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Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
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Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Me había dirigido a la casa que pertenecía para conocer el terreno, empezando por fuera y terminando en el interior, en la sala de reuniones. Cuando llegué, había varias personas conversando entre sí, así que cogí un asiento y cogí un libro, el cual empecé a leer.
Un rato más tarde, las personas fueron saliendo una a una hasta que quedé yo solo en la habitación, justamente cuando Kario aparece de la nada y se acomoda a mi lado.
-Cada vez me cuesta menos perderte de vista. -le comento sin apartar la vista del libro mientras estiro mi mano derecha para acariciarle un poco la cabeza.
-Pórtate bien y vuelve a la habitación. -le ordené después de parar de acariciarle la cabeza, pero él continuó a mi lado y como era obvio que no iba a hacerme caso, le dejé quedarse al final.
Un rato más tarde, veo entrar a una chica en la habitación, pero sigo con la vista en el libro mientras ella pasaba y vi como Kario levantaba la cabeza hacia la chica, con curiosidad.
Un rato más tarde, las personas fueron saliendo una a una hasta que quedé yo solo en la habitación, justamente cuando Kario aparece de la nada y se acomoda a mi lado.
-Cada vez me cuesta menos perderte de vista. -le comento sin apartar la vista del libro mientras estiro mi mano derecha para acariciarle un poco la cabeza.
-Pórtate bien y vuelve a la habitación. -le ordené después de parar de acariciarle la cabeza, pero él continuó a mi lado y como era obvio que no iba a hacerme caso, le dejé quedarse al final.
Un rato más tarde, veo entrar a una chica en la habitación, pero sigo con la vista en el libro mientras ella pasaba y vi como Kario levantaba la cabeza hacia la chica, con curiosidad.
Trafalgar Law- Shinigami
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Rest! Is necesary for be happy
MUST BE RELAXED BODY AND MIND OWN ENOUGH SPACE TO REMEMBER AND COORDINATE THE FUTURE.
Las jornadas habían comenzando a circular ante ella sin previo aviso. Los segundos despegaban sin rumbo, el tiempo se malgastaba en tareas mundanas, la rutina se apoderaba de su vida. Aquello conseguía inquietar a la asustadiza muchacha, que siempre le había temido al paso de los años. La sensación de estar malgastando su existencia, de desperdiciar aquel preciado presente de nacimiento, coronaba su interior en aquellos momentos. Hasta hacía apenas un par de meses, no era más que una temperamental chiquilla, un libro con las solapas abiertas al conocimiento del mundo. ¿Fue lo correcto cerrar la cubierta de su volumen y convertirse en una muralla inescrutable? Por el bien de su familiar, aquella decisión había sido la correcta... Desprendiéndose de su capacidad de expresión, renunciando a una comunicación factible, ella pudo volver a sonreír... Sí, a fin de cuentas, Tsukiko desde el fallecimiento de sus progenitores no era más que un pesado bulto a espaldas de la mayor. Aún si tras la muralla la soledad de la incomprensión reinaba... Lo soportaría con tal de ver el rostro brillante de su allegada. No obstante... en ocasiones era una tarea insoportable.
Su corazón se estremecía de dolor al percibir las miradas de desprecio de sus compañeros. La sangre se le congelaba en las venas al ver fracasada su fantasía de trabar amistades. ¿Quién querría relacionarse con una criatura incapaz de expresar sus emociones aún cuando su alma las experimentaba? Comprenderla era un enigma, todo lo contrario que había sido en su pasado. En el fondo, entendía el porqué logró ganarse la desconfianza de los que debían ser sus camaradas. ¿Hubiera conseguido encajar si fuera la infantil y vergonzosa de antaño? Aún si ahora se arrepentía de su anhelo, sería imposible remeter los efectos del milagro suplicado... Estaba condenada a ser una máscara inquebrantable. ¿Fue alguna especie de deidad la responsable de que su deseo se volviera realidad? No... Si debía juzgar a alguien, era a ella misma. Sus propios pensamientos eran los culpables de su petición. Una opresión abrazaba su cuerpo con ternura maternal, de forma desesperada, como un mudo auto-consuelo. Patético, mas por desgracia, resultaba reconfortante aquel sentimiento.
Sus pasos desembocaron en la puerta de la sala en común de su hogar. Sus orbes sin vida se posaron en el manillar que giró con la extremidad izquierda, debido a que en la derecha mantenía sujeta contra su cuerpo una bolsa repleta de bollos rellenos de molla. Penetró en la estancia con la vista fija en sus aperitivos, mientras sus facciones reflejaban una indiferencia absoluta. No fue hasta quedar en el medio del cuarto, que se percató de la presencia de un muchacho de cabellos oscuros. Sintió como el rubor se apoderaba de su corazón, aún cuando en su exterior, ni una sola emoción se dejó translucir. Ladeó el rostro ligeramente, notando el nerviosismo envolver su alma. ¿Qué demonios debía decir? ¡Estaba tan avergonzada de estar con otra persona que podría morir en aquel mismo instante! Agradeció su incapacidad de mostrar lo que experimentaba en su interior en silencio. En un tono monocorde, sin que ni una sola palabra sonara más elevada que la anterior replicó.—Perdone si le he molestado, no era mi intención.
