I'm waking up i feel it in my bones [Libre]

De nuevo aquella extraña sensación, había demasiados recuerdos que se esfumaron de mi mente sin dejar rastro alguno, vacíos que no podía llenar de ningún otro modo, no recordaba exactamente donde estaba. No es que no recordara quien era, que era, o simplemente que había sido, era como si a veces me costara pensar con claridad y habían pasado un par de meses des que Padre hizo acopio de su potestad totalmente errónea por otra parte, pero él pensaba que todo podía solucionarse por ser creador del mundo, y sentía lástima por él, le amaba, gracia a él respiraba y mi corazón latía, pero si por crear al mundo piensas que puedes permitir tantas desgracias y esperar simplemente un arrepentimiento estaba totalmente equivocado. Era bastante temprano, por no decir que el Sol aún no había salido por el horizonte del todo lo cual podía ser incluso bastante romántico, ya sabes, ver el amanecer y eso, he visto como muchas parejas durante muchos siglos lo hacían, personas que morían observando aquel mágico momento en el que noche y día se unían, y parecían felices.

Creo que eran...seis, sí, seis días sin dormir mas que unos cuantos minutos, lo cual se hace doloroso para mi cuerpo mortal, no me molestaba estar insomne, me molestaba saber porque me afectaba tanto las desgracias que veía, antes siempre quería arreglarlas y ahora es como si me superaran del todo. Todas las muertes que había visto se habían agolpado en mi cuerpo y me atormentaban, como si hubieran sido culpa mía, era lo que llamaban...esto...¿como era? Arr...Arrepentimiento. No entendía de que me arrepentía, es Dios quien debería de sentirse así sabiendo que le pedí actuar y que no hizo. Suspiro cansado y agotado, empieza a ser demasiado este peso pero al contrario de lo que cree mi padre la inmortalidad, la invulnerabilidad, todo eso solo son saltos agigantados de un camino que nunca debería de atajarse. A estas horas solía probar mis inventos, últimamente me había hecho famoso entre aquellos alumnos que apreciaban la tecnología por un sistema de desplazamiento cuan menos...inusual.

Ahora mismo los estaba probando, solo necesitaba algo alto a lo que agarrarme y mero impulso para conseguir algo que quería, volar, y en cierta parte era incluso mas divertido que volar. Apuntabas con las espadas, en esa dirección salían disparados dos ganchos que podían aguantar el peso de tres personas, se activaba el mecanismo retráctil y salías disparado en aquella dirección, combinándolo con una capacidad natural para moverte en tres dimensiones podías hacer todo tipo de acrobacias. Había dos problemas, no era tan rápido como volar, no tenía acelerómetro, todo iba a una velocidad maxima determinada y sobre todo, era un prototipo. El instituto Jikan era un perfecto lugar para probarlo, altos edificios, calles amplias, incluso los jardines con aquellos altos arboles, pero yo optaba por un terreno cercano al templo. Donde los arboles crecen verticales al suelo y en espacios incluso pequeños. Solía hacer esto cuando no podía dormir, probar hasta donde eran útiles el SEM (Sistema de Engranajes Multiaxiales) muchas veces parecía que danzabas pero en realidad tensabas todos tus músculos por lo que era incluso doloroso.

-Inclina tu espalda con suavidad -me dije recitando una serie de pasos al mismo tiempo que pasaba entre dos arboles. - mueve tu cuerpo a la izquierda -rocé unas hojas. -dispara de nuevo -apunté con las espadas y presioné el gatillo de la empuñadura lanzando aquellos clavos a un árbol y sentí como me aceleraba. -mas rápido. -los engranajes comenzaban a chasquear pero me daba igual. -¡Mas rápido!

Moverse entre los arboles era terriblemente adictivo, sentías el aire elevarte y mover tu cabello, sentías como algo te tiraba hacia atrás pero como querías seguir yendo hacia adelante, cada vez era mas difícil girar en el momento justo, sin embargo, merecía la pena, buscaba hasta que limite era una imposibilidad el realizar piruetas y al ver como no podía girar correctamente sobre mi mismo acabé chocando a una alta velocidad con un árbol, por suerte los engranajes se habían anclado hacia atrás y el golpe fue menor, aunque no tardé demasiado en caer por aquella hojarasca que había en las ramas hasta el suelo, hiriendome las manos y los codos, no tenía el uniforme y en estos casos era lo mejor, mis ropas estaban preparadas para cosas como estas. Maldije por lo bajo mi mala fortuna, no me molestaba fallar, me molestaba que no consiguiera reparar estos fallos.

