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Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
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Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Las afueras, el aire fresco, el olor de las flores, la vida de la vegetación...
Deprimentes.
Lo único que quería explotar de este lugar es el inmenso océano de tranquilidad que me ofrecía, lleno de criaturas vivas, pero silenciosas, ahogadas por su propio ser en la frustración de no poder comunicarse, ni con sus semejantes, ni con otros no tan semejantes... justo como yo. Nunca esperé que nadie pudiese comprender cómo me sentía, ni que me tratasen debidamente por mi condición. Sabía que los vivos jamás comprenderían a los muertos. Y no podía engañarme, tal vez a ellos sí, pero a mí no. Me sentía solo, y por mucho que disfrutase la soledad, no tenía con quien compartirla, ni a nadie a quien pudiese confesarle los secretos y maravillas que había experimentado en ella. Simplemente, no tenía a nadie...
Tenía la música, la imagen, la poesía, los estudios. Tenía mi poder, mi sarcasmos... Pero esos no eran nadie.
Me relajé, subí la música al máximo, y entre la minúscula lista de cosas que podría hacer allí solo, consideré que lo mejor sería descansar y dejar que mi consciencia desapareciese por unos instantes. El oído ya había quedado inutilizado con la música, el sentir la posición lo apañé tumbándome en el suelo, el gusto y olfato se llegaban a debilitar considerablemente con algo de concentración, y por último la vista. Examiné el cielo una última vez, y cerré los ojos.
Deprimentes.
Lo único que quería explotar de este lugar es el inmenso océano de tranquilidad que me ofrecía, lleno de criaturas vivas, pero silenciosas, ahogadas por su propio ser en la frustración de no poder comunicarse, ni con sus semejantes, ni con otros no tan semejantes... justo como yo. Nunca esperé que nadie pudiese comprender cómo me sentía, ni que me tratasen debidamente por mi condición. Sabía que los vivos jamás comprenderían a los muertos. Y no podía engañarme, tal vez a ellos sí, pero a mí no. Me sentía solo, y por mucho que disfrutase la soledad, no tenía con quien compartirla, ni a nadie a quien pudiese confesarle los secretos y maravillas que había experimentado en ella. Simplemente, no tenía a nadie...
Tenía la música, la imagen, la poesía, los estudios. Tenía mi poder, mi sarcasmos... Pero esos no eran nadie.
Me relajé, subí la música al máximo, y entre la minúscula lista de cosas que podría hacer allí solo, consideré que lo mejor sería descansar y dejar que mi consciencia desapareciese por unos instantes. El oído ya había quedado inutilizado con la música, el sentir la posición lo apañé tumbándome en el suelo, el gusto y olfato se llegaban a debilitar considerablemente con algo de concentración, y por último la vista. Examiné el cielo una última vez, y cerré los ojos.
Zeke Almaz- Espectro
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
¿Quién se lo iba a decir? A quella que apenas creía que podría sobrevivir por ella misma en un mundo que no comprende lo que es la vida. La esencia de la misma, para desgracia de muchos, estaba pensada para dar en la muerte. Y aunque no hubiese tenido la oportunidad de vivir esa pequeña y efímera oportunidad de sentir las cosas como los humanos, aún creo que esto es solo parte de la misma de la que hablamos. La simple vida.
Acababa de llegar a este extraño lugar, y aún así, estaba un poco confundida. Es bien cierto que la atmósfera mostraba calma, el tiempo adormecía a los animales que acallaban sus sonoros cantos y producía una sensación de relajación sin igual. Este era un lugar extraño y sus sentidos le decían que estaban llenos de misterios sin resolver, acertijos sin descifrar y miles de cosas por decubrir.
Caminaba lentamente y sin prisa. No tenía siquiera idea de la hora, total, realmente no tenía que preocuparse por cosas así. Era una de las cosas buenas de ser un expectro, el tiempo podía malgastarlo si quería. No obstante, algo la inquietaba a la joven. Entre sus largos y plácidos pasos encontraba algo que la abrumaba muchísimo. Era la soledad. Si bien es verdad que acababa de instalarse en este lugar tan extenso, pero no había tenido contacto con nadie por así decirlo. ¿Cómo estando en un lugar tan grande, no había personas por esos lugares? Extraño era un rato.
Aún en sus pensamientos, Katsura observaba el lugar con total desdén. Sus largos y plateados cabellos ondeaban con la brisa de primavera. Ese viento que sentaba de maravilla. En ese momento, se dejó llevar y cerró los ojos. Cuan fantasma comenzó a vagar y a dejarse guiar por sus pies. Iba avanzando como si con ella no fuera la cosa. Nada cortaba su paso. Parecía que danzaba cubierta por el manto del aire.
Lo que no se esperaba, es que algo fuera a interrumpir su remanzo de paz. Que iba a volver a la tierra... ¡Y de qué forma! En su "expedición" por el sitio, se encontró con algo que obstaculizó su camino. No la dio apenas tiempo a reaccionar y se tropezó. A la misma vez, soltó un pequeño grito. Cayó al suelo, pero encima de aquello que se encontraba fuera de lugar. ¿Qué era eso? La dio tiempo a abrir los ojos y observó una pierna. Estaba algo aturdida por la caída. Había caído perpendicularmente en las piernas de alguien. Eso sí era un despiste...
- ¡AAAH! - Gritó - ¿Pero qué demonios...? Argh... Lo siento, estaba totalmente distraída - Terminó de decir mientras colocaba su mano en la frente, sobándose la misma. Se acababa de comer el suelo el toda regla. Y... ¿Sobre quién habría caído?
Acababa de llegar a este extraño lugar, y aún así, estaba un poco confundida. Es bien cierto que la atmósfera mostraba calma, el tiempo adormecía a los animales que acallaban sus sonoros cantos y producía una sensación de relajación sin igual. Este era un lugar extraño y sus sentidos le decían que estaban llenos de misterios sin resolver, acertijos sin descifrar y miles de cosas por decubrir.
Caminaba lentamente y sin prisa. No tenía siquiera idea de la hora, total, realmente no tenía que preocuparse por cosas así. Era una de las cosas buenas de ser un expectro, el tiempo podía malgastarlo si quería. No obstante, algo la inquietaba a la joven. Entre sus largos y plácidos pasos encontraba algo que la abrumaba muchísimo. Era la soledad. Si bien es verdad que acababa de instalarse en este lugar tan extenso, pero no había tenido contacto con nadie por así decirlo. ¿Cómo estando en un lugar tan grande, no había personas por esos lugares? Extraño era un rato.
Aún en sus pensamientos, Katsura observaba el lugar con total desdén. Sus largos y plateados cabellos ondeaban con la brisa de primavera. Ese viento que sentaba de maravilla. En ese momento, se dejó llevar y cerró los ojos. Cuan fantasma comenzó a vagar y a dejarse guiar por sus pies. Iba avanzando como si con ella no fuera la cosa. Nada cortaba su paso. Parecía que danzaba cubierta por el manto del aire.
