Tsukiko IDs

Tsukiko Tsutsukakushi

Tsuki

16 años

Femenino

Heterosexual

Neko

1ºAño

Nymphart

Chef

Tierna y adorable. Esos son los primeros adjetivos que acuden a tu mente cuando la contemplas desde lejos. De corta estatura, cualquiera podría regalarle varios años de menos a la muchachita de piernas cortas y facciones infantiles. De constitución delgada, es evidente su carencia casi absoluta de busto, así como la presencia de pocas curvas en su figura. De tez pálida, mas sin rozar lo enfermizo debido al ligero rubor que siempre baila en sus mejillas detonando vitalidad y juventud. Su piel visible no detona ninguna imperfección, mas su espalda está salpicada con pequeños lunares esparcidos por la misma. La belleza de Tsuki no es semejante a la de una muñeca de porcelana, rozando más bien el encanto de una adolescente atrapada en el cuerpo de una infante. Sus labios siempre llevan posados en ellos una mueca de indiferencia, condenados a no curvarse jamás en una sonrisa por mucho que ella lo desee. Manos pequeñas y finas, que inspiran fragilidad y al mismo tiempo inocencia, de ademanes poco profundos o exagerados. Orejas de escaso tamaño y rostro neutro en todo momento, ninguna emoción pasará por su exterior aunque posea una rica vida interna. Quizás, lo único que pueda llegar a expresar sea la vergüenza, cubriendo sus mejillas un suave rubor más notorio que el habitual cuando una situación lo requiere.

Su cabello, de la tonalidad de una castaña madura, está cortado de forma simétrica, cayendo por su cuello en forma de media melena. Su flequillo desciende por la frente, teniendo que sostener la mayor parte del mismo con una horquilla en el lado derecho de su cabeza. Así pues, por gusto propio recoge un pequeño mechón en el flanco izquierdo con una goma, semejando una coleta. Su cabellera es fina, suave y brillante como el pelaje de un gato. Este enmarca su rostro ovalado, que es coronado por dos mullidas y erguidas orejas de felino, que resaltan su condición de neko. Allí donde la espalda pierde su nombre, una larga y exuberante cola del mismo color que su cabello crece con vida propia, terminando el conjunto que evidencia su raza. Los orbes de Tsuki son como dos enormes mares de movimientos imperceptibles, siempre sumergidos en las frías mareas de lo insensible. Sus ojos no demuestran vida interior alguna, dándole una imagen fría y distante. Nariz pequeña y redondeada, labios finos y cejas arqueadas coronan las facciones serenas y calmas de la esta jovencita.

Respecto al uniforme, no le ha incorporado ningún rasgo personal, exceptuando la añadida de vuelo a la falda por puro antojo. Luce el sello de su Casa en la horquilla que sujeta su flequillo, no portándola con orgullo aparente, puesto que tal emoción no se expresa en sus movimientos o facciones. Los días festivos se la ve con vestidos, faldas o cualquier prenda que no exalte su lado femenino, sino cayendo más bien en lo práctico, usando lo que más convenga con el clima.

Spoiler:

¿Cómo te sentirías si estuvieras condenado a una eterna indiferencia facial? Sin sonrisas, sin carcajadas, sin lágrimas, sin expresiones... Este fue el deseo que Tsukiko pidió en su día, siendo encerradas sus emociones en su interior, sin capacidad alguna para mostrarlas en el exterior. La muchacha posee una rica vida interior. Es sumamente tímida y vergonzosa, en su día era incapaz de hablar sin que el sonrojo tiñera sus mejillas de forma palpable. Siempre cedía a sus impulsos, dejándose llevar por lo que sentía. A veces se reía sin motivo alguno, otras lloraba ante la más mínima crítica u ofensa. Ella misma se catalogaba de infantil e inmadura. No se atrevería a entrar en contacto sin más con otra persona, puesto que el miedo a ser rechazada o la falta de autoestima la echaría hacia atrás por siempre. Pasaba desapercibida, puesto que al ser un libro abierto, todos podían intuir su timidez, vergüenza o su poco autocontrol. Tsukiko nunca fue capaz de contener sus sentimientos, y aunque no dijera lo que pensaba en voz alta, su rostro o su mirada lo hacía por ella. Si alguien le hablaba se sonrojaba, si alguien le gritaba o la ignoraba se echaba llorar, el más mínimo peligro conseguía que derramara cientos de lágrimas, si algo le hacía gracia, reía en voz alta y de forma estruendosa.

No obstante, todo aquello llegó a su fin. Con la llegada del milagro que le fue conseguido, el libro que había sido hasta ese momento se cerró por siempre. A pesar de que su interior sigue siendo el mismo, su exterior ya no puede expresar lo que siente. Ni en su tono de voz, ni en sus facciones. Siempre lo pronunciará todo seguido, sin pausas típicas en alguien que entona, de forma monótona y sin mostrar emoción alguna. Esto le confiere una frialdad palpable, haciendo que los demás se confundan y la tachen de fría o demasiado directa al hablar.

