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De entre los muertos... [Irina]
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De entre los muertos... [Irina]
Como solía decir desde que sacara un pie del mar, cada día aprendía nuevas cosas sobre costumbres que nunca antes había visto o incluso cumplido, y desde luego, esa jornada no iba a ser diferente. Los sábados siempre era un buen día para escabullirse por los alrededores de la escuela e inspeccionar todos esos rincones de los que muchos hablaban o que guardaban misterios profundos e incluso siniestros, como lo era por ejemplo aquello a lo que llamaban cementerio. Cierto, Eryx había oído hablar sobre la existencia de ellos incluso bajo el mar, pero nunca había visitado ninguno, y tal vez la versión terrestre de algo así llegara a sorprenderle, así que, como un paseo cualquiera, el tritón se puso en marcha hacia el lugar.
- Creo que... Ya he pasado antes por aquí, ¿no? – se detuvo un momento, dando una vuelta sobre sí mismo y observando el lugar un tanto boscoso. Parecía que solían tener tendencia en construir esos lugares en terrenos montañosos, o al menos siempre que había oído hablar de cementerios, habían elementos cerca como árboles, hierba, animales que asustaban a los visitantes haciendo creer que eran espíritus... Y bueno, volviendo al tema, ya se sabe el “buen sentido” de la orientación que tenía Eryx, básicamente porque muchas veces olvidaba las instrucciones que le habían dado o el camino que creía era el correcto. Tenía la suerte de que no le asustaba perderse, era como si cada trozo del mundo pudiera ser su hogar y no temía a prácticamente nada, se le antojaba como un simple paseo. Al que era imposible de perder de vista era a él, que iba vestido con una camiseta verde fosforito que no podía ser más chillón, pobre del que lo mirara directamente dejándolo ciego, con una calavera estampada en negro en medio de ésta. Los pantalones, por suerte, eran de un color negro que se podía confundir fácilmente con el ambiente, ya que, mientras daba vueltas y vueltas, la noche pronto se cernió sobre la isla.
- Igual es que la gracia es dar vueltas todo el rato alrededor del cementerio, algo así como un laberinto. Al fin de cuentas, estamos en eso que le llaman... Eh... ¿Happyween? ¿Hollyween? – Halloween, concretamente. Sí, había oído hablar muchas veces en estos últimos días sobre la festividad. Al parecer consistía en disfrazarse de cosas raras y estrambóticas, actuar tal y como no eras tú, y... En fin, asustar a todo aquél al que te encontraras por delante. Quizás eso de perderse no era más que un juego que habían hecho. Pero ¡Ah! Él también tenía un as bajo la manga... Dentro de su bolsa de deporte que siempre solía llevar con él. Oh no, esta vez no lo habían pillado desprevenido, esta vez él también formaría parte del conjunto de alumnos que celebraban Halloween.
¿Cuánto fue al final? ¿Quince, veinte, treinta minutos? Pero la cuestión es que, al ver aquellas lápidas alzadas de entre las tierras y el terreno de hierba, sólo podía significar que había llegado a su destino. Ojeó con curiosidad algunas de las inscripciones que habían escritas en las susodichas, frases que para él carecían de sentido en mayoría, y nombres, muchos nombres que luego no sería capaz de recordar, o quizás sí... Pero ya tendría tiempo de inspeccionar aquél curioso lugar. Seguro que muchos de los muertos revivirían sólo para darle con un hueso en la cabeza al verlo vestido de verde fosforito en medio de un cementerio donde se suponía se venía a velar por los muertos. Pero, todo el mundo hablaba de Halloween, de las bromas que había que gastar, de los disfraces, de cómo los muertos salían de sus tumbas... ¿Por qué tenerles miedo? Habían planteado la fiesta como si fuera algo divertido, y, siguiendo tradiciones porque no quería ser el que siempre destacaba por ser raro, él iba a hacerlo así también. Finalmente se detuvo después de haber caminado entre unas cuantas lápidas, abriendo su mochila deportiva que llevaba colgando de un hombro y sacó de ella una máscara bastante fea; una mezcla de hocico de lobo con zombie, con unos grandes colmillos que sobresalían, ojos huecos, pelo enmarañado y sangre aquí y allá. Tal vez no hacía mucho conjunto con su famosa camiseta, pero él no entendía de esas cosas. Así fue como, poniéndose la máscara e intuyendo que no tardaría en venir alguien a esas horas de la noche y siendo temporada de Halloween, se escondió detrás de una de las lápidas.
