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It's the beginning [Morgiana]
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
Página 1 de 1.
It's the beginning [Morgiana]
Calurosa noche de Septiembre, la gente se empieza a marchar a sus dormitorios por las horas que son.Una hermosa luna llena inundaba todo el campus de Jikan, y de pronto, solo, en esa cálida noche, una figura blanca emerge. Ataviado con un traje completamente blanco e impoluto, un sombrero del mismo color que el traje y un monóculo en el ojo derecho, acompañado todo con un maletín en el brazo contrario al ojo del monóculo. Surge de la nada, volando con unas alas completamente blancas, casi del color de la luna, que se camuflan perfectamente con su traje, y al pisar el suelo, sus alas se juntan y se camuflan formando la capa del mismo color que su atuendo. Por suerte, nadie le vio aterrizar, era su primer día y no quería ya desde el principio llamar la atención. Prefería una bienvenida escasa, y sonrió para sus adentros cuando en verdad se dio cuenta que así era. Nadie le venía a visitar, ni a darle la bienvenida, ni mucho menos a decirle en que cuarto estaba; lo único que sabía eran que los dormitorios de su casa, Haradrim, se encontraban en un camino hacia la derecha de la recepción, y esto lo vio porque habia carteles que te explicaban donde estaba cada cosa. Sus ojos no paraban de mirar hacia todos lados, se sorprendía lo grande que podía llegar a ser un instituto; él se había criado siempre en lugares humanos, ya sea en el colegio o en la ciudad donde había nacido, y al comparar lo que estaba acostumbrado a ver, se quedó gratamente sorprendido, asombrado y anonadado.
Nozomu Shiro, así se llama el joven trajeado novato, y sin volver a mostrar sus alas empezó a caminar como había hecho toda su vida. ¿Su raza? Humano no era, eso estaba claro, pero qué tipo de ser sobrenatural podía ser. Muchos si le hubieran visto aterrizar habrían dicho que era un ángel enviado por dios; otros al ver el único maletín que llevaba dirían que era un ángel caído; algunos incluso habrían dicho que tal belleza no puede ser natural y se habrían aventurado que era un Androide, pero ninguno de ellos habría acertado. La opción correcta era la que muy pocos habrían barajado, y seguramente habrían desechado a la primera de cambio; el señor Nozomu era un Incubus, un demonio que se alimenta de la necesidad carnal de las mujeres. Pero él no era como los otros Incubus, no sentía necesidad alguna de alimentarse de este deseo, por el hecho de haber vivido tanto tiempo con los humanos; tampoco veía bien a veces el trato que muchos de sus compatriotas de raza hacían a las mujeres; él era respetuoso, muy bien educado, gentil; o al menos eso daba a entender a la gente que había alguna vez hablado con él. Pero volvamos a la situación actual; Shiro, cargado con su maletín se dirigía a los dormitorios de los de su casa, las luces de las farolas estaban mostrando una luz casi cegadora; Shiro miraba a su alrededor, para así intentar no perderse la próxima vez que volviera por ahí. Parecía un extranjero en una ciudad turistica, solo le faltaba el mapa y las chanclas con calcetines.
No podía dejar de maravillarse con todo lo que estaba mirando, pero su mirada de pronto se poso en una persona, la única persona que estaba en la calle a esas horas, una joven. Su cabello rojizo a la luz de la luna blanca hizo que Shiro se fijara cada vez mas en ella; no sabía si era buena idea ir hacia ella para hablar, o simplemente pasar de largo; de todos modos, como tenía que ir en su dirección, decidió seguir como si nada y en el momento en el que estuviera a su lado ya decidiría si hablar con ella o no. Y así lo hizo; camino en la mismo dirección que aquel reflejo rojo embriagador que había visto antes, y cuando estuvo mas cerca, pudo comprobar que su cabello no era lo único bello de esa persona. Ante sus ojos, una joven bellísima iba un tanto distraida por esa noche cálida. Shiro pasó a su lado y decidió no decirla nada, no sabía que decirla, no se atrevía, y camino 5 metros más hacia su dirección, pero se dio cuenta que el es un Incubus, y que si no sabía hablarle a una mujer bella, era una muestra clara que sus poderes iban perdiendo fuelle, así que se armó de valor y se dirigió hacia la chica, dandose la vuelta.
-Perdona, mira esque soy nuevo por aquí y no conozco nada de este sitio. ¿Podrías ayudarme?- Dijo el caballero de la armadura blanca de tela mientras no podía de dejar de mirar de la joven y al mismo tiempo mostrarle una sonrisa pura, esperaba una respuesta, quería escuchar su voz ya, necesitaba escuchar su voz, ese fulgor rojo le había llegado al corazón y no podía dejar de pensar en ese sentimiento.
Nozomu Shiro, así se llama el joven trajeado novato, y sin volver a mostrar sus alas empezó a caminar como había hecho toda su vida. ¿Su raza? Humano no era, eso estaba claro, pero qué tipo de ser sobrenatural podía ser. Muchos si le hubieran visto aterrizar habrían dicho que era un ángel enviado por dios; otros al ver el único maletín que llevaba dirían que era un ángel caído; algunos incluso habrían dicho que tal belleza no puede ser natural y se habrían aventurado que era un Androide, pero ninguno de ellos habría acertado. La opción correcta era la que muy pocos habrían barajado, y seguramente habrían desechado a la primera de cambio; el señor Nozomu era un Incubus, un demonio que se alimenta de la necesidad carnal de las mujeres. Pero él no era como los otros Incubus, no sentía necesidad alguna de alimentarse de este deseo, por el hecho de haber vivido tanto tiempo con los humanos; tampoco veía bien a veces el trato que muchos de sus compatriotas de raza hacían a las mujeres; él era respetuoso, muy bien educado, gentil; o al menos eso daba a entender a la gente que había alguna vez hablado con él. Pero volvamos a la situación actual; Shiro, cargado con su maletín se dirigía a los dormitorios de los de su casa, las luces de las farolas estaban mostrando una luz casi cegadora; Shiro miraba a su alrededor, para así intentar no perderse la próxima vez que volviera por ahí. Parecía un extranjero en una ciudad turistica, solo le faltaba el mapa y las chanclas con calcetines.