No obstante, aquellos que la vayan conociendo aprenderán a interpretar lo que está pasando por su interior, así como a comprender su forma de razonar o sus gustos... Aunque será exasperante ese proceso, en el cual será imposible descifrar si está enfadada o alegre. Al no poder expresar lo que siente, como mecanismo de defensa cuando alguien se acerca demasiado o realiza algo que no le gusta, muerde al ser para avisarle de que está sobrepasando la línea de su paciencia.

Su día a día es duro por culpa de su deseo, mas es una persona tenaz en sus decisiones. Persigue sus ambiciones hasta el final, y no se rinde con facilidad. Dibuja de forma maravillosa, aunque no le agrada alardear de ello debido a su timidez aunque no podrá demostrarlo. Aunque no lo diga, vive por y para los demás, y no duda en ayudar a aquel que lo necesite aunque su expresión fría e insensible alegue lo contrario.

Es observadora e inteligente, y quiere bien a los suyos. Renunciaría a su mayor tesoro por ayudar a un familiar o ser querido. Detesta su antigua personalidad, tachándola de infantil e inmadura por no poder controlar antes sus sentimientos.

Vivir es el mayor desafío que el mundo puede oponerte. Es el castigo supremo, y al mismo tiempo, el regalo absoluto. Quizás, alguien que siempre lo ha tenido todo hecho sea capaz de negar la primera declaración. No obstante, el tiempo siempre pone todo en su lugar, y alguna dura prueba terminará cruzándose en el camino de los que ven el existir del color del terciopelo más dulce. Esta historia se centrará en la humilde familia de gatos-demonios que habitaba en uno de los barrios mediocres de Hokkaido, Japón. ¿Tristeza? ¿Desolación? Aquellas palabras carecía de sentido para la joven pareja de enamorados. Cuando se instalaron en aquel apartamento, estaban repletos de sueños e ilusiones.

Quizás algunos desearían volar directamente hacia las desgracias que envolvieron a los Tsutsukakushi, mas eso sería deshonrar la memoria del Clan, violar y traicionar su pasado. No. Para que las cosas y hechos lleguen al corazón, para ser fiel a la verdad, hay que empezar por el principio. Nada parecía imposible para los jóvenes recién casados. A pesar de que su condición económico era mediocre, habían conseguido alojamiento, ambos poseían un empleo y un bebé estaba madurando en el vientre de la esposa primeriza. Acababan de formar su propio hogar. No obstante, arrastraban el terrible secreto de su raza... Las orejas y la cola de felino que los identificaban como parte de una especie en concreto. Si querían integrarse entre los humanos y prosperar, necesitaban ocultar aquellos rasgos de forma desesperada.

Por ello, desde que se independizaron y abandonaron el hogar de sus padres, portaban sombreros, gorras y ataban sus rabos a la cintura para camuflarlos. A ojos de las personas, eran un matrimonio joven, feliz y repleto de sueños por progresar en la vida. Los vecinos observaron de cerca como prosperaba el embarazado de la muchacha, y como el marido -que trabajaba en una empresa automovilística.- era ascendido con facilidad dado su empeño y encanto natural.

Aquella aura felina era atractiva, repleta de carisma. Los inconvenientes llegaron con el día del parto. Evidentemente, no podían acudir a un hospital o sería complicado explicar las orejas y la cola de gato... por no decir, que la muchacha debería mostrar sus propios rasgos ante los médicos. Lo mejor era dar a luz en el ámbito hogareño. Fue una tarea complicada, pero con sangre, sudor y lágrimas, vino al mundo una pequeña retoña a la que llamaron Tsukushi. La recién nacida compartía el color de cabello con su madre, y los orbes de su padre. Era la combinación perfecta. Aquel bebé se convirtió en la luz que mantuvo la fuerza de vivir en sus progenitores. Sí, fueron meses difíciles... Siempre debían andar con cuidado de esconder la cola de la infante, así como sus orejas. Un año después, llega al mundo un nuevo ser, una hermana para Tsukushi: Tsukiko. Casi idéntica a ella, se diferenciaba por poseer rasgos más suaves y sutiles, cual muñeca. Además, eran opuestas como el día y la noche. Los vecinos solían sonreír al observar como la mayor era más fuerte, mientras que la pequeña gimoteaba por cualquier inconveniente.

