I hear voices in my head [Priv.]

Evelyn soñaba despierta la mayoría del tiempo, dormida o despierta siempre soñaba, quien la conocía la llamaba despistada o tonta, todo por soñar en tontas historias de amor y aventuras. Inocente pero inteligente, disfrutaba aún de los pequeños placeres de la infancia, como soñar con príncipes de brillante armadora o brujos con intenciones de dormir para siempre a la princesa del cuento. En todos los cuentos de princesas y amor, la princesa siempre tiene unos padres que la aman y dan la vida por ella, incluso destinados a morir. Sabía con extrema certeza que ella nunca se podría considerar una princesa. No contaba con familia, no era hermosa y menos aún contaba con un guapo príncipe que la protegiera. No, Evelyn sin duda se consideraba así misma como la fea aldeana del pueblo que iba de un lado a otro, limpiando el hogar o mendigando unas sucias monedas, viendo y sufriendo como la gente la miraba con expresión de repugnancia.

- Una monedas por caridad.-Pensó interiormente viendo a los alumnos pasar de un sitio a otro, borrachos en su mayoría. El Toxic Building siempre estaba lleno los fines de semanas, en su totalidad de alumnos mayores, profesores y algún que otro rebelde menor de edad esperando entrar en los bares o discoteca para echar un trago. Ella contaba con diecisiete años de edad, rozando la mayoría de edad que le abriría variar puerta, sin embargo, la pelirroja no deseaba introducirse en esos antros. Siempre había sido cautelosa, buscaba alejarse de los problemas... y el alcohol siempre los traía. No serían más de las diez cuando un grupo de universitarios borrachos pasaron por su lado, dando gritos y riendo como locos. Comentarios ofensivos viajaron hasta los oídos de Evelyn, y optó por ignorar los comentarios, detestaba buscar problemas.

¿Qué hacia entonces una alumna de tercer año en medio del Toxic si no pretendía beber o bailar? Había una tercera opción y era la de cantar. El karaoke no era muy transitado, como mucho habían menores de edad resignados, algunos borrachos en busca de diversión, parejas o grupos de amigos... ella no encajaba en ninguna de las anteriores, simplemente iba por divertirse. Si, era muy triste que una niña jovén tuviera que pasar un viernes por la noche sola, cantando para pasar el rato... sin embargo la soledad le ayudaba a recordar los buenos momentos, como la primera vez que fue a un karaoke con su tía y cantó su primera canción en el idioma.  Tardó bastante en aprender el idioma, tuvo que lidiar con varias bromas y pedir disculpas por los malentendidos. Después de mucho estudiar y practicar, hablaba un Japones fluido, con la única pega de su acento natal.

Habiendo elegido un cuarto para ella sola, ocultando la mirada de la recepcionista sorprendida, marchó hasta su sala con la cabeza baja. Esperaba no tener ningún accidente en la noche, no por ella, si no por el pobre sujeto que se cruzara con ella, y es que Evelyn temía ser una carga o molestia, siempre sería, ese cero a la izquierda.