Lo que no se esperaba, es que algo fuera a interrumpir su remanzo de paz. Que iba a volver a la tierra... ¡Y de qué forma! En su "expedición" por el sitio, se encontró con algo que obstaculizó su camino. No la dio apenas tiempo a reaccionar y se tropezó. A la misma vez, soltó un pequeño grito. Cayó al suelo, pero encima de aquello que se encontraba fuera de lugar. ¿Qué era eso? La dio tiempo a abrir los ojos y observó una pierna. Estaba algo aturdida por la caída. Había caído perpendicularmente en las piernas de alguien. Eso sí era un despiste...
- ¡AAAH! - Gritó - ¿Pero qué demonios...? Argh... Lo siento, estaba totalmente distraída - Terminó de decir mientras colocaba su mano en la frente, sobándose la misma. Se acababa de comer el suelo el toda regla. Y... ¿Sobre quién habría caído?
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Piernas, sí, piernas. Esas extremidades que llevan a aquellos desafortunados incapaces de volar o transportarse como yo a otros lugares. Largas, delgadas, y débiles piernas, las usaba tan poco debido a mi obsesión por el tele-transporte que a veces ni recordaba que existieran. Eran, sin duda, una de las zonas mas insensibles de todo mi... ¿cuerpo? Mejor dicho mis restos. Pero fue ni mas ni menos que gracias a estas fútiles y raquíticas piernas que desencadenaron el suceso que me abrió los ojos en cierto aspecto: Erza Scarlet no era la joven mas hermosa de toda la academia, o, si lo era, tenía dura competencia con la mujer con la que me acababa de topar. debido a que me había encontrado en completo éxtasis, no me había dado cuenta de que había alguien caminando hacia mí hasta que fue demasiado tarde. Demasiado tarde para cuando ya era demasiado tarde. Así de tarde.
Me quedé atontado unos instantes, entre la música, el trance de mi consciencia, y la hechizante belleza de la joven no pude reaccionar a tiempo. Era misteriosa, oscura, y para colmo, no estaba viva. ¿Quien era? Su hermosa cara estaba parcialmente cubierta por un parche. Su pelo era sedoso , brillante como la plata y liso como la tramposa tela de una araña. Su cuerpo era una carretera de curvas peligrosas, donde no sólo se podría matar un vivo sino rematar un muerto. Sin embargo, a pesar de ser una obra de arte tan excepcional, era ligera como una pluma, cual... Espectro...
Y estaba ahí, tumbada, por causas del destino. Realmente me sorprendió que no se hubiera dado cuenta de mi presencia debido a el ensordecedor volumen de mi música. Levanté mi torso y me quedé sentado en el suelo mientras volvía a poner todos mis sistemas en marcha. Luego me puse de pie, destapé mis oídos, y le tendí mi muerta e indigna mano a la diosa que me acababa de caer del cielo.
Tras oir su justificación, me encogí de hombros, y, habiendo perdido toda esperanza de poder ser social por métodos no sinceros (ya vimos el fallo que cometí al intentar socializar con Erza), me encogí de hombros y solté con fría calma:
-No te preocupes, es normal que no me vieras. Es difícil detectar a un espectro, de todas formas.- Mi voz se serenaba progresivamente a cada sílaba.
Me quedé atontado unos instantes, entre la música, el trance de mi consciencia, y la hechizante belleza de la joven no pude reaccionar a tiempo. Era misteriosa, oscura, y para colmo, no estaba viva. ¿Quien era? Su hermosa cara estaba parcialmente cubierta por un parche. Su pelo era sedoso , brillante como la plata y liso como la tramposa tela de una araña. Su cuerpo era una carretera de curvas peligrosas, donde no sólo se podría matar un vivo sino rematar un muerto. Sin embargo, a pesar de ser una obra de arte tan excepcional, era ligera como una pluma, cual... Espectro...
Y estaba ahí, tumbada, por causas del destino. Realmente me sorprendió que no se hubiera dado cuenta de mi presencia debido a el ensordecedor volumen de mi música. Levanté mi torso y me quedé sentado en el suelo mientras volvía a poner todos mis sistemas en marcha. Luego me puse de pie, destapé mis oídos, y le tendí mi muerta e indigna mano a la diosa que me acababa de caer del cielo.
Tras oir su justificación, me encogí de hombros, y, habiendo perdido toda esperanza de poder ser social por métodos no sinceros (ya vimos el fallo que cometí al intentar socializar con Erza), me encogí de hombros y solté con fría calma:
-No te preocupes, es normal que no me vieras. Es difícil detectar a un espectro, de todas formas.- Mi voz se serenaba progresivamente a cada sílaba.
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
No lo podía creer. Era simplemente como algo inexistente para ella. Por primera vez, en años, estaba sintiendo algo completamente nuevo para ella: Estaba completamnte avergonzada de aquel descuidado incidente ocasionado por su culpa. ¿Cómo iba a saber que esos movimientos acompasados la llevarían a una situación embarazosa como esta? Realmente, era algo que ella no podía imaginarse. ¿Quién estaría ahí, en ese lugar lleno de vida, perdiendo el tiempo como si con él no fuese la cosa?
Extraño. Para ella lo era. No obstante, algo la llamó la atención. Cuando alzó la cabeza para ver bien lo que había sucedido, se quedó estupefacta. El joven que acababa de ver, había quedado en ese preciso momento grabado en su mente. ¿Qué era esa extraña sensación que comenzaba a brotar en su interior? Quizá solo fuera cosa de la situación tan repentina que se originó, o solamente, eran imaginaciones suyas. Siendo como fuese, se sentía en cierto modo como imnotizada por aquel joven. No pudo apartar la mirada de los ojos de él. Es más, su expresión mostraba que ella misma estaba completamente sorprendida de lo que había encontrado.
Jamás se había encontrado con alguien como él. Su largo cabello del color de la nieve estaba danzando al son de la brisa que anteriormente gobernaba la mente de Katsura. Sus ojos del mismísimo color de la sangre, rojos cual rubí. Sus facciones que le daban un toque de madurez. Podía poner la mano en el fuego y sin miedo a equivocarse, al decir que este chico la dejó patidifusa en poco más de un aliento. Aunque por alguna razón que no alcanzaba a comprender, se sentía tan cercano...
En su pecho, su corazón comenzaba a palpitar con fuerza. Casi, podían escucharse esos latidos fuera de su cuerpo. Aquellos ojos del chico, hicieron que la joven de cabellos plateados comenzara a quedarse ensimismada. Creía hundirse en ellos, es más, posiblemente se hubiese ahogado de no ser por la voz del muchacho que la sacó de sus pensamientos.
