo revisaran todo, entre otras cosas.
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- [Tranquila, no soy de los users de "¡Esta idiota ha tardado más de diez segundos en responderme, es estúpida!" o algo así (Juro que hay gente así... De diez segundos no pero conozco una que borró un tema porque no le respondieron en una semana). Tómate el tiempo que creas necesario y cualquier duda avísame por MP o por la CB si me ves (Algo que no entiendas, que quieras que cambie porque por torpe entendí lo que sea mal y carece de coherencia...).
Además estoy en creo que siete temas, con varios pjs de varios foros, de modo que no me va de uno. De hecho si me despisto se me acumulan.
Egh, me enrollo... mucho.]
Kido Hayashi- Magos
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Satisfecha de comprobar la utilidad de su compañera Liza no tuvo reparos en que la acompañara en el trabajo. Siempre tenia en cuenta a las personas con las que trabajaba, habían algunas que se rendían muy fácilmente ante una situación de riesgo. No tiene remedio, deja que siga el curso natural o No es tan importante, tendrá otro bebé. No eran palabras que la castaña quisiera escuchar, nada de rendirse y dejar a la cría a su suerte, ese bebé estaba completamente formado y viviría, de eso no le cabía duda a la miko.
Después de calmar temporalmente a Yakumo, su compañera de trabajo se acercó nadando con estilo perrito, causando que Liza riera levemente ocultándola para que no se molestara. Después nadaba normal calmando la suave risa de la castaña que estaba abrazada al animal. En el momento en que ambas estaban juntas y listas para trabajar, Kido comenzó a dar su propia valoración del estado de Yakumo. Escuchó atentamente todo lo que decía al tiempo que acaricia el morro de Yakumo para tranquilizarla. La sangre seguía saliendo de su cuerpo, en menos de unos minutos la zona en la que nadaban estaba rojiza y Liza sintió parte de asco, la idea de estar bañándose en sangre de orca en proceso de aborto... ¡No! No se rendirían pero con la cantidad de sangre que perdía el animal no tendrían muy tiempo para el fatal desenlace de la historia.
- ¿Mal alimentada? De ser así hubiera sufrido un problema estomacal, nada grave... pero la razón del aborto puede ser físico o psicológico.- Sopesó los varios motivos del aborto, buscado algo común.- Empezó a ser hostil con su pareja hace unos días, quizás sea cosa de la piscina o incluso un cuidados... ¿La habrán maltratado?- La idea de un cuidador maltratando al animal no era descabellada, personas infelices que pagaban sus frustraciones con los animales.- ¿Crees qué sea eso? Deberíamos entrevistar al dueño de las instalaciones o puede ser el mismo... - Nadó fuera del agua dejando un tanto de libertad a la orca para que siguiera nadando tranquilamente evitando que se estresara.
Las gotas de agua cayeron al cemento gris de la instalación, Liza camino para coger una de las toallas que habían dejado para que se secaran al salir de la piscina. Suspiro pensando en la idea de preparar una cesárea no estaba de más, podrían sacar al bebé con vida y más tarde juntarlo con su madre. Giró sobre si misma para quedar frente a Kido dedicándole un rastro de intriga absoluta.
- Si no encontramos el motivo... ¿Le realizamos un cesárea? Podemos tener el material en menos de una hora y si la sedamos todo puede ir bien...- Movía el pie derecho continuamente con nerviosismo, estaba extremadamente acelerada por la situación.
Después de calmar temporalmente a Yakumo, su compañera de trabajo se acercó nadando con estilo perrito, causando que Liza riera levemente ocultándola para que no se molestara. Después nadaba normal calmando la suave risa de la castaña que estaba abrazada al animal. En el momento en que ambas estaban juntas y listas para trabajar, Kido comenzó a dar su propia valoración del estado de Yakumo. Escuchó atentamente todo lo que decía al tiempo que acaricia el morro de Yakumo para tranquilizarla. La sangre seguía saliendo de su cuerpo, en menos de unos minutos la zona en la que nadaban estaba rojiza y Liza sintió parte de asco, la idea de estar bañándose en sangre de orca en proceso de aborto... ¡No! No se rendirían pero con la cantidad de sangre que perdía el animal no tendrían muy tiempo para el fatal desenlace de la historia.