No podía dejar de maravillarse con todo lo que estaba mirando, pero su mirada de pronto se poso en una persona, la única persona que estaba en la calle a esas horas, una joven. Su cabello rojizo a la luz de la luna blanca hizo que Shiro se fijara cada vez mas en ella; no sabía si era buena idea ir hacia ella para hablar, o simplemente pasar de largo; de todos modos, como tenía que ir en su dirección, decidió seguir como si nada y en el momento en el que estuviera a su lado ya decidiría si hablar con ella o no. Y así lo hizo; camino en la mismo dirección que aquel reflejo rojo embriagador que había visto antes, y cuando estuvo mas cerca, pudo comprobar que su cabello no era lo único bello de esa persona. Ante sus ojos, una joven bellísima iba un tanto distraida por esa noche cálida. Shiro pasó a su lado y decidió no decirla nada, no sabía que decirla, no se atrevía, y camino 5 metros más hacia su dirección, pero se dio cuenta que el es un Incubus, y que si no sabía hablarle a una mujer bella, era una muestra clara que sus poderes iban perdiendo fuelle, así que se armó de valor y se dirigió hacia la chica, dandose la vuelta.
-Perdona, mira esque soy nuevo por aquí y no conozco nada de este sitio. ¿Podrías ayudarme?- Dijo el caballero de la armadura blanca de tela mientras no podía de dejar de mirar de la joven y al mismo tiempo mostrarle una sonrisa pura, esperaba una respuesta, quería escuchar su voz ya, necesitaba escuchar su voz, ese fulgor rojo le había llegado al corazón y no podía dejar de pensar en ese sentimiento.
Nozomu Shiro- Incubo
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Re: It's the beginning [Morgiana]
- ¡FUERA! -Chilló una chica exótica en mitad de la oscura noche, en los patios solitarios de Jikan en Septiembre. Hacía mucho calor, por lo que la gran mayoría estaban en las zonas más frescas disfrutando de lo poco que quedaba del verano, en la piscina o en el lago, sin embargo Morgiana estaba sola en las entradas del colegio. ¿Qué hacía allí alguien como ella? Ni ella misma podía contestar a eso, primero quiso ir a dar un paseo, pero luego comenzaron a pasar cosas extrañas. Ojos en la oscuridad que parecían seguirla, ruidos de entre los arbustos, sombras que se movían... Y ella se había asustado de tal manera que intentaba correr hacia donde pudiese. No mostraba tanto terror en el rostro como sentía realmente, sin embargo un deje de miedo cruzaba por él.
Una gota de sudor caía por su sien mientras aceleraba el paso intentando llegar al hospedaje de humanos. Ya se lo había dicho Greyson en otra ocasión, que los humanos no podían salir a altas horas de la noche ya que era sumamente peligroso, sin embargo ella había querido ir a ver a Alibaba tras despejar la mente, y ahora estaba en serios problemas. ¿Y si la atacaban? Morgiana era fuerte, pero no tanto como para vencer a un ser sobrenatural, era demasiado loco enfrentarse a aquello, y la mejor opción que tenía era correr. Con el corazón en un puño realizaba esa acción, sin detenerse ni mirar atrás. Lo hizo por un momento, para ver si una sombra la seguía, pero tropezó con una piedra que no vio y cayó al suelo. Por suerte, al ser césped, no tuvo ninguna fuerte herida, tan solo tierra en sus rodillas y codo donde había caído. Trató de incorporarse lo más rápido que pudo, y siguió corriendo.
Los miedos invadían su mente, y por tanto le hacían ver cosas raras, como que un mounstruo se arrastraba hacia ella. Era el poder de la imaginación lo que había desencadenado todo esto, pero ella no estaba en condición de analizar que era irreal, tan solo un producto de su mente, corría lo más rápido que podía hasta llegar al camino de piedra de la entrada principal. Estaba todo oscuro, sin embargo la luz de la luna iluminaba lo esencial para saber qué camino había que seguir, y por tanto una sensación de alivio engulló su corazón, y suspiró con tal alivio que sintió que sacaba todo el terror de hace unos segundos en aquel aliento.
Aún con el corazón acelerado, comenzó a andar hacia la entrada para dirigirse a su habitación, al hospedaje de los humanos, cuando de pronto un sonido de unas alas atrajo su atención, y se giró pensando que era otro mounstruo, pero este no lo era. Era un ángel caído del cielo, un ser hermoso que dandole la luna desde detrás le hacía verse como un salvador. Su corazón dio un brinco, junto a un leve pinchazo, ¿quién era él? Era nuevo, eso lo sabía, por su traje blanco -al no llevar uniforme- y su entrada a la escuela desde la puerta principal. Los alumnos no salían de la academia hasta que llegaban las vacaciones, y por tanto él tenía que haber venido para quedarse.
Sus ojos estaban levemente abiertos, aún no había pestañeado asombrada por tal escena, y por suerte había tanta oscuridad que podía no ser vista y seguir viendo al muchacho. La tenía cautivada.
