Vistas al océano {Libre}

La luz del sol, que brotaba del horizonte como un anillo de fuego, se reflejaba sobre el manto inconstante del mar, dibujando destellos desiguales mientras este oscilaba con las suaves olas que mecían sus aguas y rompían sobre la orilla. Alguna gaviota lejana dejó escapar un graznido lejano, pero nada de mayor importancia, pues todo sonido se veía mermado frente al relajante canto marítimo. Twyla sintió la brisa salada lamiendo su piel, y se agachó con cuidado de no mostrar nada indecoroso al hacerlo, pese a que sabía que no había nadie más a aquellas tempranas horas de la mañana. Dejó que Silex se desenroscase de su brazo y tocase tierra firme, dibujando sobre la arena una fina curvatura que indicaba su dirección: posiblemente se dirigía en pos de algún cangrejo desprevenido; mientras, ella desanudó los lazos de sus delicados zapatos y descubrió sus pies del revestimiento de los finos calcetines de algodón blanco. Dio un paso hacia delante, y notó como la arena abrazaba sus dedos, algo fría debido a las tempranas horas. Contuvo un escalofrío, y avanzó sinuosa, siguiendo el camino marcado por la sierpe. Pasear descalza era un lujo que rara vez se permitía, pero por una vez decidió hacer una excepción, después de una noche en vela. Sin lugar a dudas era un comportamiento impulsivo por su parte, y no tenía mérito alguno, pero tampoco lo hacía por gusto.

Buscaba algunas algas, sí, las cuales se decía que sólo crecían en aquella zona de la playa. ¿Para qué las quería? Bueno, eso era un secreto, pero estaba claro que ella jamás actuaba a la ligera, y aunque hubiese preferido elegir otro momento del día, se decía que sólo aparecían al amanecer y debía apresurarse antes de que las aves que surcaban el cuelo las devorasen todas, sin dejarla obtener una miserable muestra para su preciado fin.

Se aproximó hacia la playa con deliberada lentitud, no obstante, y sintió el helado beso de las aguas en sus tobillos, mientras estas arrastraban una hoja de un insano color verde, bastante enredada, y se propuso cogerla. Un graznido la alertó, y se giró con cuidado sólo para ver a Sílex enroscada en el cuerpo de una incauta gaviota, mordiéndole sin piedad en la cabeza. Twyla sonrió con perversa diversión, y retornó a su tarea de recoger las hojas que arrastraba el océano.

- Rim, ¿donde te fuiste? - preguntaba el castaño que se paseaba por los pasillos del edificio buscando a su mascota desaparecida, pero no recibía respuesta alguna de la buscada o de alguien mas. Parecía ser que a media noche, la dragona se había levantado por no poder conciliar el sueño y salio a explorar por su cuenta el lugar, minutos mas tarde Souren despertó para ir al baño pero al regresar pudo notar como faltaba su mascota así que salió a buscarla. Llevaba gran parte de la noche buscando y no había logrado encontrarla, después de todo Jikan era una escuela muy grande y aun mas grande era las islas en las que se encontraba. Ya que no logró encontrarla en toda la casa de Dracheart fue a la isla principal para intentar probar suerte comenzando por el edificio principal esperando que no se hubiese metido en problemas.

Una dragona de color rojo y blanco se paseaba flotando por la playa jugando con las olas que llegaban a la orilla, retrocediendo cuando estas avanzaban y persiguiéndolas cuando se devolvían evitando en todo momento que llegaran a mojarla. Se mostraba que se estaba divirtiendo bastante por la expresión tan sonriente en su rostro y las risas que de vez en cuando soltaba por alguna extraña razón, después de todo aún era un infante. Pronto conoció a un cangrejo siendo la primera vez que veía uno lo miro con curiosidad y se colocó a la altura del crustáceo viendo a este fijamente. Seguramente el pequeño animal se sintió agredido por el mas grande, de no ser así no le hubiese apretado su nariz con su pinza y luego se hubiese retirado. Adolorida, la dragona se comenzó a sobar su parte lastimada alzando después la vista y notando una persona a no mucha distancia. Ladeo la cabeza mientras se preguntaba si debía o no acercarse a ella.