- ... Uhm... No deberías decir esas cosas. Tú tampoco te has dado cuenta de mi presencia ¿No es así? También soy un espectro. Ambos estamos en la misma situación. Sé lo que se siente - Dijo suavemente tratando de dar un buen argumento, compartiendo el modo de vista del peliblanco. Justo depués, le dedicó una leve sonrisa esperando consolar levemente ese sentimiento de soledad y distancia que ambos sentían.
Tomó su mano para levantarse, y en ese mismo momento, sintió un pinchazo en el ojo tapado. Fue leve, pero punzante. Era la primera ve que le ocurría algo así, por lo que no pudo contener una mueca de dolor en un breve instante en el que tomaron contacto directo. Normalmente, no le hubiera dado la mano para nada, pero este ser que acababa de encontrar la inspiraba una extraña sensación de confianza. ¿Cómo describirlo? Tal vez, no se pueda... Es demasiado abstracto. En cuanto pudo, soltó la mano de él suavemente, deslizándola con total delicadeza.
Una vez se levantó, no tardó en ponerse bien. Después, se colocó la ropa que había quedado algo doblada y la sacudió un poco. Observó atentamente como el joven tomaba de nuevo su postura anterior, quedando esta vez erguido. Pues, no corta ni perezosa, procedió a tomar asiento al su lado derecho. Ya que se habían conocido tan repentinamente, no estaba de más tomar un rato en compañía. No quería caminar sola de nuevo sin rumbo alguno, ya lo hizo muchas veces.
- Siento el altercado. Y... Espero que no te importe tenerme a tu vera durante un ratito. A todo esto, ¿Qué hacías en este lugar alejado de todo ser consciente? - Preguntó sin pelos en la lengua. Puede que, posiblemente, no fuera la más indicada en decir eso.
Extraño. Para ella lo era. No obstante, algo la llamó la atención. Cuando alzó la cabeza para ver bien lo que había sucedido, se quedó estupefacta. El joven que acababa de ver, había quedado en ese preciso momento grabado en su mente. ¿Qué era esa extraña sensación que comenzaba a brotar en su interior? Quizá solo fuera cosa de la situación tan repentina que se originó, o solamente, eran imaginaciones suyas. Siendo como fuese, se sentía en cierto modo como imnotizada por aquel joven. No pudo apartar la mirada de los ojos de él. Es más, su expresión mostraba que ella misma estaba completamente sorprendida de lo que había encontrado.
Jamás se había encontrado con alguien como él. Su largo cabello del color de la nieve estaba danzando al son de la brisa que anteriormente gobernaba la mente de Katsura. Sus ojos del mismísimo color de la sangre, rojos cual rubí. Sus facciones que le daban un toque de madurez. Podía poner la mano en el fuego y sin miedo a equivocarse, al decir que este chico la dejó patidifusa en poco más de un aliento. Aunque por alguna razón que no alcanzaba a comprender, se sentía tan cercano...
En su pecho, su corazón comenzaba a palpitar con fuerza. Casi, podían escucharse esos latidos fuera de su cuerpo. Aquellos ojos del chico, hicieron que la joven de cabellos plateados comenzara a quedarse ensimismada. Creía hundirse en ellos, es más, posiblemente se hubiese ahogado de no ser por la voz del muchacho que la sacó de sus pensamientos.
- ... Uhm... No deberías decir esas cosas. Tú tampoco te has dado cuenta de mi presencia ¿No es así? También soy un espectro. Ambos estamos en la misma situación. Sé lo que se siente - Dijo suavemente tratando de dar un buen argumento, compartiendo el modo de vista del peliblanco. Justo depués, le dedicó una leve sonrisa esperando consolar levemente ese sentimiento de soledad y distancia que ambos sentían.
Tomó su mano para levantarse, y en ese mismo momento, sintió un pinchazo en el ojo tapado. Fue leve, pero punzante. Era la primera ve que le ocurría algo así, por lo que no pudo contener una mueca de dolor en un breve instante en el que tomaron contacto directo. Normalmente, no le hubiera dado la mano para nada, pero este ser que acababa de encontrar la inspiraba una extraña sensación de confianza. ¿Cómo describirlo? Tal vez, no se pueda... Es demasiado abstracto. En cuanto pudo, soltó la mano de él suavemente, deslizándola con total delicadeza.
Una vez se levantó, no tardó en ponerse bien. Después, se colocó la ropa que había quedado algo doblada y la sacudió un poco. Observó atentamente como el joven tomaba de nuevo su postura anterior, quedando esta vez erguido. Pues, no corta ni perezosa, procedió a tomar asiento al su lado derecho. Ya que se habían conocido tan repentinamente, no estaba de más tomar un rato en compañía. No quería caminar sola de nuevo sin rumbo alguno, ya lo hizo muchas veces.
- Siento el altercado. Y... Espero que no te importe tenerme a tu vera durante un ratito. A todo esto, ¿Qué hacías en este lugar alejado de todo ser consciente? - Preguntó sin pelos en la lengua. Puede que, posiblemente, no fuera la más indicada en decir eso.
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
La música es maravillosa, la auténtica música, aquella compuesta durante horas y horas con maestría. Donde todas las piezas, las notas, los compases e instrumentos fluyen a través del tiempo de la canción en perfecta armonía. Todos al mismo tiempo, pero no provocándose conflictos, mas bien completándose unos a otros para crear una pieza mayor y más perfecta. Así me sentía yo, junto a ella. Partes de la misma pieza, unidas a la perfección, sin hacer conflicto, para crear la melodía perfecta.
Era la primera no-viva que encontraba en todas las islas aparte de mí. Y por fin, durante unos segundos, fui capaz de disfrutar la enorme paz de no solo estar en soledad, sino de poder compartirla con alguien también.
Mientras la ayudaba a levantarse me dedicó unas palabras. Su voz era maravillosa, como la brisa de verano. Fría y muerta, pero al mismo tiempo, suave y acariciante, como si frotasen terciopelo en mis oídos. Aún quedaba parte del trance en mí, por lo cual no escuché bien parte de lo primero que me dijo. Así que tan sólo me dediqué a disfrutar esa maravillosa voz todo lo que duró. Era sin duda, no sólo el espectro, sino la persona más hermosa que había visto en toda la institución.
Me senté en el suelo, toda oportunidad de poder estar, aunque fuese una fracción de el más ínfimo de los instantes con ella valía la pena que cualquier otro momento en toda la eternidad. Fue ella quien volvió a romper el silencio, cosa que yo estaba esperando como la lluvia tras dos años de sequía. ¿Realmente ella quería estar conmigo? ¿Que razón tendría? Yo se más que nadie que no soy una persona cuya presencia agrade a los demás. Traté de no pensar en ello, quería disfrutar el momento. Me preguntó por qué había venido aquí, la respuesta era sencilla. Pero era ya tarde para darla seriamente, el éxtasis y la belleza se había apoderado de mi consciencia y el deseo de crear algo de una belleza comparable o al menos digna a la de la hermosa desconocida era ya irrevocable.