Agitó su cabeza para quitarse aquellos pensamientos, no quería ni pensar si era ese encanto propio de los típicos vampiros o semejantes demonios para atraer a sus presas. Volvió sobre sus talones dispuesta a caminar hacia el resguardo de su casa, caminando con lentitud, aún asombrada por el espectáculo. Era humana, era normal que quedase prendida de algo que le asombraba de tal manera. Pero no quería mostrarlo. Mientras andaba sumergida en sus pensamientos el chico se había acercado a ella y le había hablado. ¿A mi? Se preguntó a sí misma, era raro que la hablase tan educadamente, eso le daba más pruebas de que era nuevo, normalmente ni notaban su existencia los alumnos. Tras unos segundos de duda le miró, aún con el rostro sorprendido- Creo que podría ayudarle... Depende de qué necesite -No pudo evitar corresponder a la sonrisa del joven que tenía delante, era como un rayo de sol cubriendo su corazón tras haber pasado un mal momento. Los nervios de antes estaban desapareciendo, y su corazón volvía a la normalidad. Estaba plenamente segura que esa sonrisa podía curar hasta enfermedades- Puede llamarme Morgiana si lo desea, sempai, pero le debo advertir que soy humana. Mi simple presencia debería ser molestia para usted, así son las reglas aquí. -A pesar de que le encantaba el chico, quería aclarar las cosas con él por si acaso. No quería llevarlo a un malentendido o causarle mala fama su primer día de escuela. Un chico tan puro no debía ser mancillado así.
Una gota de sudor caía por su sien mientras aceleraba el paso intentando llegar al hospedaje de humanos. Ya se lo había dicho Greyson en otra ocasión, que los humanos no podían salir a altas horas de la noche ya que era sumamente peligroso, sin embargo ella había querido ir a ver a Alibaba tras despejar la mente, y ahora estaba en serios problemas. ¿Y si la atacaban? Morgiana era fuerte, pero no tanto como para vencer a un ser sobrenatural, era demasiado loco enfrentarse a aquello, y la mejor opción que tenía era correr. Con el corazón en un puño realizaba esa acción, sin detenerse ni mirar atrás. Lo hizo por un momento, para ver si una sombra la seguía, pero tropezó con una piedra que no vio y cayó al suelo. Por suerte, al ser césped, no tuvo ninguna fuerte herida, tan solo tierra en sus rodillas y codo donde había caído. Trató de incorporarse lo más rápido que pudo, y siguió corriendo.
Los miedos invadían su mente, y por tanto le hacían ver cosas raras, como que un mounstruo se arrastraba hacia ella. Era el poder de la imaginación lo que había desencadenado todo esto, pero ella no estaba en condición de analizar que era irreal, tan solo un producto de su mente, corría lo más rápido que podía hasta llegar al camino de piedra de la entrada principal. Estaba todo oscuro, sin embargo la luz de la luna iluminaba lo esencial para saber qué camino había que seguir, y por tanto una sensación de alivio engulló su corazón, y suspiró con tal alivio que sintió que sacaba todo el terror de hace unos segundos en aquel aliento.
Aún con el corazón acelerado, comenzó a andar hacia la entrada para dirigirse a su habitación, al hospedaje de los humanos, cuando de pronto un sonido de unas alas atrajo su atención, y se giró pensando que era otro mounstruo, pero este no lo era. Era un ángel caído del cielo, un ser hermoso que dandole la luna desde detrás le hacía verse como un salvador. Su corazón dio un brinco, junto a un leve pinchazo, ¿quién era él? Era nuevo, eso lo sabía, por su traje blanco -al no llevar uniforme- y su entrada a la escuela desde la puerta principal. Los alumnos no salían de la academia hasta que llegaban las vacaciones, y por tanto él tenía que haber venido para quedarse.
Sus ojos estaban levemente abiertos, aún no había pestañeado asombrada por tal escena, y por suerte había tanta oscuridad que podía no ser vista y seguir viendo al muchacho. La tenía cautivada.
Agitó su cabeza para quitarse aquellos pensamientos, no quería ni pensar si era ese encanto propio de los típicos vampiros o semejantes demonios para atraer a sus presas. Volvió sobre sus talones dispuesta a caminar hacia el resguardo de su casa, caminando con lentitud, aún asombrada por el espectáculo. Era humana, era normal que quedase prendida de algo que le asombraba de tal manera. Pero no quería mostrarlo. Mientras andaba sumergida en sus pensamientos el chico se había acercado a ella y le había hablado. ¿A mi? Se preguntó a sí misma, era raro que la hablase tan educadamente, eso le daba más pruebas de que era nuevo, normalmente ni notaban su existencia los alumnos. Tras unos segundos de duda le miró, aún con el rostro sorprendido- Creo que podría ayudarle... Depende de qué necesite -No pudo evitar corresponder a la sonrisa del joven que tenía delante, era como un rayo de sol cubriendo su corazón tras haber pasado un mal momento. Los nervios de antes estaban desapareciendo, y su corazón volvía a la normalidad. Estaba plenamente segura que esa sonrisa podía curar hasta enfermedades- Puede llamarme Morgiana si lo desea, sempai, pero le debo advertir que soy humana. Mi simple presencia debería ser molestia para usted, así son las reglas aquí. -A pesar de que le encantaba el chico, quería aclarar las cosas con él por si acaso. No quería llevarlo a un malentendido o causarle mala fama su primer día de escuela. Un chico tan puro no debía ser mancillado así.
