Caras Nuevas [Priv. Hana Inoue]

Realmente no sabía que pintaba allí. Bueno, en verdad si. Pero era algo extraño y vergonzoso. Dado mi trabajo como maid había sido expuesta a un concurso del Maid Café; quien ganara tenía una cena pagada en este restaurante con la maid que el quisiera, que para mi asombro me eligió a mi. Me mosqueaba que hicieran dichos concursos para llamar la atención de la clientela y que encima nos metieran en medio de ellos. A algunas trabajadoras les parecía gracioso y divertido, en estos momentos yo era la envidia de ellas, pero lo único que era de envidiar era la cocina de alta calidad del restaurante. La compañía no era de mi agrado, mas bien, me había tocado venir con el tipo de hombre que mas detesto. Era mujeriego y buen bebedor, y el típico que se da halagos a si mismo. Pero el colmo era que eso era parte de mi trabajo y debía de quedar bien con él. Nos encontrábamos esperando a que nos atendieran. Estábamos uno al frente del otro, yo le sonreía educadamente intentando parecer la muñeca de porcelana que no era, en absoluto. Le respondía a cada uno de sus halagos con un 'Claro, hablaban de ti', o un 'Si señor, era obvio viniendo de usted'. Se me rechinaban los dientes cada vez que lo hacía, pero me mantenía por guardar la compostura.

Entonces mi mirada se desvió hacia algo mas interesante para mi. Un chico con orejas, que al parecer era el centro de muchas risas. Sentí lástima por él, por todo lo que tenía que aguantar en el trabajo; en mi gusto esas orejas me parecían muy monas, pero simplemente eran una parte de él. Seguro que él se sentía mal porque solo le prestaran atención a ellas. Podía meterme en su piel, y dada mis actuales circunstancias, sabía que no sería muy diferente su situación de la mía. Fue entonces, como si alguien me leyera la mente, cuando el chico se dirigió rápidamente a nuestra mesa, tras no parar de ir de un lugar a otro. Lo había estado observando detenidamente mientras mi acompañante hablaba de si mismo; así que, que este viniera hacia aquí ahora, me sorprendió. Supongo que vendría a entregar la carta y las típicas cosas que tocaba hacer en los restaurantes. Desvié un poco la mirada, intentando disimular que hacía rato que lo observaba, aunque estaba avergonzada porque sabía que eso iba a ser en vano. Había sido demasiado descarada, e incluso mi acompañante me lanzaba unas miradas no un tanto buenas.

PD:

El chico de las orejas se acercó a la mesa. Lo seguía observando, pero esta vez de reojo, de alguna forma, me hacía intimidar, sus ojos parecían tener una mirada penetrante, de forma que era imposible perturbarlo. Me pregunto si será un neko... creo que es lo mas probable con esas orejas de, ¿gato? Intentaba apartar mi mirada del chico, pero había algo en él que me llamaba la atención, a la vez que mantenía un aura extraña. De pronto no podía quitar mi curiosidad ante él, lo seguí mirando mientras este se acercaba sonriendo. Tenía una extraña sonrisa, era algo escalofriante, quizás porque no estaba acostumbrado a sonreír. ¿Puede que sea un gato demonio? Moví mi cabeza, en que podía estar yo pensando. Entonces nos saludó el joven chico, simplemente me detuve en asentir con la cabeza, mientras miraba a mi acompañante con una sonrisa. De pronto el chico albino me dirigió la carta, la cogí torpemente mientras lo miraba directamente a los ojos. ¿Quien era ese chico? Me parecía un tanto extraño, aunque a la vez no paraba de llamarme la atención como la atracción de dos imanes.