- ¿Mal alimentada? De ser así hubiera sufrido un problema estomacal, nada grave... pero la razón del aborto puede ser físico o psicológico.- Sopesó los varios motivos del aborto, buscado algo común.- Empezó a ser hostil con su pareja hace unos días, quizás sea cosa de la piscina o incluso un cuidados... ¿La habrán maltratado?- La idea de un cuidador maltratando al animal no era descabellada, personas infelices que pagaban sus frustraciones con los animales.- ¿Crees qué sea eso? Deberíamos entrevistar al dueño de las instalaciones o puede ser el mismo... - Nadó fuera del agua dejando un tanto de libertad a la orca para que siguiera nadando tranquilamente evitando que se estresara.
Las gotas de agua cayeron al cemento gris de la instalación, Liza camino para coger una de las toallas que habían dejado para que se secaran al salir de la piscina. Suspiro pensando en la idea de preparar una cesárea no estaba de más, podrían sacar al bebé con vida y más tarde juntarlo con su madre. Giró sobre si misma para quedar frente a Kido dedicándole un rastro de intriga absoluta.
- Si no encontramos el motivo... ¿Le realizamos un cesárea? Podemos tener el material en menos de una hora y si la sedamos todo puede ir bien...- Movía el pie derecho continuamente con nerviosismo, estaba extremadamente acelerada por la situación.
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
- Cierto. - Murmuré. Lo más probable es que se debiera a algo de sus cuidados, pero no precisamente a la alimentación. Maltratos... Era posible, pero seguramente si alguien le había hecho algo indebido no lo admitiría, por lo que preguntarlo seguramente no sería útil. Si alguien le hacía cosas que no debiera lo escondería, y si alguien más lo supiera se añadiría y no lo confesaría o se quejaría muy probablemente, por lo que podía llegar a ser muy difícil de descubrir. Debíamos planear algo menos directo. También podía haber acumulado estrés por las visitas, pero de ser ese caso debería de habérsele pasado ya; esa podía ser la razón por la que la aislaron de los demás, por lo que la separaron de su pareja.
Nadé de nuevo al estilo perro cuando vi salir a mi compañera, pero me mantuve dentro del agua durante el rato en el que propuso soluciones. La cesárea seguramente sería lo mejor, lo más adecuado, aunque podía llegar a ser realmente peligrosa tanto como para ambos animales como para nosotros dos: para todos los implicados en general, más bien.
- Si encontramos el motivo habrá que hacerlo de todos modos a no ser que éste tenga una extraña... solución rápida y eficaz. - Dije justo antes de salir de ahí. Pensé en quedarme al lado del agua, pero al ver a Liza con una toalla... Me daba igual cómo secarme, aunque pudiese llegar a ser perjudicial para mi salud, mas la ropa ajustada no era mi estilo, ni de lejos, y eso me daba una buena y gran oportunidad de cubrirme bastante. Tampoco es que me importara realmente mi aspecto ni lo que pensaran de mí, pero prefería que no se hiciese una idea raro del ser tan poco femenino que Kido, es decir yo, era. Decidí ir más o menos donde estaba ella, pues, y usar una toalla para cubrirme lo máximo que pudiera.
Una vez "salvado", me fijé en la clara inquietud de la chica de cabellos castaños. Entrecerré los ojos. ¿No estaba acostumbrada aún a casos de extrema peligrosidad como ese? Me extrañaba pero preferí no cuestionarlo. Ya tenía suficiente con ese sentimiento, como para incomodarla aún más. Suspiré con suavidad.
- Lo primero será intentar descubrir lo del maltrato... y las condiciones en general. - Propuse. - ¿Deberíamos ir a preguntar juntos o prefieres que alguien se quede a vigilar a Yakumo? - A veces me daban como ataques de timidez, por lo que prefería no ir yo solo a analizar la situación investigando los hechos, por más necesario que fuera revelar esta información. Por otro lado, si iba ella... No sabía si sería mejor o, impresionantemente, aún peor. La orca había aguantado cierto tiempo sola pero, ¿lo haría durante mucho más, o se hartaría y enloquecería, agrediendo a lo que pudiese, en poco tiempo? Y si no íbamos no podíamos saberlo. Ser dos personas comenzaba a parecer complicado por lo que prefería evitar imaginarme a un único veterinario, o veterinaria, intentando llevar a cabo esa labor. Difícil, imposible...: Eso sería.
