¿Te conozco de algún lado, verdad? {Privado. Asuka}

Aquella era una fría mañana en la academia Jikan. Mari había llegado ya hacía unas horas al complejo con sus maletas… si era sincera consigo misma, las expectativas que tenía en sí misma de la institución no eran muchas, y sin llegar mucho más allá, le aburrían bastante las actividades escolares en general, aunque durante su vida desarrolló la costumbre de adaptarse a todo tipo de cosas, sean estas buenas o malas… Siendo la vida escolar, a sus ojos, una de estas últimas.

El sol en lo alto apenas y daba calor a quienes caminaban debajo de aquel imponente astro… sin embargo, la joven makinami se encontraba increíblemente acalorada, principalmente debido a su hiperactivo modo de comportarse… corría de un lado a otro, buscando donde dejar sus cosas en el lugar el cual le habían dicho era su habitación… No eran muchas cosas en general, más solo se había traído consigo misma un par de cosas que ella consideraba importantes, todas estas en una gigante caja, la cual tuvo que dividir en cuatro más pequeñas para llevarlas a sus aposentos… Al finalizar su último viaje, soltó un fuerte suspiro a modo de descanso, tomando asiento en su cama revoltosamente, para luego mirar la hora, apresurándose a cambiarse al uniforme escolar para encaminarse rápidamente hacia el lugar donde comenzaban las clases…

Le tocó sortear muchos obstáculos de camino, más sin embargo, y a la mitad de toda aquella carrera, fue interceptada por un funcionario de la escuela, regañándole y pasando por alto aquella falta por ser su primera vez en la escuela… Debido a todo ello, terminó llegando tarde a lo que sería su primer día de clase…

Al llegar al lugar donde debían comenzar sus clases, tocó la puerta con sus nudillos, esperando los pasos del profesor hasta quedar en frente del mueble, abriendo este para sonreírle amablemente a la chica, pidiéndole pasar… Estaba salvada al menos, de momento, puesto que el tipo parecía ser una buena persona. Caminó a paso lento hacia dentro de aquel salón, solo para encontrarse con las caras de muchas personas en dirección exactamente donde estaba ella…

-¿Su nombre?

-Mari Makinami Illustrous, profesor.

Clamó la chica en un tono increíblemente suave, sonriéndole amablemente a este para intentar aminorar su tardía llegada.

-Bien…

El profesor se levantó de su silla esta vez, tomando a mari con firmeza a la altura de los hombros para guiarle hasta el centro del salón.

-Denle un saludo a su compañera nueva, Mari… porfavor, denle una cálida bienvenida a ella.

Clamó el profesor mientras sonreía amablemente para el curso, sonando un “Hola mari” increíblemente aburrido de parte de todos los compañeros. La chica se apresuró a recibir la orden del profesor… Tomar asiento en el último asiento libre del salón que quedaba… Allí al rincón de la pared derecha, al lado de la ventana se encontraba una chica de cabellos rojizos, con un par de coletas, utilizando el mismo uniforme que ella… a un costado de ella, se encontraba el único asiento libre del salón… ¿Quién sabe por qué? Se preguntó a sí misma mientras tomaba asiento animosamente en aquel lugar…

Miró atentamente a la chica, mientras se inclinaba hacia ella para hacerle un claro gesto de “Hola” con su mano diestra, mostrándole una increíblemente amable sonrisa a ella…

-Ohayo! Mi nombre es Mari Makinami, y soy nueva en este curso, ¡Espero seamos amigas! ¿Vale?

Era una soleada mañana, siendo la temperatura más bien baja como se acostumbraba ver en aquella temporada otoñal en la que se encontraban. No es que este hecho molestara del todo a la pelirroja quien  odiaba el frío y las lluvias, sin embargo, su ánimo parecía andar por los suelos, algo común de ver en ella sobre todo por aquellos que la conocían más tiempo.
Aquel día podía considerarse su ingreso oficial a aquella academia, en el cuál simplemente se había limitado a ordenarle tanto al personal del lugar como al propio que sus cosas fueran puestas en la habitación apartada para ella, por lo que esta era la primera vez que la mitad alemana pisaba los territorios de Jikan realmente.

El día apenas empezaba, y junto con éste, las clases de los de tercer año, curso al cual había sido inscrita Asuka por su edad en ese momento. La pelirroja caminaba a paso firme en dirección al salón que le correspondía, algo tarde debido a algunos pequeños “contratiempos”, como perderse en aquel enorme lugar o distraerse en pequeñas tiendas de dulces que se hallaban en el interior de la academia.

“Sala 12, sala 12”- Repetía en su mente a medida que paseaba por el pasillo, ojeando los números de los salones que estaban distribuidos a lo largo de ese sector. Un pequeño letrero sobresalía al final del pasillo, calzando perfectamente con el lugar que Asuka ansiaba encontrar. Una vez frente a la puerta, golpeó fuertemente ésta con sus nudillos, esperando que alguien le abriese. No había respuesta. ¿Por qué si llevaba un par de minutos ahí nadie se había dignado a hacerla pasar? Con su humor empeorando a cada segundo, la pelirroja terminó por poner su mano derecha sobre  el plomo de la puerta y abrirla mediante un brusco movimiento, haciendo bastante ruido con su actuar, por lo que todas las personas que habitaban aquel salón incluyendo al profesor, voltearon a mirar a la muchacha parada en el umbral de la puerta.