No tardó demasiado hasta que, más cerca o más lejos, sintió una presencia y decidió que era el momento de salir; así fue como, dejando su mochila detrás de la lápida en el suelo, salió de su escondite y empezó a correr mientras intentaba imitar un gruñido para asustar a quien tuviera delante. Decían que conseguir un buen grito de la otra persona al verte, era señal de que habías tenido éxito.
- ¡Grrr! ¡Trata de huir, trata de escapar, pero sepas que en mis garras tú caerás! - exclamó.
- Creo que... Ya he pasado antes por aquí, ¿no? – se detuvo un momento, dando una vuelta sobre sí mismo y observando el lugar un tanto boscoso. Parecía que solían tener tendencia en construir esos lugares en terrenos montañosos, o al menos siempre que había oído hablar de cementerios, habían elementos cerca como árboles, hierba, animales que asustaban a los visitantes haciendo creer que eran espíritus... Y bueno, volviendo al tema, ya se sabe el “buen sentido” de la orientación que tenía Eryx, básicamente porque muchas veces olvidaba las instrucciones que le habían dado o el camino que creía era el correcto. Tenía la suerte de que no le asustaba perderse, era como si cada trozo del mundo pudiera ser su hogar y no temía a prácticamente nada, se le antojaba como un simple paseo. Al que era imposible de perder de vista era a él, que iba vestido con una camiseta verde fosforito que no podía ser más chillón, pobre del que lo mirara directamente dejándolo ciego, con una calavera estampada en negro en medio de ésta. Los pantalones, por suerte, eran de un color negro que se podía confundir fácilmente con el ambiente, ya que, mientras daba vueltas y vueltas, la noche pronto se cernió sobre la isla.
- Igual es que la gracia es dar vueltas todo el rato alrededor del cementerio, algo así como un laberinto. Al fin de cuentas, estamos en eso que le llaman... Eh... ¿Happyween? ¿Hollyween? – Halloween, concretamente. Sí, había oído hablar muchas veces en estos últimos días sobre la festividad. Al parecer consistía en disfrazarse de cosas raras y estrambóticas, actuar tal y como no eras tú, y... En fin, asustar a todo aquél al que te encontraras por delante. Quizás eso de perderse no era más que un juego que habían hecho. Pero ¡Ah! Él también tenía un as bajo la manga... Dentro de su bolsa de deporte que siempre solía llevar con él. Oh no, esta vez no lo habían pillado desprevenido, esta vez él también formaría parte del conjunto de alumnos que celebraban Halloween.
¿Cuánto fue al final? ¿Quince, veinte, treinta minutos? Pero la cuestión es que, al ver aquellas lápidas alzadas de entre las tierras y el terreno de hierba, sólo podía significar que había llegado a su destino. Ojeó con curiosidad algunas de las inscripciones que habían escritas en las susodichas, frases que para él carecían de sentido en mayoría, y nombres, muchos nombres que luego no sería capaz de recordar, o quizás sí... Pero ya tendría tiempo de inspeccionar aquél curioso lugar. Seguro que muchos de los muertos revivirían sólo para darle con un hueso en la cabeza al verlo vestido de verde fosforito en medio de un cementerio donde se suponía se venía a velar por los muertos. Pero, todo el mundo hablaba de Halloween, de las bromas que había que gastar, de los disfraces, de cómo los muertos salían de sus tumbas... ¿Por qué tenerles miedo? Habían planteado la fiesta como si fuera algo divertido, y, siguiendo tradiciones porque no quería ser el que siempre destacaba por ser raro, él iba a hacerlo así también. Finalmente se detuvo después de haber caminado entre unas cuantas lápidas, abriendo su mochila deportiva que llevaba colgando de un hombro y sacó de ella una máscara bastante fea; una mezcla de hocico de lobo con zombie, con unos grandes colmillos que sobresalían, ojos huecos, pelo enmarañado y sangre aquí y allá. Tal vez no hacía mucho conjunto con su famosa camiseta, pero él no entendía de esas cosas. Así fue como, poniéndose la máscara e intuyendo que no tardaría en venir alguien a esas horas de la noche y siendo temporada de Halloween, se escondió detrás de una de las lápidas.
