Erika Flowright || ID's

Nombre: Irie von Flowright {Real} || Erika von Flowright {Falso}
Apodo: Ery
Edad: 17 años Aparentes || 500 Reales
Sexo: Femenino
O.Sexual: Heterosexual
Raza: Ángel Caído
Año Educacional: 2º Año
Casa: Haradrim
Sello: Hombro derecho
Oficio: Cantante

Erika es una muchacha alta, alrededor de un metro setenta y cinco, peso alrededor de cuarenta kilogramos, sumamente liviano quizás debido a su raza. Una muchacha de complexión delgada y por ello se pueden apreciar perfectamente cualquier forma. De piel pálida, sin llegar a ser enfermiza y lo más curioso es que aun bajo el sol no cambiaría. Ojos de un profundo color azul, con dejes de tristeza y a la vez despreocupación, en cuanto a sus facciones, suaves y ligeras como en norma es a los ángeles, posee labios pequeños, suavemente sonrosados. Su cabello, largo y levemente ondulado recuerda al oro bajo los rayos del sol, aparentando más oscuros en la noche. Formas bien desarrolladas y pechos bastante grandes.
Lo más usual es verla llevar vestidos azules u oscuros cuando no lleva puesta la uniforme colegial, además de ciertos adornos que se pueden observar en sus cabellos, tales como diademas o flores. A diferencia de los ángeles normales, sus alas son algo más oscuras, aunque constantemente escondidas.

Spoiler:

Mentiras. Esa es la palabra que mejor la describe, aunque no respecto a mentiras verdaderamente propias, mas bien, Erika suele ocultar cualquier emoción suya, llegando a ser apodada de falsa, aunque su sonrisa es tan genuina que solo el ojo más experto podría ver que realmente al sonreír su mente esta en otro lar. Este constante mentir sobre sus sentimientos hace que no sea posible el entender totalmente sus intenciones, pues detrás de aquella amable sonrisa se esconden muchos ideales, los cuales no todos rebozan en luz. Erika sin darse cuenta es tan observadora que termina por entender las facultades y defectos de los demás, llevándola a ser manipuladora. Usualmente da consejos a las personas, consejos que siquiera ella misma sigue pues dibujó una línea imaginaria la cual se indispuso a pasar. No desea que las personas se acerquen demasiado a ella, aun cuando termina por pasar gran cantidad de tiempo en su compañía, eso no cambiaría el hecho de que ella nunca cruzaría esa linea imaginaria. Respetuosa y de cierta forma en ningún momento se dio el permiso de apodar una persona. Suele moverse por diversión propia. Y aunque aparente ser una débil joven eso no quita el hecho de que sepa luchar y defenderse ante ataques físicos o por cuestión de poderes. Por último no aprecia su vida, de hecho estaría predispuesta a suicidarse si en algún momento perdería su cordura, aun así, cualquier cosa la dice con una sonrisa, ya sea cargada o no con mentiras. Dada la distancia que asumió de los demás fue incapaz de amar, aunque el sentimiento de querer una persona como un amigo o un padre fue capaz de entenderlo gracias a la persona que cuidó de ella durante muchos años. Orgullosa y a la vez amable y engañosa, sin lugar a duda posee una compleja personalidad, siendo ella misma incapaz de sobreponerse. Sumamente ingeniosa, capaz de levantar conjeturas tras tan solo escuchar pocas palabras, buena en cualquier materia y aun así, incapaz de utilizar poderes curativos.

Valeria, una ciudad celestial como todas las demás, protegida por el amor de arcángel de la luz y aun así, incluso en el cielo se contaban oscuras leyendas acerca del nacimiento de dos gemelas, que traerían la desgracia al cielo, las cuales llevarían una maldición encima que empujarían a los ángeles más bondadosos a destruir el cielo, a levantar sus espadas en contra del creador. Horror, miedo, injusticia. Los campos dejaron de prosperar, el agua corría impura hasta secarse, una de las más resplandecientes arcángeles se quitó la vida... Incluso los ángeles mueren. Ellos pensaron que era todo por haber dado a la vida a dos gemelas, dos ángeles que tendrían el próximo cargo de arcángeles.


Solo si las gemelas sufrían en infelicidad, el pueblo sería salvado. Aun así, el creador bondadoso les hizo elegir. Salvar la una, expulsar la otra... o permanecer encerradas, juntas en el mundo humano. Ambas niñas, tomadas de la mano con una sonrisa en sus labios, estuvieron indispuestas a empujar una al infierno y la otra a vivir entre los celestiales. Así, ambas fueron encerradas y despojadas de su cualidades como ángel, eso, hasta que una de las dos no decida que hacer con la otra. En ese momento, una de ellas, la que permanecería con vida sería acercada a Dios, se convertiría en un arcángel.


El valle es donde son dispuestos los pecadores. No hay una tumba o descanso en paz para aquellos que han pecado. Siquiera se descompondrán, solo quedarán allí, apilados junto a otros pecadores. Ese, es su destino. Ambas fueron separadas, Irie a lo bajo de la valle y Erika encerrada, a lo más alto. Irie intentó escalar, utilizando los cuerpos que habían sido tirados, los pecadores utilizados como escaleras para llegar hasta lo más alto, para así poder escapar juntas hacia el mundo exterior. El tiempo pasó y lentamente, los cuerpos humanos comenzaron a caer con más rapidez a la valle, algo debía de estar pasando en la ciudad, demasiados cuerpos caían ya sean de niños o mujeres, de ancianos o personas que de solo observar su rostro entendías su enorme inocencia. De golpe, el jefe cayó, acercándose a Irie quien asustada retrocedió.