Finalmente el castaño llegó a la playa siendo el último lugar a buscar antes de ir a las demás casas, tan solo esperaba que no tuviese que hacerlo y pronto la fuera a encontrar. - Rim, ¿donde estás? - preguntó de nuevo pero no obtuvo respuesta alguna a lo que soltó un pesado suspiro. Siguió caminando otro poco y notó a dos personas a la distancia las cuales se veían exactamente iguales. Una de ellas trataba de llamar la atención de la otra que se veía concentrada recolectando algas por alguna razón, lo cual hizo sospechar al chico estando casi totalmente de seguro de que encontró lo que buscaba. Se acercó a aquellas personas y las miro fijamente un poco - ¿Ustedes son gemelas? - una de ellas soltó una pequeña risa y después se devolvió a su forma original de dragona. Al parecer, Hikari se había transformado en la chica para intentar tener algún tipo de comunicación con ella como acostumbra hacer. - Siento si le ocasiono algún problema mi mascota - se disculpó con la chica mostrando una sonrisa nerviosa mientras dejaba que la dragona se posara sobre su hombro.

Fue colocando con sumo cuidado las hojas en una cesta que depositó sobre la arena, dejándolas caer sobre una tela que se empapaba al tenerlas encima, extrayendo poco a poco la humedad que estas tenían. Era necesario que estuviesen lo menos húmedas posibles para cuando regresase al complejo. Estaba colocando al última sobre la manta replegada cuando oyó una voz a su espalda. Twyla cerró la cesta, pues no deseaba que se viese su contenido, y se incorporó del suelo al tiempo que giraba su torso para identificar al dueño de la voz. Casi dio un respingo al contemplar su propia imagen sonriente a su lado, lo cual la llevó instantáneamente a fruncir el ceño con un ligero deje de desconfianza, ¿Había sido mal informada o los doppelgänger existían en ese lugar? Por supuesto le parecía algo poco probable, casi fantasioso, ¿Pero qué era una fantasía y que una realidad en el mundo en el que vivían? Twyla no creía en la mala suerte, ni tampoco en los augurios. Su expresión se tornó incredulidad cuando el doble desapareció dejando paso a una cría de reptil alado cuyas escamas combinaban el blanco con el rojo más intenso. ¿Una ilusión? Parecía muy real. La chica siguió a la criatura con la mirada hasta que esta regresó velozmente hacia su presunto amo, el cual parecía cohibido. Entrecerró un poco los ojos, sospechando del tiempo que llevaba tras ella y de si su aparente ligera turbación se debía a que había contemplado alguna parte de ella que no debiera, pero cambió el gesto antes de sacar una conclusión precipitada, que a decir verdad, poco importaba.

-En absoluto-Dijo de forma calmada, respondiendo a su sonrisa con un gesto que pretendía resultar agradable y tranquilo-Simplemente daba un paseo matutino. Parece encantadora-Añadió, batiendo sus pestañas mientras escrutaba con la mirada aquella extraña pareja. "Dracheart" Se dijo a sí misma.

Souren:

Menos mal, parecía ser que Hikari no había causado problema alguno hacía la extraña, de alguna forma había logrado evitar meterse en problemas durante toda la noche. - En efecto tiene su encanto - mencionó mientras acariciaba debajo de la cabeza de la dragona quien hacía un sonido similar a un ronroneo pero mas agudo y un poco mas audible. - Es algo temprano para un paseo matutino, ¿no? El sol recién hace poco - dijo sonriente. Eventualmente las personas pueden tener gustos extraños como salir a pasear en la noche o temprano en la madrugada, pero aun así el castaño no podía evitar sentir algo extraño respecto a aquella persona.

