¿Feliz? [Priv. Nath]

por **Chloe Abrahams** Mar Jul 16, 2013 4:45 pm

¿Qué hacen las personas cuando comúnmente llegan a un lugar? Siempre están mirando por todas partes, cada árbol, cada hoja, cada pedazo de tierra o simplemente ven a las personas. Entonces pueden imaginarse a Chloe, observando con una sonrisa todo lo que esta a su alrededor. Era la primera vez que iba a una escuela en medio de la nada y aunque estaba demasiado preocupada por Yves y por no saber nada de él en ese momento, no podía evitar pensar que donde quiera que estuviera estaba bien, porque no estaba con Vitti, seguramente porque había logrado escapar de él y eso le hizo sentir completa, esperanzada. Aun hay esperanza, suele repetirse cada vez que despierta e Yves no esta a su lado.

Camina por los pasillos de la escuela, tarareando una alegre canción, una canción que le gusta mucho y mueve los brazos a los lados siguiendo el ritmo que solo ella escucha, es una canción alegre. Su sonrisa en el rostro denotaba la felicidad que la vida le daba y Chloe no se esforzaba en ocultarlo. Era demasiado interesante, era demasiado puro. Se quedo observando a su alrededor, dando pequeñas vueltas y luego se detuvo, tambaleándose un poco debido a lo mareada que quedo y luego río de nuevo.

¡Ese sitio era realmente lindo! Es difícil que las personas comprendieran lo grandioso que le parecía a Chloe un sitio tan verde como ese, bueno, no por nada era el sitio al que iban las personas a relajarse o por aire fresco ¿no? Pues a Chloe le gustan esos tipos de ambientes, le gustan demasiado. Ríe de nuevo, su risa es borrada por el viento que corre contra sus mejillas y le hacen reír y ríe, ríe demasiado. Suave y dulce, sin querer llamar la atención pero llamando las miradas sobre ella.

-Este sitio es realmente lindo.- Exclamo dejándose caer contra el suelo, un poco mareada.

por **Nathalie Adiashen** Lun Ago 05, 2013 12:20 pm

¿Feliz?
•¿Acaso esa meta es posible de alcanzar para un corazón demandante?•
•Soundtrack•

Infancia... Aquel era el término para la etapa inicial de la vida de cualquier ser. Cuando un recién nacido abría por vez primera sus párpados para ser bañado por la cálida luz del Sol, comenzaba su niñez... Eso era un hecho, algo que ni la muchacha heredera de cabellos azules -por mucho que le gustara criticar los valores de la sociedad- podía refutar. No obstante, tras la primera explicación, llegaba la realidad. Esos primeros años de tu existencia eran tachados en un primer instante como los más felices de tu vida. Mentiras. Ella misma era el vivo ejemplo de lo equivocados que estaban aquellos pensadores que se hacían llamar sabios. Su puericia estuvo teñida de catástrofes, de soledad, de devastación... De cadáveres descomponiéndose en cada esquina, sin que nadie los sepultara por temor a tener que desenterrarlos cuando el hambre apremiara.

El momento cumbre de su vigor había empezado con su adolescencia, cuando finalmente se desprendió de los prejuicios morales que se inculcaban en las escuelas. Recordaba su reinserción en la comunidad... Sentir los cálidos brazos de sus progenitores a su alrededor, definitivamente había sido un cambio sumamente positivo en su personalidad. Su objetivo pasó de ser sobrevivir para tornarse en poseer mayores riquezas. ¿Acaso podían juzgarla por haber desarrollado un nuevo rol más conveniente? Jamás se dignaría a desprenderse de alguna de sus pertenencias...

Se limitaría a gozarlas con recelo aunque jamás las llegara a emplear realmente. Tendida sobre el manto de perlada hierba verde, la aristócrata mantenía sus orbes sellados, buscando alejarse del bullicio de los estudiantes durante al menos unos minutos. Se mantenía alejada de las miradas curiosas que pudieran estar escudriñando a su alrededor, para encontrar algún cotilleo que satisficiera su orgullo de plebeyo. ¿Qué dirían de encontrar a la heredera de la familia más poderosa de las tierras ocultas, tumbada sobre el campo de forma vulgar? Sin duda alguna, esa publicidad terminaría por arruinar tarde o temprano su labrada reputación. Sus orbes se movieron inquietos bajo sus párpados, demandando ser empleados para observar el cielo que bailaba sobre su rostro. Mas Nathalie no deseaba regresar a aquel mundo plagado de estúpidos e incompetentes. En la oscuridad se hallaba a gusto, a fin de cuentas, era su pueblo natal. Fue la voz de una fémina lo que consiguió que se enderezara en la pradera y echara una ojeada a su alrededor. ¿Podía ser que alguien la hubiera descubierto...?

De ninguna manera. Estaba bien oculta entre los viejos y fuertes robles. Sin embargo, aquella muchacha consiguió perturbar su perfecto descanso, y se merecía una reprimenda por ello. Se puso en pie con un pequeño esfuerzo. Sacudió sus ropajes con esmero, no era conveniente aparecer cubierta de hojas sueltas o algún residuo en su atuendo. Suspiró suavemente, molesta con la chica engorrosa. Abandona su pequeña parcela oculta, dejando su rostro a la luz, de rasgos nobles, elegantes y bien perfilados. Se acercó a la de cabellos azules, con una mueca de desprecio en sus labios.—¿Acaso no te han dicho que los bufones no se admiten en instituciones de lujo?

¿Feliz? [Priv. Nath]

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