-¿La razón por la que estoy aquí?
Esto es un remanso de paz
y aunque miles de vidas haya
ninguna es capaz de hablar.
Mas, ¿quien eres tu, criatura,
y por qué a mi lado deseas descansar?
¿Consideras mi presencia
preferible a la soledad?-
Hacía mucho tiempo que no creaba poesía, y solía ser arriesgado hacerlo, algunos estudiantes ya me habían oído recitarla y mas de uno había retrocedido algún paso nada más oírme. Supongo que, incluso en una escuela de monstruitos, el concepto de "diferente" también existe.
Pero algo me decía que ella no era igual, que ella no odiaba el arte, aunque fuese improvisado y aficionado, salido de los delirios de un cadáver obsesionado con su existencia.
-Por cierto, mi nombre es Zeke, Zeke Almaz.- Y en ese preciso instante, los cielos se abrieron en mi mente y pude darme cuenta de que había estado siguiendo un dogma sin darme cuenta desde el primer minuto de mi existencia. Y ahora, por primera vez, confesé en voz alta una revelación que se me había sido mostrada por gracia del destino. -No sé de dónde viene el apellido, sinceramente.- Porque, pensándolo seriamente nací sin conocimiento alguno sobre la palabra. y jamás supe de dónde vino mi nombre, ni mi apellido. solo supe que los tenía. Tenía la esperanza de que, si algún día encontraba a mi adorada hermana, tal vez ella tuviera las respuestas a estos misterios que se apoderaban de mi vida.
Era la primera no-viva que encontraba en todas las islas aparte de mí. Y por fin, durante unos segundos, fui capaz de disfrutar la enorme paz de no solo estar en soledad, sino de poder compartirla con alguien también.
Mientras la ayudaba a levantarse me dedicó unas palabras. Su voz era maravillosa, como la brisa de verano. Fría y muerta, pero al mismo tiempo, suave y acariciante, como si frotasen terciopelo en mis oídos. Aún quedaba parte del trance en mí, por lo cual no escuché bien parte de lo primero que me dijo. Así que tan sólo me dediqué a disfrutar esa maravillosa voz todo lo que duró. Era sin duda, no sólo el espectro, sino la persona más hermosa que había visto en toda la institución.
Me senté en el suelo, toda oportunidad de poder estar, aunque fuese una fracción de el más ínfimo de los instantes con ella valía la pena que cualquier otro momento en toda la eternidad. Fue ella quien volvió a romper el silencio, cosa que yo estaba esperando como la lluvia tras dos años de sequía. ¿Realmente ella quería estar conmigo? ¿Que razón tendría? Yo se más que nadie que no soy una persona cuya presencia agrade a los demás. Traté de no pensar en ello, quería disfrutar el momento. Me preguntó por qué había venido aquí, la respuesta era sencilla. Pero era ya tarde para darla seriamente, el éxtasis y la belleza se había apoderado de mi consciencia y el deseo de crear algo de una belleza comparable o al menos digna a la de la hermosa desconocida era ya irrevocable.
-¿La razón por la que estoy aquí?
Esto es un remanso de paz
y aunque miles de vidas haya
ninguna es capaz de hablar.
Mas, ¿quien eres tu, criatura,
y por qué a mi lado deseas descansar?
¿Consideras mi presencia
preferible a la soledad?-
Hacía mucho tiempo que no creaba poesía, y solía ser arriesgado hacerlo, algunos estudiantes ya me habían oído recitarla y mas de uno había retrocedido algún paso nada más oírme. Supongo que, incluso en una escuela de monstruitos, el concepto de "diferente" también existe.
Pero algo me decía que ella no era igual, que ella no odiaba el arte, aunque fuese improvisado y aficionado, salido de los delirios de un cadáver obsesionado con su existencia.
-Por cierto, mi nombre es Zeke, Zeke Almaz.- Y en ese preciso instante, los cielos se abrieron en mi mente y pude darme cuenta de que había estado siguiendo un dogma sin darme cuenta desde el primer minuto de mi existencia. Y ahora, por primera vez, confesé en voz alta una revelación que se me había sido mostrada por gracia del destino. -No sé de dónde viene el apellido, sinceramente.- Porque, pensándolo seriamente nací sin conocimiento alguno sobre la palabra. y jamás supe de dónde vino mi nombre, ni mi apellido. solo supe que los tenía. Tenía la esperanza de que, si algún día encontraba a mi adorada hermana, tal vez ella tuviera las respuestas a estos misterios que se apoderaban de mi vida.
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
¿Por qué? ¿Por qué de todas las diferentes criaturas que existían en este inóspito lugar, tuvo que encontrarse con un ser espectral? ¿Es que estaban destinados a encontarse o solo era una mera burla del destino? Muchas. Muchas eran las preguntas que no encontraban respuesta en la mente de este espíritu errante que aún soñaba con saber lo que era la sensación de vivir. Admiraba a los humanos por ello, en su interior lo sabía. Hoy por hoy, no quería creer que de este extraño y repentino modo, hubiera dado respuesta a años de incertidumbre. No... Para ella no era creíble. Sino todo lo contrario, era algo más que eso... Inexplicable, más bien.
Aquel joven peliblanco, seguía los movimientos de la chica con total incertidumbre. Pareciera que no acababa de comprender a la joven. Sin embargo, ella tampoco rompía era círculo vicioso de incertidumbre. Parecían dos idos de la cabeza mirándose con tontuna el uno al otro. Todo era nuevo, y algo rompió el desbarajuste de pensamientos que ella portaba en su mente. Sus idas y venidas a su propio mundo mental inexistente que tanto solían ocurrir. En él, cada cosa tenía un sentido y un significado. Pero ahora, estaba todo desvanecido. La dejó patidifusa. ¿Acababa de nombrar el mismo apellido que ella portaba? ¿Era cierto o solo trataba de jugar con ella?. No, era imposible. Él no sabía quien era ella. Aunque no tardaría en descubrirlo.
"- No hay mucho que decir, me dejaste sin palabras.
Pero... Ante ese poema, no me dejo encandilar.
Estoy segura, de que ahora me atenderás,
Pues te diré algo que debes escuchar-"
Dijo Katsura intentando imitar a su compañero. - No soy muy buena en esto, pero quizá lo que te voy a decir te parecerá una locura más de las que habrás escuchado en esta existencia - Le miró fijamente a los ojos.
En este momento, ella calló. Quería crear un silencio para observarlo más de cerca. Se echó hacia delante, apoyando su mano cerca de la de él. Ahí estaba, mirándolo fijamente como si se hubiera quedado prendada. Los ojos son las ventanas al alma de las personas, y eso pasa muy a menudo con los espíritus. Cerciorarse de que no de equivocaba era su prioridad. De este modo, alzó la mano derecha al cabello del joven, y tomó un mechón dejandolo recorrer su mano hasta que este terminó y cayó de la palma en la que lo tenía sujeto.