No tardó demasiado hasta que, más cerca o más lejos, sintió una presencia y decidió que era el momento de salir; así fue como, dejando su mochila detrás de la lápida en el suelo, salió de su escondite y empezó a correr mientras intentaba imitar un gruñido para asustar a quien tuviera delante. Decían que conseguir un buen grito de la otra persona al verte, era señal de que habías tenido éxito.
- ¡Grrr! ¡Trata de huir, trata de escapar, pero sepas que en mis garras tú caerás! - exclamó.
Eryx- Tritón
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Re: De entre los muertos... [Irina]
Recordaba cuando todavía vivía en Munich, como tantos otros jóvenes, se había disfrazado la noche antes del día de Todos los Santos. Aunque nunca había sido alguien especialmente... "Fiestera", extrovertida o animada, tradiciones como aquella no podía perdérsela, los amigos con los que había llegado a contar no se lo hubieran permitido, así que hacía de tripas corazón, buscaba algo que ponerse y salía de su burbuja por una noche. Era divertido, una excusa para ir de fiesta y comer dulces sin parecer críos.
Ahora Halloween le parecía un chiste.
La vampiresa estaba de un humor pésimo incluso para su modo de actuar usual. Para empezar, desde que llegara al instituto hacía escasamente dos semanas, había tenido que instalarse, apañárselas con una lagartija negra que desaparecía cada dos minutos escondiéndose sólo los dioses sabían dónde y ponerse al día con los temarios y clases que se había perdido. Estaba también el hecho de que no tenía forma de recuperar las pertenencias que no le había dado tiempo a llevar a las islas porque estas estaban, oh, "en algún lugar desconocido". A todo esto se le añadía el detallito de ser un muerto andante y no haber hecho más que cruzarse a críos disfrazados de Drácula.
La mejor solución que se le había ocurrido para no pasarse el día gruñendo a los internos del instituto era encerrarse en su habitación... Media hora había aguantado ahí dentro y, ahora, caminaba sin rumbo fijo. Con las manos metidas en los bolsillos de la sudadera, trataba de mantenerse lejos de los edificios principales de la isla sin la más mínima intención de volver a su residencia, al menos, hasta el amanecer. No tenía frío porque su piel era lo bastante gélida para aguantar las temperaturas de octubre con una simple falda y medias hasta el muslo como toda "protección".
Curiosamente, no se le ocurrió pensar que quizá (sólo quizá) se estaba pasando de tétrica hasta el momento en el que se encontró delante de las puertas del cementerio. Nada, ni las prendas oscuras que llevaba, ni su parche, ni siquiera el ir rumiando insultos contra el resto del mundo la hizo recapacitar del rumbo que había tomado hasta que se topó con las rejas de hierro negro y los cipreses. Dramática.[/i] sacudió la cabeza con un suspiro. Ni siquiera sabía si le estaba permitida la entrada. No había podido pasar a ninguna iglesia, ni al santuario que había en los alrdedores del lugar, volver a intentar algo así no le reportaría nada bueno y... Ya había anochecido, con suerte, si seguía en su régimen de mirar mal a los que se acercaban a ella, la dejarían tranquila y podría volver a su habitación, ¿no?
Estaba dispuesta a dar media vuelta y alejarse del lugar cuando escuchó algo. Ladeó levemente la cabeza y se volvió a dar la vuelta. El olor a plástico de la máscara le llegó antes incluso que el siguiente y extraño aroma a mar... Observó al joven que se acercaba hacia ella sin inmutarse. Ciertamente había llegado a dar un bote como mayor signo de sorpresa cuando le había escuchado por vez primera, pero, aparte de eso, una simple máscara no era suficiente para moverla de su sitio.