Con su clásica expresión malhumorada, la joven fijó su penetrante mirada en la del profesor, quien parecía  intimidado por la presencia de la pelirroja.

-E-eh…. ¿Su nombre, señorita? – La voz del profesor a cargo se escuchaba algo nerviosa, notándose más aún en aquel total silencio que podía sentirse en el salón.

-Asuka Langley Soryuu.- Contestó apenas la pregunta del contrario se había formulado, utilizando un tono de voz frío, que hacía un perfecto juego con la mirada que poseía en aquel instante.

-Uh… - El profesor rebuscó la lista entre los papeles dispuestos sobre su mesa, botando sin querer unos cuantos debido a sus torpes movimientos, dando finalmente con su papel requerido- ¡Ah, sí! Acá está. Bienvenida señorita Langley, por favor preséntese frente a sus compañeros y luego tome asiento para reincorporarse a la clase, por favor- Agregó en un tono más calmado y cordial, sonriéndole a la chica que aún se encontraba en el umbral de la puerta.

Un pequeño suspiro escapó de los labios de Asuka, molesta por aquella a su parecer, innecesaria costumbre que tenían los orientales para dar la bienvenida. De mala gana, la muchacha se paró frente al resto de sus compañeros para observarlos a todos de manera intimidadora. Por un segundo, el silencio reinó durante todo el salón, creando un ambiente totalmente incómodo para todos los que ahí se encontraban. Pero la pelirroja pretendía acabar con aquella tensión, aunque no precisamente para bien -No perderé mi tiempo presentándome frente a personas insignificantes como ustedes. Lo único que deben saber de mí, es que mientras no me molesten, estarán bien… Aunque no lo aseguro.- Clamó con voz segura y fuerte, caminando en dirección a un asiento vacío que se encontraba al final de la sala, justo al lado de la ventana.
No le interesaba crear lazos. No le interesaba ser querida. Siempre había actuado así frente a los demás, estando segura bajo la dura coraza que se había encargado de construir a través de los años.
Un ambiente de incomodidad aún reinaba en ese lugar, mientras Asuka ignoraba completamente la clase, apoyando su cabeza sobre su mentón para apreciar mejor la vista que la ventana a su lado le proporcionaba. Por suerte para los demás, la intromisión de una  alta castaña terminó por librar el ambiente de la esa tensión. La pelirroja observó como esa mujer se adentraba al salón, desbordando energía y alegría. Sus orbes se entreabrieron a medida que la observaba con mayor cuidado. Ese cabello castaño tomado en una coleta, esos lentes color rosa y bajo éstos, unos grandes ojos azulados. La conocía, de algún lado la conocía.

Por un segundo, el tiempo pareció detenerse para Asuka, quien fue invadida por los recuerdos de aquel campamento de verano. Una niña solitaria quien sufría del rechazo de sus compañeros y…
“…Mari….”- Pensó la mitad alemana al mismo tiempo que la castaña pronunciaba su nombre frente a ella. Esa típica actitud alegre que conocía, la estaba repitiendo frente a sus ojos nuevamente ¿acaso ella la recordaría? Espera, ¿por qué estaba tan emocionada en aquel momento? Mari parecía no saber que se trataba de ella, así que existía la posibilidad de que la estuviese confundiendo, después de todo, el hecho de que su única amiga de la infancia fuese a parar a su misma academia, era casi imposible, ¿no?

Negó con la cabeza un segundo, antes de volver a apoyar su mentón sobre la palma de su mano derecha -No me molestes.- Agregó , intentando ser lo más cortante posible con aquella mujer.

-Silencio, niñas- Gritó el profesor desde el otro extremo de la sala, mientras continuaba con su clase introductoria de cálculo.
En la mente de Asuka, los recuerdos parecían aflorar con mayor rapidez a medida que el tiempo pasaba, siendo uno particularmente fuerte en aquel momento -”Chan”- Musitó en voz alta, como si aquel recuerdo, impactara lo más profundo de su helado corazón.

