♣Cuando la lógica no tiene efecto || Priv.

Abajo. Arriba. Derecha. Izquierda... ¡Saber eso no importaba para nada en aquellos pasillos! Los pasos apresurados de la castaña se hicieron cada vez más rápidos, inquietos. ¿Donde se había metido ahora? ¿Donde estaba aquella dichosa clase? ¡Si llegaba tarde no era culpa suya, no tenía como ser suya si los pasillos se alargaron! ¡Un complot! ¡Se habían puesto en contra suya para no dejarla ir a clases!. Pero ¿Realmente esa escusa tendría efecto? Sin duda Adler se echaba a reír en carcajadas ante la actuación del ángel caído... Eso significaba que no se lo creía para nada, entonces sus escusas no tenían sentido. Pero nada cambiaba el hecho que estaba perdida en aquella gran academia, los pisos eran todos iguales y ella nunca había destacado por tener un excelente sentido de la orientación... faltaba poco para que ya no supiera siquiera el piso en el que estaba. Fue ralentizando sus pasos, en los pasillos no se debía correr.

Dio pequeños pasos hasta ponerse al lado de una de las muchas ventanas de aquél pasillo, su mano se apoyó en el marco e inclinó su cuerpo hacia fuera. Chikage no estaba donde le había dejado... al menos, ella supuso que ese era el lugar adecuado. Un pesado suspiro escapó de sus labios. Dio unos pequeños pasos hacia atrás para despegarse de la ventana, juntando ambas manos detrás de su espalda. Con aparente despreocupación comenzó a caminar hacia el frente, tarareando una canción que tantas veces se las había escuchado cantar a las mujeres del reino de Adler, aquellas amables señoras que desde un principio la habían tratado como una más. ¡Sin lugar a duda amaba ese sitio! Aunque se viera obligada a escapar y estudiar para poder volver... Aunque quizás le reprocharan por sus acciones. Aun así, ella estaba maldita desde un principio ya, aunque en esa academia no había necesidad por el cual despertar los fantasmas durmientes del pasado.

Pronto la sonrisa volvió en su lugar predilecto, Erika era una muchacha positiva, alegre sobretodo y sumamente mentirosa. Una vez más sus pasos se apresuraron sin llegar en ningún momento a correr por tratarse de una rotura de las normas mucho más allá de lo que ella deseaba hacer, pues estaba claro, ella nunca desobedecería una norma si no por cuestiones realmente serias. Giró por un pasillo, sucesivamente por otro y otro más. ¿Que más daba perderse en aquél momento? Igualmente ya lo había hecho. Cerró sus ojos ensanchando su sonrisa aunque aparentemente no había motivo para ello. Quizás aquél moverse sin sentido alguno y caminar por pasillo en pasillo sin lógica... la llevaría a algún lugar. Pues aparentemente la lógica en aquél momento no funcionaba, entonces no le quedaba más que dejarse llevar por el otro costado, mucho más variopinto que el primero. Lo que la castaña no se esperó fue toparse con un cuerpo al voltear. El repentino impulso hizo que cayera al suelo sentada, callando un adolorido jadeo. —Ahh... Lo siento...