Su corazón se estremecía de dolor al percibir las miradas de desprecio de sus compañeros. La sangre se le congelaba en las venas al ver fracasada su fantasía de trabar amistades. ¿Quién querría relacionarse con una criatura incapaz de expresar sus emociones aún cuando su alma las experimentaba? Comprenderla era un enigma, todo lo contrario que había sido en su pasado. En el fondo, entendía el porqué logró ganarse la desconfianza de los que debían ser sus camaradas. ¿Hubiera conseguido encajar si fuera la infantil y vergonzosa de antaño? Aún si ahora se arrepentía de su anhelo, sería imposible remeter los efectos del milagro suplicado... Estaba condenada a ser una máscara inquebrantable. ¿Fue alguna especie de deidad la responsable de que su deseo se volviera realidad? No... Si debía juzgar a alguien, era a ella misma. Sus propios pensamientos eran los culpables de su petición. Una opresión abrazaba su cuerpo con ternura maternal, de forma desesperada, como un mudo auto-consuelo. Patético, mas por desgracia, resultaba reconfortante aquel sentimiento.
Sus pasos desembocaron en la puerta de la sala en común de su hogar. Sus orbes sin vida se posaron en el manillar que giró con la extremidad izquierda, debido a que en la derecha mantenía sujeta contra su cuerpo una bolsa repleta de bollos rellenos de molla. Penetró en la estancia con la vista fija en sus aperitivos, mientras sus facciones reflejaban una indiferencia absoluta. No fue hasta quedar en el medio del cuarto, que se percató de la presencia de un muchacho de cabellos oscuros. Sintió como el rubor se apoderaba de su corazón, aún cuando en su exterior, ni una sola emoción se dejó translucir. Ladeó el rostro ligeramente, notando el nerviosismo envolver su alma. ¿Qué demonios debía decir? ¡Estaba tan avergonzada de estar con otra persona que podría morir en aquel mismo instante! Agradeció su incapacidad de mostrar lo que experimentaba en su interior en silencio. En un tono monocorde, sin que ni una sola palabra sonara más elevada que la anterior replicó.—Perdone si le he molestado, no era mi intención.
Tsukiko Tsutsukakushi- Neko
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Al darme cuenta de que la chica centraba su atención en mí, levanté la vista del libro, sorprendiéndome un poco de que se disculpara, aún sin haber hecho nada más que entrar.
-¿Por qué pides disculpas? No veo que hayas hecho nada malo como para hacerlo. -le pregunté mientras cerraba el libro y me quedaba mirándola fijamente, manteniendo el rostro inexpresivo como el de la chica, aunque el ver que tenía orejas y cola de gato no me ayudaba mucho para mantener la cara inexpresiva.
-De todos modos, no importa: después de todo tan solo estoy aquí para descansar. -le contesto tras tomar unos minutos de silencio incómodos a la par que me erguía para coger algo de comida y bebida de unos muebles que había por el fondo, sirviéndome algunas bebidas y unas galletas con chocolate, que boté en un plato, para llevarlas a dónde estaba antes y comenzar a comer unas pocas galletas, levantando luego el plato frente a la chica mientras aguantaba una galleta con la boca.
-¿Quieres? -mientras esperaba a que la chica reaccionara, Kario intentaba llamar mi atención para que me diera cuenta de que quería algo: y era obvio el qué.
Cogí un puñado de migas de galletas y coloqué mi palma con estas frente a la cara de Kario para que este pudiera empezar a comerlas. Estiré mi mano libre hacia una de las bebidas para abrirla y comenzar a beber a grandes tragos, terminandola en tres.
-Entonces, ¿tú quién eres? -le pregunté al terminar la bebida y volví a mirar fijamente a la chica-gato.
-¿Por qué pides disculpas? No veo que hayas hecho nada malo como para hacerlo. -le pregunté mientras cerraba el libro y me quedaba mirándola fijamente, manteniendo el rostro inexpresivo como el de la chica, aunque el ver que tenía orejas y cola de gato no me ayudaba mucho para mantener la cara inexpresiva.
-De todos modos, no importa: después de todo tan solo estoy aquí para descansar. -le contesto tras tomar unos minutos de silencio incómodos a la par que me erguía para coger algo de comida y bebida de unos muebles que había por el fondo, sirviéndome algunas bebidas y unas galletas con chocolate, que boté en un plato, para llevarlas a dónde estaba antes y comenzar a comer unas pocas galletas, levantando luego el plato frente a la chica mientras aguantaba una galleta con la boca.
-¿Quieres? -mientras esperaba a que la chica reaccionara, Kario intentaba llamar mi atención para que me diera cuenta de que quería algo: y era obvio el qué.
Cogí un puñado de migas de galletas y coloqué mi palma con estas frente a la cara de Kario para que este pudiera empezar a comerlas. Estiré mi mano libre hacia una de las bebidas para abrirla y comenzar a beber a grandes tragos, terminandola en tres.
-Entonces, ¿tú quién eres? -le pregunté al terminar la bebida y volví a mirar fijamente a la chica-gato.
Trafalgar Law- Shinigami
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
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Imperfección. Aquello era lo que contemplaba la pequeña cuando clavaba sus orbes en su propia alma. Su personalidad infantil en innumerables ocasiones la había arrastrado a una espiral de malentendidos o catástrofes. Por el bien de las personas que la rodeaban, resultaba más provechoso no poder expresar sus sentimientos. Inocente, ingenua, intolerable, espontánea... ¿Podría alguien realmente soportar semejante espécimen? Por muy complicado que resultara aquella carga emocional sobre sus hombros, un leve alivio recorría sus venas al saber que por un éxitom mayor su sacrificio era preciso. Podría con ello si se alimentaba de ilusiones y expectativas. Aunque las miradas de aversión se centraran en su nuca en su vagar, el consuelo de un alegre mañana para su hermana, era más que suficiente. Jamas volvería a ser tan egoísta como en el pasado, preocupada por sus míseros quehaceres, sin prestar atención a lo mucho que sufría su allegada con el fardo que le había sido encasquetado tras el fallecimiento de sus tutores originales. Nunca se atrevería a cuestionárselo directamente a ella, mas la muchacha sabía a la perfección que sentía odio hacia su persona.
