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♣It's time to take the helm {Priv.Mato}
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Jikan Highschool :: Papelera :: Papelera
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♣It's time to take the helm {Priv.Mato}
It's time to take the helm
And never give up! The goal is freedom!
Se rehusaba a empezar de cero. A pesar de las indicaciones de sus maestros, que perduraban en su memoria, jamás osaría abandonar los recuerdos de los seres queridos que habían alegrado su existencia. Quizás aquello le aportara momentos dolorosos, remembranzas plagadas de sufrimiento, desesperación y frustración, pero le seguirían perteneciendo. Continuaría siempre hacia delante con los instantes alegres y los lacerantes, junto a las retentivas gloriosas y las vulgares... Jamás se convertirían en una carga demasiado pesada, porque la pelicastaña se esforzaría al máximo por reunirse en un futuro cercano con aquellas personas que contribuyeron a que pudiera seguir siendo ella misma. Una sonrisa había sido gravada a fuego en su alma, y la luciría cuantas veces fuera necesaria para alegrarse y desprender felicidad a los que ahora eran sus camaradas. No iba a renacer como le habían aconsejado, evolucionaría partiendo de su base ya forjada por el tiempo.
Estaba ansiando que se produjera la confluencia de nuevo. Quería estrujar entre sus brazos los cuerpos de sus amistades, que de sus labios brotaran sinceras carcajadas que contribuyeran a fomentar la imagen bobalicona que algunos poseían sobre ella, que... ¡No! ¡No podía seguir torturándose con sus pensamientos del pasado eternamente! Estaba segura de que si luchaba por ello, podría integrarse en el campus como una más. Quizás no fuera más que una humana... ¡Pero ella sentía lo mismo que cualquier otra criatura! El primer paso de su transformación personal acababa de comenzar. ¡Una aventura la estaba aguardando al otro lado de la puerta! Así era, la pequeña estaba plantada ante la gran tabla de madera. Su mirada se posaba nerviosa sobre el manillar, vacilando sobre cual sería la mejor manera de adentrarse en su estancia. ¡Una primera imagen espectacular era necesaria!
Una compañera de habitación... ¿Significaba que de ahora en adelante su rutina estaba ligada a la de otro ser? Un ligero rubor tiñó sus mejillas, solo de imaginarse colaborando como lo había hecho con su mejor amiga en el ayer. Enseguida en sus labios se dibujó una brillante sonrisa que detonaba felicidad por el costado que se mirase. Su cuerpo se estremeció ligeramente ante la impaciencia que la carcomía lentamente. ¡Quizás tuviera su edad! Cientos de posibles imágenes circularon por sus pensamientos en un eterno segundo, algunas más afables que otras, pero en resumidas cuentas, los pros parecían inclinarse en la balanza mental que había fabricado a base de ilusiones. Una ligera gota de sudor helado le resbaló por la frente, mientras alzaba temerosa la extremidad derecha hacia el manillar. Ahora o nunca. Se adentró en el dormitorio como una exhalación manteniendo los párpados cerrados.
La sorpresa se abrió paso en sus venas nada más abrir sus hermosos orbes pardos. Una muchacha de edad notoriamente superior a la suya propia estaba sentada sobre el colchón. Las mejillas de la pequeña se cubrieron de un suave rubor, mientras se rascaba la coronilla con cierto nerviosismo.—Es una de las mayores... Pero que muy mayor...—Murmuró con una sonrisa inquieta. Jugueteó con el pliegue de su falda durante un incómodo momento, antes de arrimarse a la desconocida con un quedo paso que indicaba las ansias de comentar algo mas el ser incapaz de hacerlo. Apretó los puños en busca de valor, y completamente sonrojada exclamó en voz alta.—¡M-Mi nombre es Mikan Sakura! Tengo diez años. Me han dicho que iba a tener una compañera de habitación...—Trazó con el tobillo un círculo en el suelo, cruzando los brazos tras su espalda tratando de aparentar amabilidad. Tragó saliva con soberano esfuerzo, alzando nuevamente el rostro hacia la pelirrosa que acababa de conocer.—¡Espero que nos llevemos muy bien!—Dibujó en sus labios una bella sonrisa cordial y amistosa, inclinándose ligeramente hacia delante con curiosidad hacia la joven. ¿Qué le deparaba el futuro a la infante de ahora en adelante? Renacer era sencillo cuando se partía desde el principio, mas evolucionar, siempre requería ciertos sacrificios. Mikan renunciaría a lo prescindible con tal de cumplir sus metas... Y cuantos más camaradas recogiese por el camino, la diversión del trayecto aumentaría. Su historia, acababa de pasar a un nuevo capítulo. La hoja estaba en blanco, sin que ello implicara que las líneas anteriores fueran reemplazadas, solo faltaba empezar a escribir en ella. Siempre con pulso firme. Las dudas debían desaparecer.