Nadé de nuevo al estilo perro cuando vi salir a mi compañera, pero me mantuve dentro del agua durante el rato en el que propuso soluciones. La cesárea seguramente sería lo mejor, lo más adecuado, aunque podía llegar a ser realmente peligrosa tanto como para ambos animales como para nosotros dos: para todos los implicados en general, más bien.
- Si encontramos el motivo habrá que hacerlo de todos modos a no ser que éste tenga una extraña... solución rápida y eficaz. - Dije justo antes de salir de ahí. Pensé en quedarme al lado del agua, pero al ver a Liza con una toalla... Me daba igual cómo secarme, aunque pudiese llegar a ser perjudicial para mi salud, mas la ropa ajustada no era mi estilo, ni de lejos, y eso me daba una buena y gran oportunidad de cubrirme bastante. Tampoco es que me importara realmente mi aspecto ni lo que pensaran de mí, pero prefería que no se hiciese una idea raro del ser tan poco femenino que Kido, es decir yo, era. Decidí ir más o menos donde estaba ella, pues, y usar una toalla para cubrirme lo máximo que pudiera.
Una vez "salvado", me fijé en la clara inquietud de la chica de cabellos castaños. Entrecerré los ojos. ¿No estaba acostumbrada aún a casos de extrema peligrosidad como ese? Me extrañaba pero preferí no cuestionarlo. Ya tenía suficiente con ese sentimiento, como para incomodarla aún más. Suspiré con suavidad.
- Lo primero será intentar descubrir lo del maltrato... y las condiciones en general. - Propuse. - ¿Deberíamos ir a preguntar juntos o prefieres que alguien se quede a vigilar a Yakumo? - A veces me daban como ataques de timidez, por lo que prefería no ir yo solo a analizar la situación investigando los hechos, por más necesario que fuera revelar esta información. Por otro lado, si iba ella... No sabía si sería mejor o, impresionantemente, aún peor. La orca había aguantado cierto tiempo sola pero, ¿lo haría durante mucho más, o se hartaría y enloquecería, agrediendo a lo que pudiese, en poco tiempo? Y si no íbamos no podíamos saberlo. Ser dos personas comenzaba a parecer complicado por lo que prefería evitar imaginarme a un único veterinario, o veterinaria, intentando llevar a cabo esa labor. Difícil, imposible...: Eso sería.
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
No dudaba de que Kido estuviera preocupado con la salud de Yakumo, eso demostraba mucho en una persona sobre todo demostraba que aquel chico era un buen veterinario. Al verle tras de ella enrollado en la toalla, Liza casi se parte de risa... Era más bien el estilo de las chicas después de bañarse, pero supuso que lo hizo para secarse mejor, por salud. Escucho con atención la respuesta de Kido, asintiendo levemente con la cabeza, una forma de darle la razón sin palabras. Lo más adecuado era permanecer juntos, nunca se sabía si realmente alguien la estaba maltratando e intentaría "callarlas", siempre era mejor ir acompañada. Desde su posición Liza observaba con tristeza a Yakumo que nadaba en círculos como si estuviera en un estado zombie desconocido. Esperaba con suerte que la sangre parara de emanar, significaría una pequeña mejora en su salud, en caso contrario, estaban en la misma; Si de verdad se trataba de maltrato la persona sería detenida sin duda pero Yakumo seguiría con el principio se aborto, con mucha suerte la desaparición del causante sería suficiente para evitar el aborto. Las medidas de seguridad en ese caso, eran prohibir todas visitas, los únicos permitidos a entrar serían los veterinarios y el cuidador (o el "reserva" si el maltratador resultaba ser el cuidador).
A primera vista supuso que Kido era un chico un tanto frío, pero demostraba cierto rasgo de timidez que divertía a la castaña. No era de esas personas que criticaban ni juzgaban, decía la verdad sin pensarlo dos veces pero solo en casos extremos. Quería que Kido se sintiera lo más a gusto posible, eso facilitaría el trabajo, ambos siendo veterinarios compartirían más trabajo en un futuro.
-Investiguemos juntos, no quiero toparme con un cuidador corrupto y me tire al tanque de los tiburones para guardar su secreto alegando que fue un accidente.- Guiño el ojo al peliverde traviesa, esperando que la broma le relajara.