-Por lo menos estoy de una pieza. -comenté moviendo el hombro derecho y luego el izquierdo, miré mis espadas. -Perfectas, al menos vosotras no os hicisteis daño. -tenía el portahojas en mi pierna izquierda pero no me apetecía tener que construir de nuevo esas hojas, tardabas semanas. Miré mi reflejo en aquella blanca hoja, noté el sabor de la sangre en mi labio inferior y pasé la muñeca derecha por mi boca, arrastrando aquella sangre. -Podía ser peor. -guarde mis espadas en el portahojas y camine hacia un edifico que me resultó llamativo, me topé con un templo y esperaba sinceramente que mi padre estuviera ahí y se arrepintiera pero sabía que no lo iba a hacer.  

Al final todo se basaba en dos principios, ve lo mas rápido que puedas sin perder la precisión y sé tan ágil como para que tu cuerpo flote y no se abra paso por el aire, tienes que ser el propio aire. Recuerdo como en los primeros días la piel me ardía al usar tanto las correas pero al final la piel se acaba acostumbrando y por mucho que dijera Dios padre, el dolor era maravilloso, también lo era la ira, la tristeza, la felicidad, nada sentimental podía ser despreciable, como él tanto se empeñaba en creer, al final quien mas ciego está es quien guía a las ovejas de su rebaño propio. No iba a mentirte, chocar contra un árbol de forma directa dolía, pero salvo una contusión leve y las manos ensangrentadas por microheridas sumándole le pequeña sangre del labio inferior eran un daño menor, usualmente solía hacerme cosas peores y el problema era como ir de aquí a la enfermería y no desangrarte.

Me paré en el suelo durante unos segundos para respirar, el pecho se agitaba demasiado como para forzarlo a volver a su ritmo normal de golpe, tenía que tranquilizarme aunque me costara lo mismo que mover un tractor con la lengua, mi cuerpo estaba inundado por una sustancia invisible denominada adrenalina, mi mente se encontraba totalmente excitada y deseosa de ir mas rápido de tener que calcular a donde ir en menos tiempo, de girar, de correr, de saltar y esquivar, de volar... Aquel suelo de hojas me abrazó durante unos segundos y casi pensé que iba a comérmelo si no llegó a recobrar las fuerzas en las piernas nunca me libraba de aquella sensación de temblor en ellas que esfumaba mis energías como si fueran simple vapor de agua.

Apoyé mi espalda en un tronco y miré a mi alrededor, en verdad ahora me apetecía visitar aquel templo, no quedaba demasiado lejos y creo que sabría orientarme lo suficientemente bien como para no perderme, aunque sobresalía por estar sobre una gran colina de roca era capaz de perderme en una linea recta, como ya he dicho muchas veces. Caminé con pesadez sintiendo el suave golpeteo de los portahojas en mis rodillas algo a lo que empezaba a acostumbrarme. Los crujidos de la madera seca que pisaba me acompañaban seguía habiendo de esto hasta en la primavera, cuando las flores emergían con fuerza tan radiantemente despues de un oscuro letargo conocido como invierno. Avancé fijandome en aquel templo, lo había visto otras veces pero no me había atrevido a entrar porque simplemente estaba haciendo otras cosas, encontré entonces un camino de tablas de madera que anunciaban que direccion había que seguir pero entonces algo alertó a mis sentido.

Vale, no los alertó, iba tan cegado con aquel edificio que cuando escuché una voz casi pegué un brinco, bueno tampoco tanto, exagero demasiado. Simplemente me asusté lo suficiente como para girar rapido mi cabeza y tener el impulso, que no hacerlo, de desenvainar una Titan Slayer. Observe quien era, otro chico. Quizás mi edad, quizás mas, pero aquí la edad era demasiado subjetiva, todos tenían probablemente de cien años hacia arriba y si fuera Dios padre podría saber quienes eran todos, claro que no lo soy, su aspecto infundía un aura que no sabía descifrar como algo de frialdad, supuse que eran imaginaciones mías, escuché lo que decía y asentí.