-...No creo que tengas garras- comentó como respuesta a su intento de amenaza. ¿De qué iba disfrazado? Por lo que podía ver, aparte de la evidente máscara con la forma de algún tipo de animal horrible, no llevaba más disfraz, al contrario, vestía con colores que de día habrían resultado chillones y llamativos y que, incluso de noche, destacaban con el oscuro entorno. La vampiresa se colocó un mechón del canoso pelo para poder asegurarse de que el parche seguía en su sitio antes de mirar directamente al muchacho. -No deberías ir por ahí corriendo y gritando, menos en Halloween, a saber que hay por ahí fuera- y, a pesar de que sus palabras pudieran tomarse como broma, Irina no hablaba en broma, aquella noche era la excusa para que los chiflados salieran a hacer locuras, la línea entre lo natural y lo sobrenatural era más fina y blah blah bah... -Oye... ¿Acaso ves algo con eso puesto?- añadió segundos más tarde, entre cortante y curiosa. ¿Qué hacía ese tipo ahí?
Ahora Halloween le parecía un chiste.
La vampiresa estaba de un humor pésimo incluso para su modo de actuar usual. Para empezar, desde que llegara al instituto hacía escasamente dos semanas, había tenido que instalarse, apañárselas con una lagartija negra que desaparecía cada dos minutos escondiéndose sólo los dioses sabían dónde y ponerse al día con los temarios y clases que se había perdido. Estaba también el hecho de que no tenía forma de recuperar las pertenencias que no le había dado tiempo a llevar a las islas porque estas estaban, oh, "en algún lugar desconocido". A todo esto se le añadía el detallito de ser un muerto andante y no haber hecho más que cruzarse a críos disfrazados de Drácula.
La mejor solución que se le había ocurrido para no pasarse el día gruñendo a los internos del instituto era encerrarse en su habitación... Media hora había aguantado ahí dentro y, ahora, caminaba sin rumbo fijo. Con las manos metidas en los bolsillos de la sudadera, trataba de mantenerse lejos de los edificios principales de la isla sin la más mínima intención de volver a su residencia, al menos, hasta el amanecer. No tenía frío porque su piel era lo bastante gélida para aguantar las temperaturas de octubre con una simple falda y medias hasta el muslo como toda "protección".
Curiosamente, no se le ocurrió pensar que quizá (sólo quizá) se estaba pasando de tétrica hasta el momento en el que se encontró delante de las puertas del cementerio. Nada, ni las prendas oscuras que llevaba, ni su parche, ni siquiera el ir rumiando insultos contra el resto del mundo la hizo recapacitar del rumbo que había tomado hasta que se topó con las rejas de hierro negro y los cipreses. Dramática.[/i] sacudió la cabeza con un suspiro. Ni siquiera sabía si le estaba permitida la entrada. No había podido pasar a ninguna iglesia, ni al santuario que había en los alrdedores del lugar, volver a intentar algo así no le reportaría nada bueno y... Ya había anochecido, con suerte, si seguía en su régimen de mirar mal a los que se acercaban a ella, la dejarían tranquila y podría volver a su habitación, ¿no?
Estaba dispuesta a dar media vuelta y alejarse del lugar cuando escuchó algo. Ladeó levemente la cabeza y se volvió a dar la vuelta. El olor a plástico de la máscara le llegó antes incluso que el siguiente y extraño aroma a mar... Observó al joven que se acercaba hacia ella sin inmutarse. Ciertamente había llegado a dar un bote como mayor signo de sorpresa cuando le había escuchado por vez primera, pero, aparte de eso, una simple máscara no era suficiente para moverla de su sitio.
-...No creo que tengas garras- comentó como respuesta a su intento de amenaza. ¿De qué iba disfrazado? Por lo que podía ver, aparte de la evidente máscara con la forma de algún tipo de animal horrible, no llevaba más disfraz, al contrario, vestía con colores que de día habrían resultado chillones y llamativos y que, incluso de noche, destacaban con el oscuro entorno. La vampiresa se colocó un mechón del canoso pelo para poder asegurarse de que el parche seguía en su sitio antes de mirar directamente al muchacho. -No deberías ir por ahí corriendo y gritando, menos en Halloween, a saber que hay por ahí fuera- y, a pesar de que sus palabras pudieran tomarse como broma, Irina no hablaba en broma, aquella noche era la excusa para que los chiflados salieran a hacer locuras, la línea entre lo natural y lo sobrenatural era más fina y blah blah bah... -Oye... ¿Acaso ves algo con eso puesto?- añadió segundos más tarde, entre cortante y curiosa. ¿Qué hacía ese tipo ahí?