Comenzó a caminar hacia la saludo, echando un último vistazo a Yakumo mientras posaba la mano en el manillar de la puerta. Le dedicaba una mirada llena de preocupación, mientras interiormente le rogaba que aguantara, ambas regresarían pronto con la solución. Confiaba en las habilidades de Kido y las suyas mismas, eso era muy importante, la confianza mutua y en si misma. Atravesó la puerta, dejandola abierta tras de si para que Kido pasara. Paro unos segundos esperando que estuviera junto a ella antes de comenzar a caminar.
- ¿Eres alumna de Jikan, no? ¿Ha qué casa perteneces?- Era más que obvio que las dos eran alumnas de Jikan y la castaña decidió que sería el tema de conversación perfecto para iniciar una charla.
A primera vista supuso que Kido era un chico un tanto frío, pero demostraba cierto rasgo de timidez que divertía a la castaña. No era de esas personas que criticaban ni juzgaban, decía la verdad sin pensarlo dos veces pero solo en casos extremos. Quería que Kido se sintiera lo más a gusto posible, eso facilitaría el trabajo, ambos siendo veterinarios compartirían más trabajo en un futuro.
-Investiguemos juntos, no quiero toparme con un cuidador corrupto y me tire al tanque de los tiburones para guardar su secreto alegando que fue un accidente.- Guiño el ojo al peliverde traviesa, esperando que la broma le relajara.
Comenzó a caminar hacia la saludo, echando un último vistazo a Yakumo mientras posaba la mano en el manillar de la puerta. Le dedicaba una mirada llena de preocupación, mientras interiormente le rogaba que aguantara, ambas regresarían pronto con la solución. Confiaba en las habilidades de Kido y las suyas mismas, eso era muy importante, la confianza mutua y en si misma. Atravesó la puerta, dejandola abierta tras de si para que Kido pasara. Paro unos segundos esperando que estuviera junto a ella antes de comenzar a caminar.
- ¿Eres alumna de Jikan, no? ¿Ha qué casa perteneces?- Era más que obvio que las dos eran alumnas de Jikan y la castaña decidió que sería el tema de conversación perfecto para iniciar una charla.
- off:
- Vamos ha tener que recurrir a PNJ's ¿Los roleas tu, yo o ambas? Por cierto, ya volví de las vacaciones(?) perdón si quedo cortito.
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Asentí a sus palabras. Por cruel que pudiera parecer, llegó a hacerme cierta gracia lo de los tiburones, pues sonaba irónico que lo dijera alguien que justo acababa de estar con una orca, la cual podía haber llegado a ser mucho más peligrosa si por la razón que fuera hubiera reaccionado de una forma considerablemente agresiva, incluso si lo hacía sin llegar a límites exagerados. Pensándolo bien, irónicamente podía matar a muchos seres vivos si se lo proponía y aun así debíamos ayudarla. Era algo extraño. Razonable pero extravagante a la vez, y de natural poco pero al menos salvaríamos una nueva vida si todo salía bien.
Aun así no denoté mis reflexiones
Me entretuve sumido en mi mundo de pensamientos rebuscados y demás idas de olla por lo que me tocó correr un poco para alcanzar a la otra veterinaria y cerrar la puerta sólo por si acaso. Una puerta entreabierta llamaría mucho la atención y no queríamos intrusiones inesperadas y, aún peor, que agraviaran la situación de un modo consciente o no pero preocupante por igual. Debíamos tener mucho cuidado o fracasaríamos en nuestra única misión del día.
Asentí nuevamente. Sabía que había alumnos que al saber que otro era de una casa distinta debatían sobre ello, se odiaban aunque les agradara la personalidad de la otra persona y... ¡Ah! Eran como críos. Vacilé un poco antes de finalmente responder.
- Nymphart. - Contesté en un tono claramente inseguro. Esperaba que no fuese como la gente ya mencionada. Tan odiosa y... Prefería no tener que volver a darle vueltas a ese tema. Me enfermaba que hubiera tanta rivalidad por un asunto tan tonto porque sí, estaba bien tenerlo en cuenta, pero no todo consistía en que la casa de cada uno fuera mejor que las demás oficialmente. Al menos Liza no parecía ser así. – ¿Y tú? - Nunca antes la había visto, y tampoco a su mascota si es que la tenía ni el sello donde fuera que lo tenga, seguramente por culpa del dichoso y ajustado traje de neopreno. Me controlé a tiempo para no comenzar a gruñir como un animal por el simple hecho de pensar de él, sólo por tenerlo en cuenta.