¡Tsk! Debo de estar tonta, ¿desde cuando me centro en observar a los chicos atractivos en vez de seguir con lo que había venido a hacer? En un solo instante en que me despisté, al volver de nuevo en mi, vi como los dos hombres se observaban rotundamente. Sus miradas no eran muy amigables que dijéramos, y el chico parecía echar chispas en sus ojos. No sabía como actuar ante esa situación, empezaba a ponerme nerviosa y solo podía mirar a los dos hombres preocupada. Mi acompañante pidió vino, como era ya de imaginarme, seguramente acabaría borracho antes de lo que me pudiera imaginar. Las chicas de mi trabajo lo pagarían caro por hacerme meter en estos líos. Suspiré cuando la voz del chico me despertó de mis pensamientos.

— Emm...- dije mientras miraba la carta, aún sin decidir- Algo de agua estará bien- le dije tranquilamente devolviéndole la sonrisa. No tenía intención de beber, aunque sabía que lo mas probable era que el hombre me ofreciera de su vino.

Intentaba pensar una excusa para no tener que beber. Opté por entablar una conversación con él y así informarle que a pesar de encontrarme mal había optado por acompañarle. Aunque claro, no le iba a decir que lo hacía de forma obligada. Aquella información no pareció importarle en lo absoluto, hice unos pucheros indignada, sabiendo que no tendría piedad de mi. Tierra trágame. Simplemente me dije. Deseaba salir corriendo de ese sitio, y hacer lo que cualquier chica normal estaría haciendo en la hora de la cena. Mi trabajo no era muy agradable, pero mi puesto simplemente trataba de servir amablemente a la gente, nunca había tenido que acompañar a un desconocido a comer; era frustrante. Si tuviera el poder de detener el tiempo... Mi imaginación era enorme, pero no iba muy allá al cruzar mi mirada con el bastardo hombre. Acababa de empezar de nuevo uno de sus monólogos, ¿como quiere que le preste atención si yo le importaba un rábano? Ahora me podía dar cuenta el porque no me gustaban las citas a ciegas. Todas debían de acabar como esto.

Después de un rato, a mi parecer corto, el chico volvió con las bebidas. Este me sirvió amablemente, el chico era caballeroso, aunque suponía que era parte de su trabajo. Por otra parte el chico preguntó sobre si deseábamos algo para comer, mi acompañante negó rotundamente aquello, cosa que no pude opinar. A fin de cuentas estaba en parte de mi trabajo y simplemente acompañaba al hombre, que al parecer solo le apetecía llenarse de copas. Sin duda alguna beber tanto sin comer nada le iba a sentar mal rápidamente. Se encontraba en una situación indecorosa, a penas podía ni moverse, y lo único que hacía era pedir mas copas —Creo que se está sobrepasando, mi amo. — le dije, aunque sin preocupación al hombre. En esas circunstancias, tratarlo de amo era algo ridículo, pero entraba dentro del protocolo a seguir. ¿Que mas podía hacer ante eso? Pero dudaba que siquiera me hubiera entendido, puesto que empezaba a decir cosas sin sentido, estaba totalmente ebrio, no había duda. Bufé de nuevo, mirando la hora que era en mi teléfono móvil. Normalmente ya habría plegado del trabajo, ¿a que hora me tocaría hacerlo hoy? Me levanté del asiento para acabar por hoy todo aquello, me parecía totalmente justo, además de que el hombre ya no era consciente de lo que hacía —Señor, creo que por hoy----empecé a decirle, pero de pronto sus manos me cogieron haciendo que me sentara de nuevo a su lado. Abrí la boca sin emitir sonido alguno, preocupada ahora si. Cerré los ojos por milésimas de segundos mientras chocaba con el asiento.