En fin de vida tomó una espada y con una mirada alocada se mató a si mismo, pronunciando unas últimas palabras como despedida a las niñas. Ella lo había leído en una carta de un mensajero. Se había vuelto loco, todo por la culpa de las gemelas de la desgracia.


Entonces fue que Irie enloqueció, que entendió que su desgracia, su pecado era haber nacido en ese mundo. Que el mero hecho de estar respirando era su desgracia más grande. Ella, no habría tenido que nacer y de esa forma, permitir a Erika vivir en felicidad y no encerrada en aquella torre. Sus gritos se escucharon en todo el valle, en un mundo, un país donde las personas ya no respiraban. Por su culpa. Aun escapando, aun liberando a Erika nada cambiaría, seguirían siendo vistas como gemelas de la desgracia, sin importar qué. La sangre seguiría persistiendo en aquella valle, su sangre quedaría clavada en aquellas rocas por la eternidad.

Erika en lo alto de la torre decidió morir, pidiendo que alguien salve a su hermana. Fue allí que todo pasó. El hiriente deseo de Erika para la muerte y el deseo de Irie para vivir. La hermana que deseó la muerte cayó de la torre al fragmentarse, Irie siguió con vida. En ese momento un extraño ser apareció de la nada, observando a la única niña que quedó con vida y dirigiéndole unas pocas palabras...


Aquella persona fue un rey de un lejano país. Adler, ese era su nombre. Lo conocería más adelante, al desenvolupar más su historia. Dios la mandó a llamar, ahora que solo existía una hermana era lo que más importaba, aun así, la niña pensando que era la culpable de todo no pudo seguir con aquella culpa, sus alas fueron manchadas por el pecado. Irie fue empujada a la tierra, sin piedad. Erika en cambio, quizás permaneció en el cielo, después de todo era su deber.


Perdida y completamente sola en países humanos, Irie pensó en más de una ocasión de terminar su vida, aun así carecía de la energía necesaria para hacerlo. Fue entonces cuando conoció al mago cuyo deseo debería de hacer realidad. Un rey mago de amable apariencia se paró frente a ella, le extendió la mano mientras sonreía con amabilidad.

"¿Como te llamas?" Preguntó el mago, cerrando sus ojos.

"¿Mi nombre?... Me llamo... Erika" Esa fue la respuesta de Irie, quien con temor tomó la mano contraria.

El tiempo pasó alegremente en aquella ciudad de frío constante, ella se había vuelto en algo así como la hija adoptada del rey Adler y de esa forma fue aprendiendo sobre sus poderes, sobre como manejar cada habilidad innata que tenía al ser un ángel caído. En uno de esos muchos años pasados al lado del rey, un misterioso joven terminó por parar más de una vez en aquél lar y tras hablar y hablar, Erika llegó a apodar de amigo, aunque nunca lo dijo en voz alta. Fue el mismo rey quien un día le pidió sonreír, diciendo que el simple hecho de hacerlo era mucho más efectivo que un hechizo de curación, desde entonces, Erika jamás dejó de sonreír.

Lentamente aquella maldición hecha sobre ella empezó a hacerse realidad, el deseo de su rey era que ella matara todo aquél que intentara dañar su reino, a él incluso si era necesario. Ella empezó a temer que algo hiciera cambiar a su amable rey, por ello utilizo la ayuda de un mago y pidió dormir a todos. Encerrando al rey en hielo en lo hondo de una fuente. Sabiendo que él se enfadaría por el capricho de la chica, decidió escapar de aquel país... ingresando por curiosidad y esperanza de poder aprender más sobre sus poderes, con esperanza de poder salvar su reino, junto a aquél rey que para ella era como un padre. Tras ser asignada a una casa, y una mascota... ella empezó una nueva aventura, con un deseo muy claro, esta vez los salvaría en vez de ser una maldición.

♦Poder de protección que sirve para envolver al usuario en un aura oscura creando una barrera para protegerla. Aquella barrera no puede durar más de 1 minuto {Un post} continuo durante el cual será imposible atacar. Si la energía del ataque es mayor que la defensa, fácilmente se podría destruir el escudo.

♦Manipulación de las sombras generando flechas capaz de ir a la velocidad del sonido. Para utilizar este poder debe contarse con sombras en el ambiente y la fuerza y cantidad de las flechas serán proporcionales a ellas. siendo más fuerte durante la noche que durante el día.

♦Debilidades junto a los poderes.
♦Odia tener que herir las personas, por ello difícilmente utiliza todo su poder.
♦Tiende a descontrolar su poder.

---

• El té verde.
• La nieve.
• Los juegos.
• Los cuentos y las leyendas.
• Los animales.
• La tranquilidad y los días nublados.
• La naturaleza.

• Las guerras.
• Los lugares cálidos.
• Tener que contar su pasado.
• Los días despejados.
• Los romances.
• La comida que no esta cocinada. Como en el caso del sushi.

Procedencia: Original - Original.