De casualidad [Priv. Sora Kimura]

Abrí lentamente las puertas del acuario, y me adentré en él. No se por qué, pero encontrarme entre aquellas cuatro paredes, rodeado de agua y animales marinos, conseguía relajarme en mis momentos mas duros. A veces, el pasado dolía y se volvía tan real que, sin poder remediarlo, todo el peso de la realidad caía sobre mis hombros. "No estuve para Seto en aquellos momentos, aunque era la unica persona que tenía en el mundo... Solo podía esperar en casa". Mi cabeza no paraba de dar vueltas alrededor de esa idea, mientras que mi animo decaía y ligeramente, las palmas de mi mano temblaban. Aunque Seto, mi pequeño zorro, tratase de animarme distrayendome y jugueteando, no podía alejar la idea de mi mente. ¿Porque no podía haber aparentado mas edad y haber podido acompañar a Seto a aquella guerra que azotó nuestro país cruelmente, a aquella guerra que mató a mi unico amigo?
Pase por el cobrador la tarjeta de identificación, haciendo que restasen mis generosos puntos a cambio de poder entrar. El olor a agua salada inundaba el acuario, no muy lleno de gente aquel día. Aunque no era de extrañar, nadie iba un lunes a las 7 de la mañana al acuario. Las clases estaban por empezar, mas o menos, en una hora, y la gente se dirigía perezosa hacia el centro educativo. Aún así, aquella mañana decidí vestirme con ropa de calle y pretendía saltarme las clases para pasar el día en el acuario. Era un bonito y apacible lugar, y era perfecto para tener una cita. Aunque claro, iba solo, a excepcion de Seto, que siempre me acompañaba. A decir verdad, el pequeño zorro disfrutaba aún mas que yo de aquel lugar. Se sentaba en frente de las peceras, curioso, observando el interior y fascinandose con aquellas criaturas. Incluso movía la cola euforico. "¿Y como pueden respirar estos animales dentro del agua? ¡Es fascinante!" murmuraba para sí mismo el pequeño zorro. Yo solo dirigía la vista hacia abajo, mirandole, y sonreía.
Aquel iba a ser otro día normal en el acuario. Seguramente, iba a mirar unas cuantas peceras, visitaria el espectaculo de delfines y orcas dos o tres veces, y comería algo de comida basura en el MgRoland. Un dia normal, sin duda. Hasta que, de repente, mis ojos se posaron en un muchacho de cabellos castaños y finos rasgos. "¿S-Seto?". ¿Acaso era Seto? ¿El mismo Seto que había perdido durante la guerra? Se quedo pasmado, mirando fijamente hacía su espalda, hasta que giró una esquina y lo perdió. Agarró a Seto, el zorro, y se lo puso al hombro, al tiempo que salia corriendo en direccion hacia donde el muchacho de cabellos castaños habia doblado la esquina. Al alcanzarlo, lo abracé por detras. - ¿¡Seto!? ¿Eres tu?