Amane Haradrim {Casting}

por **Amane Haradrim** Lun Jul 22, 2013 6:26 pm

La luna llena brillaba con fuerza esa noche, no una luna común, una luna de sangre que rara vez ocurría. Amane disfrutaba de esas noches, la luz rojiza iluminaba suavemente su rostro pálido, pero incluso en un ambiente tan relajado y solitario, ninguna sonrisa se formaría en los labios de la estudiante. La brisa nocturna arrastraba un suave aroma a flores, de un campo cercano se imaginó. La misma brisa mesia sus trenzas y uniforme, portado a la perfección. Cerró los ojos y suspiró, le hubiera gustado poder disfrutar de la noche, pero un problema requería de su atención.

Se puso en movimiento, paseando por el complejo estudiantil, solitario por las altas horas de la noche. Estaba prohibido pasearse fuera del instituto tan tarde, pero Amane conocía cada recoveco del lugar, siempre tendría donde zafarse o esconder en caso de necesidad. Después de mucho andar, la muchacha albina se detuvo en las áreas verdes. Era increíble la diferencia del día a la noche, tanta vida y luego tan solo soledad, un lugar fantasma. No le sorprendió ver, una figura sentada en una de las bancas blancas impolutas, era la razón de su presencia allí. Amane no pronunció palabra alguna, solo avanzó hasta alcanzar a la figura que permanecía sentada.

La líder de la casa Haradrim observó con tranquilidad a la chica que por fin había reparado en su presencia. No movió un musculo cuando se levantó de la banca, embozando una sonrisa, sonrisa que desapareció al darse cuenta de que Amane no se la devolvería. Hubo un momento de silencio incomodo, una no se atrevía a hablar y la otra, simplemente, no tenia nada que decir.

- ¿Y bien? - Dijo la misteriosa chica. Mantenía la mirada lejos del alcance de la de Amane ¿Temía algo?

- Ya te dije, no me interesa mantener tu compañía - La sinceridad de Amane atravezaba el corazón de las personas como una serie de filosos cuchillos, y eso se reflejaba en el rostro de la chica.- No me mires con ojos de cordero, eres una pesada.

- Creía que eramos amigas... - La voz de la chica se quebraba, estaba al bordo del llanto, se sentía traicionada por quien creía era su amiga - ¿Por qué?
- Lo dijiste, eramos - Recalcó la palabra con sorna - Es cierto, pasamos cierta parte de nuestra infancia juntas, pero... ¿Ha qué casa perteneces ahora? - Una sonrisa afilada y cruel se dibujo en sus labios al ver el rostro frustrado de la contraria, pero antes de que se diera cuenta, desapareció.- No me interesa tener de amiga una Dracheart, solo causáis problemas y sois unos tontos sin remedio...
No obtuvo respuesta, lo único que alcanzó escuchar fueron los llantos de la que fue su amiga. No sentía pena ni remordimiento, cualquier sentimiento que albergó alguna vez simplemente se esfumó. Sin más que decir se preparó para abandonar el lugar, pero nuevas palabras la retuvieran.

- ¿Tan solo te importa eso? Recuerdo cuando de pequeñas prometimos marcharnos lejos, donde tu padre no nos encontrara - Las palabras de aquella miserable surtieron cierto efecto. Amane se dignó a mirarla durante largos segundos, sus ojos reflejaban más frialdad y crueldad que nunca, sin duda odiaba que sacaran el tema de su padre.

- Te lo diré una sola vez, espera que se te quede grabado en la cabeza - A medida que hablaba avanzaba con pasos seguros hacia la chica - Cualquier recuerdo que conserves de nuestra amistad, simplemente, elimínalo, comprende, que no me importa lo que demonios sientas y me importa muy poco lo que quieras... olvida mi existencia, no me costara olvidar la tuya, eres un ser inferior... y no me agrada que te asocien a mi - Allí estaba Amane, tan imponente ante la chica, emanaba un aire amenazador que asustó a la chica -
Ahora vete, no quiero continuar conversando contigo, tengo cosas más importantes que hacer.

La chica huyó del lugar corriendo, Amane no supo distinguir si por miedo o dolor, y tampoco le quitaba el sueño. Otra vez sola, rodeada de flores y el aroma de la hierba húmeda. Se apoderó del sitio que había ocupado su acompañante de minutos atrás, el lugar perfecto para observar la belleza de la luna roja. Una vez más, una brisa meció su cabello, pero esta vez, podría disfrutar del momento, sin más complicaciones.