The quiet reflection of a man and a woman changing feelings [Priv.]

por **Evelyn Erskine** Sáb Sep 14, 2013 8:19 pm

La brillante luz de la luna llena iluminaba el pálido rostro de la pelirroja casi como si intentara acariciar las mejillas sonrosadas de la misma. Una noche más de soledad para la muchacha de ojos castaños que observaba embelesada el satélite nocturno. Los alumnos tenían totalmente prohibido abandonar las instalaciones después del toque de queda, y Evelyn no era de esas chicas que disfrutaban rompiendo las reglas, pero era su primera noche lejos de su hogar, los resquicios familiares y los amigos que tanto la habían apoyado. Les echaba de menos, a todos y cada uno de ellos, también pedía disculpas a su hermano allí donde estuviera a sabiendas de que no apoyaría su decisión.

Los animales diurnos descansaban ya en sus nidos y madrigueras, dejando paso al musical de los grillos, el cantar de los búhos y la brisa que movía las hojas de los árboles. El ambiente perfecto para una noche de meditación y recuerdo como la que pretendía tener. Sus únicos compañeros esa noches eran sus horquillas, último regalo y el huevo de dragón que le entregaron esa misma mañana. Investigó lo suficiente para averiguar que el huevo de dragón pertenecía a una familia acuática, razón de más para visitar el lago o la playa, en otro momento. El huevo azul oscuro era casi invisible, excepto por los motivos rojos brillantes como rubíes que llamaban la atención. Esperaba ilusionada la llegada de la nueva criatura al mundo, como si de un bebé humano se tratase. El instinto maternal de Evelyn se había activado con apenas trece años, edad a la que empezó como canguro. El sueño de Evelyn era sencillo, tonto incluso, muchas mujeres pensarían que era una sumisa.

¿Su sueño? Como toda mujer en la tierra (o la mayoría) sueña con encontrarse con su amor verdadero, se imagina como sería su boda, sueña con el embarazo y sueña con las pequeñas criaturas fruto de su amor. Muchos dicen que ser ama de casa es un trabajo laborioso, como gratificante y ridículo; Evelyn pensaba totalmente al revés, sin importarle la opinión de los demás. Evelyn soñaba con una vida llena de tranquilidad y amor, pasando el resto de su vida acompañada del ser que amaba. Contaba sólo con diecisiete años, los votos de castidad se romperían cuando contrajera matrimonio y hasta los dieciocho mínimo no podía casarse. ¿Cómo pensaba en casarse sin haber conocido a su futuro marido? Nunca tuvo novio, se alejaba de los chicos que mostraban interés romántico, temiendo ser una carga para ellos o que se aprovecharan por su cuerpo. Los grandes senos de Evelyn siempre habían sido un problema a la hora de entablar amistades, muchos la buscaban para disfrutar de sus dotes. La inocencia de Evelyn también resultaba ser un problemas, todos la consideraban tonta o adorable, incapaz de hacer nada por si sola.

La brisa meció los mechones naranjas creando un baila natural que obligó a la chica posar la mano en el cabello para ajustarlo tras la oreja. Cada dos minutos desviaba la vista para clavarla en el huevo de dragón esperado el momento de su nacimiento. ¿Nerviosa? Si, ese dragón sería su único compañero en la academia Jikan pues no pretendía entablar grandes amistades para no resultar una carga. No temía la soledad, no temía ser abandonada, después de todo el destino le había demostrado que mejor era permanecer sola, sin poner en riesgo la vida de sus seres más queridos.

- Cuando nazcas te colmare de afecto, Nessie.- Susurro observando el cielo mientras acariciaba el cascarón azul. Nessie o Ness era el nombre del legendario monstruo del lago Ness, una de los símbolos de escocia, su ciudad natal, de ahí que lo eligiera. Guardo silencio viendo el cielo estrellado sin dejar de acariciar el huevo, en un intento de transferir el cariño que le procesaba.