Volvió su mirada hacía un lado y pudo notar una serpiente que devoraba una gaviota desafortunada a lo cual no pudo evitar hacer un pequeño gesto de desagrado. - Vaya, eso se ve un tanto feroz - si bien su mascota arrancaba la carne de sus presas, el ver una serpiente devorar la suya era totalmente diferente. Viendo a aquel animal pudo deducir rápidamente que se trataba de la mascota de aquella chica y de ser así, ella era de Haradrim lo cual podría explicar la extraña sensación que provenía de su presencia.

Más aun, la dragona al fijar ojos en la extraña bajo un tanto su mirada y se escondió un poco detrás de su dueño como si estuviese siendo intimidada debido a que tenía desconfianza hacía su persona, cosa que era bastante extraña aun y cuando se tratasen de desconocidos ya que le agradaba jugar y socializar con todos. Souren se percató de cuando la mascota con desconfianza lo cual lo puso un tanto alerta sobre aquella desconocida. - Me llamo Souren, Souren Konozaki - se acercó un poco a ella y le extendió su mano para que la estrechara en forma de saludo. - ¿Que haces aquí precisamente? - pregunto sin rodeos viéndola fijo a los ojos con un toque de seriedad.

-Las temperaturas de la mañana son más frescas-Coincidió, sin dar más explicaciones, teniendo en cuenta que trataba con un extraño al que de ninguna manera le importaba su alergia al sol. Juntó un poco los labios con gesto de perpetua inocencia y colocó un mechón de pelo rosado tras su oreja derecha.
Al percatarse de la alusión a Silex, la joven buscó con la mirada a la boa, la cual trataba de tragar dificultosamente la presa que había cazado, haciendo que a medida que tragaba su cuerpo se viese más abombado de lo habitual. Soltó una risa por lo bajo, reconociendo lo exagerado de la situación, pero sin mostrar consternación alguna. Era ley de vida: o matas o te matan, así de simple.

-Cuando Silex tiene hambre se vuelve algo...Agresiva-Dijo, como si halagase a un niño por hace runa simple travesura inocente. Apartó la vista del animal, que terminaba de engullir a su presa y ahora tenía un aspecto severamente ridículo, que por suerte se pasaría cuando los jugos gástricos de su estómago disolviesen la carne de la gaviota hasta reducirla a la nada. Volvió a mirar al muchacho y se fijó un poco más en él: era castaño, de pelo algo revuelto; y sus ojos eran castaños y expresivos. Parecía joven, aunque las apariencias siempre terminaban por engañar al ojo inexperto-Mi nombre es Twyla Jenkins-Repuso cordialmente, inclinándose de forma respetuosa pero de ninguna forma sumisa. Mostró una expresión de desconcierto y sorpresa, perfectamente ensayada, al oír sus palabras, como si ella no hubiese estado nada peligroso a aquellas horas-Sólo doy un paseo-Repitió-Las conchas más hermosas sólo se encuentran bien temprano-Mintió a la par que le volvía a sonreír como si la cosa no fuese con ella.

Twyla Jenkins... era un nombre un tanto inusual, aunque eso no era lo importante. Seguía observando cuidadosamente a la chica como si estuviera tratando de leer su mente aunque claro que no iba a poder hacerlo, igual sería bueno si pudiera. La dragona por su parte solo observaba insegura oculto detrás de su amo a la escena de la serpiente, no tanto por el hecho de que se estuviera comiendo aquel ave de una forma tan feroz, sino porque también sentía desconfianza hacía ella. Después de todo las mascotas se parecen y tienen ciertas características de su dueño.

¿Conchas? - soltó de pronto antes la respuesta de la chica. No le creía lo que le decía e inevitablemente podía percibir el sabor de mentira en sus palabras, aunque por lo menos creía que si le había dicho su verdadero nombre. Se acercó un poco a ella y la examinó de arriba a abajo analizando cada parte de ella. No pareciese que tuviera algún lugar en sus ropas donde guardar las conchas si es que había encontrado alguna. - Entonces, ¿que tipo de conchas has recolectado? ¿me las muestras? - preguntó sonriente disimulando la sospecha que sentía hacía ella.

