♦ Reunión bajo agua || Priv.

Tristeza. Aquel sentimiento divagaba en Erika aquél día, nunca había sido igual a los demás en todos sus sentidos, ella era un ser inmortal, un ser que constantemente mentía, con cada una de sus sonrisas y palabras. Era tan triste. Aquél día estaba sola sentada a un lado de la piscina, con su bañador azulado, adornado por una que otra flor blanquecina. Le habían pedido compañía, el ángel siempre estaba sonriente, por ende una buena compañía para pasar el tiempo, mas pronto cada muchacha la había empezado a dejar, formando grupos con otros muchachos para jugar con la pelota. Algo sumamente banal, pero a su vez tan divertido. Ella no podía meterse en el agua y jugar como los demás, temía de cierta forma aquel líquido uniforme, tan mojado y privo de oxígeno.

Dos muchachas se pararon a un lado y otro de la pelirrubia, tomándola de ambos brazos para levantarla con una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. La muchacha parpadeó sorprendida ante el gesto y por fuerzas mayores se vio en pié cerca de la piscina. Parpadeó sorprendida, aquél lugar era mucho más grande de lo que esperaba y aunque el tiempo era perfecto, solo unos pocos estaban nadando allí, la mayoría tomaban el sol o simplemente hablaban entre ellos. —¡Vamos, Erika! ¡Deberías bañarte también!— Dijo una de ellas, sonriendo con infantil alegría. —E...Espera yo... realmente no se nadar muy bien...— Un ligero sonrojo habitó las mejillas ajenas al decir aquellas palabras. De cierta forma no era mentira, Erika nunca había abandonado su país congelado, nunca había ido realmente a una piscina. Sus amigas la dejaron ante sus palabras y ambas se miraron con una sonrisa cómplices.

Unas cuantas palabras y terminó por seguir a las chicas, habían dispuesto alguna forma de enseñarle, aunque aquel intento sería en vano, pues realmente no era no poder nadar, sino más bien temer al agua. Era un miedo algo ilógico, pero real al fin y al cabo. Lo que no esperó fue que pisar un pequeño charco y perder el equilibrio, cayendo así sin la menor intención a la piscina. Seguramente el chapoteo que su caída causó fue bastante visible, aunque lo dudó, nunca se sabía lo que los elementos decidían hacer en presencia de un ángel, aunque ese ángel sea uno caído. Lo único que supo fue que la sorpresa tomó la victoria y siquiera un grito salió de sus labios, tan solo abrió sus ojos cuando estaba ya cayendo hacia el fondo, sin duda alguna aquella vista era hermosa... pero sería un problema si siguiera allí abajo. Aun así no hizo el mínimo ademán de intentar salir, aquella vista... debía ser parecida a la que Adler tendría al despertar... tan hermosa...