Pero entonces todo pasó muy rápido, el chico que anteriormente nos había atendido vino rápidamente interrumpiendo la escena. Mi 'acompañante' se quedó totalmente de piedra y se levantó del asiento totalmente avergonzado. Yo me quedé aún de piedra sentada en el asiento, esperando que el asunto se calmara. El corazón se me había acelerado en demasiado poco tiempo, y eso no era bueno. Pero estaba totalmente agradecida con el chico por conseguir que aquel infierno se acabara por fin. Pero el dueño del local no estaba tan contento como yo en ese momento. Acabó echando a su camarero del local, aunque quedaba poco por cerrar el establecimiento. Parecía realmente enfadado con ambos, pero claro, sentía mas cargo por su trabajador. Ahora me sentía mal por él, lo habían echado por ayudarme, realmente era injusto, aunque el responsable de todo eso era yo. Me levanté por fin del asiento para salir del local. Miré hacía un lado viendo como todavía se iba el hombre con el que había pasado tan mala cena, o lo que se pudiera llamar de ella. En la misma dirección pero mas cerca pude ver al chico que me había ayudado. Me acerqué sigilosamente, pues sabía que debía seguir enfadado y temía que me echara alguna culpa por lo de su jefe. —L-lo siento. Y, muchas gracias por ayudarme, realmente te lo agradezco. No se que podría hacer por ti... y simplemente parece que he sido un incordio. De verdad, lo siento. — conseguí decirle al chico de forma torpe. Miré como los últimos clientes salían del restaurante, ya era media noche, así que irían a cerrar. —Quizás te pudiera ayudar limpiando los platos. —le sugerí como si fuera la idea mas brillante del mundo, recuperando mi ánimo habitual.

PD:

El chico dijo que no era mi culpa, pero no era así, me sentía débil e inmune. Me sentía la culpable del jaleo que se había montado, pero la mirada solemne del chico hacía que no me atreviera a rechistar. Parecía que en cualquier momento fuera a estallar, simplemente pude decir unas palabras, preguntándome al instante si quizás eran un estorbo también —¿Ocurre algo? —¿Pero como podía ser tan tonta? Estaba claro que estaba mosqueado por lo ocurrido, no hizo caso alguno a mi pregunta, y a mi sorpresa respondió con otra. Me dejó de piedra con cada una de sus palabras, sonaban rotundamente en mi cabeza. Entonces rápidamente me pregunté de nuevo si acaso era un neko, o un demonio. No se me ocurría que pudiera ser otra cosa. —Era... un cliente.— le dije simplemente, aunque sabía que se preguntaría de que, ya que yo no trabajaba en el restaurante. Así que me vi obligada a explicarle por el cima esa situación. —Trabajo en el maid café de aquí cerca, este hombre ganó una invitación a 'tu' restaurante con la maid que él eligiera como acompañante. Para mi desgracia, esa fui yo—paré de golpe pensando si hacía bien en admitir que no me encontraba bien con parte del trabajo, luego añadí— Tampoco él es el mejor cliente que tenemos—le sonreí amablemente para que no se preocupara. Por supuesto no podía decirle que el maid café había planeado este concurso sin yo saber nada del asunto. Con lo poco que lo conocía, me podía imaginar que se alteraría si supiera eso.  

El chico comenzó a mirarme con un interés que no estaba acostumbrada a que hicieran. Esos ojos azules con mirada de hielo no ayudaban para nada. Empecé a notar como se me volcaba el corazón, ¿que se supone que me pasa? Retiré la mirada de él, me estaba intimidando y no podía sostenerla mas. Odiaba cuando me ponía en ese estado tan 'débil' a mi parecer. Pero parecía que las influencias de mis padres iban dentro mío siempre, sin poder evitarlo. Mis mejillas se sonrojaron un poco mas de lo que solían estar. Hana, cálmate. Eres un híbrido, compórtate como tal. Entonces el chico habló por fin, mis nervios salieron totalmente por fin. Menos mal que había dejado a mi mascota en mi habitación, si la hubiera traído ahora me estaría 'atacando' con sus irónicos comentarios.