Luego vio detrás de ella una cesta, aquello le hizo creer que posiblemente le estaba diciendo la verdad y había sido un malentendido pero Hikari seguía asustada y era mucho muy extraño que ella se asustara si no se trataba de alguien sospechoso. Caminó a un lado de la sospechosa y se inclinó observando aquel cesto - Ah, asi que aquí guardas las conchas ¿te importa si las veo? - extendió su mano hacía el objeto que se encontraba frente a el a punto de abrirlo para encontrar que era lo que tenía en su interior. Con esto muy posiblemente podría saber lo que se estaba tramando aquella miembro de Haradrim que bien eran conocidos por ser maliciosos en ocasiones.

Como era de esperar, reaccionó mal, ¿Acaso se hallaba ante el jefe de seguridad estudiantil y no se había dado cuenta? No, claro que no. Esos llevaban una placa o algo, y en cualquier caso, era el quien fisgoneaba donde sus narices no habían sido llamadas. Su mano se acercó peligrosamente hacia la tapa de la cesta, pero ella la detuvo antes de que sus dedos pudiesen tirar hacia arriba de ella y descubrir aquellas algas que tan preciadas eran. Lo hizo, no obstante, con una suavidad exagerada, dejando que su mano tocase la suya. En su afilado rostro volvió a tensarse una sonrisa, esta vez un tanto más forzada pero no por ello menos convincente. Lo que la delataban eran sus ojos, cuya mirada dura taladraba al muchacho.

-Por favor-Dijo con voz dulce, tiñendo de turbación su timbre para revelar que se sentía compungida. Aquello era una cuestión personal, desde luego, y se mordió la lengua para preguntarle si es que acaso quería comprobar que su ropa interior seguía en su sitio. No, por supuesto. Twyla tenía una reputación que mantener, pero no abandonaría por ello sus principios-No será menester. Pronto comenzarán las clases, y no sería bueno que me demorase más de lo debido-Agachó la cabeza, interpretando su papel-No me gustaría que me castigasen por un descuido tan tonto...

Se vio impedido a averiguar el contenido del interior de la cesta, ya que le detuvieron su mano. Volteó a ver a la propietaria de la mano que había detenido la suya y la miro fijo a los ojos pasando totalmente por alto su sonrisa. Parecía totalmente contraria a que el castaño revisara el contenido de la canasta por alguna razón, lo cual lo hacía que sospechara mas y creyera que ocultaba algo. Aun así, luego de estarla mirando fijamente un poco a los ojos y tras escuchar acerca que iban a comenzar las clases soltó su mano y se puso de pie. - Ah, tienes razón - se relajó totalmente y desistió en averiguar que era lo que tramaba, incluso mostrando una sonrisa natural - Deberíamos irnos - le comentó de forma totalmente amigable a diferencia de como le hablaba antes con seriedad.

Hikari observaba fijamente aquel cesto como un objeto extraño y el cual le llamaba mucho la atención. Impulsada por su curiosidad, comenzó a bajar por la espalda de su dueño hasta que quedó frente al cesto y en un movimiento rápido lo empujo haciendo que todo su contenido se vaciara sobre la arena. - Hikari, no debes hacer eso - le regaño un poco y la mascota agachó la cabeza mientras se volvía a subir al hombro de su dueño. El castaño vio el contenido que se había caído y se inclino recogiendo una de aquellas algas luego volteando a ver a Twyla. - Estas no son conchas definitivamente... - su sospecha había vuelto, esta vez mas fuerte al estar viendo la obvia mentira. - ¿Que haces con esto? - preguntó con curiosidad.