Mientras íbamos avanzando iba pensando en lo que decir, o mejor, lo que no decir, y también lo que hacer y por ende lo que no hacer. Prefería que ella hablara e interferir yo sólo si era necesario, aunque también quería ser yo el que preguntara las cosas y me contradecía yo solo. Era mejor seguir e improvisar lo que fuera una vez allí, a tan sólo un par de minutos ya.
Aun así no denoté mis reflexiones
Me entretuve sumido en mi mundo de pensamientos rebuscados y demás idas de olla por lo que me tocó correr un poco para alcanzar a la otra veterinaria y cerrar la puerta sólo por si acaso. Una puerta entreabierta llamaría mucho la atención y no queríamos intrusiones inesperadas y, aún peor, que agraviaran la situación de un modo consciente o no pero preocupante por igual. Debíamos tener mucho cuidado o fracasaríamos en nuestra única misión del día.
Asentí nuevamente. Sabía que había alumnos que al saber que otro era de una casa distinta debatían sobre ello, se odiaban aunque les agradara la personalidad de la otra persona y... ¡Ah! Eran como críos. Vacilé un poco antes de finalmente responder.
- Nymphart. - Contesté en un tono claramente inseguro. Esperaba que no fuese como la gente ya mencionada. Tan odiosa y... Prefería no tener que volver a darle vueltas a ese tema. Me enfermaba que hubiera tanta rivalidad por un asunto tan tonto porque sí, estaba bien tenerlo en cuenta, pero no todo consistía en que la casa de cada uno fuera mejor que las demás oficialmente. Al menos Liza no parecía ser así. – ¿Y tú? - Nunca antes la había visto, y tampoco a su mascota si es que la tenía ni el sello donde fuera que lo tenga, seguramente por culpa del dichoso y ajustado traje de neopreno. Me controlé a tiempo para no comenzar a gruñir como un animal por el simple hecho de pensar de él, sólo por tenerlo en cuenta.
Mientras íbamos avanzando iba pensando en lo que decir, o mejor, lo que no decir, y también lo que hacer y por ende lo que no hacer. Prefería que ella hablara e interferir yo sólo si era necesario, aunque también quería ser yo el que preguntara las cosas y me contradecía yo solo. Era mejor seguir e improvisar lo que fuera una vez allí, a tan sólo un par de minutos ya.
- Off-rol:
- [Propongo que sean "compartidos" pero siempre teniendo en cuenta su personalidad. Vamos, los llevamos ambos pero si uno es gruñón luego no puede volverse alegre de la nada y esas cosas ilógicas... a menos que sea por algo coherente.
Y... creo que lo he notado. (?)
Sobre la extensión, no te preocupes. Luego se me acumulan cinco posts de mil palabras y muero por el camino...]
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Las respuestas de Kido eran verdaderamente cortas y directas, dignas de la persona más antipática o tímida del mundo. En sus años de soportar el estereotipo de "la miko obediente, casta y gentil", había aprendido a no juzgar a la gente sin conocerla realmente ¿Y si era tímido? ¿Antipático? ¿O sentía miedo? Habían muchas opciones posibles, y antes de lanzarse a escoger una respuesta, Liza prefería parar y conocer a la persona, que ella misma le descubriera su verdadera personalidad. Fue por eso que aún recibiendo unas respuestas tan pobres, ella continuó sonriendo a Kido, incluso después de haber escuchado a que casa pertenecía. Había escuchado muchas cosas sobre las casas en general, la gran mayoría cosas muy malas, cosas que Liza no se creía en absoluto pues si las casas habían sido inspiradas en sus creadores, no significaba que todos los alumnos fueran así. Ella misma era la prueba de que las casas eran un simple hogar donde hospedarse, pues la mejor definición que había escuchado de ella misma salió de los labios de su propio hermano Liam.
