A loss and a meeting [priv. Shiro]

Jugueteé con la pagita de aquel refresco que tenía en frente, con mi barbilla recargada en mi otra mano y mirando por la ventana de la cafetería. Mis ojos se paseaban por cada rincón que pudiera contemplarse desde allí, en busca de un pequeño borrón rosa. Y no un borrón cualquiera, era el borrón. Aquel que debía dedicarme a buscar tan frecuentemente. Mi borrón escurridizo y personal. Mi pequeña y revoltosa Breeze.

- Será posible... ¿Dónde se habrá metido esta vez? -suspiré con cansancio, llevando la pajita a mis labios para dar un sorbo a mi bebida.

Sí, así era, mi queridísima mascota se había escapado. Otra vez. En verdad, ¿no pensaba darme un respiro? ¿Cuándo había sido la última vez que se escapó a explorar por su cuenta? ¿Hace un día? ¿Dos, cómo mucho? Realmente parecía adorar hacerme sufrir a la hora de buscarla.

- Estúpida Breeze... Espero que no se meta en problemas ni me meta a mi en ninguno -murmuré inflando mis mejillas.

Vale, quizás estaba siendo algo ilusa, el 99,9% de las veces que Breeze salía por su cuenta terminaba por meterse en algún lio no demasiado grande, ya sea perdiéndose o metiéndose en peleas con alguna de las mascotas de otras casas. Era muy rara la ocasión en que no le ocurría algo.

Solté otro suspiro, apartando la mirada de la ventana y centrando mi atención en el líquido de mi vaso, el cual volvía a revolver con mi pajita. Seguramente tendría que volver a ir en su busqueda pronto, ya que lo más probable es que por su cuenta no lograra volver.

Otro día completo dedicado a la busqueda de Breeze. Aquel pensamiento llegó a mi mente con resignación. Definitivamente Breeze era un pequeño terremoto.

Sorpresa. Esa es la mejor definición a lo que sentí cuando, sin previo aviso, aquel pequeño terremoto conocido como Breeze se avalanzó sobre mi, tirando mi bebida al suelo y lamiendo mi rostro.

- ¿Breeze? -murmuré algo confusa, para después caer en cuenta de que en verdad la pequeña estaba ahi-. ¡Breeze! ¡Pequeño terremoto, al fin apareces! ¡No creas que solo por comportarte ahora adorable te salvaras! ¡Te dije muchas veces que no salgas sola! -le reclamé, cogiéndola por debajo de los patitas delanteras y colocándola a la altura de mi rostro.

La pequeña soltó un sonidito adorable y yo le sonreí con burla.

- Por favor, Breeze, ¿por quién me tomas? ¿Piensas que caeré en tu truco después de tanto tiempo?

Después de todo sabía perfectamente lo que intentaba el dragoncito. Siempre hacía lo mismo, cuando hacía alguna travesura o se portaba mal empezaba a actuar adorable para que los demás se enternecieran y se olvidaran de regañarla, pero no, yo ya tenía experiencia con ella y eso no funcionaba en mi.

Tan concentrada estaba hablándole a mi mascota que me tomó algo por sorpresa escuchar la voz de aquel chico. Al oirle elevé la mirada y lo vi, un joven alto y atractivo, vestido de blanco y con una sonrisa amable. Por un momento me sorprendió un poco ver a alguien así allí, pero después simplemente le sonreí.

- ¿En verdad? Muchas gracias, lamento si este pequeño monstruito te causo problemas -comenté con una sonrisa, algo arrepentida. Sabía que mi pequeña mascota podía ser problemática a pesar de lo adorable que se veía.

Escuché sus palabras y dirigí mi mirada a la bebida derramada, recordando ese detalle en ese momento debido a que había estado distraída. Rápidamente negué y miré al chico.

- No, por su puesto que no, quien invitará seré yo para agradecerte el haber cuidado de Breeze -le corregí con seguridad. Después de todo eso me parecía lo correcto-. Y yo tomaré lo mismo que tenía recién -le dije a la chica, arrugando mi ceño al verla.

Esa joven claramente estaba en su mundo de "que-bueno-que-esta-ese-chico-y-que-ganas-que-tengo-de-lanzármele-al-cuello", ya que no había prestado la más minima atención a mis palabras, pareciera que solo estaba dispuesta a escuchar las palabras provenientes de aquel chico que se encontraba junto a mi en ese momento. Solté un suspiro y esperé pacientemente a que el chico dijera lo que quería y a que ella por fin reaccionara. Una vez ella desapareció -no sin antes mirar embobada al chico- yo miré al castaño divertida.

- Se ve que eres popular, ¿eh? -comenté algo entretenida y con una ligera nota de compasión. Ser tan popular quizás no era lo más divertido-. Mi nombre es Kyou, y este pequeño terremoto que cuidaste se llama Breeze, encantada -comenté, estirando mi mano en su dirección a modo de saludo.

Ya que él me había salvado de buscar todo el día a mi queridísimo dragón lo mínimo que podía hacer era presentarme e invitarle a algo.