A veces es imposible evitar los irremediables giros en los acontecimientos que rodean a cada uno, y este era uno de aquellos casos. Twyla no pudo hacer nada, ni siquiera su grito sirvió de mucho cuando aquella molesta criatura de color rojo y blanco hizo un movimiento brusco, dejando caer sobre la arena su preciado objeto de búsqueda. Algunas gaviotas que sobrevolaban el cielo se acercaron ruidosamente, como las hienas que se apoderan de los restos que ha dejado un león. Dejó escapar un chasquido de su lengua, mientras se agachaba  y trataba de alejar a las aves oportuniastas y rastreras hasta las algas, las cuales ahora se mostraban rebozadas en arena marina. Por suerte, la presencia de la serpenteante Silex bastó para hacer que la mayoría de los pájaros volasen, escapando de una muerte segura, y Twyla recogió una de las algas. Un completo estropicio que ya de nada le servía. Suspiró y volvió a meter las que estaban menos sucias en la cesta, incorporándose y sacudiendo la tierra de la falda de su uniforme. Encaró a Souren, dirigiéndole una mirada dura.

-Deberías controlar mejor a tu mascota-Recriminó con voz neutra. Apartó de la tapa de mimbre una pluma que había quedado enganchada y la arrojó al suelo con aire despectivo-Tenía la intención de preparar onigiri, pero ya no estoy tan segura, gracias a tu pequeño dragón-Omitió la palabra "entrometido", ya que consideraba que su opinión al respecto era bastante clara-No sé si será sensato cocinar estas algas después de haber sido pisoteadas por esas gaviotas-Suspiró. En realidad, aunque comestibles, su intención no era esa ni de lejos. Sabía de buena tinta que podía obtener una pequeña toxina de esas plantas, que, diluida con otras sustancias, le proporcionarían una interesante ponzoña. No mortal, pero sí digna de estudio. Decidió alejar la atención de las algas, pues aunque estaba convencida de que resultaba creíble que una muchacha tan joven y educada como ella cocinase su propia comida a mano, posiblemente a algún chico que le interesase, no deseaba meterse más en ese papel tan insulso-Con esa conducta que ha demostrado no parece que le inculques bien los valores necesarios, ¿Quién sabe que podría hacer si le sigues consintiendo esa actitud tan invasiva?-Parpadeó un par de veces, recriminadora, queriéndole dar a entender que su riña inicial había sido insuficiente-Pensaba que se nos hacía entrega de estos animales para desarrollar nuestra responsabilidad, pero veo que parece ser una suposición errada.-Fueron sus duras palabras.

El castaño no podía evitar alzar una ceja y esconder una pequeña risa detrás de una sonrisa que se veía un tanto forzada por mantener. Por alguna extraña razón estaba en una fase de Sherlock Holmes y no importaba que tanto le dijera y alegara no se iba a tragar su mentiras. Tal vez se debía al hecho de que Hikari sospechaba de aquella chica, aunque realmente no entendía el porque de aquel comportamiento tan extraño en el. Sentía bastante curiosidad sobre averiguar que era lo que estaba tramando y lo iba a saber sin importar que sucediera, se había determinado a ello.

Suspiro totalmente tranquilo y se encogió un poco de hombros demostrando su calma. - Oh vamos, no soy de quienes educan militarmente sus mascotas así que ella puede hacer y deshacer como quiera después de todo apenas es una cría, cuando crezca sera mas educada, por ahora me haré responsable de lo que haga - acarició el cuello de la dragona, justo debajo de su cabeza a lo cual esta comenzó a relajarse debido a que se había sentido anteriormente regañada por parte de Twyla y se había mostrado bastante temerosa ante esto no pudiendo evitar el temblar por cierto miedo que la había invadido haciendo que se escondiera detrás de su dueño.