Fueron las mayores palabras que Liam le dedicó, incapaz de buscar una palabra mayor para definir su comportamiento. Recordaba con cariño el día que se las dijo, un día de invierno con una nieve tan blanca y espesa, que les costaba caminar. Hacia tanto frío que planearon hacer una hoguera, pero no habían encontrado ninguna rama seca. Después de un buen rato buscando y muriendo de frío, Liza había encontrado un árbol seco y sin pensarlo dos veces, lo pateo repetidas veces hasta que la podredumbre y la fuerza hicieron que cayera. Liam se volvió como loco, diciendo repetidas veces la frase ya mencionada... sin embargo guardó silencio cuando consiguió encender fuego con las ramas secas del árbol muerto.
De verdad... echaba tanto de menos a Liam...
Notando cierto aburrimiento en el ambiente, Liza cruzo los brazos tras su espalda y comenzó lo que intentaba ser, una imitación del desfile militar, exagerando enormemente el movimiento de piernas. Para nada Liza se consideraba una persona serie, si bien le gustaba ir por libre, sin atarse a alguien, también le gustaba hacer el tonto y reírse sin importarle las criticas de los demás. Paró cerca del despacho del cuidador de Yakumo, antes de entrar le respondería.
- Pues... soy de Adiashen, la casa de los fénix.- - Pensó en Skyfallen que se había quedado en un lugar seguro por si las moscas.- Espero que no me insultes ni moleste por la rivalidad entre las casas, yo paso de sus rollos y tonterías, cada loco con su tema ¿Entiendes?
Las palabras no eran precisamente las más delicadas o normales, incluso se podían interpretar como parte de un lenguaje de macarras. Posó la mano en el pomo de la puerta, girando este para abrir la puerta lentamente, llamando la atención del cuidador, un hombre de treinta y cinco años aproximadamente, leyendo unos papeles, quizás sobre Yakumo.
- Disculpe señor, soy Liza Black y este es Kido, ambos somos los veterinarios encargados de curar a Yakumo.
El hombre elevó la vista para clavarla en ambos, por un momento hubo una pausa mientras el cuidador las observaba, dejando paso a una sonrisa despreocupada. El tipo se levantó de la silla y dejo los papeles sobre las meses, para luego acercarse a Liza y Kido, quizás para darles la bienvenida.
Bienvenidos, gracias por ocuparos de Yakumo ¿Hay novedades?
-Pues...- Liza giró el rostro para ver a Kido, esperando que fuera este quien respondiera la pregunta, debían demostrar ser un equipo eficaz y unido.
¡Liza! No cabe duda de que eres una loca y bestia
Fueron las mayores palabras que Liam le dedicó, incapaz de buscar una palabra mayor para definir su comportamiento. Recordaba con cariño el día que se las dijo, un día de invierno con una nieve tan blanca y espesa, que les costaba caminar. Hacia tanto frío que planearon hacer una hoguera, pero no habían encontrado ninguna rama seca. Después de un buen rato buscando y muriendo de frío, Liza había encontrado un árbol seco y sin pensarlo dos veces, lo pateo repetidas veces hasta que la podredumbre y la fuerza hicieron que cayera. Liam se volvió como loco, diciendo repetidas veces la frase ya mencionada... sin embargo guardó silencio cuando consiguió encender fuego con las ramas secas del árbol muerto.
De verdad... echaba tanto de menos a Liam...
Notando cierto aburrimiento en el ambiente, Liza cruzo los brazos tras su espalda y comenzó lo que intentaba ser, una imitación del desfile militar, exagerando enormemente el movimiento de piernas. Para nada Liza se consideraba una persona serie, si bien le gustaba ir por libre, sin atarse a alguien, también le gustaba hacer el tonto y reírse sin importarle las criticas de los demás. Paró cerca del despacho del cuidador de Yakumo, antes de entrar le respondería.
- Pues... soy de Adiashen, la casa de los fénix.- - Pensó en Skyfallen que se había quedado en un lugar seguro por si las moscas.- Espero que no me insultes ni moleste por la rivalidad entre las casas, yo paso de sus rollos y tonterías, cada loco con su tema ¿Entiendes?
Las palabras no eran precisamente las más delicadas o normales, incluso se podían interpretar como parte de un lenguaje de macarras. Posó la mano en el pomo de la puerta, girando este para abrir la puerta lentamente, llamando la atención del cuidador, un hombre de treinta y cinco años aproximadamente, leyendo unos papeles, quizás sobre Yakumo.
