Inducción [Clase de Música] [Colectivo]

¿Quien hubiera pensado que se encontraría de nuevo entre las paredes de una academia? Sin lugar a duda lo más usual era que se dedicara a ayudar en un bar, en compañía de sus viejos amigos de la infancia. En cambio, allí estaba, caminando por los pasillos de aquella academia tarareando una canción en voz baja. No era extraño ver a Totsuka de buena mañana despierto, no teniendo en cuenta que la mayor parte de las tardes dormía en el primer lugar que considerara cómodo. Siempre y cuando, no hubiera algo más emocionante y entretenido que hacer. Jugar... esa era una buena opción, pero junto a alguien como Mikoto aquello era imposible. De hecho, empezaba a creer ciegamente que aquél chico carecía de sentido común, cualquier cosa que se le dijera, entraba por una oreja y salía por la otra, constantemente. Una sonrisa se deslizó en sus labios mientras avanzaba, observando los pasillos y anuncios que colgaban de las paredes.

¿A donde se dirigía? Por una parte era bastante fácil. Le habían dicho que acudiera a la sala de música... Aunque, saber donde se encontraba la dichosa sala era otra cuestión, aun así, siquiera la eminente pérdida de orientación podría desanimar a ese chico, quien continuaba adelante, con una deslumbrante sonrisa en sus labios, con aparente despreocupación. De hecho, la mera idea de perderse tenía su lado emocionante, cuando las personas se perdían era ley natural encontrar algo sorprendente... al menos, esa era su ley. Aun así, tras caminar vario rato hacia el frente, en busca del club de música o al menos un cartel que advierta ser el lugar correcto, terminó por parar sus pasos ante una gran puerta con el esperado cartel encima de la misma. Su sonrisa se ensanchó aun más y acercando su mano a la puerta tocó con sus nudillos, más que nada por pura cortesía.

—¡Buenos Días!— Entró, parpadeando con cierta sorpresa al ver que no había aun nadie. Menos aquél que supuso ser el profesor. De cierta forma, todo aquello era bastante complicado, los profesores eran seres que aparentaban constantemente edades que no tenían, era simple encontrarse un profesor que aparentara menos de la edad de un alumno y de cierta forma, aquello desconcertaba a unos cuantos. Aunque Totsuka no fuera del tipo de persona que prestara atención a cosas por el estilo, más bien, no era como si realmente le importara. —¿Oh? Es usted un profesor ¿verdad?— Ladeó su rostro en un acto lento, suave, antes de comenzar a caminar hacia el frente y apoyarse en el marco de la ventana, observando con curiosidad los instrumentos esparcidos, con su sonrisa ya usual.

Todo aquello resultaba bastante interesante. De hecho, el haberse interesado en la música y estar aquél día en aquella clase, no había sido más que pura curiosidad hacia como sonar un instrumento. De hecho, fue la misma iniciativa que emprendió al elegir el club de astrología. Quizás música y astrología no tenían mucho en común, pero aquella resultaba ser una especie de clase de música, por ello no había motivo por el cual no acudir. —¡Oh! ¡Cierto! Me llamo Totsuka Tatara, es un gusto conocerla— Una vez más sus ojos se cerraron, dejando paso a una sonrisa afable. Completamente amistosa.