¿Quién podría sentir alguna clase de afecto por la cadena que te ata al hogar? ¿Acaso alguien podría apreciar el lastre que te obliga a renunciar a tu futuro y rendirte ante las faenas y la pesadez de hacerse completamente cargo de tu hermana? Durante toda su existencia, solo había conseguido herir la moral y la personalidad de su familiar... Ahora... De aquella forma, encadenando sus expresiones, el porvenir de aquella persona estaba a salvo. Los humanos eran criaturas crueles, capaces de asesinar con tal de conseguir sus objetivos. Tsukiko jamás comprendería que necesidad había de arrebatar la vida a sus padres solo por satisfacer la curiosidad de sádicos científicos. Le arrebataron la estabilidad familiar, y sobretodo, la alegría de vivir. Entre sus recuerdos, empapados de melancolía, se hallaba el funeral de sus progenitores. El amargo sabor de la despedida en sus labios, su mano aferrada con desesperación e incomprensión a la de la mayor, los orbes perdido en los ataúdes que suponían un antes y un después en su vida.
Era joven, pero hasta ella fue capaz de comprender que jamás volvería a ser arropada por los brazos de su madre, que en su frente no se posarían los labios de su padre para desearle dulces sueños. Solo le quedaba el consuelo de que estuvieran en un lugar mejor. Solo fantasías infantiles. Mantuvo la vista posada en el desconocido al que acababa de interrumpir su lectura. Su corazón se agitaba con nerviosismo. ¿R-Realmente no le había incomodado? ¡Aquello era imposible! ¡Todos le reprendían por su aparente frialdad y su neutralidad a la hora de actuar! ¡Cada vez que entraba en una estancia le recriminaban que la abandonara de inmediato! Apretó con fuerza la bolsa repleta de bollos de carne contra su pecho, sintiendo su agitar inquieto. Tragó saliva con pesadez, incapaz de articular palabra. Estaba demasiado nerviosa. Después de unos segundos de pavor, su voz brotó de su garganta. Tusikiko estaba segura de que si hubiera sido posible, el tartamudeo se habría adueñado de sus palabras.—Pensé que podría haber interrumpido alguna sesión de estudio o una lectura importante, sempai. Supongo que me equivoqué.—Neutralidad, pasividad... Nadie podría adivinar lo inquieta que se hallaba la jovencita con aquel encuentro. ¿A-Ahora le estaba ofreciendo galletas? ¿A-Acaso pretendía algo más con ella? Su interior se ruborizó completamente, aún cuando su mirada carecía del brillo usual de las emociones. Con pasos lentos, se aproximó a los alimentos tendidos, y cogió un puñado que contendría unas cuatro pastas de chocolate. Les brindó una mirada insensible, mas su alma se relamía impaciente. Una tras otra, sin mediar palabra, fue introduciéndolas en su boca, y sin apenas masticar, tragándolas hasta que nada quedó en su extremidad.—Gracias. ¿Quiere?—Ofreció con un ademán ambiguo la bolsa que sostenía.
El rabo de la muchacha sesgó el aire durante un instante, observando al desconocido beber. ¿Acaso ese joven tenía problemas con la bebida? Ladeó el rostro, ligeramente sorprendida ante la pregunta formulada.—Mi nombre es Tsukiko, asisto a primer grado. Un placer. Espero que no sea un violador borracho admitido por error en las instalaciones, sempai.—Imparcialidad, imprecisión... Nada. Su voz carecía de matices, sus facciones no se moverían de la neutralidad. Aquella era su condena.
¿Quién podría sentir alguna clase de afecto por la cadena que te ata al hogar? ¿Acaso alguien podría apreciar el lastre que te obliga a renunciar a tu futuro y rendirte ante las faenas y la pesadez de hacerse completamente cargo de tu hermana? Durante toda su existencia, solo había conseguido herir la moral y la personalidad de su familiar... Ahora... De aquella forma, encadenando sus expresiones, el porvenir de aquella persona estaba a salvo. Los humanos eran criaturas crueles, capaces de asesinar con tal de conseguir sus objetivos. Tsukiko jamás comprendería que necesidad había de arrebatar la vida a sus padres solo por satisfacer la curiosidad de sádicos científicos. Le arrebataron la estabilidad familiar, y sobretodo, la alegría de vivir. Entre sus recuerdos, empapados de melancolía, se hallaba el funeral de sus progenitores. El amargo sabor de la despedida en sus labios, su mano aferrada con desesperación e incomprensión a la de la mayor, los orbes perdido en los ataúdes que suponían un antes y un después en su vida.
Era joven, pero hasta ella fue capaz de comprender que jamás volvería a ser arropada por los brazos de su madre, que en su frente no se posarían los labios de su padre para desearle dulces sueños. Solo le quedaba el consuelo de que estuvieran en un lugar mejor. Solo fantasías infantiles. Mantuvo la vista posada en el desconocido al que acababa de interrumpir su lectura. Su corazón se agitaba con nerviosismo. ¿R-Realmente no le había incomodado? ¡Aquello era imposible! ¡Todos le reprendían por su aparente frialdad y su neutralidad a la hora de actuar! ¡Cada vez que entraba en una estancia le recriminaban que la abandonara de inmediato! Apretó con fuerza la bolsa repleta de bollos de carne contra su pecho, sintiendo su agitar inquieto. Tragó saliva con pesadez, incapaz de articular palabra. Estaba demasiado nerviosa. Después de unos segundos de pavor, su voz brotó de su garganta. Tusikiko estaba segura de que si hubiera sido posible, el tartamudeo se habría adueñado de sus palabras.—Pensé que podría haber interrumpido alguna sesión de estudio o una lectura importante, sempai. Supongo que me equivoqué.—Neutralidad, pasividad... Nadie podría adivinar lo inquieta que se hallaba la jovencita con aquel encuentro. ¿A-Ahora le estaba ofreciendo galletas? ¿A-Acaso pretendía algo más con ella? Su interior se ruborizó completamente, aún cuando su mirada carecía del brillo usual de las emociones. Con pasos lentos, se aproximó a los alimentos tendidos, y cogió un puñado que contendría unas cuatro pastas de chocolate. Les brindó una mirada insensible, mas su alma se relamía impaciente. Una tras otra, sin mediar palabra, fue introduciéndolas en su boca, y sin apenas masticar, tragándolas hasta que nada quedó en su extremidad.—Gracias. ¿Quiere?—Ofreció con un ademán ambiguo la bolsa que sostenía.