Luego volteó a ver a la sospecha y se le acercó decidido viéndola desde arriba - Ahora, respecto a las algas - se aclaró la garganta para hablar mejor y luego procedió a explicar sus deducciones. - No tiene sentido que primero quieras buscar conchas, pero en tu canasta tienes algas para preparar onigris - luego se posiciono a la altura de ella mirando fijamente a sus ojos con seriedad. - Si fuera algo tan sencillo como eso, no tendrías la necesidad de estarlo ocultando y me hubieras dicho directamente cuando te pregunte, pero en cambio me dijiste la mentira de las conchas revelando después algas para hacer onigri - volvió a levantarse y comenzó a caminar alrededor de ella con las manos en su espalda aparentando un poco de profesionalismo - Por lo tanto, es fácil deducir que tienes algo que esconder y lo que escondes es algo malo que no puede ser descubierto ya que seguro te meterás en problemas y esa es la razón por la cual mientes, ademas de que Hikari se siente insegura alrededor tuyo - quedó nuevamente frente a ella y la examino de arriba a abajo antes de dar sus últimas palabras de detective - Por tanto, quiero saber que es lo que ocultas - luego de haber dicho esto la miro fijamente y poco a poco una sonrisa comenzó a mostrarse en su rostro, no era fingida ni forzada sino era una totalmente genuina sonrisa amistosa - No te preocupes, no le diré a nadie y puede que incluso te ayude

-Hablas como un padre que ignora por completo como educar a su infante-Espetó la morena, algo que era demasiado común en los tiempos que corrían. Ella había recibido una crianza de lo más dura pero no por ello menos ejemplar, y aunque odiaba a su padrastro por su traición y no admitiría que sus métodos habían sido más que satisfactorios, para sus adentros sabía que la dureza en la etapa de desarrollo de un ser en proceso de aprendizaje era crucial-Si su obediencia no es definitiva ahora, no esperes que cuando crezca siga manteniéndote el respeto-Dictaminó la muchacha, de forma seca pero elegante, como una institutriz que trata de hacer ver a los alumnos su punto de vista equivocado sin perder su autoridad. Se agachó de nuevo cuando oyó el crujir de la arena, y dejó que Silex se encaramase a su brazo derecho, notando la presión de su escamosa piel recubierta de arena enrollandose por su extremidad. La renovada actitud del susodicho Souren, caminando en torno a ella como un cazador impertérrito esperando la menor debilidad por su parte, pero Twyla no quería ponerselo fácil. A fin de cuentas, un desliz lo tiene cualquiera-Esa acusación es muy gratuita, Konozaki, ¿Sólo os basáis en eso para asegurar que oculto algo? Las mujeres somos por naturaleza voluble, según lo que los hombres tendéis a afirmar constantemente. Deduzco que tal vez no estés acostumbrado a tratar con chicas-Dejó que sus comisuras tirasen hacia arriba mostrando sus dientes blancos y rectos en una sonrisa ladina-Comprenderás que no es de mi agrado que mis gustos en la cocina ronden por ahí como si tal cosa. Podría llegar a oídos indiscretos, y nada más lejos de mis intenciones. Así que agradecería la discreción-¿Sugería tan pronto una confianza? A Twyla no le era ajeno el “Nunca te fíes de un desconocido”, y sabía por experiencia que ella misma no cedería ante aquello como una vulgar colegiala confiada. Puede que en el pasado hubiese sido más ingenua, pero no ahora-Si tanto gustas… Por tu nombre deduzco que posees ascencendia asiática, ¿Qué tan bien se te da preparar bolas de arroz?-Inquirió con la intención de desalentarlo. Lo que le faltaba.