- Eres tú. No hay duda para mí. Deja que hable, por favor. Almaz, has dicho que te apellidas y que no conoces su significado. Pues yo, soy aquella a la que has anhelado. Mi nombre es Katsura, y soy un alma que vaga en busca de su otra mitad. Aquello que no recuerdas, es lo único de lo que yo tengo consciencia. Y quizá sea una locura, pero ¿Qué no lo es en este mundo? Si bien he sabido, Almaz es nuestro significado. En un principio, estábamos juntos y casi fuimos corrompidos por la oscuridad del otro mundo como un diamante sin pulir. Ahora, quiero brillar como esa joya, a tu lado. Porque en este lugar, he hecho el mayor hallazgo. Algo de existencia frágil y vulnerable, pero igual de resistente. Pasa desapercibido en su forma más primitiva, pero está presente en el olvido del hombre, en lo más oscuro de ellos. En el lugar más recóndito, en sus deseos más terrenales. De ahí nacimos... ¿Lo has sentido, verdad? Dime que miento, que no soy aquello que buscas... Y me mentirás - Finalizó de aquel golpe de sinceridad.
Se encontraba siempre hablando con su dulce y apaciguadora voz, a esperas de que aquella voz que tanto penetraba en sus oídos, fuera escuchada por los mismos. Deseaba una respuesta, todo había que decirlo. No obstante, era demasiado para asimilar de una vez. Hasta a ella había necesitado un poco de tiempo. Y por más que fuera precipitado, llevaba demasiado tiempo esperándolo. Buscaba estar junto a su "hermano" por excelencia. Lo mantendría por siempre a su lado. No quería esperar más, esos instantes fueron intensos. Tragó saliva y cerró los ojos unos segundos, sin moverse de la postura anterior.
- Dímelo. Di mi nombre completo. Sabes quien soy, en realidad, siempre lo hemos sabido. Soy aquello que has querido tener a tu lado, que has ansiado encontrar, por lo que has estado en este mundo lleno de existencias efímeras... ¿Me recuerdas ahora? Porque este juego ha terminado... Te he encontrado - Dijo con un tono algo más intenso que el anterior.
Sonrió levemente esperando escuchar aquello que llevaba esperando por todo este largo período. "Nada será como antes" Pensó nada más terminar. Sin embargo, una lágrima brotó del ojo del color amatista de la joven, ese morado intenso y vidrioso que observaba con total afecto a Zeke. No lo pudo retener, quería permanecer impasible, pero tenía sentimientos. Era algo irremediable, ocurriría tarde o temprano.
Aquel joven peliblanco, seguía los movimientos de la chica con total incertidumbre. Pareciera que no acababa de comprender a la joven. Sin embargo, ella tampoco rompía era círculo vicioso de incertidumbre. Parecían dos idos de la cabeza mirándose con tontuna el uno al otro. Todo era nuevo, y algo rompió el desbarajuste de pensamientos que ella portaba en su mente. Sus idas y venidas a su propio mundo mental inexistente que tanto solían ocurrir. En él, cada cosa tenía un sentido y un significado. Pero ahora, estaba todo desvanecido. La dejó patidifusa. ¿Acababa de nombrar el mismo apellido que ella portaba? ¿Era cierto o solo trataba de jugar con ella?. No, era imposible. Él no sabía quien era ella. Aunque no tardaría en descubrirlo.
"- No hay mucho que decir, me dejaste sin palabras.
Pero... Ante ese poema, no me dejo encandilar.
Estoy segura, de que ahora me atenderás,
Pues te diré algo que debes escuchar-"
Dijo Katsura intentando imitar a su compañero. - No soy muy buena en esto, pero quizá lo que te voy a decir te parecerá una locura más de las que habrás escuchado en esta existencia - Le miró fijamente a los ojos.
En este momento, ella calló. Quería crear un silencio para observarlo más de cerca. Se echó hacia delante, apoyando su mano cerca de la de él. Ahí estaba, mirándolo fijamente como si se hubiera quedado prendada. Los ojos son las ventanas al alma de las personas, y eso pasa muy a menudo con los espíritus. Cerciorarse de que no de equivocaba era su prioridad. De este modo, alzó la mano derecha al cabello del joven, y tomó un mechón dejandolo recorrer su mano hasta que este terminó y cayó de la palma en la que lo tenía sujeto.
- Eres tú. No hay duda para mí. Deja que hable, por favor. Almaz, has dicho que te apellidas y que no conoces su significado. Pues yo, soy aquella a la que has anhelado. Mi nombre es Katsura, y soy un alma que vaga en busca de su otra mitad. Aquello que no recuerdas, es lo único de lo que yo tengo consciencia. Y quizá sea una locura, pero ¿Qué no lo es en este mundo? Si bien he sabido, Almaz es nuestro significado. En un principio, estábamos juntos y casi fuimos corrompidos por la oscuridad del otro mundo como un diamante sin pulir. Ahora, quiero brillar como esa joya, a tu lado. Porque en este lugar, he hecho el mayor hallazgo. Algo de existencia frágil y vulnerable, pero igual de resistente. Pasa desapercibido en su forma más primitiva, pero está presente en el olvido del hombre, en lo más oscuro de ellos. En el lugar más recóndito, en sus deseos más terrenales. De ahí nacimos... ¿Lo has sentido, verdad? Dime que miento, que no soy aquello que buscas... Y me mentirás - Finalizó de aquel golpe de sinceridad.
Se encontraba siempre hablando con su dulce y apaciguadora voz, a esperas de que aquella voz que tanto penetraba en sus oídos, fuera escuchada por los mismos. Deseaba una respuesta, todo había que decirlo. No obstante, era demasiado para asimilar de una vez. Hasta a ella había necesitado un poco de tiempo. Y por más que fuera precipitado, llevaba demasiado tiempo esperándolo. Buscaba estar junto a su "hermano" por excelencia. Lo mantendría por siempre a su lado. No quería esperar más, esos instantes fueron intensos. Tragó saliva y cerró los ojos unos segundos, sin moverse de la postura anterior.
- Dímelo. Di mi nombre completo. Sabes quien soy, en realidad, siempre lo hemos sabido. Soy aquello que has querido tener a tu lado, que has ansiado encontrar, por lo que has estado en este mundo lleno de existencias efímeras... ¿Me recuerdas ahora? Porque este juego ha terminado... Te he encontrado - Dijo con un tono algo más intenso que el anterior.