El rabo de la muchacha sesgó el aire durante un instante, observando al desconocido beber. ¿Acaso ese joven tenía problemas con la bebida? Ladeó el rostro, ligeramente sorprendida ante la pregunta formulada.—Mi nombre es Tsukiko, asisto a primer grado. Un placer. Espero que no sea un violador borracho admitido por error en las instalaciones, sempai.—Imparcialidad, imprecisión... Nada. Su voz carecía de matices, sus facciones no se moverían de la neutralidad. Aquella era su condena.
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
El comportamiento de la chica me resultaba de lo más curioso, ya que nunca había conocido a nadie con semejante aspecto, y menos que supiera mantener tan bien el rostro sin emociones. Cuando me ofreció algo, que imagino que estaría dentro de la bolsa, acepté y me comí un bollo de carne que me había dado.
Luego, cuando se presentó y dijo: ''Espero que no sea un violador borracho admitido por error en las instalaciones, sempai'', tuve que llevarme la mano a la boca para impedir reírme.
-Ahh.. Tranquila, no soy nada de eso. Que yo sepa, no me he emborrachado desde hace años ya, aunque es normal a estas alturas. -le contesto con una sonrisa antes de tomar otro trago e invitarla a sentarse mientras sacaba más galletas de otro paquete del mueble.
-Mi nombre es Trafalgar, y soy de segundo año. -me presento tras inclinarme en el sofá y colocar mi pierna derecha encima de la izquierda y los brazos por detrás de la cabeza. Entonces, Kario comenzó a acercarse a las galletas para coger una con la boca y empezar a comerla, dirigiéndose segundos después de terminarla hacia Tsukiko para colocarse a su lado y mirarla, sonriente.
-Ese es Kario, mi mascota. Y te aviso que, a pesar de parecer tan mono, es bastante pegajoso. -le advertí mientras le señalaba y mi sonrisa se ensanchaba.
Estiré mi brazo para coger una bebida y abrirla para poder comenzar a beber y coger otra galleta para comerla. Mientras lo hacía, no podía evitar mirar fijamente las orejas y la cola de Tsukiko.
-Oye, ¿son reales? -le pregunto a Tsukiko antes de tragarme los restos de galleta que tenía dentro de la boca, mirándola esta vez a los ojos.
Luego, cuando se presentó y dijo: ''Espero que no sea un violador borracho admitido por error en las instalaciones, sempai'', tuve que llevarme la mano a la boca para impedir reírme.
-Ahh.. Tranquila, no soy nada de eso. Que yo sepa, no me he emborrachado desde hace años ya, aunque es normal a estas alturas. -le contesto con una sonrisa antes de tomar otro trago e invitarla a sentarse mientras sacaba más galletas de otro paquete del mueble.
-Mi nombre es Trafalgar, y soy de segundo año. -me presento tras inclinarme en el sofá y colocar mi pierna derecha encima de la izquierda y los brazos por detrás de la cabeza. Entonces, Kario comenzó a acercarse a las galletas para coger una con la boca y empezar a comerla, dirigiéndose segundos después de terminarla hacia Tsukiko para colocarse a su lado y mirarla, sonriente.
-Ese es Kario, mi mascota. Y te aviso que, a pesar de parecer tan mono, es bastante pegajoso. -le advertí mientras le señalaba y mi sonrisa se ensanchaba.
Estiré mi brazo para coger una bebida y abrirla para poder comenzar a beber y coger otra galleta para comerla. Mientras lo hacía, no podía evitar mirar fijamente las orejas y la cola de Tsukiko.
-Oye, ¿son reales? -le pregunto a Tsukiko antes de tragarme los restos de galleta que tenía dentro de la boca, mirándola esta vez a los ojos.
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Ilogical! Is in our hearts
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"Onee-chan, ¿qué estás haciendo? ¡Deja de limpiar y vayamos a jugar algo! Me aburro mucho..."
En cientos de ocasiones, aquellas habían sido las palabras pronunciadas por sus finos labios durante su infancia. Inocentes, concisas, impacientes... ¿Cómo había podido ser tan estúpida? A sus jóvenes orbes, las horas que su hermana dedicaba a los quehaceres del hogar o a ayudarla con sus tareas escolares no eran apreciadas. Ella siempre luchaba porque sus calificaciones se mantuvieran altas, por su bienestar, por su seguridad... Y no obstante, cuando Tsukiko no era más que una cría la tachaba de aburrida, de ser una persona con la que no se podía estar, de pasarse las jornadas realizando actividades mundanas.
"Ojalá pudiera disculparme por todas aquellas palabras que le dije... Poder abrazarla... Pero está tan lejos hoy de mi. De todas formas, no tiene sentido lamentarse por las distancias."
Se decía a si misma mientras procuraba encontrar la serenidad que inundaba sus facciones mas que jamás hacía acto de presencia en sus pensamientos.