Irina Koenig- Vampiro
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Re: De entre los muertos... [Irina]
Y ahí iba él emocionado, por supuesto, con su nueva máscara de las más baratas que había encontrado en las tiendas pero para él era su momento, de celebrarlo ni que fuera parecido a cómo lo hacían los de su entorno, aún sin saber quién era la persona que se estaba acercando a donde estaba Eryx, simplemente en cuanto oyó pasos empezó a correr en dirección a ella. La verdad es que los agujeros por los que se suponía debía ver no es que fueran demasiado grandes, de hecho, nada más que la chica acabara de lanzarle la última pregunta, éste acabó dando un traspiés que, si la chica no tenía unos increíbles reflejos dignos de pájaro, acabaría seguro con Eryx encima, así fue cómo terminó en el suelo.
– Eh... No, me temo que no veo demasiado, debería haberme hecho esa pregunta antes de ponerme la máscara y echar a correr... – admitió tardando unos segundos hasta que decidió que la mejor idea era incorporarse de una vez, no fuera a ser que la chica estuviera tirada en el suelo como él y la estuviera aplastando o algo. Cayó entonces en la cuenta de que quizás sería conveniente disculparse, por si acaso... – L-lo siento... ¿Estás bien?
Una vez se volvió a poner en pie y ofrecido a ayudar a la... chica, si hiciera falta, finalmente se quitó la máscara dejando ver su auténtico rostro y pudiendo apreciar a la que parecía estudiante por primera vez de forma detallada, aunque la oscuridad ya estuviera cernida sobre ellos. A su modo de ver y, comparada con otras féminas que había visto por el internado, parecía una joven de aspecto bastante frágil, de tez extremadamente blanquecina que le daba un aire delicado, más bien menuda y con un cabello de un llamativo color que aún le añadía un toque más nórdico a su ser. Pero había algo que llamaba la atención sobre todo lo que llevara puesto; El parche que tapaba uno de sus ojos, no había visto a ninguna chica antes con algo semejante puesto en el rostro. ¿Sería por necesidad? ¿Un simple adorno? Pero fuera como fuere, parecía bastante preocupada por llevarlo bien puesto.
- Tienes razón, muchas garras no tengo – aseguró mientras se miraba los dedos de las manos intentando ponerlos en tensión como si fueran unas buenas garras, pero pronto dejó el asunto para centrarse en la chica, toda oportunidad era buena para conocer a más gente, y no recordaba haberla visto antes ¿Sería relativamente nueva? ¿O simplemente se había olvidado de ella gracias a su pésima memoria y en realidad sí que la había visto o incluso hablado con ella antes? - ¿De verdad no te he asustado, ni que sea un poco? Dime que sí, va… - trató de sonsacarle, aunque en realidad, la chica no parecía estar muy receptiva a las bromas, sólo por juzgar su seria expresión facial, igual no había tenido un buen día o… ¿Sería una de esas chicas tan difíciles de hacer reír, que parecían ir siempre amargadas? De ser así, esperaba al menos lograr él sonsacarle una sonrisa por muy leve que fuera, aunque no pareciera haber empezado con buen pie… - ¿Crees que he corrido algún riesgo haciendo esto? Pensaba que precisamente es lo que se suele hacer en estas fechas de Halloween. ¿Por qué tan seria, huh? ¿No deberías estar divirtiéndote también? – sonrió al tiempo que le preguntaba y miraba de soslayo la máscara que aún sostenía en una de sus propias manos de manera algo curiosa, antes de volver sus ojos claros hacia la joven. – Deberías estar más preocupada que yo, las chicas siempre corréis más peligros que nosotros, por lo que he oído decir – le guiñó un ojo para restarle importancia, a diferencia de cómo hacía ella, que todo lo que soltaba cobraba más seriedad de la que pudiera tener en realidad. De repente, parecía caer en la cuenta de algo.