Al terminar de escuchar las palabras de la chica, el castaño dio un paso hacía atrás volviendo a dejarle su espacio personal a ella y recobrar el propio. Sin dejar de sonreír volteó la cabeza mirando a la mascota que llevaba sobre su hombro y acaricio el cuello de esta como tenía costumbre hacerlo. - Supongo que es lógico que desconfíes de nosotros - menciono mirando de reojo a la chica sin dejar de jugar con su mascota. - Bueno, yo no busco que ella me respete, yo preferiría que ella en verdad me quisiera y entonces el respeto se daría naturalmente - se encontraba totalmente relajado notándose lo poco o nulo que le había afectado las palabras de Twyla. Estaba totalmente convencido de que el hacía lo correcto, o por lo menos era feliz haciendo lo que hacía como lo hacía y eso se notaba en su exterior. Dejo de acariciar la dragona y esta soltó un bostezo quedándose dormida sobre el hombro de su amo, después de todo había estado despierta toda la noche. - Se ve adorable así - mencionó con una amplia sonrisa en su rostro antes de volverse a la chica. - Ahora pues, que otros hombres digan eso no significa que yo lo haga también o que no trate con otras chicas, tampoco tenía intención de contarle a alguien siquiera que te encontré aquí y por último no porque mi nombre sea de origen japones quiere decir que sepa cocinar como uno, o que sea uno - le calcó estos tres puntos bien marcados aunque sin llegar a ser en algún momento agresivo o tratando de buscar conflicto. Procedió a tomar las algas que yacían sobre la arena y las empezó a limpiar volviendo a meterlas en el cesto el cual después de que estuvo casi tan lleno como antes se lo entregó a su propietaria. - Siento que hubiera tirado tus algas, pero creo que algunas quedaron en buenas condiciones para lo que fueras a usarlas - luego de haber entregado el cesto, dirigió su dedo hacía el horizonte señalando como el sol ya estaba elevado en el cielo y había dejado de tocar el agua hace tiempo. - Creo que ya duramos mucho tiempo aquí, sería malo si nos llegaran a encontrar las autoridades - le avisó señalando luego algunos profesores que comenzaba a circular por el camino al lado de la playa. Luego tomo la mano de la chica en la que no tenía la serpiente y se oculto junto con ella detrás de una roca para que no se percatarán de su presencia. - Sera divertido filtrarse entre ellos - su sonriente rostro mostraba que estaba esperando con ánimos el escaparse sin ser descubierto.

Vaya, al fin un poco de sensatez en sus palabras, aunque fuese un poco tarde. Twyla fingió indiferencia, sin sentirse especialmente contrariada por su cambio de actitud hacia ella. La muchacha prefería seguir sosteniendo su actitud neutra, la cual era ventajosa desde varios puntos de vista, sin llegar a comprometerla en nada que pudiese ponerla en peligro; así como en algo que pudiese beneficiarla.

-No estoy de acuerdo-Susurró. ¿Cariño? ¿A un animal? No pensaba que ese fuese el objetivo primordial cuando le hicieron entrega del huevo. Sentía algo de afecto por Silex, pero de ahí a quererla… Más bien la concebía como un sirviente, y su relación era más de conveniencia y respeto que de puro cariño. Aunque sintiese algo por la boa, jamás lo admitiría públicamente, pues aquellos que demuestran ese tipo de sentimientos dejan expuesta también su propia debilidad ante el resto. Bufó por lo bajo, con condescendencia, casi sin mirar a la dragona. Sólo era un animal, como Silex. Torció el labio inferior, y con gesto distraído quitó un hilo suelto de la manga de su camisa y la arrojó sobre la arena-Vaya, lamento haber caído en un tópico tan vulgar. No era mi intención ofender-Se disculpó, volviendo a centrar su atención en él de nuevo, pese a que realmente había sido completamente intencionado y no sentía el menor remordimiento por ello. Twyla observó su gesto de paz con suspicacia, mientras el volvía a depositar las algas en su sitio, con escasos restos de arena y sal. No podía negar que era caballeroso, pero eso no lo hacía más de fiar después de su avasallaje inicial-No le des más vueltas-Dijo, cerrando ella misma la tapa y deseando que se olvidase del asunto de las plantas marinas cuanto antes para poder regresar a la escuela, dejar las plantas bajo tratamiento y acudir lo antes posible a las clases para que su ausencia no fuese notada. Pero parecía ser que habría más encuentros no deseados ese día, tal y como pudo señalar Sonozaki: los profesores salían en su patrulla matutina y sus huellas sobre la arena aún estaban frescas. Twyla miró a su acompañante, dudosa de que pudiese teletransportarse, y se planteó la cuestión de que ambos podían meterse en un buen lío. No podía dejarlo sólo y arriesgarse a que la delatase, por lo que era mejor no correr riesgos y permanecer junto a él en todo momento-¿Qué propones?