- Disculpe señor, soy Liza Black y este es Kido, ambos somos los veterinarios encargados de curar a Yakumo.
El hombre elevó la vista para clavarla en ambos, por un momento hubo una pausa mientras el cuidador las observaba, dejando paso a una sonrisa despreocupada. El tipo se levantó de la silla y dejo los papeles sobre las meses, para luego acercarse a Liza y Kido, quizás para darles la bienvenida.
Bienvenidos, gracias por ocuparos de Yakumo ¿Hay novedades?
-Pues...- Liza giró el rostro para ver a Kido, esperando que fuera este quien respondiera la pregunta, debían demostrar ser un equipo eficaz y unido.
- off:
- Ya desvirgué al tipo(?) ok no, pensé que fuera el típico chico amante de la naturaleza de sonrisa perfecta y buenas intenciones(?). Espero te mole ~
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Re: Urgencia: La orca {Priv. Kido Hayashi}
Nos pasamos prácticamente todo el camino en silencio pero la verdad es que no sabría concretar la razón con exactitud si me la preguntaban, seguramente incluso dándole varias vueltas absurdas al tema. ¿Era mi culpa por ser demasiado frío, como solían decirme, o la suya por hacer... lo que fuera en lugar de contestar y mantener una conversación normal? Aunque claro, normal, conmigo... Bien, tal vez había descubierto ya al culpable así que era mejor dejarlo estar. Siguiente.
Me extrañó que tardara en responder y que se pusiera a... a... La verdad es que no sé muy bien lo que hacía pero estaba claro que algo intentaba. Preferí no prestarle demasiada importancia y considerar que quería darle emoción a su respuesta, o algo así. Había gente que hacía cosas demasiado extrañas para mí, aunque para mí los raros eran ellos, todos ellos.
Negué suavemente con la cabeza; no iba a dedicarme a llamarla "pajarraco" a ella o a su mascota, si la tenía, "plumosos" o cualquier chorrada infantil similar. Suponía que no me llamaría "zorrón", "perro", "chucho" ni nada como eso por lo que no teníamos porqué discutir con ello ya que compartíamos cierta pasión: los animales. Ambos queríamos que estos seres gozaran de una buena salud, independientemente de su especie y raza.
- Zorro, fénix... Me da lo mismo. - Comenté con sinceridad antes de al fin llegar al momento tan esperado: el encuentro, por así llamarlo, con el posible maltratador.
Lo observé con pura desconfianza, pues parecía un buen hombre pero todo eso podía ser un simple disfraz. Seguro que lo sería si él era el culpable de los traumas de la pobre orca que luchaba desesperadamente por seguir con su vida y no tener al hijo si no era en un ambiente adecuado.
Al parecer Liza me echó el muerto a mí y yo no pretendía andarme con rodeos y trampas como "¿Podría decirme quién ha maltratado a Yakumo?". ¿Cómo? ¿Qué eso sería muy directo? Para mí no lo era tanto como pareces creerlo. Cierto, era mejor intentar ser más suave para no intimidarlo. Lo más adecuado sería preguntar algunas cosillas hasta que se autodelatara.
- ¿Eres...? - Era un hombre mayor. No era un anciano cincuentón pero tampoco un chaval de veinte años así que supuestamente debía tratarlo de usted. En fin... Suspiré y me autocorregí sin recibir queja alguna por su parte. - ¿Es usted el único que accede al acuario de Yakumo, de un modo u otro, y mantiene contacto con ella?
- Si la pregunta es referente a la seguridad, sí. No dejamos que cualquiera ponga las manos sobre ella. - No parecía mentir. - Quién sabe lo que podría pasarle si según quiénes pudieran acercársele demasiado... - Denotaba cierta preocupación, pero seguía con la duda de si todo era real o ficticio. Un maltratador no admitiría serlo así como así ya que se pondría en peligro a sí mismo muy tontamente.
Le dediqué una mirada de soslayo a mi compañera por tal de saber si confiaba o no en él aunque luego pensé en que demostrar algo negativo, por lo poco que la conocía, no entraba en su personalidad. En cambio en mi caso era lo contrario: incluso en confianza me resultaba difícil sonreír plenamente y con sinceridad, aunque fuese tan sólo un poco.