Estaba ansiando que se produjera la confluencia de nuevo. Quería estrujar entre sus brazos los cuerpos de sus amistades, que de sus labios brotaran sinceras carcajadas que contribuyeran a fomentar la imagen bobalicona que algunos poseían sobre ella, que... ¡No! ¡No podía seguir torturándose con sus pensamientos del pasado eternamente! Estaba segura de que si luchaba por ello, podría integrarse en el campus como una más. Quizás no fuera más que una humana... ¡Pero ella sentía lo mismo que cualquier otra criatura! El primer paso de su transformación personal acababa de comenzar. ¡Una aventura la estaba aguardando al otro lado de la puerta! Así era, la pequeña estaba plantada ante la gran tabla de madera. Su mirada se posaba nerviosa sobre el manillar, vacilando sobre cual sería la mejor manera de adentrarse en su estancia. ¡Una primera imagen espectacular era necesaria!
Una compañera de habitación... ¿Significaba que de ahora en adelante su rutina estaba ligada a la de otro ser? Un ligero rubor tiñó sus mejillas, solo de imaginarse colaborando como lo había hecho con su mejor amiga en el ayer. Enseguida en sus labios se dibujó una brillante sonrisa que detonaba felicidad por el costado que se mirase. Su cuerpo se estremeció ligeramente ante la impaciencia que la carcomía lentamente. ¡Quizás tuviera su edad! Cientos de posibles imágenes circularon por sus pensamientos en un eterno segundo, algunas más afables que otras, pero en resumidas cuentas, los pros parecían inclinarse en la balanza mental que había fabricado a base de ilusiones. Una ligera gota de sudor helado le resbaló por la frente, mientras alzaba temerosa la extremidad derecha hacia el manillar. Ahora o nunca. Se adentró en el dormitorio como una exhalación manteniendo los párpados cerrados.
La sorpresa se abrió paso en sus venas nada más abrir sus hermosos orbes pardos. Una muchacha de edad notoriamente superior a la suya propia estaba sentada sobre el colchón. Las mejillas de la pequeña se cubrieron de un suave rubor, mientras se rascaba la coronilla con cierto nerviosismo.—Es una de las mayores... Pero que muy mayor...—Murmuró con una sonrisa inquieta. Jugueteó con el pliegue de su falda durante un incómodo momento, antes de arrimarse a la desconocida con un quedo paso que indicaba las ansias de comentar algo mas el ser incapaz de hacerlo. Apretó los puños en busca de valor, y completamente sonrojada exclamó en voz alta.—¡M-Mi nombre es Mikan Sakura! Tengo diez años. Me han dicho que iba a tener una compañera de habitación...—Trazó con el tobillo un círculo en el suelo, cruzando los brazos tras su espalda tratando de aparentar amabilidad. Tragó saliva con soberano esfuerzo, alzando nuevamente el rostro hacia la pelirrosa que acababa de conocer.—¡Espero que nos llevemos muy bien!—Dibujó en sus labios una bella sonrisa cordial y amistosa, inclinándose ligeramente hacia delante con curiosidad hacia la joven. ¿Qué le deparaba el futuro a la infante de ahora en adelante? Renacer era sencillo cuando se partía desde el principio, mas evolucionar, siempre requería ciertos sacrificios. Mikan renunciaría a lo prescindible con tal de cumplir sus metas... Y cuantos más camaradas recogiese por el camino, la diversión del trayecto aumentaría. Su historia, acababa de pasar a un nuevo capítulo. La hoja estaba en blanco, sin que ello implicara que las líneas anteriores fueran reemplazadas, solo faltaba empezar a escribir en ella. Siempre con pulso firme. Las dudas debían desaparecer.