Una vez más tomaría la misma decisión. Se condenaría durante el resto de la eternidad en una repetición sin fin como obsequio hacia su hermana por todo el tiempo dedicado en sus ilusiones. Ella siempre había ganado las batallas contra la desesperación, había perseguido los anhelos de la muchacha con tal verla sonreír, había buscado un lugar donde la joven pudiera ser feliz y estar satisfecha consigo misma. Debería caérsele el rostro de vergüenza por aprovecharse de aquella manera de su allegada. Ahora, lo único que podía realizar en favor a la ajena era continuar hacia delante por una senda que defiriera de la de su familia. Una despedida casual que algún día desembocaría en un encuentro inmortal.
Y con aquel consuelo permanente en su corazón, mantendría aquel deseo pedido hasta el final de sus días. Cada sueño precisaba de sus necesarios sacrificios. Ofrecería lo que hiciera parte de su ser para poder dibujar una sonrisa en los labios de su hermana. Ahora lo podía comprender a la perfección. Aquel era el verdadero significado de la palabra familia.
El muchacho con el que se había topado era sumamente extravagante. Sus acciones eran cordiales, sus palabras semejaban representar amabilidad... Aunque cabía resaltar, que poseía una horrible capacidad para disimular sus carcajadas. Ladeó el rostro suavemente, mientras sus mullidas orejas se alzaban dominantes en su cabellera, pendientes de la voz del desconocido. Su corazón latía con fuerza en su pecho, amenazando con escaparse del mismo en cualquier instante. ¿Cómo debía comportarse? Sus preguntas conseguían incomodarla, desatar sus nervios, erizar el bello de todo su cuerpo. Dio pasos cortos hasta sentarse en el sofá, justo al lado del adolescente de cabellos oscuros.—¿Eso quiere decir que tiene experiencia con el alcohol, sempai? Le tomaré la palabra y confiaré en que no pretende hacer nada malo con mi cuerpo.
A pesar de que pretendía bromear con el mayor, su voz sonó inexpresiva, así como sus facciones mantuvieron la neutralidad en toda ocasión. Sus orbes se posaron con suavidad en el curioso zorro que le devolvía la mirada con sonrisa felina. La menor, casi por instinto, cogió entre sus brazos al animal, posándolo en su regazo como si se tratara de algún infante de corta edad. Con ternura contenida, acarició la espesa cabellera de la criatura con delicadeza, manteniendo su rostro impasible.
—No importa. Considero que las mascotas cariñosas son de las que más se encariña la gente.—Ladeó el rostro levemente, pestañeando ligeramente un par de ocasiones antes de coger de su bolsa otro de aquellos bollos calientes. Por inercia, se lo introdujo con cuan largo era en su cavidad bucal, sin apenas masticarlo un par de veces antes de tragarlo con audacia. Repitió la operación con el último elemento del recipiente que sostenía contra su pecho. Cuando la muchachita comenzaba a devorar, era imposible detenerla hasta que se terminara lo comprado. A pesar de su vicio hacia los alimentos, su vientre se mantenía plano y su constitución endeble. Sintió al recién conocido observar sus protuberancias superiores y la inferior. La pregunta la sorprendió, haciendo que su alma se ruborizada ligeramente. La mayor parte del tiempo, procuraba ignorar aquellos rasgos característicos de su raza. Como respuesta agitó el sedoso rabo de una tonalidad semejante a la de un cuervo en el aire, limitándose a responder con neutralidad.
—Sí. El rabo y las orejas es algo que tenemos en común todos los nekos. ¿Cuál es su raza, sempai?—Se sentía a gusto con aquel sujeto... La mayoría de las personas a su alrededor tendían a condenarla al ostracismo ante su incapacidad para demostrar emociones, alegando que su frialdad conseguía eclipsar las buenas intenciones de lo que se les acercaban. La soledad hacía tiempo que se había instalada en el pecho de la muchacha de oscuros cabellos. Posó la palma de su mano sobre el lomo del zorro, dejándola reposar unos instantes antes de retomar su eterno vaivén en forma de caricias.
En cientos de ocasiones, aquellas habían sido las palabras pronunciadas por sus finos labios durante su infancia. Inocentes, concisas, impacientes... ¿Cómo había podido ser tan estúpida? A sus jóvenes orbes, las horas que su hermana dedicaba a los quehaceres del hogar o a ayudarla con sus tareas escolares no eran apreciadas. Ella siempre luchaba porque sus calificaciones se mantuvieran altas, por su bienestar, por su seguridad... Y no obstante, cuando Tsukiko no era más que una cría la tachaba de aburrida, de ser una persona con la que no se podía estar, de pasarse las jornadas realizando actividades mundanas.
"Ojalá pudiera disculparme por todas aquellas palabras que le dije... Poder abrazarla... Pero está tan lejos hoy de mi. De todas formas, no tiene sentido lamentarse por las distancias."
Se decía a si misma mientras procuraba encontrar la serenidad que inundaba sus facciones mas que jamás hacía acto de presencia en sus pensamientos.
Una vez más tomaría la misma decisión. Se condenaría durante el resto de la eternidad en una repetición sin fin como obsequio hacia su hermana por todo el tiempo dedicado en sus ilusiones. Ella siempre había ganado las batallas contra la desesperación, había perseguido los anhelos de la muchacha con tal verla sonreír, había buscado un lugar donde la joven pudiera ser feliz y estar satisfecha consigo misma. Debería caérsele el rostro de vergüenza por aprovecharse de aquella manera de su allegada. Ahora, lo único que podía realizar en favor a la ajena era continuar hacia delante por una senda que defiriera de la de su familia. Una despedida casual que algún día desembocaría en un encuentro inmortal.