- La verdad no estoy muy seguro - algo no era normal en aquella situación y se podía notar bastante, incluso el mas ignorante podría darse cuenta de ello. Casi todos los profesores de la academia parecían estar en la playa como si estuvieran buscando algo ¿acaso los estarían buscando a ellos? eso no sonaba a algo que fuera posible ¿porque de entre tantos alumnos que suelen escaparse los buscarían a ellos? pero no parecía haber otra explicación ademas de esta.

Analizando la zona, el castaño buscaba caminos por los cuales pasar desapercibidos entre los maestros. Desgraciadamente los dichosos caminos parecían no existir ya que cada punto estaba bien cuidado y estaban comenzando a acercarse mas por lo que se les acababa el tiempo. - Esto parece mas complicado - menciono y luego volteó a mirar a la chica - Aun que es seguro que no me están buscando a mi - su propia mirada parecía acusar a Twyla de ser ella la culpable de que ahora se encontraran en esa situación. Ya que el era inocente, bien podría dejarla e irse simplemente aunque no era del tipo de hacer eso.

Cuando volvió a mirar a lo lejos, pudo notar como otra persona también parecía esconderse de las autoridades. Posiblemente esa persona fuera el responsable de que estuvieran buscando por aquella zona. No tardo mucho en reconocerlo, era un sujeto de Dracheart que siempre se metía en problemas y era bien conocido por su mente depravada lo cual le dio una idea. - Lo siento, Twyla - la sujeto de pronto y la mostró a la vista del sospechoso como si la estuviera ofreciendo a el, lo cual trajo como consecuencia que el sujeto saltara de su escondite y corriera directo hacía ellos pero fue notado antes por los profesores y se vio obligado a escapar de ellos en la dirección contraria con estos persiguiéndole.

Una vez que paso el peligro, tomo a Twyla nuevamente y corrió con ella llevándola a otro punto de la playa mas separado donde no había con quien meterse en problemas. - Aquí estará mejor - suspiro y se estiro relajándose.

-¿Qué insinúas?-Dijo, con el sutil deje de la amenaza. Olía a traición a mil kilómetros de distancia, sin embargo si ese chico pretendía acusarla de algo frente al profesorado, ella no pensaba quedarse atrás. Twyla confiaba lo suficiente en su labia elaborada y su poder de persuasión para tratar de dar un giro a las tornas y salir airosa, no obstante, si la cosa se torcía y ella caía, él también lo haría, pues Twyla pensaba arrastrarlo consigo. Cuando la culpabilidad era compartida, era más fácil eludir ciertos compromisos que hubiesein sido imposibles si la capturasen a ella sola. Pero no pasó ni lo uno ni lo otro. Con el corazón en un puño, la muchacha se vio arrastrada por el tirante brazo de Souren que la impelaba a seguirle con el frenetismo que le impulsaba la huida del campo visual del personal docente, como alma que lleva al diablo. Huelga decir que las medidas estrictas de un toque de queda no la satisfacían en lo más mínimo, pero no eran más que otra muestra de la dirección de imponer una absurda conducta en sus alumnos a fin de volverlos grises y vacíos, como aquellos uniformes que portaban. No eran iguales, por mucho que se pretendiese dar la misma importancia a todos y cada uno, y ella misma lo sabía.
Sintió como la arena se metía entre sus dedos descalzos, y notaba el cansancio de un esfuerzo incontrolado, mientras su propio flequillo bicolor azotaba su frente al ser movido por el propio aire que golpeaba su rostro a causa del movimiento. Silex siseó en su brazo, molesta, y descendió un tanto para morder la mano del castaño que sujetaba a su ama, sin embargo este se soltó cuando estuvieron lo suficientemente lejos del peligro, estirando sus músculos, posiblemente para calmarlos. Ella caminó hasta una roca cercana, donde se sentó y comenzó a sacudir sus pies de la arena, deslizando después los calcetines blancos y mullidos por ellos hasta llegar a la mitad de la pierna.

-Pensaba que íbamos a la escuela, ¿Acaso no nos hemos desviado más del camino?-Inquirió-No sé que es peor, si el remedio o la enfermedad.