Mikan Sakura- Humano
- Pareja : ¿A-Are? S-Soy muy joven para eso u///u
Orientación :
Inclinación :
Mensajes : 23
Puntos : 650
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: ♣It's time to take the helm {Priv.Mato}
Morgiana se situaba sentada sobre la cama de una habitación de tamaño modesto, lo suficiente para que hubieran dos camas en los extremos del pequeño espacio y dos diminutas mesas de escritorio entre ellas. Era un sitio cómodo, reconfortante, pero había algo que no encajaba en todo esto, y era la propia Morgiana la que desencajaba con el entorno. Sus ropas estaban levemente sucias, con algunos trozos rotos, debido a peleas con fieras, y además tenía en su pierna derecha la marca de unas garras que la habían atacado y habían dejado marca en ella, sin embargo lentamente iba desapareciendo gracias a la poca profundidad de las heridas. Tenía un aspecto levemente lamentable, y la razón de ello era que había estado tratando de llegar a aquella academia a pie para poder estar junto a Alibaba, su protegido. El trabajo había sido duro, había andado y nadado por largos kilómetros, y si no fuera por los grilletes mágicos que estaban anclados a sus pies, no hubiera podido pasar cierto escudo mágico que rodeaba la isla.
Pero gracias a eso ahora se encontraba ahí, junto a él, cuidándolo y protegiendo como ella solo sabía hacer. No era demasiado comparado con todos los guardias del instituto, pero ella necesitaba sentirse segura resguardando sus espaldas. Así podía dormir tranquila por las noches. A pesar de que le había causado problemas al joven mago cuando llegó, mojada, casi desmayándose por la falta de sueño y hambre, junto a una herida en la pierna, ver su sonrisa la había hecho sonreír, y ahora estaba en una habitación del hospedaje de humanos, donde residiría por las noches, claro está que por el día estaría junto a Alibaba en su clase, custodiándolo. Le preocupaba que le atacasen durante la noche, mas no le dejaban estar junto a él en la misma habitación ya que los humanos al parecer eran algo marginados allí, y debían estar en aquella casa alejada de las demás para no interrumpir a los "superiores" tomar su descanso, e incluso no ser atacados por ello...
En su regazo sostenía una armónica que había recogido del palacio donde había estado junto con Alibaba, la tocaba por las noches mientras en su mente recitaba las nanas de su abuela, le tranquilizaban y le recordaban que su casa seguía estando allí sea a donde fuera que estuviese, y que nunca la perdería. La guerra destrozó la mayoría de los territorios de Arabia, pero sitios como su país natal o el propio reino de Alibaba fueron salvados por los pelos. Los campos de cultivo fueron arrasados, muchos desaparecieron, murieron o fueron secuestrados como Morgiana, mas todo se arregló cuando la guerra acabó, gracias al rey Aladdin. Por tanto Morgiana había podido alejarse de Arabia e irse al instituto, estando todo en paz allí no necesitaban de su fuerza, y además su corazón le obligaba a estar junto al mago, si no, no podría vivir del todo bien.