— Hana... Inoue Hana— le contesté con mi fina voz. Supongo que por modales tendré que preguntar también por su nombre. —Y... ¿tu eres?— pausé para decirle —Además, no eres alguien normal, ¿verdad? Por como has actuado antes, y... esas orejas, ¿cual es tu raza? —la intriga pudo conmigo así que preguntarle rápidamente sería lo mejor que podía hacer. A lo mejor había sonado muy brusca, pero no quería que se diera cuenta de mis pensamientos y esas cosas extrañas que sentía cuando me miraba. Era fastidioso.

PD:

El nombre del chico resonaba por mi cabeza —Es un lindo nombre—dije mientras sonreí, así que era un kitsune... Sus orejas me llamaban enormemente la atención, y fue entonces cuando me percaté por primera vez que el chico tenía cola. El chico se acercó más a mi como intentando averiguar mi raza, pero parecía no averiguarlo así que decidí ayudarlo. Extendí mis alas en un momento como si de una exhibición se tratase. —Soy un híbrido, mi madre es un demonio y mi padre un ángel. Aunque ya se que no soy la única híbrido, me sigue pareciendo algo extraño tal relación— era la primera vez que hablaba con tanta confianza con alguien que no conocía, debía reconocer que eso me asustaba un tanto.

Las últimas palabras que el chico no parecían estar relacionadas con mi apariencia de híbrido, no lo entendía del todo bien. —Para nada—le dije al chico una una risa entrecortada. Totalmente loco, no puedo entenderte. Pero no pretendía averiguarlo, porque era demasiado extraño. Intenté optar por cambiar un poco la vergonzosa conversación, o por lo menos para mi gusto, haciendo una pequeña broma —Será por eso que tengo buena fama en el maid café— le sonreí amablemente, y esperando no arrepentirme saqué una pequeña tarjeta de mi monedero y se la entregué diciendole —Puedes venir cuando quieras, ya sabes por quien preguntar. —luego empecé a reírme antes de comentar nada —Si consigues ganar algún concurso y me escoges como acompañante me será más placentero que con aquel hombre... supongo. — creo que realmente me arrepentiré de esto, ¿y si se le mete ahora en la cabeza ganar un concurso para--? Bah, como siempre lo único que hago es comerme la cabeza de ideas ridículas. Miré la hora, ¡era demasiado tarde y yo aún estaba fuera! Me estaba empezando a poner nerviosa, volteé la cabeza indignada porque no había comido nada, a penas había bebido algo en ese infierno de supuesta cena. Entonces mi barriga hizo señales de hambre —Perdón, lo siento. —dije ruborizada por esa escena. Bajé el rostro enfadada conmigo misma por ser así. —Creo que debería irme ya, perdón por las molestias. He acabado molestándote aún más, seguro que estarás cansado de trabajar. — le dije apenada, pues parecía que había cogido demasiadas confianzas.

Sería divertido fueron las palabras del chico. Le sonreí cálidamente, ya que la verdad era que el chico me caía bien. Aunque era verdad que me intimidaba y no sabía mucho de él. -¿Entonces esas orejas son de verdad?-dije a la vez que guardaba mis alas. Esa pregunta era algo tonta y extraña, pero al decirme que sería divertido fue lo primero que pensé... y simplemente lo dije. El chico admitió que también tenía hambre, era verdad, ahora que caía al trabajar en el restaurante no tenía el lujo de comer. Estar rodeado de comida y no hacerlo sonaba muy irónico. El chico me sonrió tiernamente por primera vez, cosa que hizo que me sobresaltara, sin saber el porque. O quizás si, hasta ahora solo había visto en él una mirada gélida, y ahora era totalmente diferente. -Este lugar es tranquilo, por lo menos ahora- dije con una sonrisa. No sabía a que se estaba refiriendo, a veces me costaba captar las ideas de los demás, y si no me lo decían claramente no me enteraba; era así de torpe.

