Clase I; Introducción a la transformación {Grupal|0/5}

La mujer de esponjoso cabello avanzaba alegremente tarareando una canción que escuchó en la radio mientras arreglaba un auto, se dio un largo baño antes de asistir a dar clases para quitar el olor a grasa y aceite de su piel, aparte tenía los músculos increíblemente agarrotados por el arduo trabajo. Además de aquello se sentía algo nerviosa, era su primera clase para el 2do año en aquél lugar, y cada vez que recordaba arrugaba los papeles que traía en sus manos con ansiedad. Nunca fue alguien que exudara confianza en si misma, más bien era tímida y reservada, esperaba que su amabilidad y paciencia reemplazaran la falta de capacidad para controlar un grupo ¿Hacerse escuchar ante un grupo de adolescentes? Hablar sobre control de grupos, imponer respeto, enseguida comenzaba a trabarse aún sin hablar y las rodillas le temblaban ''¡Aquella maldita falta de seguridad! Realmente juega sucio.'' Pensó mientras tomaba una gran bocanada de aire y entraba al salón, intentando poner sus ideas en orden, aunque fuese vagamente.

Mas al abrir la puerta y dar un paso dentro no pudo evitar pestañear varias veces con una mueca de sorpresa plantada en la cara ¿Por qué no había llegado nadie aún? ¿Acaso ya había fallado sin poder empezar siquiera? Se quedó de piedra con las manos temblando a sus costados, no pensaba creer en éso. Entonces las manecillas del reloj hicieron 'tic-tac' sacándola de su ensoñación, había olvidado ver la hora, lo que provocó que se diera una palmada en la frente por su torpeza. Sonrió mientras alzaba una bolsa de papel llena de ovillos de lana frente a ella y entraba con el mismo ánimo anterior al aula, escudriñó desde su asiento de maestra los puestos del alumnado y se sonrojo ligeramente ''Ánimo Galetea, una Teppelin jamás falla'' Aunque ella ya no era, técnicamente, una Teppelin se prohibía fallar en la misión de enseñar a toda una clase, algo que para ella era tan esencial y preciado como la transformación, la cual pulió para sus dos poderes base.

Para darle forma a la clase del día puso un ovillo de lana en cada asiento, cada uno era de color blanco invierno y estaba bien enrollado y apretado, el punto era simple para ser la primera clase; Cambiar el color y forma de la lana. Había pensado en un comienzo convertir el ovillo en pequeños ratones, aunque durase solo 5 minutos, pero ni con aquél límite de tiempo resultaría sencillo para la primera vez, después de todo crear algo vivo requería de conocimientos y esfuerzo. Galetea podía crear zorros mágicos a partir de pergaminos, y su meta era que algún día sus alumnos también pudieran hacer algo así, entonces les mostraría aquellos zorros al inicio de la clase para que se dieran una idea de como era practicar la transformación. Justo antes de que tocara una campana avisando que ya no había tiempo para vagar y se debía de volver a las clases, la de cabello esponjoso escribió su nombre en un pizarrón de tiza con letra cursiva.

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