Finally ... I fell in love at first sight [Priv. Nicholai Bathory]

“Prométeme que irás todos los días”
“Lo haré máma, te lo prometo”

Fueron de las últimas palabras que se dedicaron madre e hija antes de la marcha de la castaña..

Las mikos o sacerdotisas eran doncellas consagradas a dios, adoptando el trabajo de proteger a las gentes de su pueblo en todo. Purificar el mal, cuidar de los heridos o incluso pelear contra el enemigo en caso de necesidad. Una vez al día debían visitar el templo para purificarse y renovar sus votos. Elizabeth nunca quiso ser miko, su propia madre, eligió por ella alegando ser la tradición familiar de la familia. Con tan solo cinco años de edad ¿Qué se puede hacer? No es hasta que tienes conciencia, que te han obligado a seguir una tradición que detestas. Ella nunca se consideró una verdadera miko… lejos de ser perfecta, pura y femenina, buscaba la aventura y los retos.

Sábado por la mañana, el día se había levantado claro, un sol suave calentaba a los habitantes de Jikan mientras una brisa les refrescaba. El templo era muy transcurridos por las chicas de su condición, mikos de verdad. Las veía ir y venir, chicas a las que su madre le gustaría que se pareciese. Suspiraba constantemente recordando cada vez que su madre la regañaba al cumplir mal una de sus órdenes… ¿Qué demonios tenía que hacer? Por mucho que entrenara, no serviría de nada… ella era ella…

La suave brilla de la montaña mecía los cabellos castaños de Liza en esos momentos; vestida con el tradicional kimono de sacerdotisa. Odiaba usar aquellas ropas tan pesadas e incomodas, acostumbrada a la ligereza de su camiseta blanca y short vaquero... ¿Por qué iban así? De por si detestaba el proceso de purificación que constaba de permanecer bajo una cascada de agua helada durante un día entero...

Observaba distraída el paisaje frente a ella, reparando pequeños animales que escalaban por los árboles o corrían esquivando las piernas de quienes andaban por allí. SkyFallen descansaba en el hombro de su dueña, vigilante ante cualquier peligro que amenazara la seguridad de la chica. Liza a veces se sorprendía con el espíritu de lucha de Sky... ¿Por qué disfrutaba tanto peleando? En vez de un fénix parecía poseer un gallo de pelea muy problematico...

Allí estaban ambos, disfrutando de unos minutos libres hasta volver al momento del rezo, un rezo a un dios en el que no creía... pero las promesas eran importantes y más si se las hacia a su amada madre. Proteger a las gentes, la misión de una miko... luchar contra la impureza... ¿Pero si en realidad ella misma estaba manchada?

El aburrimiento comenzaba a poseerla brutalmente mientras iba observando los pequeños detalles del paisaje. Después de pasar un largo rato pensando sobre la vida en general, el futuro que tendría siendo miko y los tontos votos... En sus momentos de rabia llamaba a su madre hipócrita por someterla a ser miko, siendo uno de los votos no casarse y en vez de eso, había huido de su hogar para casarse con un hombre que más tarde desaparecería para no volver. ¿Qué pasaría si llegara a enamorarse? Creía firmemente en el amor a primera vista pero nunca lo había sentido ¿Significaba eso qué no existía o no había nadie para ella? Podría ser cualquiera de las dos cosas... No es que el tema amoroso le importara mucho, solo era una pequeña parte de la vida... Pensaba las cosas antes de actuar, eso significaba que si su parte aventurera buscaba acción no crearía una familia para luego abandonar, como hizo su padre, por eso mismo por mucho que faltara para ese día, lo meditaba seriamente.

La voz de Skyfallen la sacó de sus pensamientos, ese sonido significaba que había un fénix cerca y que le atacaría sin pensarlo. Tan rápido como pudo se puso de pie de un salto sosteniendo a la ave entre sus manos como si fuera una gallina. Sky intentó liberarse, agitando su cabeza sin exito... no picotearía a su propia ama, la quería mucho para eso. Segura de que Skyfallen estaba bien sostenido, se dispuso a buscar con la mirada al fénix y su posible dueño (los fénix no solían ir sin dueño). Buscó entre la gente que pasaba, viendo únicamente a serpientes o zorros, incluso algún dragón... pero nada de fénix... hasta que le vio, el fénix posado en su hombre.

¿Qué le pasaba el tiempo? Liza miraba fijamente a aquel chico de aspecto pálido, vestido de pies a cabeza que no dejaba nada a la vista salvo su rostro. Sostenia en una mano una sombrilla para protegerse del sol y ha Liza le pareció el chico más atractivo del mundo. Su corazón comenzó a agitarse, lo sentía bombear nervioso; su estómago empezó a sentirse raro... un cosquilleo como las famosos "mariposas en el stómago" y sin darse cuenta, sus mejillas de tiñeron del más profundo rojo, un sonrojo tan evidente que un ciego podría notarlo. Varias punzadas atravesarón su corazón, sin motivo alguno comenzó a sudar como si estuviera en una sauna ¿Qué le pasaba? Tan ensimismada estaba con aquel chico, sin apartar la mirada de su rostro, que sus manos dejaron libre a Skyfallen. No lo notó, estaba hipnotizada con el muchacho de semblante serio y ropajes elegantes. Quizás... si... seguro... se había enamorado a primera vista.