Acercó la armónica a sus labios, y tocó una simple nota, un pequeño pitido que daría comienzo a una sinfonía suave que le recordaba a la sabana, cuando de pronto la puerta se abrió, y una niña con dos trenzas que le daban un aspecto dulce entró en la habitación. Morgiana abrió los ojos, observando a aquella chica actuar con nerviosismo, sosteniendo su falda y tomando acopio de valor para saludarse. Tras haber hecho eso la niña llamada Mikan, la árabe depositó la armónica sobre su cama y se levantó, para luego inclinarse frente a ella con la mano en el pecho- Un placer conocerla, Mikan-san. Puede llamarme Morgiana si lo desea. -aún en la misma posición, levemente inclinada con los ojos cerrados, prosiguió- Espero que podamos ser excelentes compañeras. -Una duda asaltó a su mente cuando pensó mejor en la situación al terminar de hablar. ¿Qué hacía una niña tan pequeña aquí? ¿No era demasiado peligroso para ella? Parecía débil e indefensa, una zebra lejos de su manada cerca de una manada de leones. Sumamente peligroso. Tal vez fuera como ella, muy fuerte y resistente, mas no la conocía del todo bien, por tanto debía indagar más. No por curiosidad, si no para el bienestar de la chica y su protección.
Pero gracias a eso ahora se encontraba ahí, junto a él, cuidándolo y protegiendo como ella solo sabía hacer. No era demasiado comparado con todos los guardias del instituto, pero ella necesitaba sentirse segura resguardando sus espaldas. Así podía dormir tranquila por las noches. A pesar de que le había causado problemas al joven mago cuando llegó, mojada, casi desmayándose por la falta de sueño y hambre, junto a una herida en la pierna, ver su sonrisa la había hecho sonreír, y ahora estaba en una habitación del hospedaje de humanos, donde residiría por las noches, claro está que por el día estaría junto a Alibaba en su clase, custodiándolo. Le preocupaba que le atacasen durante la noche, mas no le dejaban estar junto a él en la misma habitación ya que los humanos al parecer eran algo marginados allí, y debían estar en aquella casa alejada de las demás para no interrumpir a los "superiores" tomar su descanso, e incluso no ser atacados por ello...
En su regazo sostenía una armónica que había recogido del palacio donde había estado junto con Alibaba, la tocaba por las noches mientras en su mente recitaba las nanas de su abuela, le tranquilizaban y le recordaban que su casa seguía estando allí sea a donde fuera que estuviese, y que nunca la perdería. La guerra destrozó la mayoría de los territorios de Arabia, pero sitios como su país natal o el propio reino de Alibaba fueron salvados por los pelos. Los campos de cultivo fueron arrasados, muchos desaparecieron, murieron o fueron secuestrados como Morgiana, mas todo se arregló cuando la guerra acabó, gracias al rey Aladdin. Por tanto Morgiana había podido alejarse de Arabia e irse al instituto, estando todo en paz allí no necesitaban de su fuerza, y además su corazón le obligaba a estar junto al mago, si no, no podría vivir del todo bien.
Acercó la armónica a sus labios, y tocó una simple nota, un pequeño pitido que daría comienzo a una sinfonía suave que le recordaba a la sabana, cuando de pronto la puerta se abrió, y una niña con dos trenzas que le daban un aspecto dulce entró en la habitación. Morgiana abrió los ojos, observando a aquella chica actuar con nerviosismo, sosteniendo su falda y tomando acopio de valor para saludarse. Tras haber hecho eso la niña llamada Mikan, la árabe depositó la armónica sobre su cama y se levantó, para luego inclinarse frente a ella con la mano en el pecho- Un placer conocerla, Mikan-san. Puede llamarme Morgiana si lo desea. -aún en la misma posición, levemente inclinada con los ojos cerrados, prosiguió- Espero que podamos ser excelentes compañeras. -Una duda asaltó a su mente cuando pensó mejor en la situación al terminar de hablar. ¿Qué hacía una niña tan pequeña aquí? ¿No era demasiado peligroso para ella? Parecía débil e indefensa, una zebra lejos de su manada cerca de una manada de leones. Sumamente peligroso. Tal vez fuera como ella, muy fuerte y resistente, mas no la conocía del todo bien, por tanto debía indagar más. No por curiosidad, si no para el bienestar de la chica y su protección.
Morgiana- Humano
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