La muchacha pelirroja que se encontraba en frente de sí misma era ciertamente alguien imponente, al parecer, puesto que al decirle aquellas palabras, su semblante se encendió de inmediato, terminando por recibir aquel bofetón de parte de la actitud de la chica que tenía en frente de inmediato… Realmente no lo entendía del todo, aquella mirada enfadada… ese ceño fruncido, toda esa actitud arisca… era algo que mari ciertamente consideró adorable a la brevedad… encantada, contestó a aquel punto final volviendo a eregir su voz, pasando totalmente del profesor en aquel momento, el cual les había hecho callar hacía ya unos segundos atrás. Nee chica… ¿Cómo t- Agregó con aquella misma radiante expresión para ella, como si el mismísimo sol acompañase a la chica en sus acciones… más al repetir aquella última palabra se quedó en silencio durante unos segundos… “Chan” fue lo que le replicó en medio su discurso… un tanto contrariada, se quedó en silencio durante un tiempo… el discurso del profesor seguía en lo profundo del pasillo mientras mari se quedaba mirando fijamente a los ojos a asuka… como esperando una respuesta por aquellas palabras… puesto que en absoluto ella misma se explicaba a lo que se refería aquella muñeca pelirroja. ¿Are, qué es eso? Fueron las palabras escogidas de parte de mari para romper aquel incómodo silencio que reinaba entre ellas en el instante, acompañando a esto, la chica ladeó con suavidad su cabeza un tanto, gesto que acostumbraba a realizar en las ocasiones que se encontraba confundida acerca de ciertos hechos, así mismo, se llevó su mano diestra hacia su nuca, sobándose esta con suavidad con la palma de su mano, saliendo de parte de ella un par de suaves risitas. Heh… gomen~e… pero no entiendo a qué te refieres, chica… en absoluto. Al parecer mari no tenía recuerdo alguno de parte de aquella chica… si bien mari era una mujer que parecía bastante atenta para los demás, su memoria realmente no era del todo privilegiada...

Un grupo de niños que se encontraban cerca de ellas comenzó a cuchichear palabras mientras ambas chicas conversaban en aquella escena… ¿De qué estarían hablando? Se preguntó a sí misma, desviando su atención durante unos instantes de la chica que se encontraba en frente de ella… “Escuché que esa chica Pelirroja es una idiota que rechaza a todos y a todos… tiene la actitud más desagradable que has visto en tu vida” … más al escuchar un par de risas viniendo de ellos, acompañada de aquellas insensatas palabras, mari frunció el ceño, dando un salto de su silla para golpear con suavidad con sus piernas la mesa en la que se encontraban. Miró atentamente al grupo de los chicos, elevando su dedo índice para hacer valer su patente sentido de justicia en aquel instante. ¿Qué se creen para decir tal cosa de esta chica, acaso la conocen del todo? Clamó mari mientras miraba de manera despectiva a aquellas personas… el semblante de mari en los instantes en los que estaba enfadada daba un giro de 180 grados… y si bien comúnmente era una chica bastante amable para con todos, el que se atrevieran a levantar calumnias sobre una chica de manera tan airosa era algo que le desagradaba muchísimo. Porfavor, señorita Makinami… vuelva a su asiento. Clamó el profesor intentando calmar a la chica… la cual accedió a la razón y asintió ante el profesor, haciendo una suave reverencia en frente de este a modo de disculpas por lo recién sucedido.

Su mirada volvió a clavarse en los ojos azulados de Asuka… aquella mirada tan firme y decidida… acompañada de un candente fuego que envolvía la figura de aquella chica… era algo que no podía sacarse de la cabeza, y si bien no podía decir en absoluto de buenas a primera que aquella chica le agradaba, sí le causaba bastante intriga su actitud arisca… como la de un gato acorralado… ¿Qué podría provocar algo así? Nee… lo siento chica… no pretendía ser molesta… pero realmente me molesta que digan cosas así de alguien sin conocerle… Aún sigo pensando sinceramente en que podemos llegar a llevarnos bien… La mirada de mari esta vez soltó una amable risita en frente de la chica… mientras se apoyaba con suavidad con su puño a la mesa, clavando su mirada en aquella muchacha… invadiéndole con la mirada.

Las preguntas formuladas por la contraria más la actitud que parecía tener frente al recuerdo de Asuka, decepcionaron bastante a la pelirroja, quien por más que observaba a la castaña, más segura estaba de su identidad y de que ella era la protagonista de aquellas imágenes del pasado que invadían su mente. La conclusión de la mitad alemana no se hizo esperar, aunque el admitirlo sólo provocaba un sentimiento extraño en Asuka, una mezcla de decepción y ansiedad: Mari la había olvidado. No, no era que la pelirroja estuviese extrañada por aquel hecho, muchas personas habían pasado por su vida, y ella había pasado por muchas vidas antes, pero nunca había marcado alguna al punto de ser digna de ser recordada ¿no era así?

Por un segundo, Asuka dejó ver la decepción de aquel momento en su rostro, notándose una expresión particularmente vacía, rara de ver en la ojiazules. Su encontraba absorta en sus pensamientos, vagando entre recuerdos y sentimientos que la invadían en aquel momento, cuando un ruido la trajo de vuelta a la realidad. Sí, ese ruido le era familiar. Cuchicheos del resto que se tomaban la libertad de juzgarla como si la conocieran completamente. No es como si se equivocaran al describir su actitud, pero no tenían derecho a juzgar el porqué de sus acciones. Por suerte, Asuka había aprendido a lidiar con aquellos comentarios, siendo capaz de ignorarlos e impedir que estos le llegaran a afectar si quiera. Pero había alguien que no sabía esto último.