Morgiana- Humano
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Re: It's the beginning [Morgiana]
Esa sonrisa que la joven pelirroja mostraba podía cautivar a cualquiera, incluso a un Incubo de traje blanco que intentaba por todos los medios enamorarse. Demasiado tarde, pensó en ese momento momento en el que miraba sus ya menciona muestra de hospitalidad y belleza por parte de la humana que tenía delante. - Precioso nombre, en realidad le viene bien señorita, una belleza necesita un nombre bello. Por favor, no hace falta que me trate de sempai, soy nuevo por aquí y no puedo empezar asi, mi nombre es Nozomu Shiro, encantado de conocerte.- Y con una reverencia, el incubo beso despacio la mano de la joven. En ese momento, sus ojos se juntaron, y justo en ese preciso instante, Shiro detectó el cansancio en su mirada; mezclado con el asombró, había un resquicio de temor y de cansancio. Shiro en ese mismo momento pensó que ella debía haber estado huyendo de algo, ¿pero de qué?. Se le hacía raro ver a una humana en una academia sobrenatural. ¿Y si fuera eso? ¿ Y si ella también se sentía incomoda en una academia así? Definitivamente este no era su lugar, era normal que se sintiera cohibida por todos los demonios y demás seres no-humanos que había aquí.
Nozomu se tomó un momento para pensar cómo podía alegrar a aquella chica, cómo podía ayudarla a no sentirse tan incomoda en este sitio. Definitivamente iba a conseguirlo, y el plan que pensó rapidamente era arriesgado, si le salía mal probablemente ese destello rojo en su corazón desaparecería para siempre de allí, pero tenía que hacerlo. - Ya que tu has dicho tu raza, diré yo la mia, soy un Incubus.- Se separa un poco de ella para girar 180 grados conforme a ella. Siempre es descortes darle la espalda a alguien, pero Shiro sabía lo que tenía que hacer. Eliminó el camuflaje que sus alas sufrían para convertirse en unas alas, y los ojos Morgiana se quedaron pasmados al ver como la capa blanca del caballero con monóculo se convertía en verdad en dos enormes alas blancas. Unas alas que poco a poco se iban elevando hasta terminar en la posición de sus hombros, y en ese momento Shiro las extendió para que pequeñas plumas blancas salieran volando y cayeran como copos de nieve entre el demonio y la humana, quien estaba anonadada con lo que estaba ocurriendo. Shiro se dio la vuelta y mostró la sonrisa mas angelical que un demonio Incubus podía realizar. - Creo que podrás ayudarme, quiero que veas que no todos los demonios son malos, algunos ayudamos a gente como tu.-
Shiro se acercó hacía donde estaba la pelirroja, y mientras que las pequeñas plumas sobrantes terminaban por caer, el incubo agarro en brazos a la humana, como si de unos recien casados se tratasen, y el del sombrero miró a la luna, sonrió y suavemente levantó el vuelo, con cuidado de que Morgiana no se cayera y mucho mas aún pendiente de que ella disfrutará de las vistas. Al principio tenía pensado ir en dirección la luna, pero luego recapacitó, podría ser demasiado peligroso, así que lo que hizo fue subir alto, a una altura considerable. - Si estas cerrando los ojos, es el momento de abrirlos.- Ante ellos, la vista de ambos se encontraba un instituto gigante durmiendo a la luz de la luna llena. Todo en silencio, era algo casi mágico. La luna iluminaba como si de una estrella se tratase, un resplandor blanquecino que al impactar en la pareja que estaba volando, los envolvió en un mundo de ensueños, una vista perfecta, un instante imborrable. Mi nombre significa ''Deseo blanco'', pero creo que lo que debería en realidad haberse llamado así, tendría que haber sido la luna.- Diciendo esto, Shiro se sintió un tanto tonto y miró a los ojos a la joven pelirroja que se encontraba entre sus brazos mientras le dedicaba otra de sus sonrisas angelicales, que solían dejar mudas a las humanas de Inglaterra.
Nozomu se tomó un momento para pensar cómo podía alegrar a aquella chica, cómo podía ayudarla a no sentirse tan incomoda en este sitio. Definitivamente iba a conseguirlo, y el plan que pensó rapidamente era arriesgado, si le salía mal probablemente ese destello rojo en su corazón desaparecería para siempre de allí, pero tenía que hacerlo. - Ya que tu has dicho tu raza, diré yo la mia, soy un Incubus.- Se separa un poco de ella para girar 180 grados conforme a ella. Siempre es descortes darle la espalda a alguien, pero Shiro sabía lo que tenía que hacer. Eliminó el camuflaje que sus alas sufrían para convertirse en unas alas, y los ojos Morgiana se quedaron pasmados al ver como la capa blanca del caballero con monóculo se convertía en verdad en dos enormes alas blancas. Unas alas que poco a poco se iban elevando hasta terminar en la posición de sus hombros, y en ese momento Shiro las extendió para que pequeñas plumas blancas salieran volando y cayeran como copos de nieve entre el demonio y la humana, quien estaba anonadada con lo que estaba ocurriendo. Shiro se dio la vuelta y mostró la sonrisa mas angelical que un demonio Incubus podía realizar. - Creo que podrás ayudarme, quiero que veas que no todos los demonios son malos, algunos ayudamos a gente como tu.-
Shiro se acercó hacía donde estaba la pelirroja, y mientras que las pequeñas plumas sobrantes terminaban por caer, el incubo agarro en brazos a la humana, como si de unos recien casados se tratasen, y el del sombrero miró a la luna, sonrió y suavemente levantó el vuelo, con cuidado de que Morgiana no se cayera y mucho mas aún pendiente de que ella disfrutará de las vistas. Al principio tenía pensado ir en dirección la luna, pero luego recapacitó, podría ser demasiado peligroso, así que lo que hizo fue subir alto, a una altura considerable. - Si estas cerrando los ojos, es el momento de abrirlos.- Ante ellos, la vista de ambos se encontraba un instituto gigante durmiendo a la luz de la luna llena. Todo en silencio, era algo casi mágico. La luna iluminaba como si de una estrella se tratase, un resplandor blanquecino que al impactar en la pareja que estaba volando, los envolvió en un mundo de ensueños, una vista perfecta, un instante imborrable. Mi nombre significa ''Deseo blanco'', pero creo que lo que debería en realidad haberse llamado así, tendría que haber sido la luna.- Diciendo esto, Shiro se sintió un tanto tonto y miró a los ojos a la joven pelirroja que se encontraba entre sus brazos mientras le dedicaba otra de sus sonrisas angelicales, que solían dejar mudas a las humanas de Inglaterra.