Sonrió levemente esperando escuchar aquello que llevaba esperando por todo este largo período. "Nada será como antes" Pensó nada más terminar. Sin embargo, una lágrima brotó del ojo del color amatista de la joven, ese morado intenso y vidrioso que observaba con total afecto a Zeke. No lo pudo retener, quería permanecer impasible, pero tenía sentimientos. Era algo irremediable, ocurriría tarde o temprano.
Katsura Almaz- Espectro
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Unidad, soledad, negación, indiferencia...
No.
Dualidad, compañía, aceptación, aprecio...
Se habían abierto en mí sensaciones olvidadas, muertas, casi desaparecidas. Los vivos siempre me habían inspirado mucha tristeza, siempre soñando con conseguir cosas que ni los más poderosos han alcanzado en este mundo, siempre presionándose y poniéndose metas que cumplir antes que el poco tiempo de su vida les haga incapaces de tomar puesto en ninguna otra acción. Yo sentía lo mismo, hasta hoy. Ya había logrado alcanzar mi meta, mi objetivo, mi final... o tal vez... mi nuevo comienzo. Era el momento de dejar de ser Zeke, para ser Almaz de nuevo.
Podría haber sido una mentira,
la hubiera creído.
Podría haber sido un error,
no me hubiera importado.
Podría haber sido una ilusión,
me hubiera encantado.
Pero no fue ninguna de esas. Era real, era ella, en toda su gloria, esplendor y belleza. Era mi hermana, no hacía falta ni certificarlo. Había tantas cosas que decir, que hacer, tanto por lo que pasar... Ahora ya nada sería igual. Ya no sería Zeke, el muerto sin nada que perder. Ahora era Almaz, el espectro con alguien a quien proteger por encima de todas las cosas. Y con eso, ya no importaba todo lo demás... salvo ella. Iba a protegerla, cuidarla, estar ahí cuando más lo necesitase, estar entre las sombras cuando ella quisiera soledad. Tratarla con cariño y cuidado, pues sabía con solo mirarla todo lo que había sufrido. Atacaría a quien la hiciese daño, retrocedería si ella se lo pedía, sacrificaría todo por ella, por difícil o imposible que fuese.
Ninguna palabra que yo conociese podría expresar todo lo que ocurría en mi en ese momento, así que no dije nada. Me limité tan solo a limpiar suavemente con un dedo con un dedo las lágrimas de ese precioso y brillante ojo que me miraba suplicándome que nunca más me apartase de su lado, y la guardé entre mis brazos, hundiendo mi rostro en su delicado hombro.
-K-Katsu...- Fue todo lo que pude decir.
La estreché un poco mas fuerte y me quedé disfrutando del momento en silencio. Tras diecisiete años, había merecido la pena.
No.
Dualidad, compañía, aceptación, aprecio...
Se habían abierto en mí sensaciones olvidadas, muertas, casi desaparecidas. Los vivos siempre me habían inspirado mucha tristeza, siempre soñando con conseguir cosas que ni los más poderosos han alcanzado en este mundo, siempre presionándose y poniéndose metas que cumplir antes que el poco tiempo de su vida les haga incapaces de tomar puesto en ninguna otra acción. Yo sentía lo mismo, hasta hoy. Ya había logrado alcanzar mi meta, mi objetivo, mi final... o tal vez... mi nuevo comienzo. Era el momento de dejar de ser Zeke, para ser Almaz de nuevo.
Podría haber sido una mentira,
la hubiera creído.
Podría haber sido un error,
no me hubiera importado.
Podría haber sido una ilusión,
me hubiera encantado.
Pero no fue ninguna de esas. Era real, era ella, en toda su gloria, esplendor y belleza. Era mi hermana, no hacía falta ni certificarlo. Había tantas cosas que decir, que hacer, tanto por lo que pasar... Ahora ya nada sería igual. Ya no sería Zeke, el muerto sin nada que perder. Ahora era Almaz, el espectro con alguien a quien proteger por encima de todas las cosas. Y con eso, ya no importaba todo lo demás... salvo ella. Iba a protegerla, cuidarla, estar ahí cuando más lo necesitase, estar entre las sombras cuando ella quisiera soledad. Tratarla con cariño y cuidado, pues sabía con solo mirarla todo lo que había sufrido. Atacaría a quien la hiciese daño, retrocedería si ella se lo pedía, sacrificaría todo por ella, por difícil o imposible que fuese.
Ninguna palabra que yo conociese podría expresar todo lo que ocurría en mi en ese momento, así que no dije nada. Me limité tan solo a limpiar suavemente con un dedo con un dedo las lágrimas de ese precioso y brillante ojo que me miraba suplicándome que nunca más me apartase de su lado, y la guardé entre mis brazos, hundiendo mi rostro en su delicado hombro.
-K-Katsu...- Fue todo lo que pude decir.
La estreché un poco mas fuerte y me quedé disfrutando del momento en silencio. Tras diecisiete años, había merecido la pena.
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Si, puede que fuera demasiado para asimilar de una sola vez. Puede que, a pesar de todo no fueran ellos dos los únicos portadores de ese apellido. Pero, ¿Qué mas daba? Si por fin podían centrar sus esperanzas, vanas anteriormente y ahora completamente reavivadas. Era, como una especie de tornado siendo alimentado por su núcleo. Ahora, efectivamente, podían sentirse completo el uno al otro. Tras largos años, podían disfrutar de un verdadero remanso de paz. Esta vez, les tocaba a ellos alardear de lo que esta extraña existencia que ellos eran, les daba.
No pudo decir más palabras. Katsura seguía completamente aturdida, pero no más que su hermano. Todo le pilló de sopetón. Pero ella ya había esperado mucho tiempo para tenerlo entre sus brazos, abrazarlo y acariciar su cabello. Reñirle, pelearse con él por tonterias. Compartir risas y llantos, tristeza y alegría. Todo era sumamente como un sueño, pero sin embargo, ahora era su realidad.
- Z-zeke... Yo... yo... - no pudo articular palabra. Todo este tema la superaba.
Derramó más lagrimas, pero por culpa del gesto del joven se vieron totalmente opacadas. Al momento de rozar la fría piel de ella para no dejar caer esa gotita salada que expresaba tantos sentimientos que tenía a flor de piel, no pudo evitar quedarse totalmente sorprendida. Era un bello gesto que nadie hizo por ella, jamás. Eso significaba más de lo que parecía para ella. La estaba consolando, no quería verla llorar.
- Si, soy yo... Aquí estoy - Dijo acabando en un susurro, pues el joven tomó la decisión de apoyarse en el hombro de la peliplateada, tomándola en un abrazo.
Ella correspondió ese gesto, también le envolvió entre sus brazos. Había querido siempre hacerlo. Tuvo envidia incluso de aquellos que podían estrechar entre sus brazos a sus hermanos o hermanas. Ahora, ella podía comprobar la sensación de calidez que ello aportaba. Sonrió tiernamente mientras lo terminaba de abrazar, rompiendo el momento de silencio en el que se vieron enfrascados.