Las orbes azules de la muchacha se centraron en su compañera castaña, quien, sin conocerla si quiera, había salido en su defensa frente a los juicios que emitía el resto. Su semblante parecía haber cambiado, mostrándose como alguien diferente a quien se hubiese imaginado la pelirroja.

“¿Por qué?...”- Esa pregunta se repetía en su mente, siendo incapaz de encontrar una respuesta satisfactoria. “No importa. No necesito que nadie los acalle. No necesito ser protegida por nadie. No necesito a nadie.”- Repitió una vez para sus adentros, evitando por completo que aquella escena influyera en la opinión que Asuka poseía de la castaña. No bastó mucho tiempo para que el profesor regresara el orden a aquel particular salón, ordenándole a la muchacha que volviera  a su asiento.

Las palabras pronunciadas por Mari por alguna razón irritaban a la muchacha. Detestaba que la hubiese olvidado, y detestaba el hecho de que eso le afectase.
Se separó levemente de la mesa, metiendo ambas manos en los bolsillos de la chaqueta de su uniforme, la cual se apegaba bien a su cuerpo, mostrando lo bien trabajado que estaba éste, y el escaso busto que poseía. En una actitud un tanto rebelde, inclinó su silla hacia atrás para que ésta se apoyase en contra de la pared, balanceándose con suavidad, con una actitud un tanto despreocupada.

-No te metas en mis asuntos. Lo que digan un par de mocoso inútiles no me interesa en lo más mínimo, así como tampoco me interesa tu opinión sobre mí.- Agregó la mitad alemana con un tono tosco de voz, sin duda, su trato hacia ella se veía particularmente influenciado por el craso error que había cometido la muchacha al olvidarse de su anterior encuentro. Los azules orbes de Asuka se fijaron en la ventana, observando cómo las nubes parecían abrazarse y cambiar de color. Una lluvia parecía acercarse a toda velocidad. Si había algo que la pelirroja odiaba realmente, eran las tormentas. Sin notarlo, dejó escapar un suave suspiro, mientras su mirada se perdía en aquel odioso panorama que podía apreciarse desde aquel lado del cristal.

Aquella última reacción de parte de la pelirroja simplemente terminó por sacarle un tanto más de su intriga por conocer más a aquella muchacha… en definitiva, se encontraba en frente de una muchacha que irradiaba un enorme muro para las demás personas… no era que mari fuese una masoquista en absoluto, simplemente era una mujer curiosa, y con un inmenso gusto por las personas con esas características, puesto que principalmente a lo largo de su vida se había encontrado con personas que eran sumamente afables para con ella… si era sincera consigo misma, no era en absoluto que le desagradaran aquel tipo de situaciones, puesto que mari era alguien quien se destacaba por disfrutar muchísimo la compañía de amigos y conocidos… más sin embargo no era en absoluto capaz de sentirse atraída por alguien que le tratase de esa forma… sin embargo, aquella mirada totalmente arisca, aquella contención que la mitad alemana ponía a disposición de mari, era algo que ciertamente le atraía…

Asintió ante sus palabras, simplemente cerrando su mirada de manera sumisa y cálida, como acostumbraba a realizar en la mayoría de las ocasiones… La clase continuó esta vez su curso normal, el profesor al parecer había fijado su cátedra en aquel tiempo era una introducción a cálculo. Mari simplemente se limitó a atender a la clase del profesor, prestándole lo máximo de su atención… sin embargo, al momento de intentar guardar nota llevó sus manitas hacia su mochila, la cual, y de manera no sorprendente en absoluta, sacó una gatita, la cual era su verdadero bolso… un tanto complicada, metió su manita dentro de este, buscando en él su lápiz… aunque no tuvo demasiado éxito en aquella travesía… “Shimatta” Pensó para sí misma mientras abría con desdén el bolso de par en par… Al darse cuenta de que probablemente lo había dejado en casa… cerró su bolsito, el cual al cerrarlo soltó un delicado maullido, casi imperceptible para su suerte en la clase… Puesto que no podría guardar las materias dentro de su cuaderno… Se quedó mirando al profesor durante bastante tiempo… más luego de un rato bastante corto, y como de costumbre, terminó por aburrirse y soltar un fuerte bostezo… ahogó este posando su mano diestra en sus labios, evitando así el ser demasiado grotesca con aquel gesto…Un tanto aburrida, se movió un tanto hacia el costado, apoyando sus codos en la mesa mientras apegaba sus mejillas en contra de sus puños… miró en dirección a su izquierda, donde la muchacha pelirroja estaba… -Nee nee… ¿estás ocupada? Susurró cerca de la muchacha mientras le invadía con su mirada, dejando que una expresión felina recubriese su rostro esta vez. -¿Sabes? Toda esa actitud que tienes, chica… es como si fueses una princesa… ¿Qué te parece si lo adopto como tu sobrenombre? Te molestamos los plebeyos~ Dijo mientras soltó una delicada risita para la muchacha, inclinándose un tanto más hacia la chica, invadiéndole con su mirada… el cuerpo de la muchacha era ciertamente delicado… como si de una muñeca se tratase.. sus facciones faciales eran delicadas y sumamente femeninas, mientras sus cabellos eran lisos y rojizos… su cuerpo era increíblemente frágil… como si se fuese a romper con apenas el tacto, más sin embargo, aun así era capaz de sostenerse en frente de ella con tal actitud tan impávida.