Necesitaba saber quien era ese chico, su nombre, casa, curso, amistades... ¿Tendría novia? Rezaba para que no tuviera ninguna relación. Pero... ¿Cómo acercarse? ¡Hola! Disculpa que te moleste, es que me he enamorado de ti a primera vista... ¿Te gustaría salir conmigo? Por mucho que quisiera ir allí y pedirle salir, no sería tan fácil... Respiró hondo para retener el aire el tiempo suficiente para tranquilizarse. Sudaba y continuaba sonrojada pero por lo menos se le notaba mucho menos. Debía parecer natural, presentarse como si nada... un "hola" o "buenos días"... ¿Qué tema de conversación sacaría? ¡Estaba tan nerviosa! Comenzaba a morderse el labio inferior con nerviosismo, buscando una buena excusa para hablar con el... y la respuesta vino como un gruñido.

Skyfallen continuaba allí revoloteando preocupado por la paralisis de su ama, la cara de tonta no se le quitaba. Liza tuvo una brillante idea... ¡Utilizaría a Skyfallen! El ave volaría contra el... fénix... ¡Era de Adiashen! Lejos de la vista de la gente saltó de alegria, otro tema de conversación o incluso mejor... podrían ser compañeros de clase o habitación. Un mar de posibilidad se extendía para Liza. Se tranquilizó, la emoción la volvía loca, actuar sin pensar no la llevaría a ninguna parte. Primera parte del plan: Skyfallen contra el fénix del chico guapo. Liza señaló al fénix del pelinegro y sin pensarlo dos veces, Sky se lanzó contra el, parando de golpe a penas unos centimetros de el. Liza parpadeó sin saber porqye demonios había parado y no lo comprendió hasta ver de frente al animal.

El fénix tenia una mascarilla conectada a un tubo, los ojos y ala protesicos; Liza ahogó un grito de sorpresa. Skyfallen regresó avergonzado al hombro de su ama, no atacaría a un fénix herido... no era tan rastrero. El plan había medio fallado pero aún podía salvar parte y conseguir su objetivo...

Recuerda parecer natural...

- ¡Disculpa! Mi fénix iba atacar al tuyo... menos mal que paró... - Gracias al falso nerviosismo pudo disimular el sudor.- Veo que tu fénix no tiene buena pinta... ¿Puedo saber qué le pasó? ¡Ah! ¡Me llamo Elizabeth Black! Dime solo Liza.

Hubiera esperado insultos y gritos por parte de aquel maravilloso pelinegro, el chico que le había robado el corazón con su mera existencia, pero en vez de eso... La voz era tan como se la había imaginado en un principio, calmada y elegante... el tope llego cuando en vez de quejarse por el ataque de Sky, el muchacho la piropeo. El corazón de Liza se acelero más con tan solo escucharlo y sus palabras hicieron que casi pareciera que iba a escapar de su pecho. Las mejillas de Liza se tiñeron del rojo más fuerte y tímido, se veía obligada a desviar la mirada ligeramente.

¿De verdad esa opresión en el pecho que sentía significaba amor? Nunca había sentido amor por nadie, aún menos esperaba que finalmente fuera a primera vista. Recordaba los días en que su padre aún vivía en la casa familiar, la sonrisa de su madre cada vez que le veía... Le dedicaba una sonrisa nada más despertar, otra al regresar a casa y finalmente una antes de dormir. Eran una pareja feliz, enamorada, después de que les abandonaran su madre ya nunca fue la misma, por mucho que se esforzara en aparentarlo... el brillo de sus ojos nunca volvió a ser el mismo, todo el amor que sentía por él se vio desperdiciado, era el amor que iluminaba sus pupilas cada mañana. A partir de los recuerdos Liza analizaba la situación y los sentimientos que la dominaban en esos momento. No tuvo que verse en un espejo para saber que sus ojos azules brillaban más que nunca, como dos cristales. Una sonrisa permanecía siempre dibujaba, desistía en abandonar el semblante de la castaña, igual que el evidente sonrojo. Nicholai le extendió la mano, ella no tardó ni dos segundos en posar la suya sobre la ajena, dando una sensación de desesperación.

- Encantada de conocer conde... le llamaré así si gusta.- Haría cualquier cosa para llamar la atención del pelinegro, por muy tonta que pareciese.- No merezco semejante halago... quizás mi nombre haya sido usado por la realeza, pero yo soy una vulgar chica del montón...- ¿Estaría exagerando? No buscaba parecer un paleta y pobre, pero si comparaba las vestimentas del chico con las suyas...

Sin duda Nicholai gozaba del dinero suficiente para permitirse una ropa elegante y de la tela más fina, perfectamente conjuntado, en cambio ella... una simple camisa blanca, shorts vaqueros y un chaleco negro... sintió vergüenza de si misma y sus pintas por primera vez en la vida. Como de costumbre tuvo la mala manía de hacerse sus propias ideas, imaginando cosas del estilo: "Esto no es como la dama y el vagabundo, el me pegaría una patada si osara si quiera a acercarme a el". Permaneció en la misma posición, sin embargo hubiera deseado alejarse de el, esperando no haber resultado una molestia.

La ave lisiada había sufrido un accidente mágico, Liza nunca se habría imaginado que tal cosa fuera posible, menos en un fénix. Sabiendo eso, miró a Sky y recordaba sus constantes batallas, quizás algún día el acabaría igual. Skyfallen movía la cabeza analizando a Songbird, nunca antes había visto un fénix herido de esa forma, acostumbrado a renacer de entre sus cenizas, un fénix invalido resultaba ser una noticia nueva. Casi se sentía mal por haberle atacado... como muestra de arrepentimiento, voló hasta su lado para acaricia con suavidad la cabeza de la ave femenina.

- Lamento el accidente de tu mascota... y se ve que Skyfallen también.- No pudo más que sonreír orgullosa de Skyfallen.-Le pide disculpas, por atacarla...