Y con aquel consuelo permanente en su corazón, mantendría aquel deseo pedido hasta el final de sus días. Cada sueño precisaba de sus necesarios sacrificios. Ofrecería lo que hiciera parte de su ser para poder dibujar una sonrisa en los labios de su hermana. Ahora lo podía comprender a la perfección. Aquel era el verdadero significado de la palabra familia.
El muchacho con el que se había topado era sumamente extravagante. Sus acciones eran cordiales, sus palabras semejaban representar amabilidad... Aunque cabía resaltar, que poseía una horrible capacidad para disimular sus carcajadas. Ladeó el rostro suavemente, mientras sus mullidas orejas se alzaban dominantes en su cabellera, pendientes de la voz del desconocido. Su corazón latía con fuerza en su pecho, amenazando con escaparse del mismo en cualquier instante. ¿Cómo debía comportarse? Sus preguntas conseguían incomodarla, desatar sus nervios, erizar el bello de todo su cuerpo. Dio pasos cortos hasta sentarse en el sofá, justo al lado del adolescente de cabellos oscuros.—¿Eso quiere decir que tiene experiencia con el alcohol, sempai? Le tomaré la palabra y confiaré en que no pretende hacer nada malo con mi cuerpo.
A pesar de que pretendía bromear con el mayor, su voz sonó inexpresiva, así como sus facciones mantuvieron la neutralidad en toda ocasión. Sus orbes se posaron con suavidad en el curioso zorro que le devolvía la mirada con sonrisa felina. La menor, casi por instinto, cogió entre sus brazos al animal, posándolo en su regazo como si se tratara de algún infante de corta edad. Con ternura contenida, acarició la espesa cabellera de la criatura con delicadeza, manteniendo su rostro impasible.
—No importa. Considero que las mascotas cariñosas son de las que más se encariña la gente.—Ladeó el rostro levemente, pestañeando ligeramente un par de ocasiones antes de coger de su bolsa otro de aquellos bollos calientes. Por inercia, se lo introdujo con cuan largo era en su cavidad bucal, sin apenas masticarlo un par de veces antes de tragarlo con audacia. Repitió la operación con el último elemento del recipiente que sostenía contra su pecho. Cuando la muchachita comenzaba a devorar, era imposible detenerla hasta que se terminara lo comprado. A pesar de su vicio hacia los alimentos, su vientre se mantenía plano y su constitución endeble. Sintió al recién conocido observar sus protuberancias superiores y la inferior. La pregunta la sorprendió, haciendo que su alma se ruborizada ligeramente. La mayor parte del tiempo, procuraba ignorar aquellos rasgos característicos de su raza. Como respuesta agitó el sedoso rabo de una tonalidad semejante a la de un cuervo en el aire, limitándose a responder con neutralidad.
—Sí. El rabo y las orejas es algo que tenemos en común todos los nekos. ¿Cuál es su raza, sempai?—Se sentía a gusto con aquel sujeto... La mayoría de las personas a su alrededor tendían a condenarla al ostracismo ante su incapacidad para demostrar emociones, alegando que su frialdad conseguía eclipsar las buenas intenciones de lo que se les acercaban. La soledad hacía tiempo que se había instalada en el pecho de la muchacha de oscuros cabellos. Posó la palma de su mano sobre el lomo del zorro, dejándola reposar unos instantes antes de retomar su eterno vaivén en forma de caricias.
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
-Yo soy un Shinigami, ya sabes, los que dedicamos a enviar las almas que se quedan en la Tierra a dónde les corresponde, aunque ese es más bien el trabajo de ángeles, entre otra cosas. -contesté medio en broma, quedándome luego en silencio, recordando en mi mente una y otra vez la palabra ''Shinigami''. Si, no importara el tiempo que pasara, él no había dejado de ver eso como algo malo, como una maldición.
Los rostros de las personas que había matado, de la gente que lo miraba como si fuera un monstruo, cosa que comencé a pensar hace tiempo después de replantearme mi estilo de vida tras todas las cosas que había hecho. Aunque me sentía al enviar a las almas por el camino que les correspondía, no dejaba de sentirse sucio, como si su alma estuviera siendo devorada.
Además, había escuchado rumores sobre que algunos Shinigami vivían más tiempo de lo normal, e incluso algunos que era inmortales. No me creía eso, porque hasta ahora no he sentido como si mi cuerpo dejara de envejecer o algo, pero la idea de imaginarme dentro de varios años igual que ahora, junto a mi hermana pequeña, siendo en ese momento una anciana, hacía que mi corazón temblara por el miedo.
Kario comenzó a notarme nervioso y se acercó a mi para subirse a mi cabeza y emitir unos pequeños gruñidos, sacándome de mis pensamientos y hacerme sonreír.
-Lo sé. Lo sé. -le contesto antes de tirar el brazo y coger dos galletas del bol donde estaban, dándole una a Kario antes de comerme la otra galleta que había cogido.
-Debería dejar de preocuparme tanto e intentar vivir tranquilo aquí, ya que lo último que quiero es volver a mi vida anterior... o que mis pesadillas se hagan realidad. -pensé decidido mientras comía la galleta y no pude evitar esbozar una sonrisa.
Cogí otra bebida de las que había y tomé un pequeño trago antes de apartarla, manteniéndola sujeta con mi mano derecha mientras acariciaba la barriga de Kario con la otra, después de que este se bajara de mi cabeza y se posara a mi lado.
Los rostros de las personas que había matado, de la gente que lo miraba como si fuera un monstruo, cosa que comencé a pensar hace tiempo después de replantearme mi estilo de vida tras todas las cosas que había hecho. Aunque me sentía al enviar a las almas por el camino que les correspondía, no dejaba de sentirse sucio, como si su alma estuviera siendo devorada.