-¿Vas a hacer algo después de esta clase? Parece que va a llover, ohime… Clamó la muchacha mientras desviaba su mirada hacia la ventana, encontrándose con los inmensos nubarrones que comenzaban a acumularse en el firmamento. Mari suspiró con suavidad, puesto que no le gustaba del todo mojarse, pero probablemente aquello duraría poco… quien sabe. El profesor terminó la clase luego de unos segundos, dándole pie a los alumnos para que pudiesen emprender por primera vez su llegada a sus respectivas habitaciones de manera oficial.

Su mirada se encontraba perdida en el cielo. Una mirada fría y penetrante, acompañada de un típico ceño fruncido adornando su rostro, como si buscase con aquella actitud espantar a las nubes y darle paso a un día soleado. La atención de la mitad alemana estaba fija en el exterior, despreocupándose por completo de la clase que era impartida por  aquel profesor. Los años en internados, y la calidad de profesores que había tenido anteriormente le permitían a Asuka darle ese lujo, puesto que se encontraba bastante avanzada en sus materias, y con una excelente base anterior. Sin duda, la muchacha sobresalía académicamente, tanto por sus notas como por su capacidad atlética, siendo casi perfecta en ambas materias. “Debo ser la mejor en todo. El único rival capaz de vencerme soy yo misma” solía repetirse a sí misma a diario, siendo dominada por un increíblemente fuerte espíritu de auto superación. Aunque también era cierto, que la joven solía menospreciar a todos los seres a su alrededor, poniéndose a sí misma sobre ellos en todo ámbito.

Inclinando su silla hacia adelante, la pelirroja terminó por cruzar sus brazos a la altura de su escaso pecho, fijando su mirada esta vez en la pizarra que tenía en frente, buscando de cierta manera, ignorar la lluvia que se avecinaba. Pero un pequeño movimiento a un costado de ella logró captar su atención de manera más significativa que la explicación de su profesor. Pretendiendo no darle importancia, la chica comenzó a mirar de reojo a la castaña, observándola en su odisea por encontrar un simple lápiz. Rodó los ojos en un signo de desagrado por semejante actuar tan despreocupado y desbordante de energía que acostumbrada tener. ¿Acaso siempre era así de irritante? Definitivamente la idea de saltarse clases con tal de evitar a aquella mujer se volvía más atractiva para la pelirroja, quien mostraba de forma evidente su pésimo estado anímico a través de la ruda expresión que su fino y pálido rostro poseía.

No pasó mucho tiempo antes de que un factor aún más irritante la molestase; una suave voz, casi como un maullido, cuyo origen tenía bastante claro. -Para ti si estoy ocupada.- Bufó a la brevedad cuan gato arisco, cruzando con más fuerza sus brazos -¿Princesa?- Repitió. Su mirada se suavizó un poco a medida que se centraba en aquella mujer. Una escena volvió a invadir su mente, como si de un deja vú se tratase. Ese sobrenombre, le había sido otorgado con anterioridad por una dulce niña que buscaba animarla. Sin duda, en aquella ocasión ese hecho había sido capaz de sacar una amplia sonrisa en la infanta Asuka, pero estaba claro de igual manera, que ella ya no era esa pequeña. -¿Qué me parece?- Guardó silencio por un minuto, mientras entrecerraba su mirada en señal de indiferencia para con Mari  -Ridículo. No soy una princesa. Y no recuerdo haberte dado la libertad para ponerme sobrenombres.- Gruñó nuevamente de manera agresiva, cortante, mientras dirigía su mano derecha hacia su cabello, apartando un travieso mechón que se había colado en su rostro, causándole una sensación molesta en aquel lugar.

La insistente pregunta que realizaba la castaña resonó por unos segundos en la cabeza de Asuka ¿Qué haría? No tenía ganas de nada. Mucho menos actividades que requirieran el contacto con otras personas. La clase había concluido, y todos los estudiantes quedaban libres durante el día, de forma excepcional por el primer día de clases.

De forma algo brusca, la mitad alemana se echó la mochila al hombro derecho, poniéndose de pie para observar, por un segundo, la odiosa expresión alegre que la castaña aún mantenía, mirándole desde arriba con un aire arrogante. -Lo que haga o no, no es de tu incumbencia…- Calló por una fracción de segundo, que en aquel contexto pareció ser varios minutos, mirando con detalle los anteojos de la mujer -….cuatro ojos.- Terminó por añadir a modo de provocación , quizás, para la contraria, a medida que se disponía a caminar por el salón en dirección a la puerta, pasando a golpear a un chico en el camino, el cual terminó por insultarla levemente, claro que la pelirroja hizo caso omiso de aquellas palabras. Sólo quería salir de ahí.