- ¡Oh! ¡Antes de que se me olvide! Soy Eryx, encantado – se presentó finalmente, en un intento por no dejar que el silencio invadiera en ningún momento la conversación y que la chica no se aburriera, o al menos esa era su intención y lo que solía hacer con cada persona que se encontraba. Era como si deseara que esas personas se quedaran a su lado el mayor tiempo posible y que así quizás, acabaran entrelazando un lazo de amistad con él, aunque hasta ahora no había logrado tener mucho éxito con la táctica y sin ella. Finalmente, tras observarla unos largos segundos y tenderle la mano para poder estrecharla con la suya, el tritón se quedó con la mirada en un punto fijo del rostro de la joven, hasta que encontró que era el momento idóneo como para formular cierta pregunta…
- Por cierto… llevas… - hizo un gesto circular con uno de sus dedos índices a poca distancia de uno de sus propios ojos – ¿Llevas ese parche por algo en especial? – al fin preguntó con bastante curiosidad con respecto a ello.
– Eh... No, me temo que no veo demasiado, debería haberme hecho esa pregunta antes de ponerme la máscara y echar a correr... – admitió tardando unos segundos hasta que decidió que la mejor idea era incorporarse de una vez, no fuera a ser que la chica estuviera tirada en el suelo como él y la estuviera aplastando o algo. Cayó entonces en la cuenta de que quizás sería conveniente disculparse, por si acaso... – L-lo siento... ¿Estás bien?
Una vez se volvió a poner en pie y ofrecido a ayudar a la... chica, si hiciera falta, finalmente se quitó la máscara dejando ver su auténtico rostro y pudiendo apreciar a la que parecía estudiante por primera vez de forma detallada, aunque la oscuridad ya estuviera cernida sobre ellos. A su modo de ver y, comparada con otras féminas que había visto por el internado, parecía una joven de aspecto bastante frágil, de tez extremadamente blanquecina que le daba un aire delicado, más bien menuda y con un cabello de un llamativo color que aún le añadía un toque más nórdico a su ser. Pero había algo que llamaba la atención sobre todo lo que llevara puesto; El parche que tapaba uno de sus ojos, no había visto a ninguna chica antes con algo semejante puesto en el rostro. ¿Sería por necesidad? ¿Un simple adorno? Pero fuera como fuere, parecía bastante preocupada por llevarlo bien puesto.
- Tienes razón, muchas garras no tengo – aseguró mientras se miraba los dedos de las manos intentando ponerlos en tensión como si fueran unas buenas garras, pero pronto dejó el asunto para centrarse en la chica, toda oportunidad era buena para conocer a más gente, y no recordaba haberla visto antes ¿Sería relativamente nueva? ¿O simplemente se había olvidado de ella gracias a su pésima memoria y en realidad sí que la había visto o incluso hablado con ella antes? - ¿De verdad no te he asustado, ni que sea un poco? Dime que sí, va… - trató de sonsacarle, aunque en realidad, la chica no parecía estar muy receptiva a las bromas, sólo por juzgar su seria expresión facial, igual no había tenido un buen día o… ¿Sería una de esas chicas tan difíciles de hacer reír, que parecían ir siempre amargadas? De ser así, esperaba al menos lograr él sonsacarle una sonrisa por muy leve que fuera, aunque no pareciera haber empezado con buen pie… - ¿Crees que he corrido algún riesgo haciendo esto? Pensaba que precisamente es lo que se suele hacer en estas fechas de Halloween. ¿Por qué tan seria, huh? ¿No deberías estar divirtiéndote también? – sonrió al tiempo que le preguntaba y miraba de soslayo la máscara que aún sostenía en una de sus propias manos de manera algo curiosa, antes de volver sus ojos claros hacia la joven. – Deberías estar más preocupada que yo, las chicas siempre corréis más peligros que nosotros, por lo que he oído decir – le guiñó un ojo para restarle importancia, a diferencia de cómo hacía ella, que todo lo que soltaba cobraba más seriedad de la que pudiera tener en realidad. De repente, parecía caer en la cuenta de algo.
- ¡Oh! ¡Antes de que se me olvide! Soy Eryx, encantado – se presentó finalmente, en un intento por no dejar que el silencio invadiera en ningún momento la conversación y que la chica no se aburriera, o al menos esa era su intención y lo que solía hacer con cada persona que se encontraba. Era como si deseara que esas personas se quedaran a su lado el mayor tiempo posible y que así quizás, acabaran entrelazando un lazo de amistad con él, aunque hasta ahora no había logrado tener mucho éxito con la táctica y sin ella. Finalmente, tras observarla unos largos segundos y tenderle la mano para poder estrecharla con la suya, el tritón se quedó con la mirada en un punto fijo del rostro de la joven, hasta que encontró que era el momento idóneo como para formular cierta pregunta…
- Por cierto… llevas… - hizo un gesto circular con uno de sus dedos índices a poca distancia de uno de sus propios ojos – ¿Llevas ese parche por algo en especial? – al fin preguntó con bastante curiosidad con respecto a ello.