Además, había escuchado rumores sobre que algunos Shinigami vivían más tiempo de lo normal, e incluso algunos que era inmortales. No me creía eso, porque hasta ahora no he sentido como si mi cuerpo dejara de envejecer o algo, pero la idea de imaginarme dentro de varios años igual que ahora, junto a mi hermana pequeña, siendo en ese momento una anciana, hacía que mi corazón temblara por el miedo.
Kario comenzó a notarme nervioso y se acercó a mi para subirse a mi cabeza y emitir unos pequeños gruñidos, sacándome de mis pensamientos y hacerme sonreír.
-Lo sé. Lo sé. -le contesto antes de tirar el brazo y coger dos galletas del bol donde estaban, dándole una a Kario antes de comerme la otra galleta que había cogido.
-Debería dejar de preocuparme tanto e intentar vivir tranquilo aquí, ya que lo último que quiero es volver a mi vida anterior... o que mis pesadillas se hagan realidad. -pensé decidido mientras comía la galleta y no pude evitar esbozar una sonrisa.
Cogí otra bebida de las que había y tomé un pequeño trago antes de apartarla, manteniéndola sujeta con mi mano derecha mientras acariciaba la barriga de Kario con la otra, después de que este se bajara de mi cabeza y se posara a mi lado.
Trafalgar Law- Shinigami
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Ilogical! Is in our hearts
ALWAYS CHASING YOUR EXPECTATIONS, THERE IS NOTHING TO LOSE. HOWEVER IF YOU DO, YOU LOSE EVERYTHING.
¿Qué era existir?
Vivir era dolor, decepción, angustia... El sendero que te conduciría a tus objetivos era extenso, repleto de peligros que consumirían tus anhelos hasta hacerte vagabundear por el camino sin rumbo fijo, siendo un prototipo de la llamada sociedad. ¿Qué probabilidades reales existían de que en algún momento fueras capaz de retomar la vereda correcta? A medida que los años de desorientación se sucedían, en tu memoria tus primeros sueños se iban difuminando hasta desaparecer de tus recuerdos. Pronto, la supervivencia era lo esencial para adaptarse, dejarse manipular por los superiores se convertía en lo esencial del éxito. Llegar a dirigir una sucursal retumbaba de forma valiosa... Era un apelativo perfecto para presumir de haber triunfado en la vida... No obstante, seguramente deferiría notoriamente de tu meta personal impuesta al comienzo de tu juventud. Y a pesar de haber renunciado a tus anhelos, de haber abandonado aquello a lo que te animaban tus superiores a perseguir hasta el último instante...
Vivir era algo relativo. ¿Cuál era la forma correcta de hacerlo? ¿Siguiendo el modelo aprendido de memoria que perduraba de los años lectivos en tu cerebro o el que había organizado por si mismo tu corazón? Una vez se tomaba una decisión, se acarreaban encima los errores cometidos. No había forma de saber de antemano como evolucionarías a lo largo del trayecto por muy prevenido que estuvieras. Solo quedaba cerrar los párpados y confiar en tus decisiones. ¿Podría aquella menuda muchacha sobreponerse a su condena y adaptarse al entorno que la rodeaba? ¿Acaso el futuro residía en su interior aún sin poseer capacidad expresiva? ¿Qué labor permitiría aquel semblante neutro? Su anhelo siempre había sido convertirse en profesora de parvulario... Algo completamente absurdo de esa forma. Su corazón se contrajo de dolor, queriendo sollozar en voz alta como en el pasado habría realizado. Imposible. Su cuerpo se mantendría sereno aunque el sufrimiento azotara repetidas veces su alma.
—Shinigami.—Repitió con neutralidad, sintiendo nerviosismo en su interior. Había escuchado rumores de aquellas criaturas... Las deidades de las muerte. La añoranza se instaló en su pecho... ¿Sus progenitores habrían sido recogidos por alguna de ellas el día de su fallecimiento? Irónico el destino que la situaba delante de alguien así.—Debe de ser un trabajo cansado. Las almas sueles querer apegarse a la vida con desesperación, algunas para estar junto a sus seres queridos y otras por mero egoísmo.—De haber podido, habría dirigido una mirada nerviosa al suelo, sus mejillas se colorearía ante la parrafada y el pronunciado sus pensamientos más íntimos. Durante unos instantes, el silencio los rodeó sumiso a ambos, instalándose en los personajes de aquella estancia. Mantuvo las manos sobre su regazo, sentada al lado del recién conocido con una mueca insensible en sus facciones. Las palabras del mayor consiguieron desconcertarla. Su corazón se agitaba veloz en su pecho. Sintió lástima, suponiendo que el chico debía de padecer alguna clase de trauma... Con suavidad, posó su mano sobre el hombro del superior, ejerciendo una fría presión que pretendía ser cálida y tranquilizadora. Se decepcionó. Aquello no detonaba sensibilidad alguna, sino un agarre de hierro. Devolvió la palma de su mano a su regazo, pronunciando carente de emoción.
—Algunas cosas, son meramente imposibles.
Vivir era dolor, decepción, angustia... El sendero que te conduciría a tus objetivos era extenso, repleto de peligros que consumirían tus anhelos hasta hacerte vagabundear por el camino sin rumbo fijo, siendo un prototipo de la llamada sociedad. ¿Qué probabilidades reales existían de que en algún momento fueras capaz de retomar la vereda correcta? A medida que los años de desorientación se sucedían, en tu memoria tus primeros sueños se iban difuminando hasta desaparecer de tus recuerdos. Pronto, la supervivencia era lo esencial para adaptarse, dejarse manipular por los superiores se convertía en lo esencial del éxito. Llegar a dirigir una sucursal retumbaba de forma valiosa... Era un apelativo perfecto para presumir de haber triunfado en la vida... No obstante, seguramente deferiría notoriamente de tu meta personal impuesta al comienzo de tu juventud. Y a pesar de haber renunciado a tus anhelos, de haber abandonado aquello a lo que te animaban tus superiores a perseguir hasta el último instante...