Aquel era el primer día de clases para la castaña… y si bien era bastante buena haciéndose amigos generalmente en los institutos en los que participaba, en este había entrado, para bien o para mal, con el pie izquierdo… aquella agresión de su parte le había hecho quedar bastante mal para con los demás… en general, mari no estaba acostumbrada a tener enemigos en sus escuelas, aunque generalmente su actitud cándida y cariñosa generalmente terminaba haciendo que una gran cantidad de personas generasen rechazo hacia ella, principalmente porque le consideraban “una mosquita muerta”… si bien eso en cierta forma era algo que encajaba bastante bien con la personalidad de Mari, ella misma no consideraba aquello último una razón de peso para odiar a ella misma… estaba acostumbrada al rechazo de una cierta minoría, y si bien supuso que sería cuestión de tiempo el poder encajar bien con su grupo curso, realmente le importaba bastante poco la opinión ajena, sino que simplemente se limitaba a entrometerse en sus propios asuntos, Cierto era que mari era mucho menos amable de lo que aparentaba.

Aquellas últimas palabras de Asuka ciertamente calaron bastante hondo en el corazón de la mitad inglesa… mari siempre había generado un grandísimo apego hacia las personas que generaban rechazo para ella en principio, haciéndose amigo de ellos… aunque en especial… esta chica le había interesado muchísimo. No era una razón de peso siquiera, tampoco era como si supiese del todo por qué aquella muchacha le causaba una intriga tan amplia, lisa y llanamente, estaba interesada en la princesa de cabellos de fuego.
La lluvia comenzó a escucharse allá en la lejanía… los oscuros cirros recubrían totalmente el cielo en aquella mañana, y el agua se impregnaba en contra del enorme vidrial del salón….

Los grupos de alumnos comenzaron a agruparse y juntarse en lo que pasaba del día… probablemente muchos habían quedado en situaciones anteriores a clase, o simplemente se habían generado grupos en un lapso de tiempo en el que mari no había asistido… se sintió un tanto sola al notar como nadie se acercaba hacia ella, dirigió así mismo su mirada hacia el lugar donde debería estar el profesor, notando como este había desaparecido en el lapso en el cual mari fijaba su mirada en sus compañeros… Soltó un fuerte suspiro, riendo de manera nerviosa mientras dirigía su mirada nuevamente hacia el lugar de la princesa… solo para verla desaparecida del lugar del mismo modo... miró nerviosa hacia todas partes, terminando por divizar a la compañera al final en el marco de la puerta... se sintió un tanto rara al notar como la única persona que le había puesto una atención sincera en el salón le estaba dejando sola... Un tanto bruta como de costumbre, salió persiguiendo a la muchacha por el umbral de la puerta.. le persiguió un par de pasos en el corredor, puesto que la princesa se encontraba a escasos metros de distancia en el fondo de este último... -H-Hime?! Clamó la chica para intentar captar la atención de la chica, más sin embargo, y por su recurrente torpesa, terminó por irse de bruces hacia adelante, dejando caer tanto su mochila como sus gafas... aquello no era en absoluto un espectáculo extraño para mari, pero ciertamente no era del todo grato para ella el quedar como una completa imbécil en frente de su princesa... así mismo, las risas de sus compañeros no se hicieron esperar, y conjunto a estas, mari buscaba a base de su tacto sus gafas, puesto que sin estas era totalmente incapaz de ver absolutamente nada. -¿Podria ayudarme alguien?... Mencionó la chica en aquel enorme tumulto de personas, aunque poca atención recibió de parte de ellos debido a las sonoras carcajadas que emergían de parte de los demás... ciertamente, aquel no era en absoluto el mejor de sus primeros días.

Odiaba los días como aquellos. Si había algo que Asuka detestaba era la lluvia, no porque su genética o su personalidad la predispusiera a eso, sino que más  bien por circunstancias el pasado, la joven había aprendido a generar aquel rechazo hacia ese clima en particular. Su ánimo decaía considerablemente por el paso del tiempo, con cada gota que se deslizaba por las ventanas de aquel enorme edificio, transformándola en una joven aún más arisca que lo que podía apreciarse en el resto de los días.
Si bien en circunstancias normales, poder acercarse a la muchacha pelirroja para traspasar la muralla de hielo que la envuelve es algo bastante difícil de lograr, un día como aquel sólo disminuía las posibilidades considerablemente, negándole el paso a cualquier que deseara adentrarse si quiera en el corazón de la chica para poder con suerte rozarlo.

Quería apartarse de todos, evitar que sus molestas presencias pudieran irritarla aún más de lo que ya se encontraba, por lo que huir hasta la habitación predispuesta para ella sonaba como la opción más tentadora en aquel momento. Un lugar en paz y vacío. Sí, por supuesto que estaba al tanto de aquella regla que ordenaba a todos tener un compañero de habitación al convivir, pero eso no la detendría para alejar a dicha persona de su espacio de tranquilidad, simplemente negándose a compartir con alguien.
Su paso era firme, seguro, fijo en el lugar al cual pretendía llegar, como si ninguno otro ser en la Tierra importase lo suficiente como para prestarle un mínimo de atención. Y sí, así era el mundo para Asuka Langley. Sin embargo, aún había una persona que no había entendido cómo funcionaba el mundo de la pelirroja, queriendo llamar la atención de ésta a toda costa.