- Siento la escenita, pero estoy feliz. Hay tanto que tenemos que contarnos y por hacer - Suspiró la joven algo entusiasmada, pero con suavidad, tal y como era su voz.
Se llevó sus manos al parche y bajó la mirada suavemente. Al parecer, ella era la única que tenía heterocromía. No obstante, algo extraño llamó la atención de la joven. ¿Y si ahora los separaban, y si eran rivales? Es decir, había cuatro casas en las que podían estar. ¿En cual estaría él? No podía ser, por fin ahora que estaban juntos... Esa fue la duda que ahora recorría su mente...
"Esta vez no, no nos separarán de nuevo"
No pudo decir más palabras. Katsura seguía completamente aturdida, pero no más que su hermano. Todo le pilló de sopetón. Pero ella ya había esperado mucho tiempo para tenerlo entre sus brazos, abrazarlo y acariciar su cabello. Reñirle, pelearse con él por tonterias. Compartir risas y llantos, tristeza y alegría. Todo era sumamente como un sueño, pero sin embargo, ahora era su realidad.
- Z-zeke... Yo... yo... - no pudo articular palabra. Todo este tema la superaba.
Derramó más lagrimas, pero por culpa del gesto del joven se vieron totalmente opacadas. Al momento de rozar la fría piel de ella para no dejar caer esa gotita salada que expresaba tantos sentimientos que tenía a flor de piel, no pudo evitar quedarse totalmente sorprendida. Era un bello gesto que nadie hizo por ella, jamás. Eso significaba más de lo que parecía para ella. La estaba consolando, no quería verla llorar.
- Si, soy yo... Aquí estoy - Dijo acabando en un susurro, pues el joven tomó la decisión de apoyarse en el hombro de la peliplateada, tomándola en un abrazo.
Ella correspondió ese gesto, también le envolvió entre sus brazos. Había querido siempre hacerlo. Tuvo envidia incluso de aquellos que podían estrechar entre sus brazos a sus hermanos o hermanas. Ahora, ella podía comprobar la sensación de calidez que ello aportaba. Sonrió tiernamente mientras lo terminaba de abrazar, rompiendo el momento de silencio en el que se vieron enfrascados.
- Siento la escenita, pero estoy feliz. Hay tanto que tenemos que contarnos y por hacer - Suspiró la joven algo entusiasmada, pero con suavidad, tal y como era su voz.
Se llevó sus manos al parche y bajó la mirada suavemente. Al parecer, ella era la única que tenía heterocromía. No obstante, algo extraño llamó la atención de la joven. ¿Y si ahora los separaban, y si eran rivales? Es decir, había cuatro casas en las que podían estar. ¿En cual estaría él? No podía ser, por fin ahora que estaban juntos... Esa fue la duda que ahora recorría su mente...
"Esta vez no, no nos separarán de nuevo"
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Un nuevo universo de sensaciones azotaba mi espectral depresión, desterrándola de mi materia y reemplazándola con emociones placenteras nunca sentidas por mí hasta ahora. Emociones que correteaban y jugaban dentro de mí, haciéndome víctima de sensaciones de bienestar y felicidad. Todas ella reían y chillaban en mi interior, repitiendo una vez tras otra "no la pierdas, no la decepciones...". Para luego continuar con sus chiquilladas y juegos.
No había ninguna clase de prisa, tenía la eternidad entera para disfrutarla con ella, pero algo me decía que incluso la eternidad se me haría corta. Que no debería perder ni un segundo, que era un desperdicio perder instantes de lágrimas cuando se podrían cambiar por momentos de sonrisa. Sí, la había encontrado, pero no quería encontrarla eternamente, quería "haberla encontrado", quería haber existido junto a ella, quería memorias que poder guardar de ella, quería... Venga, lo admito: Quería "vivir" junto a ella.
Levanté la cabeza de nuevo, no podía resistirme a mirarla una y otra vez, y cada vez que la volvía a mirar, más hermosa la encontraba. Su rostro estaba tan cerca del mío que nuestras narices, o mejor dicho, mi enorme narizota puntiaguda y su suave perfil de escultura, llegaban a rozarse. Dirigí mis ojos con cierta preocupación al parche que escondía lo que pudiera ser que le hubiera sucedido. ¿Tal vez le habían hecho daño, cuando el no pudo estar ahí para protegerla?¿Puede que fuese algo que tenía desde el principio? Quien sabe, pero no creía que este fuese el momento conveniente para preguntar.
Agarré su mano con suavidad, como si de porcelana se tratase, y lentamente me puse en pie, dirigiéndole una tierna mirada, cargada con toda la ilusión de poder estar con ella.
-Vámonos.- Comenté en última instancia. Sabía que ella lo entendería, que no era signo de enfado, ni de aburrimiento. Sabía que con solo esa palabra ella entendería todo lo que deseaba decir, el deseo de poder pasar tiempo juntos, de desarrollar la unión que el destino había sentenciado como la más fuerte sobre este universo, de... poder ser feliz, de una vez y por toda la eternidad, hasta el ocaso del universo.
Sabía que ella me entendería, porque de alguna manera... ella y yo éramos la misma persona.
No había ninguna clase de prisa, tenía la eternidad entera para disfrutarla con ella, pero algo me decía que incluso la eternidad se me haría corta. Que no debería perder ni un segundo, que era un desperdicio perder instantes de lágrimas cuando se podrían cambiar por momentos de sonrisa. Sí, la había encontrado, pero no quería encontrarla eternamente, quería "haberla encontrado", quería haber existido junto a ella, quería memorias que poder guardar de ella, quería... Venga, lo admito: Quería "vivir" junto a ella.
Levanté la cabeza de nuevo, no podía resistirme a mirarla una y otra vez, y cada vez que la volvía a mirar, más hermosa la encontraba. Su rostro estaba tan cerca del mío que nuestras narices, o mejor dicho, mi enorme narizota puntiaguda y su suave perfil de escultura, llegaban a rozarse. Dirigí mis ojos con cierta preocupación al parche que escondía lo que pudiera ser que le hubiera sucedido. ¿Tal vez le habían hecho daño, cuando el no pudo estar ahí para protegerla?¿Puede que fuese algo que tenía desde el principio? Quien sabe, pero no creía que este fuese el momento conveniente para preguntar.
Agarré su mano con suavidad, como si de porcelana se tratase, y lentamente me puse en pie, dirigiéndole una tierna mirada, cargada con toda la ilusión de poder estar con ella.
-Vámonos.- Comenté en última instancia. Sabía que ella lo entendería, que no era signo de enfado, ni de aburrimiento. Sabía que con solo esa palabra ella entendería todo lo que deseaba decir, el deseo de poder pasar tiempo juntos, de desarrollar la unión que el destino había sentenciado como la más fuerte sobre este universo, de... poder ser feliz, de una vez y por toda la eternidad, hasta el ocaso del universo.