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Re: It's the beginning [Morgiana]
Sin siquiera saberlo Morgiana, la "pacífica" noche que iba a tener, estaba convirtiéndose en un mar de emociones para ella. Primero el terror de antes, y ahora estaba siendo cargada por un chico al que apenas había conocido, quien se disponía a llevarla a brazos en el aire para tratar de enseñarle lo amable que es. ¿Realmente era necesario cargarla en brazos a metros de altura para mostrarle que era buena persona a pesar de ser un demonio? Estaba muy desconcertada, pero aquello se convirtió en un leve miedo cuando vio que los árboles se volvían cada vez más diminutos, que las estrellas estaban cada vez más cerca, y el mundo se volvía insignificante ante todo lo que estaba aconteciendo allí arriba.
Cerró los ojos por instinto, tal vez podía caer, por tanto se agarró a la chaqueta blanca del chico, el cual desprendía un olor a rosas muy dulce que la encandilaba. Notaba cómo su pelo se movía a causa del viento, y este acariciaba toda su piel provocando algún que otro escalofrío por la temperatura que descendía cuanto más ascendían. Estando así, agarrada lo más fuerte que podía a él y rezando porque no pasase nada malo, él la incitó a abrir los ojos y observar el espectáculo, pero por el miedo que sentía lo hizo lentamente, queriendo no ver si era una broma y estaba cayendo desde kilómetros de altura hacia el suelo y luego morir allí. Era normal tratándose de un lugar donde los demonios te trataban como escoria. Pero cuando miró a su lado lo que vio la dejó desconcertada: Un maravilloso paisaje del instituto Jikan a oscuras, en armonía, sin nadie a la vista quien pudiera verlos y destruir el paisaje, siquiera detenerlos.
Y en cierta parte también sentía libertad, pocas veces había volado a tal altura, tan solo en el gorro de Aladdin, el rey, cuando tenían que marcharse a otro lugar por asuntos junto con Alibaba, y como estaba pendiente del joven mago nunca había notado el paisaje a su alrededor. Realmente era maravilloso. Trató de hablar, querer decir algo, pero sólo podía ver el instituto y su hermosura. A los minutos, al escuchar la voz de nuevo del chico que le dijo "¿Te gusta?" giró la cabeza para verlo y observarlo de nuevo. ¿Porqué hacía todo esto por ella? Tal vez no quería tener enemigos el primer día de escuela y la estaba tratando como a una princesa, pero hacer eso con ella implicaba buscarse de verdad enemigos entre aquellos alumnos que repudiaban el contacto con humanos- Es precioso... -Y no solamente el paisaje, cabía de aclarar, el joven incubus también era hermoso bajo ese reflejo de la luz de la luna, que lo hacía ser un ángel puro caído del cielo, a pesar de ser lo contrario- ¿Porqué yo...? -Preguntó algo indecisa. No sabía qué decir, estaba muy abrumada, pero mejor aclarar las cosas cuanto antes, por si podía suceder algo. De pronto, un viento fuerte apareció provocando que la chica árabe se agarrase más fuerte a él, al parecer estaba descendiendo a gran velocidad- ¿A dónde me lleva? -Estaba sintiendo algo de miedo por tal bajada rápida, y no sabía qué hacer, ¿estaría jugando con ella o divirtiéndose un rato? Realmente quería saberlo cuanto antes o sería una desgracia para el resto de su vida. Era un incubus, era hermoso y su función era encandilar a las mujeres para llevárselas a la cama, ¿él acaso querría eso?
Cerró los ojos por instinto, tal vez podía caer, por tanto se agarró a la chaqueta blanca del chico, el cual desprendía un olor a rosas muy dulce que la encandilaba. Notaba cómo su pelo se movía a causa del viento, y este acariciaba toda su piel provocando algún que otro escalofrío por la temperatura que descendía cuanto más ascendían. Estando así, agarrada lo más fuerte que podía a él y rezando porque no pasase nada malo, él la incitó a abrir los ojos y observar el espectáculo, pero por el miedo que sentía lo hizo lentamente, queriendo no ver si era una broma y estaba cayendo desde kilómetros de altura hacia el suelo y luego morir allí. Era normal tratándose de un lugar donde los demonios te trataban como escoria. Pero cuando miró a su lado lo que vio la dejó desconcertada: Un maravilloso paisaje del instituto Jikan a oscuras, en armonía, sin nadie a la vista quien pudiera verlos y destruir el paisaje, siquiera detenerlos.