- NOTA:
- Primero de todo! Siento la demora, a partir de ahora tendrás respuestas más fluidas :3 Con respecto a lo de que Eryx se cae encima o no de Irina al correr con la máscara te lo dejo a ti, si Irina cae o si lo esquiva y en caso de que caiga te doy permiso para decir que Eryx le tiende una mano para ayudarla a levantarse. ^^
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Re: De entre los muertos... [Irina]
No se esperaba aquello y no pudo evitarlo. Apenas cuando terminara de hablar, el desconocido disfrazado (si es que a aquella simple careta se la podía llamar efectivamente un disfraz) se tropezó con algo y terminó encima suya. No le dio tiempo a moverse ni a esquivarle, apenas le dio tiempo a asustarse antes de dar ella también con el suelo que al menos, por estar recubierto de hierba, amortiguó el golpe. Una diminuta parte de ella asumió que el trasero de sus pantalones debía de haberse coloreado de verde con aquella simple caída.
El resto de la joven, sin embargo, estaba demasiado distraída. Distraída con el terror del contacto con otra persona, con el shock de la cercanía del desconocido y la aparente naturalidad del mismo. En apenas un segundo, perdió todo el color que hubiera podido tener en sus mejilla hasta quedarse pálida como el papel. Y tembló. No demasiado, sólo levemente, como si un escalofrío se paseara con demasiada calma por su espalda, regodeándose en el miedo que estaba pasando la chica.
No fue hasta momentos después de que el joven pelioscuro terminara de hablar cuando salió de aquella extraña parálisis autoimpuesta y pudo mirarle más atentamente al estudiante. Él no parecía en absoluto conmocionado ni por la caída ni el golpe y un rápido y disimulado olfateo le confirmó que no se había hecho herida alguna. Puesto que estaba de una pieza, la vampiresa se permitió el lugo de observarle con infinito odio y reprimenda, como si en vez de haberse tropezado la hubiera intentado atacar de la nada. Cuando se dignó a responderle, su tono destilaba tanto odio que incluso a ella le chocó:
-Estoy perfectamente- casi siseó, ¿por qué sentía la imperiosa necesidad tanto de saltar sobre él como de salir huyendo de allí? Se envaró sin aceptar la mano que le tendía de ayuda y se sacudió la ropa pretendiendo quizá librarse también tanto del recuerdo del horrible contacto como del ánimo homicida aquel tan poco... Recomendable. Pestañeó y sacudió la cabeza y, para cuando terminó de colocarse el parche en su sitio, su humor había vuelto a ser el de siempre. -Disculpa- añadió tras un breve suspiro sin más explicaciones.
-Y... Lo siento, pero no das demasiado miedo... Ni siquiera llevas un disfraz al completo- el chico al menos había tratado de disculparse antes, ¿no? Una torpeza no podía ser tan grave como para merecer un enfado de demasiada duración. Asintió a su segunda pregunta -Bueno, la máscara no era muy buena y tú mismo dices que no veías demasiado con ella puesta... Andar por ahí sólo no es la mejor idea- dudó -Es decir... Ya sabes qué tipo de "gente" hay por aquí, no parece muy razonable pasearse por el lugar sólo en mitad de una noche como hoy, cuando hay tantos raritos por ahí dando problemas- trató de hacerse entender. Por su propia experiencia, también recordaba los sucesos que las noticias relataban la mañana después de Halloween, desde robos a auténticas barbaridades, ¿cuántas cosas podrían suceder en un lugar repleto de monstuitos?
Con todo, a pesar de aquel aire desinteresado que tanto la caracterizaba, no pudo evitar reirse cuando le escucho decir... Que podía correr peligro. Por su tono no parecía hablar siquiera en serio, pero lo cierto era que la simple idea le chocaba bastante. Lo cierto es que ya no era capaz de imaginarse a sí misma en aquel tipo de situaciones incluso sabiendo que por aquellos lares vivían seres por completo desconocidos y peligrosos -Yo soy Erika- correspondió a su presentación. Posiblemente a aquellas alturas el joven creyera que era bipolar o algo por el estilo, pero no era algo que le preocupara precisamente.