Fueron años de paz y serenidad, de estabilidad tanto emocional como económica. Cuando la menor cumplió los cinco años, sus padres fueron secuestrados. Sencillamente, desaparecieron un día y jamás regresaron. Cuando llegaron una tarde tras ser olvidadas en la puerta del colegio, ni una triste nota estaba puesta en la nevera. No obstante, la cerradura estaba forzada, por lo que era evidente que alguien había entrado allí. Tsukiko era demasiado infantil como para percatarse de aquello, mas su hermana fue consciente de que algo horrible había sucedido. Con serenidad, la mayor condujo a la pelicastaña hasta la comisaría de policía, donde tras unas horas, se decidió que la custodia de las niñas sería transferida a sus abuelos. A fin de cuentas, nadie pensó que sus progenitores fueran secuestrados... Solo dieron parte de abandono de dos menores. Triste, pero verdadero.

Las jóvenes se trasladan al norte, donde se instalan con sus abuelos, quienes les explican los orígenes de su raza, y que estudiarán en el ámbito hogareño, puesto que consideran un suicidio que un neko camine entre humanos buscando la normalidad... Además, no deseaban tener que esconder su especie ante nadie. Les relatan que tienen la sospecha de que alguien acechaba a sus padres y se los llevó para cometer experimentos... Mas enseguida lo desmientes, temiendo poder causar algún trauma a las pequeñas si les comenta lo sucedido con pelos y señales. Los años pasan con normalidad, hasta que la mayor de las hermanas cumple los 16 años. Entonces sus abuelos, quienes se hacían cargo de ellas, fallecen por una enfermedad misteriosa. La custodia de la menor recae sobre los hombros de Tsukushi, y toma la decisión más complicada de todas: Continuar viviendo escondidas, o salir a la luz. Toma como camino el último expuesto, y las huérfanas regresan a Hokkaido, instalándose en el piso donde residían cuando eran pequeñas. Recibe ayudas del estado al nadie poder hacerse cargo de ella, además de que echa mano a la herencia de sus abuelos.

Sin embargo, la mayor deja los estudios para dedicarse en cuerpo y alma a su hermana, que es frágil, inocente y sumamente llorona. Tsukiko no es tonta, y le carcome la conciencia haber fastidiado el futuro del ser al que más aprecia en el mundo. Es entonces cuando escucha el rumor de una piedra que concede deseos... Para ella, era imposible saber que aquella escultura fue creada por el Creador de Jikan en una de sus travesías. Sabe que a Tsukushi le ha llegado una carta con una beca para estudiar en una prestigiosa universidad, pero que piensa rechazarla por la seguridad de su hermana...

Tsukiko sabe que la única forma de rehacer la vida de su hermosa cuidadora es yendo a un internado, pero que carece del valor de decirle adiós a Tsu sin llorar... Y con la esperanza de que la escultura conceda su deseo, acude a su encuentro, llevándole como ofrenda un bollo de carne caliente. Se lo  otorga y desea no poder expresar sus sentimientos ni en su rostro, ni en su tono de voz jamás, condenándose a una amarga indiferencia exterior de por vida. El milagro se hace, y desde ese momento, Tsukiko queda atrapada en la suma indiferencia. Con serenidad le comunica a su hermana que se irá a estudiar a la prestigiosa academia Jikan, alegando que allí no tendrá el porqué esconder su raza o algo semejante.

Su hermana pensando que Tsukiko ha madurado, la deja partir, yendo ella a Francia a comenzar su carrera universitaria con la beca por sus buenas calificaciones que tuvo antes de dejar los estudios. Cuando la pelicastaña llega a Jikan, ingresa en Nymphart por su dote artística, donde en su habitación encuentra un pequeño zorro al que decide apodar Ceibe. Su nueva vida acababa de comenzar.

Transformación: Tsukiko puede transformarse en un gato debido a sus orígenes. Cuando activa este poder, su cuervo se deforma hasta adoptar la figura de un felino de tamaño mediano, de pelaje completamente azabache y de orbes enormes que cambian de color según la luz que los ilumine. Realmente, esta transformación no le torga ninguna clase de poder, únicamente las ventajas de un cuerpo más pequeño, ligero, con mayor oído, vista y olfato, veloz y ágil. Al ser una transformación, puede permanecer en este estado durante un tiempo indefinido. Apariencia del gato: Foto 1Foto 2Foto 3Foto 4Foto 5Foto 6Foto 7Foto 8Foto 9Foto 10

Olfato Supremo: Sí, señores, como lo leen... Tsukiko posee el mejor olfato que puedas encontrar en toda la Academia. Es capaz de encontrar a un persona en un radio de un km por su olor, así como reconocer los elementos de cada comida con su nariz. Esta capacidad no puede anularse, puesto que es algo con lo que nació.


—A causa de su oído mejorado por ser neko y su olfato, un olor fuerte o un ruido estridente la aturden y la dejan desorientada durante dos posts.

—La gente tiende a enfadarse con ella puesto que no la pueden comprender y les parece una criatura fría y sin sentimientos.