Y en cierta parte también sentía libertad, pocas veces había volado a tal altura, tan solo en el gorro de Aladdin, el rey, cuando tenían que marcharse a otro lugar por asuntos junto con Alibaba, y como estaba pendiente del joven mago nunca había notado el paisaje a su alrededor. Realmente era maravilloso. Trató de hablar, querer decir algo, pero sólo podía ver el instituto y su hermosura. A los minutos, al escuchar la voz de nuevo del chico que le dijo "¿Te gusta?" giró la cabeza para verlo y observarlo de nuevo. ¿Porqué hacía todo esto por ella? Tal vez no quería tener enemigos el primer día de escuela y la estaba tratando como a una princesa, pero hacer eso con ella implicaba buscarse de verdad enemigos entre aquellos alumnos que repudiaban el contacto con humanos- Es precioso... -Y no solamente el paisaje, cabía de aclarar, el joven incubus también era hermoso bajo ese reflejo de la luz de la luna, que lo hacía ser un ángel puro caído del cielo, a pesar de ser lo contrario- ¿Porqué yo...? -Preguntó algo indecisa. No sabía qué decir, estaba muy abrumada, pero mejor aclarar las cosas cuanto antes, por si podía suceder algo. De pronto, un viento fuerte apareció provocando que la chica árabe se agarrase más fuerte a él, al parecer estaba descendiendo a gran velocidad- ¿A dónde me lleva? -Estaba sintiendo algo de miedo por tal bajada rápida, y no sabía qué hacer, ¿estaría jugando con ella o divirtiéndose un rato? Realmente quería saberlo cuanto antes o sería una desgracia para el resto de su vida. Era un incubus, era hermoso y su función era encandilar a las mujeres para llevárselas a la cama, ¿él acaso querría eso?
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Re: It's the beginning [Morgiana]
La luna aumentaba su fulgor plateado y blanquecino mientras el tiempo se detenía para Shiro, el viento corría en dirección este y el Incubus sonreía ante las vistas, era la primera vez que veía dos cosas tan preciosas y tan juntas, la primera de todas era a la muchacha de cabello rojizo que tenía entre los brazos, quien también estaba sorprendida por la segunda belleza que contemplaba el trajeado de blanco. Todo el instituto Jikan estaba ante sus ojos, no podía creer lo que estaba viendo y se quedó anonadado durante un momento, hasta que el viento que le chocaba en la cara le empezaba a producir algo de frío Si yo tengo frío, la pobre de mis brazos estará helada.- Pensó el demonio mientras se disponía a bajar; pero una voz le llegó a sus oidos, era otra vez la voz angelical de la chica de sus brazos; ese cálido pinchazo rojo hacia su blanco corazón volvía a dirigirle la palabra, y esta vez para preguntar la razón de haber elegido a ella. Shiro no sabía que contestar, era demasiado temprano para decirla que estaba enamorado de ella desde el primer momento en que la luna rozo con su explendor y formó su aura rojada, así que decidió omitir su pregunta, por lo menos hasta que estuvieran abajo, en tierra firme. No quería sufrir un rechazo en el aire por si flaqueaba las fuerzas.
A medida que bajaban, Shiro sentía como el corazón de la chica bombeaba cada vez más, y sin querer apretaba cada vez un poco mas hacía si mismo a la joven, pero siempre con cuidad de no hacerla daño, no quería dañarla para nada, todo lo contrario. Estaba dispuesto a sacrificarlo todo por una desconocida, un sentimiento raro en un Incubus cuando normalmente es lo que hacen ellos, hacer que otros sacrifiquen todo por ellos; ahora era un sentimiento bastante extraño que no sabía como explicar con palabras. Por fín llegan al suelo cerca de los dormitorios de la gente de Haradrim, la casa de Shiro, el cual estaba ruborizado, no sabía que decirla en ese momento, lo único que supo decirla fue -Por favor, no te hagas impresiones equivocadas de mi raza, no somos malos...no todos.- Shiro había intentado por todos los medios que aquella princesa de ojos rojizos creyera que no todos los demonios son malos, y que él no lo era.
El aire en esa altitud estaba caliente, una bonita noche para pasear. De seguro si alguien de Haradrim a esas horas de la noche hubiera deseado dar un paseo, habría contemplado una escena que se le habría clavado en la retina. Le leyenda de dos entes de colores juntandose habráin corrido por todo Jikan y la gente buscaría esos dos entes por todos lados. Muchos serían no creyentes y se confabularían conque sería falso, pero otros apoyarían el deseo de la existencia de estos seres. Una lastima que ninguno de Haradrim, ni nadie de Jikan vio de lejos como el resplandor blanco enfrente de los dormitorios de la casa verde, se juntaba con un resplandor rojo. Mirando mas de cerca la escena y retrocediendo un poco en el tiempo, nos encontramos como Shiro estaba ruborizado porque los ojos rojos de su compañera de vuelo no dejaban de mirarle, y la tentación fue mas que el poder de su mente - Lo siento.- Fueron sus ultimas palabras antes de acercarse a Morgiana y juntar por unos pocos segundos sus labios. Cuando Shiro se separó estaba asombrado, lo había hecho, se había declarado a alguien, unos sentimientos verdaderos surgían de el y poco a poco su ojo derecho mostraba una oscuridad que antes no tenía, estaba perdiendo sus poderes. Pero él no tenía vista su visión en su problema, sino en la chica que tenía enfrente.