-Ahm... Por estética- fue la única mentira que se le ocurrió formular en respuesta a aquella última pregunta. Sacudió una mano restándole importancia a sus propias palabras con la esperanza de que así se le olvidara el asunto al otro -Oye, ¿qué haces aquí? ¿En serio pretendías asustar a quien se acercara?- preguntó con cierta curiosidad -¿Y si llega a no venir nadie?-
El resto de la joven, sin embargo, estaba demasiado distraída. Distraída con el terror del contacto con otra persona, con el shock de la cercanía del desconocido y la aparente naturalidad del mismo. En apenas un segundo, perdió todo el color que hubiera podido tener en sus mejilla hasta quedarse pálida como el papel. Y tembló. No demasiado, sólo levemente, como si un escalofrío se paseara con demasiada calma por su espalda, regodeándose en el miedo que estaba pasando la chica.
No fue hasta momentos después de que el joven pelioscuro terminara de hablar cuando salió de aquella extraña parálisis autoimpuesta y pudo mirarle más atentamente al estudiante. Él no parecía en absoluto conmocionado ni por la caída ni el golpe y un rápido y disimulado olfateo le confirmó que no se había hecho herida alguna. Puesto que estaba de una pieza, la vampiresa se permitió el lugo de observarle con infinito odio y reprimenda, como si en vez de haberse tropezado la hubiera intentado atacar de la nada. Cuando se dignó a responderle, su tono destilaba tanto odio que incluso a ella le chocó:
-Estoy perfectamente- casi siseó, ¿por qué sentía la imperiosa necesidad tanto de saltar sobre él como de salir huyendo de allí? Se envaró sin aceptar la mano que le tendía de ayuda y se sacudió la ropa pretendiendo quizá librarse también tanto del recuerdo del horrible contacto como del ánimo homicida aquel tan poco... Recomendable. Pestañeó y sacudió la cabeza y, para cuando terminó de colocarse el parche en su sitio, su humor había vuelto a ser el de siempre. -Disculpa- añadió tras un breve suspiro sin más explicaciones.
-Y... Lo siento, pero no das demasiado miedo... Ni siquiera llevas un disfraz al completo- el chico al menos había tratado de disculparse antes, ¿no? Una torpeza no podía ser tan grave como para merecer un enfado de demasiada duración. Asintió a su segunda pregunta -Bueno, la máscara no era muy buena y tú mismo dices que no veías demasiado con ella puesta... Andar por ahí sólo no es la mejor idea- dudó -Es decir... Ya sabes qué tipo de "gente" hay por aquí, no parece muy razonable pasearse por el lugar sólo en mitad de una noche como hoy, cuando hay tantos raritos por ahí dando problemas- trató de hacerse entender. Por su propia experiencia, también recordaba los sucesos que las noticias relataban la mañana después de Halloween, desde robos a auténticas barbaridades, ¿cuántas cosas podrían suceder en un lugar repleto de monstuitos?
Con todo, a pesar de aquel aire desinteresado que tanto la caracterizaba, no pudo evitar reirse cuando le escucho decir... Que podía correr peligro. Por su tono no parecía hablar siquiera en serio, pero lo cierto era que la simple idea le chocaba bastante. Lo cierto es que ya no era capaz de imaginarse a sí misma en aquel tipo de situaciones incluso sabiendo que por aquellos lares vivían seres por completo desconocidos y peligrosos -Yo soy Erika- correspondió a su presentación. Posiblemente a aquellas alturas el joven creyera que era bipolar o algo por el estilo, pero no era algo que le preocupara precisamente.
-Ahm... Por estética- fue la única mentira que se le ocurrió formular en respuesta a aquella última pregunta. Sacudió una mano restándole importancia a sus propias palabras con la esperanza de que así se le olvidara el asunto al otro -Oye, ¿qué haces aquí? ¿En serio pretendías asustar a quien se acercara?- preguntó con cierta curiosidad -¿Y si llega a no venir nadie?-
- Spoiler:
- OFF: Tardé mucho, lo siento muchísimo >.<
Irina Koenig- Vampiro
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