Sabía que ella me entendería, porque de alguna manera... ella y yo éramos la misma persona.
Zeke Almaz- Espectro
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Re: Hasta que la muerte nos una {Priv. Katsura Almaz}
Ya todo estaba dicho. No quedaba nada que averiguar. Los ojos del joven, delataron sus sentimientos. Todo era como un cúmulo de emociones que bailaban al son de la locura en la mente de la joven espectro. Sin duda, este encuentro les marcaría para todo lo restante del tiempo que "vivirían" en este vasto mundo.
¿Qué sería? ¿Cómo se desarrollaría su relación? ¿Conseguirían seguir unidos? ¿O, por el contrario, estaban destinados a no volverse a ver nunca más? ¿Qué les deparaba el futuro? Eran demasiadas preguntas que en estos instantes no necesitaban respuesta. Así estaba bien. Miedo atras. Ya estaba todo tal y como ellos habían querido siempre. Puede que no fuese un encuentro muy apropiado, o quizá si. Pero eso no importaba. Ella estaba feliz de tenerlo entre sus brazos.
No obstante, un gesto del peliblanco la dejó algo confundida. Su mirada se dirigía a su parche. Era normal, no todo el muendo staba acostumbrado a ver a alguien con una indumentaria como esa. Era símbolo de mal presagio. En su pensamiento, circulaba lo siguiente: "Algún día lo sabrás, que mis ojos no son iguales. Y que por culpa de eso, era el centro de miradas y burlas" Si, eso la dejó algo marcada cuando era más pequeña. Y a causa de ello, seguía sintiendo miedo por lo que pudiera pasar. No quería llamar la atención de esa forma. Simplemente, no era de su agrado. Pero, eso era otro tema del que hablarían más adelante. Se lo contaría, sin lugar a dudas. Pero este no era el momento adecuado.
Se llevó una de las manos al parche, y devió ligeramente la mirada. Sabía lo que él pensaba al ver eso. Y por ahora, debía de mantener oculto aquello que era un tabú para sí misma. Sentía mucho preocuparlo de esa forma, pero por ahora, debía ser así. Algún día encontraría el coraje para quitarse el parche y salir con su tez descubierta. Pero actualmente, ese no era el caso.
Poco después, Zeke tomó su mano con suavidad, como si tuviera miedo de que se rompiera. Como si fuera de porcelana. Fue un gesto hermoso, lleno de afecto y delicadeza. Atónita, entornó los ojos y le miró de nuevo, percibiendo aquella sonrisa que hizo que correspondiera de la misma forma. Se levantó unos segundos depués de ese instante. Sus palabras, sonaron suaves y firmes. Algo que le agradaba realmente.
- Claro, vayámonos - Dijo mientras asentía a su proposición.
No obstante, el lugar era lo de menos. Hasta el mismísimo infierno sería soportable teniendo al lado a alguien que quisieras. Aunque por una vez, tenía algo que perder. Pero, ese era el precio a pagar pro tal sentimiento. Ahora, debería aprender a vivir con eso. con la idea, de que ya no estaba sola. De que ahora, por fin tendría a quien poder reñir, reír, llorar y compartir miles de momentos sin igual.
"La espera se me hizo eterna. Pero he conseguido mi premio al final. No hay mejor resultado que este"
Así, se dejó guíar de la mano de su hermano. La mano que ahora podía tocar. Aquella que por tanto tiempo, fue solo una ilusión. Zeke y Katsura, los hermanos Almaz. Quizá no fueran un gran ejemplo, pero así eran ellos. Y por ahora, estaban seguros de que las cosas serían mejor en compañía. ¿Quién podría negarles hago como eso?
¿Qué sería? ¿Cómo se desarrollaría su relación? ¿Conseguirían seguir unidos? ¿O, por el contrario, estaban destinados a no volverse a ver nunca más? ¿Qué les deparaba el futuro? Eran demasiadas preguntas que en estos instantes no necesitaban respuesta. Así estaba bien. Miedo atras. Ya estaba todo tal y como ellos habían querido siempre. Puede que no fuese un encuentro muy apropiado, o quizá si. Pero eso no importaba. Ella estaba feliz de tenerlo entre sus brazos.
No obstante, un gesto del peliblanco la dejó algo confundida. Su mirada se dirigía a su parche. Era normal, no todo el muendo staba acostumbrado a ver a alguien con una indumentaria como esa. Era símbolo de mal presagio. En su pensamiento, circulaba lo siguiente: "Algún día lo sabrás, que mis ojos no son iguales. Y que por culpa de eso, era el centro de miradas y burlas" Si, eso la dejó algo marcada cuando era más pequeña. Y a causa de ello, seguía sintiendo miedo por lo que pudiera pasar. No quería llamar la atención de esa forma. Simplemente, no era de su agrado. Pero, eso era otro tema del que hablarían más adelante. Se lo contaría, sin lugar a dudas. Pero este no era el momento adecuado.
Se llevó una de las manos al parche, y devió ligeramente la mirada. Sabía lo que él pensaba al ver eso. Y por ahora, debía de mantener oculto aquello que era un tabú para sí misma. Sentía mucho preocuparlo de esa forma, pero por ahora, debía ser así. Algún día encontraría el coraje para quitarse el parche y salir con su tez descubierta. Pero actualmente, ese no era el caso.
Poco después, Zeke tomó su mano con suavidad, como si tuviera miedo de que se rompiera. Como si fuera de porcelana. Fue un gesto hermoso, lleno de afecto y delicadeza. Atónita, entornó los ojos y le miró de nuevo, percibiendo aquella sonrisa que hizo que correspondiera de la misma forma. Se levantó unos segundos depués de ese instante. Sus palabras, sonaron suaves y firmes. Algo que le agradaba realmente.
- Claro, vayámonos - Dijo mientras asentía a su proposición.
No obstante, el lugar era lo de menos. Hasta el mismísimo infierno sería soportable teniendo al lado a alguien que quisieras. Aunque por una vez, tenía algo que perder. Pero, ese era el precio a pagar pro tal sentimiento. Ahora, debería aprender a vivir con eso. con la idea, de que ya no estaba sola. De que ahora, por fin tendría a quien poder reñir, reír, llorar y compartir miles de momentos sin igual.
"La espera se me hizo eterna. Pero he conseguido mi premio al final. No hay mejor resultado que este"
Así, se dejó guíar de la mano de su hermano. La mano que ahora podía tocar. Aquella que por tanto tiempo, fue solo una ilusión. Zeke y Katsura, los hermanos Almaz. Quizá no fueran un gran ejemplo, pero así eran ellos. Y por ahora, estaban seguros de que las cosas serían mejor en compañía. ¿Quién podría negarles hago como eso?
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