A medida que bajaban, Shiro sentía como el corazón de la chica bombeaba cada vez más, y sin querer apretaba cada vez un poco mas hacía si mismo a la joven, pero siempre con cuidad de no hacerla daño, no quería dañarla para nada, todo lo contrario. Estaba dispuesto a sacrificarlo todo por una desconocida, un sentimiento raro en un Incubus cuando normalmente es lo que hacen ellos, hacer que otros sacrifiquen todo por ellos; ahora era un sentimiento bastante extraño que no sabía como explicar con palabras. Por fín llegan al suelo cerca de los dormitorios de la gente de Haradrim, la casa de Shiro, el cual estaba ruborizado, no sabía que decirla en ese momento, lo único que supo decirla fue -Por favor, no te hagas impresiones equivocadas de mi raza, no somos malos...no todos.- Shiro había intentado por todos los medios que aquella princesa de ojos rojizos creyera que no todos los demonios son malos, y que él no lo era.
El aire en esa altitud estaba caliente, una bonita noche para pasear. De seguro si alguien de Haradrim a esas horas de la noche hubiera deseado dar un paseo, habría contemplado una escena que se le habría clavado en la retina. Le leyenda de dos entes de colores juntandose habráin corrido por todo Jikan y la gente buscaría esos dos entes por todos lados. Muchos serían no creyentes y se confabularían conque sería falso, pero otros apoyarían el deseo de la existencia de estos seres. Una lastima que ninguno de Haradrim, ni nadie de Jikan vio de lejos como el resplandor blanco enfrente de los dormitorios de la casa verde, se juntaba con un resplandor rojo. Mirando mas de cerca la escena y retrocediendo un poco en el tiempo, nos encontramos como Shiro estaba ruborizado porque los ojos rojos de su compañera de vuelo no dejaban de mirarle, y la tentación fue mas que el poder de su mente - Lo siento.- Fueron sus ultimas palabras antes de acercarse a Morgiana y juntar por unos pocos segundos sus labios. Cuando Shiro se separó estaba asombrado, lo había hecho, se había declarado a alguien, unos sentimientos verdaderos surgían de el y poco a poco su ojo derecho mostraba una oscuridad que antes no tenía, estaba perdiendo sus poderes. Pero él no tenía vista su visión en su problema, sino en la chica que tenía enfrente.
Nozomu Shiro- Incubo
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Re: It's the beginning [Morgiana]
El mundo de Morgiana dejó de girar a su alrededor en el momento en el que sus labios fueron besados por el muchacho que unos minutos apenas había conocido. Demasiado apresurado, demasiado adelantado, ¿qué hacía? Tan solo se habían presentado, visto un paisaje a alturas del suelo y ahora estaba robándole el primer beso de Morgiana, uno que a nadie le había dado, ni siquiera se había planteado dar. ¿Y un sujeto que acababa de conocer se lo había arrebatado, así sin mas? Tampoco es que hubiera pensado en acerca de una relación, el chico le había gustado, pero ella lo semejante que había sentido a amor era proteger a una persona, a Alibaba, y nunca lo consideró algo más profundo. ¿Entonces porqué se estaba dejando besar?
Cerró los ojos casi con fuerza, sin saber qué hacer, con sus manos sobre su pecho para tratar de proteger su corazón. No quería que lo invadiesen tan pronto, era demasiado temprano, ni siqueira sabía realmente quién era ni qué quería. Cuando sintió que sus labios se separaban, abrió lentamente los ojos para ver al joven. Los primeros segundos se quedó mirando a los ojos de Shiro, queriendo saber qué había en ellos y en su mente, y qué buscaba. Pero, claro está, eran los primeros segundos. Movió su pierna derecha para atrás, y cogió la fuerza suficiente para propinarle una patada en el lado derecho de la cintura y apartarlo de ella hasta estrellarlo contra la pared. Había bajado la defensa, quizás demasiado, permitiendo a Morgiana alejarse un poco. Por muy caballeroso que resultase era su beso y se lo había robado, así sin mas, ¡por el amor de Dios!
- ¿Qué crees que haces? -Lo miró alzando los puños mientras se inclinaba levemente hacia delante, en posición defensiva, dispuesta a atacar de nuevo si era necesario. Se sentía apenada por dentro, algo utilizada o tal vez avergonzada. Por suerte nadie los había visto, si no hubiera sido desastroso que se divulgasen raros rumores sobre aquello, ¿y si Alibaba se enteraba? Un vuelco al corazón se produjo cuando pensó en eso, ¿porqué le tenía que importar lo que él supiera? No le tenía tampoco ninguna lealtad amorosa, tan solo lealtad de protección, protector y protegido, así era el único lazo que lo tenía. Pero eso no le preocupaba, era el hecho de ser besada tan pronto. A pesar de no ser realmente femenina, ni siquiera haber pensado en cosas como el amor, no quería que su primer beso fuera así, no tan así...
Una intensa furia la recorrió por dentro, queriendo azotar al chico, pero lo dejó estar y siguió en su posición, con su mirada penetrando en la del chico, atenta a sus movimientos, completamente seria, muy concentrada. Si la llegaba a tocar de nuevo, lo mataría, así sin más.
Cerró los ojos casi con fuerza, sin saber qué hacer, con sus manos sobre su pecho para tratar de proteger su corazón. No quería que lo invadiesen tan pronto, era demasiado temprano, ni siqueira sabía realmente quién era ni qué quería. Cuando sintió que sus labios se separaban, abrió lentamente los ojos para ver al joven. Los primeros segundos se quedó mirando a los ojos de Shiro, queriendo saber qué había en ellos y en su mente, y qué buscaba. Pero, claro está, eran los primeros segundos. Movió su pierna derecha para atrás, y cogió la fuerza suficiente para propinarle una patada en el lado derecho de la cintura y apartarlo de ella hasta estrellarlo contra la pared. Había bajado la defensa, quizás demasiado, permitiendo a Morgiana alejarse un poco. Por muy caballeroso que resultase era su beso y se lo había robado, así sin mas, ¡por el amor de Dios!