Si decía la verdad, o bien estaba cavando su propia tumba sin darse cuenta de que había destruído su única excusa, o alguien se había colado varias veces últimamente. De ser así, eso de "seguridad" no resultaba tan convincente.
- Tenemos sospechas de las posibles razones de aborto de Yakumo pero ninguna es segura así que no hay porqué extenderlo hasta que alguna sea confirmada. - Expliqué con cierta indiferencia, casi liándome yo solo con mis propias palabras, aunque realmente me importara mucho el asunto.
Me extrañó que tardara en responder y que se pusiera a... a... La verdad es que no sé muy bien lo que hacía pero estaba claro que algo intentaba. Preferí no prestarle demasiada importancia y considerar que quería darle emoción a su respuesta, o algo así. Había gente que hacía cosas demasiado extrañas para mí, aunque para mí los raros eran ellos, todos ellos.
Negué suavemente con la cabeza; no iba a dedicarme a llamarla "pajarraco" a ella o a su mascota, si la tenía, "plumosos" o cualquier chorrada infantil similar. Suponía que no me llamaría "zorrón", "perro", "chucho" ni nada como eso por lo que no teníamos porqué discutir con ello ya que compartíamos cierta pasión: los animales. Ambos queríamos que estos seres gozaran de una buena salud, independientemente de su especie y raza.
- Zorro, fénix... Me da lo mismo. - Comenté con sinceridad antes de al fin llegar al momento tan esperado: el encuentro, por así llamarlo, con el posible maltratador.
Lo observé con pura desconfianza, pues parecía un buen hombre pero todo eso podía ser un simple disfraz. Seguro que lo sería si él era el culpable de los traumas de la pobre orca que luchaba desesperadamente por seguir con su vida y no tener al hijo si no era en un ambiente adecuado.
Al parecer Liza me echó el muerto a mí y yo no pretendía andarme con rodeos y trampas como "¿Podría decirme quién ha maltratado a Yakumo?". ¿Cómo? ¿Qué eso sería muy directo? Para mí no lo era tanto como pareces creerlo. Cierto, era mejor intentar ser más suave para no intimidarlo. Lo más adecuado sería preguntar algunas cosillas hasta que se autodelatara.
- ¿Eres...? - Era un hombre mayor. No era un anciano cincuentón pero tampoco un chaval de veinte años así que supuestamente debía tratarlo de usted. En fin... Suspiré y me autocorregí sin recibir queja alguna por su parte. - ¿Es usted el único que accede al acuario de Yakumo, de un modo u otro, y mantiene contacto con ella?
- Si la pregunta es referente a la seguridad, sí. No dejamos que cualquiera ponga las manos sobre ella. - No parecía mentir. - Quién sabe lo que podría pasarle si según quiénes pudieran acercársele demasiado... - Denotaba cierta preocupación, pero seguía con la duda de si todo era real o ficticio. Un maltratador no admitiría serlo así como así ya que se pondría en peligro a sí mismo muy tontamente.
Le dediqué una mirada de soslayo a mi compañera por tal de saber si confiaba o no en él aunque luego pensé en que demostrar algo negativo, por lo poco que la conocía, no entraba en su personalidad. En cambio en mi caso era lo contrario: incluso en confianza me resultaba difícil sonreír plenamente y con sinceridad, aunque fuese tan sólo un poco.
Si decía la verdad, o bien estaba cavando su propia tumba sin darse cuenta de que había destruído su única excusa, o alguien se había colado varias veces últimamente. De ser así, eso de "seguridad" no resultaba tan convincente.
- Tenemos sospechas de las posibles razones de aborto de Yakumo pero ninguna es segura así que no hay porqué extenderlo hasta que alguna sea confirmada. - Expliqué con cierta indiferencia, casi liándome yo solo con mis propias palabras, aunque realmente me importara mucho el asunto.
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- [¡¿Qué has hecho?! ¡Eres una degenerada! (?) ¡Pues lo volveré yandere psicópata loco asesino...! Todo eso viene a ser lo mismo, ¿verdad? Como sea, ahora en serio. Está bien, aunque Kido es así de ella y tiene sospechas raras, como se puede comprobar.]
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