Aquella voz conocida, hizo que la mitad alemana rodara sus ojos apenas reconociera ésta, fingiendo que la ignoraba mientras seguía su camino a través el pasillo de la academia…
… Hasta que un ruido provocó la pelirroja se voltease casi de manera inconsciente, buscando el origen de semejante golpe con el suelo. En ese lugar, yacía la castaña abrazando el piso de manera bastante,  a su gusto, patética, mientras sus lentes y mochila estaban dispersos alrededor de ella. Las risas de los jóvenes que presenciaron aquella escena no se hicieron esperar realmente, estallando de golpe apenas veían el espectáculo que la mujer les había entregado.

Por un segundo, Asuka fijo su mirada en los azules orbes que poseía la castaña, notando cuán desesperada estaba por recuperar sus lentes y salir de esa situación.  Un suave bufido escapó de sus labios, mientras desviaba su penetrante mirada por un segundo, antes de realizar una impulsiva acción que sin duda, atraería por completo la atención del resto.

Caminó con determinación, hasta posicionarse tras la castaña, llevando sus manos hacia ambas caderas, mientras su cabello seguía el vaivén que se provocó apenas la pelirroja cargó todo su peso en su pierna derecha. Fulminando con la mirada a todo ser que se atrevía a burlarse de aquella chica, la mitad alemana inspiró lentamente, entrecerrando su mirada por un segundo, para luego liberar el aire de golpe, entreabriendo sus profundos orbes con rapidez - ¿Tan aburridas son sus patéticas vidas que deben reírse de un error ajeno? Las personas como ustedes me repugnan, sintiéndose superiores al estar en manadas como animales, pero siendo unos perfectos inútiles  al estar solos. Deberían hacerle un favor a la humanidad y dejar de desperdiciar oxigeno con sus estúpidas existencias.- Tomó un poco de aire antes de continuar - Ahora, piérdanse, basuras insignificantes.-Dijo con bastante seriedad la mujer, utilizando un tono totalmente frío, tan frío como la mirada que envolvía por completo a los estudiantes de los alrededores, quienes, viéndose intimidados por la presencia de la pelirroja se vieron incapacitados para responderle siquiera, limitándose a apartarse del lugar, mientras mascullaban un par de insultos para la joven cabellos de fuego, los cuales simplemente ignoró.

-Patéticos.- Agregó mientras se volteaba hacia la castaña, suavizando un poco la mirada mientras se agachaba cerca a ella, recogiendo los anteojos que yacían a un lado de la castaña.  No es que el corazón de la pelirroja se hubiese ablandado por un segundo, simplemente era una cuestión de orgullo para sí misma.

Posó su pálida mano sobre la mano derecha de Mari, jalándola con algo de fuerza para obligarla a levantarse levemente, depositando en la palma de ésta los lentes que había perdido, fijando su seria mirada en la contraria -Ahora estamos a mano. Me defendiste innecesariamente ahí adentro, y acabo de pagártelo. Ya no te debo nada- Sentenció la pelirroja mientras se ponía de pie, acomodándose su bolso en su hombro derecho, volteándose en dirección contraria para continuar su camino. Ayudar no estaba en su mente aquel día, simplemente no podía tener una deuda pendiente con aquella odiosa mujer.

La mirada impaciente e impávida de la princesa de cabellos rojizos que se encontraba en frente de ella era algo que ciertamente le causaba intriga a sí misma… aquel semblante tan distante y frío de la muchacha, acompañado del muro invisible de hierro que la muchacha ponía en frente de Mari… realmente le intrigaba. ¿Qué podría haber creado a una chica tan arisca como aquella muchacha de cabellos rojizos? Sería tal vez aquella reacción hacia el mundo provocada como un trauma de la niñez, o era tal vez una muchacha malcriada… las posibilidades eran amplias y miles. Y no era que mari fuese una masoquista en absoluto… o bueno, tal vez sí, pero tenía que reconocer también que el hecho de poder conocer a una persona distinta a la cual había conocido antes le atraía bastante.

La mirada de mari estaba totalmente borrosa en aquel instante cuando escuchó a aquella muchacha eregir su voz en medio de todos los presentes. Un silencio total reinó cuando, una vez más, mari tuvo la oportunidad de escuchar las palabras de aquella mujer que tanta empatía le causaba. Un conjunto de sensaciones pasaron por su alma en aquel lapso de tiempo… ¿Debía sentirse ella misma como alguien salvada? No… la princesa veía todo aquello como un simple pago por la actitud que hace un rato ella misma había adoptado en clase, o al menos, aquello fue lo que salió de los labios de la princesa.