No te importaría.
Vivir era algo relativo. ¿Cuál era la forma correcta de hacerlo? ¿Siguiendo el modelo aprendido de memoria que perduraba de los años lectivos en tu cerebro o el que había organizado por si mismo tu corazón? Una vez se tomaba una decisión, se acarreaban encima los errores cometidos. No había forma de saber de antemano como evolucionarías a lo largo del trayecto por muy prevenido que estuvieras. Solo quedaba cerrar los párpados y confiar en tus decisiones. ¿Podría aquella menuda muchacha sobreponerse a su condena y adaptarse al entorno que la rodeaba? ¿Acaso el futuro residía en su interior aún sin poseer capacidad expresiva? ¿Qué labor permitiría aquel semblante neutro? Su anhelo siempre había sido convertirse en profesora de parvulario... Algo completamente absurdo de esa forma. Su corazón se contrajo de dolor, queriendo sollozar en voz alta como en el pasado habría realizado. Imposible. Su cuerpo se mantendría sereno aunque el sufrimiento azotara repetidas veces su alma.
—Shinigami.—Repitió con neutralidad, sintiendo nerviosismo en su interior. Había escuchado rumores de aquellas criaturas... Las deidades de las muerte. La añoranza se instaló en su pecho... ¿Sus progenitores habrían sido recogidos por alguna de ellas el día de su fallecimiento? Irónico el destino que la situaba delante de alguien así.—Debe de ser un trabajo cansado. Las almas sueles querer apegarse a la vida con desesperación, algunas para estar junto a sus seres queridos y otras por mero egoísmo.—De haber podido, habría dirigido una mirada nerviosa al suelo, sus mejillas se colorearía ante la parrafada y el pronunciado sus pensamientos más íntimos. Durante unos instantes, el silencio los rodeó sumiso a ambos, instalándose en los personajes de aquella estancia. Mantuvo las manos sobre su regazo, sentada al lado del recién conocido con una mueca insensible en sus facciones. Las palabras del mayor consiguieron desconcertarla. Su corazón se agitaba veloz en su pecho. Sintió lástima, suponiendo que el chico debía de padecer alguna clase de trauma... Con suavidad, posó su mano sobre el hombro del superior, ejerciendo una fría presión que pretendía ser cálida y tranquilizadora. Se decepcionó. Aquello no detonaba sensibilidad alguna, sino un agarre de hierro. Devolvió la palma de su mano a su regazo, pronunciando carente de emoción.
—Algunas cosas, son meramente imposibles.
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Re: Tomando un descanso. [Tsukiko Tsutsukakushi]
Se había hecho un extraño e incómodo silencio desde que dejé de hablarle, cosa que me molestaba un poco ya que, a pesar de que disfrutaba de la tranquilidad en solitario, estando en compañía de alguien resultaba de lo más molesto, ya que era algo que se sentía como que no debía de estar allí, pero dejé pasarlo hasta que la chica se decidió a contestarme, mirándola para escucharla mejor.
-Nada es fácil. Y tienes razón, pero aunque quieran estar con sus seres queridos, lo único que conseguirán será hacerles más daño, y por eso mismo deben irse al otro lado, por voluntad propia o no. Aun si me odian, si quieren vengarse de mi, destruirme... Todo eso me da igual, ya que no siento ningún apego a esta vida que me ha tocado tener, excepto por un pequeño pero importante detalle, pero debo dejarlo en libertad, para que pueda vivir tranquila sin que corra ningún peligro de los que tiene ya encima. -de nuevo, se alzó el silencio a nuestro alrededor, volviendo a crear un momento incómodo que luego cesó al notar la mano de la chica sobre mi hombro, cosa que me sorprendió.
A pesar de que no emitía ningún sentimiento en el rostro, podía sentir algo de su calidez en su mano, a pesar de sentirla también algo fría, pero el gesto me valía más que la intención, así que me limité a sonreír antes de que Kario se acercara a mi y apoyara su cabeza en mis piernas, a lo que le respondí con unas caricias en la cabeza y la barriga, haciendo que se colocara boca arriba y estirara las patas arriba, por las cosquillas que le producía.
-Nada es fácil. Y tienes razón, pero aunque quieran estar con sus seres queridos, lo único que conseguirán será hacerles más daño, y por eso mismo deben irse al otro lado, por voluntad propia o no. Aun si me odian, si quieren vengarse de mi, destruirme... Todo eso me da igual, ya que no siento ningún apego a esta vida que me ha tocado tener, excepto por un pequeño pero importante detalle, pero debo dejarlo en libertad, para que pueda vivir tranquila sin que corra ningún peligro de los que tiene ya encima. -de nuevo, se alzó el silencio a nuestro alrededor, volviendo a crear un momento incómodo que luego cesó al notar la mano de la chica sobre mi hombro, cosa que me sorprendió.
A pesar de que no emitía ningún sentimiento en el rostro, podía sentir algo de su calidez en su mano, a pesar de sentirla también algo fría, pero el gesto me valía más que la intención, así que me limité a sonreír antes de que Kario se acercara a mi y apoyara su cabeza en mis piernas, a lo que le respondí con unas caricias en la cabeza y la barriga, haciendo que se colocara boca arriba y estirara las patas arriba, por las cosquillas que le producía.
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