☆Red, Burning, and Proud Flame || Priv.

Un silencioso tararear, una amable canción llena de memorias arrinconadas en un cajón bajo llave, mientras unos calmados pasos retumbaban en los silenciosos pasillos de aquella casa. Los alumnos seguramente estarían jugando a las afueras, reuniéndose en citas amorosas, amantes infieles que simplemente buscaban la manera de pasar el tiempo mientras se quejaban una y otra vez de sus profesores, de sus amargos recuerdos. Aquellos que juraban lealtad eterna y por el mero cruzar del tiempo esos lazos se rompían a pedazos, llantos amargos y luego nuevas sonrisas esperaban a cada uno de aquellos estudiantes, cuya vida aun estaba por comenzar, cuyas alas aun no habían sido abiertas. Inocentes personas que por uno y otro razón habían entrelazado sus destinos por acudir a ese lugar. Aun tenían mucho por ver y claramente el castaño que en ese instante estaba paseando y tarareando una vaga canción en esos pasadizos conocía muy bien y estaba allí por ese simple deseo: conocer más de aquello que le rodeaba desde el abrir de sus ojos.

Sus pasos comenzaron a ralentizar, acallando así por completo el resonar junto al canto. Sus castañas orbes se fijaron con pesadez en la ventana mientras la penumbra se posaba en su faz. ¿Cuanto habrá sido ya que terminó así? Las palabras de su padrastro fueron bien claras, como si una cuchilla hubiera atravesado su corazón y sucesivamente congelaron. Estaba aun así claro que aquellas palabras no le habían causado efecto y que simplemente había intentado fingir un afligido mirar, pero no podía más que darle la razón. Él realmente era así, nada llamaba tanto su atención como para que deseara poseer, nada era tan importante como para legarlo con cadenas de hierro a su alma e impedirle el escapar, aunque quizás, aquella amistad creada con el "rey" junto a los demás chicos de HOMRA había hecho que su corazón latiera con deseo de protegerlos. Había sido la primera vez que probaba un sentimiento tan gentil calentar su corazón. Aun así, el hecho de que todos algún día se quedaban solos era inevitable, como pedir que jamás cayera la noche, queriendo gozar de la luz del sol eternamente. Ilógico y aun así, sin duda alguna había poseído su mente hacía antaño, aunque el rey se había ido, había desaparecido entre el rojas, orgullosas y ardientes llamas tan amadas por Totsuka.

El seguir pensando no cambiaría las cosas, esa era otra realidad indudable. Los sutiles pasos del castaño volvieron a resonar en el silencio del pasillo. Debía encontrar una forma de romper el aburrimiento que se había estado formando, la idea de cuidar de sus bonsai no era algo que en el momento le divirtiera, siquiera preparar algún manjar no quedándole más que buscar su cámara de vídeo en su habitación y quizás salir de noche en busca de alguna estrella que observar. Mal grado todo le sonara demasiado aburrido en ese preciso instante, sin importar lo mucho que deseaba poder salir del aprieto del aburrimiento. Fue precisamente en ese momento cuando su mascota decidió aparecer, hacerse visible incluso a los ojos de su amo quien la había dado por perdida durante todo el día, mas aquél volpino ser no dudó por comenzar a corretear por los pasillos de la residencia, causando cierto desconcierto en Totsuka quien se vio obligado a perseguirle con afán, mas al cruzar un umbral su cuerpo golpeó algo, cayendo así él al suelo, en un callado gemido. —Auch...— Susurró, aun cuando su faz no perdió aquella relajada expresión.