Pero su último comentario sonó totalmente pervertido, mi rostro cambió totalmente por uno enojado, pero el sonrojo seguía en mis mejillas. Me disgustaba que ahora me tratara así, lo había idealizado tras ayudarme con aquel hombre y ahora me trataba como... ¿un juguete? -No soy alguien fácil, así que desistete-le dije seriamente, mi humor había cambiado completamente y lo miraba fijamente mientras esperaba que acortara esa distancia. Estuvimos unos cuantos segundos así hasta que el chico se apartó, ¿que le había dado ahora? Era muy extraño, y no sabía para nada como era él en realidad. -Iba a invitarte a cenar de verdad como disculpa-admití, pero luego lo miré de reojo con una pícara sonrisa y añadí- Pero he cambiado de parecer, y no creo que seas tan genial como pensaba- sabía que eso le dolería, pero así retiraría las pocas cosas buenas que le había dicho y así con ellas, las razones por las que se había comportado así con ella. Ahora era yo la que tenía la situación en mis manos. Era tranquila, pero tenía muy mal genio. Paciente, pero a menudo hiperactiva. Incluso a veces se podría dudar si era hiperactiva o tsundere, pero eso me ayudaba a esconder mis sentimientos, y eso estaba bien. No quería acabar metida en líos como hicieron mis padres. Estaba bien así, había aprendido las cosas buenas de ambos, ahora solo faltaba que lo aprendido dieran buenos frutos...

Seguí observándolo, cada vez más fijamente. No sabía que se le podía pasar por la cabeza a ese chico. Me parecía terriblemente enigmático, pero ahora me arrepentía de haberle cogido tanta confianza al chico. Le había entregado incluso una tarjeta de mi trabajo, ¿acaso era burra? Bueno, eso me servía para aprender, no me pasaría lo mismo una próxima vez, para nada. A un desconocido había que tratarlo como tal. —¿Una idea equivocada de ti? Solo verte se puede saber lo que eres.— le dije sin más, había conseguido que me enfadara totalmente, cosa que era difícil en mi, pero si me pinchaban me encontraban. Entonces lo miré confusa, esas palabras no me las podía tragar, para nada. Parecía el tipo de chico que si no lo parabas no le importaba nada más y conseguiría hacer lo que se propusiera.

Odiaba la gente que jugaba con el resto, y esas palabras me tocaron en lo más profundo que hubiera podido tocar. Eso confirmaba mis sospechas, pero pasaba de seguirle el juego, pues sabía que eso era justamente lo que quería él. —Eres un incordio, ¿lo sabías?—le dije intentando tranquilizarme, al menos había conseguido que se me quitara el rubor de mi cara, y eso ya era algo. Parecía que cualquier cosa que le dijera al chico le importara lo más mínimo, y a pesar que había intentado no caer en su juego, parecía que lo había conseguido. El chico parecía estar en su salsa, como si esperara que actuara así, ya podía decirle lo más horrendo del mundo que seguiría igual.

—Piérdete—solo sacaba pequeñas frases, pero todas eran en vano. Esta vez el chico optó por tocarme, subió mi barbilla hacia arriba, seguramente era algún truco que tenía con todas las chicas para que cayeran en sus brazos, pero a mi me desagradaba totalmente. Sabía que cualquier cosa que dijera ya sería definitivamente en vano, así que opté por lo último posible en esas circunstancias. No me gustaba usar mis poderes así porque si, pero no tenía más remedio que hacerlo, el chico era más fuerte que yo, y mi mascota no estaba ahí en estos momentos para que me ayudara con unas pequeñas bolas de fuego, que era lo que más me apetecía tirarle. —Te provocas solo... es ridículo.— le dije mientras extendía mis manos hacía delante y sacaba unas ráfagas de aire. Luego me giré y sin más me propuse a irme. — Se acabó el espectáculo—dije mientras levantaba una mano como señal de despedida. Mis pasos eran rápidos, y a pesar de mostrarme tranquila estaba realmente enfadada, nunca me habían quitado tanto el respeto, y menos un desconocido. Como se le ocurriera pasar por el Maid Cafe era hombre muerto... o kitsune muerto, da igual.