Mari sonrió de manera sumamente amable para aquella muchacha, mientras utilizaba sus nudillos para restregar un tanto sus ojos –Gracias princesa… realmente pensé que nadie iba a ayudarme… realmente no eres tan distante de los demás como aparentas ser, ¿verdad? Fueron las palabras de mari en el instante en el que recibió sus gafas, calzandoselas a la altura de su rostro para poder ver nuevamente de manera clara, encontrándose con la figura de muñeca de la pelirroja alemana. –No… dudo equivocarme contigo. Agregó la chica mientras se inclinaba en dirección hacia la muchacha, tomando sus gafas por los costados mientras le observaba de pies a cabeza.

El tiempo pasó en aquel lugar, y la mayoría de las personas comenzaron a dispersarse, puesto que el alboroto había terminado, sin embargo, mari seguía detrás de asuka, como si no quisiera despegarse de ella… invadiendo el espacio personal de la muchacha. –Nee nee ohime-sama… ¿Puedo preguntarte algo? Clamó mari mientras llevaba ambas manos detrás de su espalda, cruzándolas mientras se movía de manera bastante infantil, cercana a asuka, como acechándola. ¿Hiciste eso más por mí que por ti en aquel corredor, verdad? Fuiste bastante altruista hace un rato…. ¡Como si tú estuvieses defendiendo a uno de los plebeyos con los que nunca hablas! Después de ello, mari soltó una delicada risita de sus labios, cubriéndose estos con los cuatro dedos principales de su manita, mientras se inclinaba en dirección a aquella arisca chica. Mari era bastante acosadora, y sobre todo con las personas con las cuales tenía interés, en este caso, Asuka.

La insistente voz y risa de la castaña realmente lograban poner a prueba la diminuta paciencia de Asuka. Llevando su mano derecha hacia la correa de su bolso, presionaba con fuerza ésta para evitar explotar de inmediato con el actuar ajeno, buscando liberar parte de su terrible humor en aquel pedazo de tela.

No soportaba que la tocaran, ni mucho menos que una completa extraña invadiese su tan preciado espacio personal, esto podía notarse en el claro ceño fruncido que la pelirroja mantenía en su pálido rostro, junto con un pequeño rubor en ambas mejillas, que no correspondían a otra cosa más que ira acumulada durante todo el tiempo pasado. Realmente se veía irritada por esa mujer, al punto de querer sacársela de encima de cualquier forma.
A punto de explotar, Asuka se volteó de forma agresiva,  liberándose de los brazos de Mari que insistían en tocar su delicado cuerpo. Mirándola de frente a sus ojos, permitió que por unos segundos la escena se congelara, sin decirle absolutamente nada a aquella castaña, limitándose únicamente a mirarla con una clara expresión de desagrado en su rostro, intentando hacerle ver su molestia antes de siquiera pronunciar una palabra con sus labios.
Se podía sentir en el aire aquel incómodo momento por el que pasaban ambas chicas, a solas, por cierto, puesto que como del primer día de clases se trataba los alumnos contaban con un día libre para ellos, por lo que no tardaron en abandonar los pasillo cercanos a los salones.

De la nada, la pelirroja había decidido que era el momento para que su voz rompiese el silencio que había reinado a gusto en ese lugar -No lo hice por ti en absoluto. Simplemente no soportaba la idea de deberle algo a alguien como tú. Si hubiese sido de otra manera, no me hubiese molestado en sacarte de tu patético problema.- Clamó con un tono seco, como si de verdad odiase a esa mujer -No esperes que te defienda nuevamente, porque claramente no pasará, cuatro ojos. Por lo demás, te ordeno que dejes de insinuar que soy una “princesa” ¿Está claro?- Acomodó su gorra negra mientras formulaba la última pregunta, fulminando con sus penetrantes ojos azules a la contraria.

Por un segundo, ver esos claros ojos tras aquellos lentes, evocó un par de recuerdos a la mitad alemana. Dos infantas disfrutando de su niñez, repletas de inocencia, disfrutando el tiempo juntas a pesar de que la pelirroja fuese rechazada por todos los demás pequeños de su edad. Cada vez que Asuka intentaba ser realmente hiriente con aquella mujer, recuerdos como aquellos venían a su mente, despertando un pequeño sentimiento dentro de su congelado corazón. En aquellos días la joven hacía permitido a Mari acercarse a ella y formar parte importante de su vida. Pero cierto era que lo que eran ahora distaba mucho de esa época. -… Las cosas ya no son como antes…- Añadió más para sí misma que para la castaña con un leve aire de nostalgia, rompiendo nuevamente el silencio provocado.
-Y por último... - Levantando su brazo derecho en dirección al hombro ajeno, Asuka impactó éste con la palma de su mano abierta, obligando así a que la castaña retrocediera un par de pasos, mientras la muchacha apoyaba aquel brazo, ahora libre, en su cadera -¡Te prohíbo invadir mi espacio personal! ¡Aprende a mantener las distancias conmigo, cuatro ojos idiota!- Puso fin a la conversación con aquellas palabras, frunciendo de manera notoria el ceño tras pronunciarlas. Sin ánimo alguno de escuchar una respuesta de la otra parte, se volteó de forma bastante brusca, dando vuelta en el siguiente pasillo con el fin de ignorar totalmente a su compañera.