- ¿Qué crees que haces? -Lo miró alzando los puños mientras se inclinaba levemente hacia delante, en posición defensiva, dispuesta a atacar de nuevo si era necesario. Se sentía apenada por dentro, algo utilizada o tal vez avergonzada. Por suerte nadie los había visto, si no hubiera sido desastroso que se divulgasen raros rumores sobre aquello, ¿y si Alibaba se enteraba? Un vuelco al corazón se produjo cuando pensó en eso, ¿porqué le tenía que importar lo que él supiera? No le tenía tampoco ninguna lealtad amorosa, tan solo lealtad de protección, protector y protegido, así era el único lazo que lo tenía. Pero eso no le preocupaba, era el hecho de ser besada tan pronto. A pesar de no ser realmente femenina, ni siquiera haber pensado en cosas como el amor, no quería que su primer beso fuera así, no tan así...
Una intensa furia la recorrió por dentro, queriendo azotar al chico, pero lo dejó estar y siguió en su posición, con su mirada penetrando en la del chico, atenta a sus movimientos, completamente seria, muy concentrada. Si la llegaba a tocar de nuevo, lo mataría, así sin más.
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Re: It's the beginning [Morgiana]
Atrevido, alocado, un tanto peculiar pero con posibilidades de salir bien, así pensaba que era su plan el señor Shiro; primero la sorprendería volando y mostrandole algo que nadie le ha enseñado, y despues bajaría con cuidad para darle el mejor beso que ella nunca hubiera tenido, lo había visto en un montón de peliculas y siempre funcionaba, pero en ese momento se dio cuenta que las peliculas son peliculas, y la realidad no es igual. Una patada en el costado, propinada por la que hace un momento cerraba los ojos con el beso que se habían dado, le había dejado sentado en el suelo y apoyando la espalda contra el cartel que ponía ''Welcome to Haradrim''. Lejos de estar cabreado, estaba avergonzado, no podía creer lo que había hecho y entendía el motivo de su desdicha.
Un buho susurraba a la noche con sus alaridos mientras el tiempo se detenía entre los dos jovenes que se encontraban uno enfrente del otro a esas horas de la noche; nadie les veía, nadie les intentaba ver y nadie podía escucharlos. Shiro seguía mirando al suelo, no por el dolor en el costado, los Incubus reciben menos daño físico del que se propina, sino por la verguenza. Notaba los ojos de la joven pelirroja clavados en su cabeza y no quería verla de esa manera, pero al final sucumbió. Elevó la cabeza mostrando una sonrisa angelical, la sonrisa con la que se presentó hacía ya una hora, y acto seguido convirtió su capa en las dos alas blancas que antes habían surcado los cielos, y se envolvió el cuerpo con ellas, envolviendose y convirtiendose en un huevo de plumas blancas que se movían a causa del viento veraniego. Era un escudo un tanto debil, pero estaba seguro que ahí estaría a salvo. Su ojo derecho perdia gradualmente su capacidad de ver, menos mal que tenía el monóc....EL MONÓCULO!! se había caído por la fuerza de la patada y ahora estaría en algún lado del suelo, fuera de su ''coraza''.
No quería salir, pero tenía que hacerlo para poder recuperar la poca visión que le quedaba por haberse enamorado de un ser no-sucubus. Qué podía hacer? No se le ocurrió nada. En el fondo me merezco esto, lo siento.- Murmuró el joven de blanco, con una voz casi inaudible. No estaba preocupado por su monóculo, ni por su ojo, ni por la costilla rota que tenía. Estaba enfadado consimo mismo por haber ido demasiado rápido; había obligado a la pobre chica a pegarle, y eso le dolía mas que el ojo o el costado.
Un buho susurraba a la noche con sus alaridos mientras el tiempo se detenía entre los dos jovenes que se encontraban uno enfrente del otro a esas horas de la noche; nadie les veía, nadie les intentaba ver y nadie podía escucharlos. Shiro seguía mirando al suelo, no por el dolor en el costado, los Incubus reciben menos daño físico del que se propina, sino por la verguenza. Notaba los ojos de la joven pelirroja clavados en su cabeza y no quería verla de esa manera, pero al final sucumbió. Elevó la cabeza mostrando una sonrisa angelical, la sonrisa con la que se presentó hacía ya una hora, y acto seguido convirtió su capa en las dos alas blancas que antes habían surcado los cielos, y se envolvió el cuerpo con ellas, envolviendose y convirtiendose en un huevo de plumas blancas que se movían a causa del viento veraniego. Era un escudo un tanto debil, pero estaba seguro que ahí estaría a salvo. Su ojo derecho perdia gradualmente su capacidad de ver, menos mal que tenía el monóc....EL MONÓCULO!! se había caído por la fuerza de la patada y ahora estaría en algún lado del suelo, fuera de su ''coraza''.
No quería salir, pero tenía que hacerlo para poder recuperar la poca visión que le quedaba por haberse enamorado de un ser no-sucubus. Qué podía hacer? No se le ocurrió nada. En el fondo me merezco esto, lo siento.- Murmuró el joven de blanco, con una voz casi inaudible. No estaba preocupado por su monóculo, ni por su ojo, ni por la costilla rota que tenía. Estaba enfadado consimo mismo por haber ido demasiado rápido; había obligado a la pobre chica a pegarle, y eso le dolía mas que el ojo o el costado.
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