-Por aquí se va al templo de Jikan. -señalé el techo que podía apreciarse sobre las hojas de los arboles, se veía una estructura típica japonesa. -Nunca estuve antes, ¿te apetece ir? -pregunté cortesmente, era el único lugar al que se podía ir por aquí. -Aunque si quieres volver deberías de ir por el Norte, el problema es que no se donde queda. -totalmente cierto, salir de aquí para alguien con mi falta de sentido orientativo y sin el SEM sería totalmente imposible. -Soy Eren. -finalicé presentándome con una sonrisa idéntica a la que él me había dedicado no sabía sonreír ciertamente pero imitarlo no se me daba nada mal. Me preguntaba que era, conocía a muchas criaturas porque había ayudado en su ascensión a los cielos pero otras ni tenían ni debían de querer ese privilegio.

 

Siempre me había sido difícil reconocer las razas especiales, tenían demasiadas similitudes unas entre otras pese a lo enormemente diferentes que eran, un humano era sencillo de captar, esas dudas, ese temor, esa necesidad intrínseca de saber mas y mas, no es que los demás fueran difíciles de captar, es que los humanos eran hermosos, eran maravillosos y con todas sus imperfecciones eran lo mas perfecto que había. Por eso al observarle y sentir aquel cosquilleo no supe identificar que era, ni tenía el don de saber que criatura tenía frente a mi pero era una sensación entre la incomodez, la curiosidad, el miedo y el interés, no sabía explicarlo, pero tampoco sabía lo que era un supermercado, asi que tampoco me hagas demasiado caso.

Cuando me dijo aquello dejé de caminar para mirarle a los ojos, ¿que había visto de mi que yo ignoraba? Nunca dije que era pero pareció preocuparse mucho, llegué a la deducción mas obvia, tenía un conocido que no podía entrar ahí, o algo parecido, suponía, quería creer...No es que no me guste decir que soy, es que simplemente no soy nada. Golpeé con las yemas de mis dedos los portahojas que llevaba. -No te preocupes, voy bien servido. -en realidad los sitios sagrados no causaban en mi mas que un profundo dolor pero en comparación a partirme un brazo era un cosquilleo, no pasaría nada, esperaba.

Me detuve a su nivel observando la entrada del edificio, unas escaleras de piedra que llegaban hasta unas grandes puertas correderas, había visto muchos templos, demasiados, pero los japoneses tenían la tendencia de dejar un gran patio interior y dividirse en subcapillas, algunas serían para rezar, otra para alojamiento de los monjes si el templo era grande y otra para ofrendas pero este podía ser totalmente distinto, ya digo, aunque tengo mas edad que el templo no se todo, ni quiero saberlo. Me dijo su nombre y me ofreció su mano y yo se la estreche firmemente. -Un placer conocerte. -sinceramente la primera persona a la que conocía y esperaba que no conociera a mas, porqué eso no iba a pasar. Comenzó a subir y me quedé observando a su mascota durante unos segundos.

Un zorro si no me equivocaba eso era de una casa en especifico pero no me acordaba del nombre, aun estaba algo ido después de la adrenalina. El camino era una ascensión por una laaarga hilera de peldaños de piedra, y a ambos lados habían arboles que podían tapar la luz del sol sin problemas y por suerte le daban un toque fresco pese a hacer ya de por si algo baja la temperatura. Usé el SEM (Sistema de Engranajes Multiaxiales) para clavarlos en los arboles y salir impulsado, no demasiado rapido pero lo suficiente para alcanzar al joven de un simple saltito. Escuche lo que dijo.

-Es una pregunta muy directa, no esperaba que me lo preguntaras así. -me sinceré. -Pero eres la primera persona con la que hablo, tampoco tenía antecedentes.

Cuando dijo lo que era sonreí, en cierta parte, su misión y la mía estaban conectados, los shinigamis segaban las almas y nosotros las guiábamos, muchas veces ellos hacían incluso nuestra parte y nosotros aliviábamos las penas de los que habían sido perturbados o condenábamos a aquellos que la habían malgastado, pero nunca nos relacionábamos directamente, no cuando nosotros estábamos allá arriba o al menos cuando yo lo estaba.

-No te preocupes, llevo siendo inmortal mucho tiempo, la muerte no me asusta. -ya no lo era y no temía morir, ni tampoco que me dijeran una fecha, al fin y al cabo la edad es solo numero, la muerte no es mas que una parada y no es inevitable. -Soy un Ángel Caído. -en realidad ese termino era muy inexacto, los ángeles caían al infierno, no a la Tierra.  Posé mi mano en la puerta corredera y la deslicé lentamente sintiendo aquella sensación de dolor que comenzaba a crecer. -Tu primero, Shinigami-sama. -dije bromeando con sutileza, no debíamos de ser enemigos y tampoco los quería, en este mundo había suficiente desequilibrio como para buscar mas.